Capítulo 33: cura

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Jake Firewall se despertó sobresaltado sobre un lecho de hojas secas, completamente desnudo. Desorientado, miró a su alrededor tratando de buscar una pista que le pudiese indicar dónde se encontraba pero, lo único que pudo sacar en claro fue que estaba en un terreno boscoso y que el cielo se hallaba despejado de nubes. El sol de la mañana se colaba por entre las hojas de los árboles, cuyos troncos eran de un tamaño considerable.

Aterido por frío, frotó sus extremidades para tratar de entrar en calor, aunque de forma inútil. Entonces se percató de que tenía todo el cuerpo magullado y manchado de sangre. Su pelo largo, normalmente recogido en una coleta, tenía el aspecto de un arbusto mal podado. Tenía sus pies y manos manchados de barro y sobre su brazo, unos números marcados con tinta indeleble, posiblemente por el efecto de algún hechizo. ¿Qué demonios le había pasado?

Nuevos pensamientos y recuerdos comenzaron a aflorar y a agolparse con violencia. Fue capturado por los snakers pero alguien lo había soltado. Comenzó a dolerle la cabeza y a tener ganas de llorar. Un hombre lobo lo había mordido. No había pensado en ello hasta ese instante de relativa calma, sin contar con que no tenía con qué cubrirse el cuerpo. Tenía frío, hambre y estaba asustado. Nadie le había enseñado cómo ser un licántropo. No tenía a nadie con quién poder compartir su pesar. Estaba solo quién sabía dónde. Y para colmo, su varita se había extraviado. 

—¿Dónde estoy? —dijo para sí mismo—. ¿Y qué son estos números? Dios mío, me duele el pecho. No sé donde estoy ni lo que... Quizá debería moverme. ¿Pero y si me ve alguien? Madre mía, Jake, estás en medio del bosque. ¿Me he vuelto vergonzoso o un completo gilipollas?

Se incorporó, mirando en todas direcciones. Al ver que todo parecía estar en calma, cogió un puñado de hojas secas y se las colocó sobre sus partes, por precaución. Comenzó a caminar, resoplando. No iba a morir de frío allí en medio de ninguna parte. De eso estaba completamente seguro.

—¿Qué significarán estos números? —se preguntó. Tal vez fuese su número de identificación en la prisión de aquel lugar húmedo y oscuro. ¿Pero estaban esos números generalmente separados por comas? No, aquello debía de significar otra cosa. 

De repente, escuchó un sonido ronco, como el rugido de un animal. Sin embargo, cuando levantó la vista, sobre su cabeza un dementor de aspecto amenazador, lo acechaba desde las alturas. Jake se quedó quieto, petrificado. Hubiese preferido un centauro o un dragón antes que toparse con el propio miedo. El dementor se cernía sobre él dispuesto a abalanzarse sin darle tregua y el joven mago se encontraba desarmado y vergonzosamente desnudo ante un adversario temible. Una manera horrible de morir, pensó Jake antes de cerrar los ojos, aceptando su inminente muerte. 

—¡Espeto patronum!—Una voz grave resonó tras el joven. Él abrió los ojos y se agachó de manera instintiva, cubriéndose la cabeza. Ante él, un fiero lobo de luz plateada se enfrentaba contra el dementor, bloqueando sus embestidas. Finalmente, viendo que toda insistencia era inútil, el dementor se alejó flotando como si fuera un fantasma hechizado por algún tipo de maldición. 

Jake se giró para ver quién le había salvado y se topó con un hombre de aspecto rudo. Llevaba una barba rojiza poblada y su pelo liso lo tenía recogido en una coleta. Iba ataviado con una especie de capa de tela escocesa sujeta mediante un par de broches dorados con forma de sol en el cuello. Mantenía su varita de ébano en alto, precavido. Jake levantó una mano, en señal de rendición.

—Por favor, no me haga nada. —Se le hacía raro pedir clemencia a un extraño. Él, que siempre se jactaba de su valentía ante los snakers. Sin embargo, para su alivio, cuando el hombre se percató de que se encontraba desnudo, emitió un extraño sonido parecido a una carcajada. 

—¿Se te ha olvidado poner la colada, chico? —El extraño no pudo reprimir su extraña risa y eso molestó a Jake. 

—No es eso. He tenido una noche terrible —replicó el chico cubriéndose sus partes. Continuó, molesto— ¿Podría ayudarme, por favor?

—Por supuesto, pero antes tengo que hacerte la pregunta de seguridad. ¿Eres mago o muggle? —dijo el hombre que continuaba riéndose. 

—¿Tengo pinta de muggle? Acabo de ver como ahuyentaba a un dementor, ¡por el amor de Dios! —protestó Jake, tiritando. 

—Por supuesto. Y además un no mágico no se habría olvidado la ropa en casa. A no ser que esté muy borracho. Una vez conocí a un muggle que llevaba unas cuantas pintas de más y...

