Capítulo 39: Eleanor

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Avanzaron por aquel yermo páramo blanco cuyo suelo parecía estar formado por pequeños cristales de sal reflectante. Mina no lo podía creer; habían atravesado el velo. Durante el tiempo que había estado exiliada se imaginó un momento mucho más extraordinario que el que había vivido. Porque lo único que había tenido que hacer fue rasgar aquel velo iridiscente e internarse en esa extraña realidad a toda prisa, sin haber podido intercambiar una sola palabra con el grupo, ni siquiera con Jake. Su verdadero padre, Ezekiah, vagaba por aquella realidad de un lado