—Si sigue contándome sus batallitas me voy a convertir en un témpano de hielo. Por favor —imploró Jake dando pequeños saltos. El desconocido, al final, se apiadó de él y conjuró con un hechizo sin palabras, para devolverle un aspecto más aliñado y sobre todo, ponerle ropa de abrigo. Agradeció el suave tacto de una capa negra que se materializó sobre sus hombros y se abotonó sola alrededor de su cuello. 

—¿Y cómo es que olvidaste algo tan importante como ir vestido? —preguntó el hombre una vez que reanudaron la marcha juntos hacia una especie de colina boscosa. 

—No creo que sea de su incumbencia —dijo Jake, resoplando—. Cuanto menos sepa de mí, mejor le irá en la vida. 

—Eres precavido. Aunque no lo suficiente como para recordar el protocolo de vestimenta —rió el hombre por lo bajo.

—¿Va a parar ya de burlarse de mí? —exclamó Jake contrariado.

—Solo si me cuentas qué hacías así en medio del bosque. Me lo debes. Te he salvado la vida y necesito información. He estado demasiado tiempo fuera, o eso me parece a mí —dijo el desconocido, como en una ensoñación.

—¿Es que ha vivido todo este tiempo en una cueva? —preguntó Jake con impertinencia. Bien poco le preocupaba ya la discreción informativa—. La Comunidad Mágica lleva más de cinco años en guerra contra los snakers. Yo casi muero en una de sus sesiones de tortura...

—Ah, eso explica lo de no ir vestido...

—No, eso no tiene nada que ver... Escuche —dijo Jake con exasperación—; cuanto menos sepa de mí, vuelvo a repetir, estará a salvo. Usted no me ha visto aquí. Le agradezco su ayuda pero tiene que olvidar que este encuentro se ha producido. 

—Eh, espera, chico. —De repente, el hombre agarró fuertemente a Jake del brazo, deteniéndolo—. Dices que hay una guerra... ¿En qué año estamos exactamente? 

Jake arqueó una ceja desconcertado. Con aquel apretón en su brazo había sentido un ligero pinchazo. Como una sensación familiar.

—Mil novecientos sesenta y dos. ¿Me está diciendo que realmente no sabe en qué año vivimos?

—No, no es eso... ¡Bah, al diablo! No arriesgo nada contándotelo. —El hombre se sacó del bolsillo de su traje bajo la capa escocesa, una pequeña cadena de oro. De ella, colgaba un curioso artefacto; un pequeño reloj de arena sostenido por un extraña esfera dorada. Jake lo reconoció al instante. No había visto muchos en su vida, por no decir ninguno. Pero sí que había tenido oportunidad de saber acerca de él en su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras —. Esto va en contra del reglamento en este tipo de viajes. Esto es un giratiempo. 

—Sí, no se preocupe. Sé lo que es. 

—Bien, me ahorraré toda la explicación del artilugio. Soy un viajero del tiempo y he venido a este año para un asunto urgente. Recuerdo que en este año, yo terminé mis estudios y que un año relativamente apacible, pero no recordaba que hubiese ninguna guerra mágica. Me aparecí esta mañana en Hogwarts. Y lo primero con lo que me encontré fue una horda de dementores dispuestos a darme su famoso beso. Naturalmente, les asusté con un patronus...    

—Aguarde, ¿dice que los ahuyentó con un patronus? No se pueden ahuyentar dementores. ¿Qué es un patronus ? —Jake estaba desconcertado del todo. 

—Pues ahora ya sabes lo que es; el hechizo que te ha salvado tu culo desnudo, muchacho —rió el hombre, dando al muchacho unas fuertes palmadas en su espalda. Jake gruñó—. Pues lo que te decía; he tenido que salir del castillo poniendo pies en polvorosa. Los dementores en mi época —No debería decirte esto porque es información del futuro, pero no me queda otra—, están bien aislados, custodiando Azkaban y ocultos a ojos de los muggles. Sin embargo, no recordara que en esta época camparan a sus anchas por Hogwarts. Algo está mal aquí. Y no me refiero a la guerra, sino a que yo no la recuerde. 

—¿Está usted diciendo que esto no ocurrió cuando... Bueno, cuando usted era joven?

—Oye, tampoco te pases, chaval. Te saco diez años, como mucho...El caso es que no recordar esto, significa que ha ocurrido algo muy terrible. Algo que concierne a todo el Mundo Mágico. Y no me gusta saber las cosas. O estoy en un universo alternativo a mi pasado, o alguien ha usado un encantamiento Obliviatus del tamaño de la Tierra —concluyó el hombre, aguzando de pronto el oído, alerta. 

—Eso no puede ser. Sólo un mago muy poderoso podría hacer eso. Un mago con la capacidad mágica de mil magos. ¡Con un hechizo proyector que superase al ocultamiento del Mundo Mágico del muggle! —susurró Jake. Comenzaba a estar asustado por aquella información—. Seguramente, yo le conociese en esta época. Tal vez si me dijese quién es usted...

—No, no puedo. Ya te he dado suficiente información, más de la que debería. No puedo dar mi nombre porque si me encuentro con mi otro yo y nos reconocemos, nos volveremos locos Espero que puedas comprenderlo. Llámame a partir de ahora Merodeador, ¿de acuerdo? Y ahora, agáchate. 

El joven obedeció y los dos se ocultaron tras las gigantes raíces de un árbol. Jake suspiró cuando vio dibujada sobre el horizonte la silueta de Hogwarts. Sin embargo, su alivio duró poco; los dementores merodeaban por las cercanías del castillo. 

—Yo me llamo, Jake, por cierto. Jake Firewall. ¿Me conocía o me conoció? —Quiso saber Jake. 

Merodeador de repente, se quedó muy quieto, sin mirar al mago. Pero al cabo de unos minutos de tenso silencio, sonrió. 

—Sí, te conocí. Y aún lo sigo haciendo. Somos buenos amigos en un futuro. De hecho, tu vida es bastante genial. La chica que te gusta se casa contigo, Mina Vans. Y ayudáis a un muchacho a superar un problema. No te lo vas a creer pero, por eso estoy aquí —contestó el hombre desenvainando su varita. Jake comenzó a pensar sobre quién podría ser aquel hombre y si era alguien de su casa o de Hogwarts en general. 

—Espera, ¿Mina Vans? ¿De verdad? —Por un momento, a Jake se le iluminó el rostro. Estaba pletórico. 

—Sí, sí. Pero no te ilusiones. Oye no debería seguir explicándote cosas sobre tu futuro. Va en contra de las normas—contradijo Merodeador, en broma.

—Al diablo las normas, es tiempo de guerra. Quiero saber sobre Mina... ¿Eres tan íntimo mío como para saber detalles de ella? Ojalá pudiese saber qué hacer para que se fije en mí...

Merodeador frunció el ceño, con un gesto de desolación que Jake no supo apreciar. Estaba demasiado embelesado con la certeza de que en un futuro la chica de la que él estaba enamorado, estaría viviendo con él. 

—En realidad, no vas a necesitar nada de eso. Ella irá a ti. De hecho, te pedirá ayuda. La verdad es que cuando te la encuentras, no es de una manera convencional. No es en una cita en un café. Ella quiere que estés a su lado por algo que no te dice ni al parecer te dirá nunca. llevo mucho tiempo queriendo sab... Quiero decir, que tú quieres saberlo, pero ella es incapaz de decirlo. Una vez lo presencié. Tú preguntaste y ella se echó a llorar. No soltó prenda. Y nunca te lo he dicho, pero realmente eso me inquieta... 

—A lo mejor tiene que ver con... bueno, con esta guerra. A lo mejor ella sabe algo acerca de tu pérdida de memoria y de todo lo que aquí está pasando y no quiere que lo descubras, ni que yo lo haga... ¡Cielos! Es una locura... Ni siquiera sé si eres mi amigo o mi enemigo y tú me cuentas esto tan a la ligera... 

—Sé que resulta extraño —cortó— pero yo te conozco. Tienes que confiar en mí. En mi tiempo eres un hombre diferente. Más callado, más taciturno. Conservas tu alegría original, pero ya no crees en ese cuento de salvar a la chica. Mina, de alguna forma, te salva a ti. Es ella quién está haciendo la cura para que tu agresividad cuando te transformas en hombre-lobo, disminuya. Si te sirve como excusa para quedarte a mi lado, porque parece que necesitas justificación... Ella quiere ayudar a un muchacho. Remus Lupin. Eres muy amigo de él en el futuro y quieres ayudarle pese a que Mina no quiere arriesgues tu vida. Así que le pides ayuda Newt Scamander y a mí y yo me ofrezco para encontrar un ingrediente que se encontraba en esta época en uno de los túneles que conectan Hogwarts con Hogsmeade porque en nuestra época, ya está extinto. 

Merodeador desplegó un pergamino que sacó del bolsillo de su traje bajo la capa. Era un mapa muy preciso del colegio y de sus entradas y salidas. Además, también mostraba las pisadas en tinta cambiante, de los habitantes del castillo. Señaló un túnel que partía de una casa de Hogsmeade al castillo. 

—Es curioso pero el túnel de la casa de la colina aún no se ha creado —comentó Merodeador sonriendo por aquel fenómeno temporal—. Yo te ayudo a llegar a Hogwarts si tu me ayudas a recolectar los hongos para la poción. 

Jake asintió, casi sin pensarlo. Estaba determinado a ayudar a aquel hombre. Algo le decía que podía confiar en él a partir de ese momento. 

—Pero Hogsmeade está lejo, casí a una jornada de donde estamos. Está al otro lado del valle. 

—Tengo tienda de campaña portátil. Podremos estar a salvo. Y creo que si hago magia para crear, no lo interceptarán porque ya tendrían que haber venido a nuestro encuentro. Mi varita al parecer no está registrada, así que aprovecharé para enseñarte el patronus que seguramente necesitarás a partir de ahora —dijo Merodeador, esbozando una sonrisa, teñida por una tristeza imperceptible aún para el joven mago, que solo pensaba en llegar hasta Mina y confesarle sus sentimientos por fin.         

  





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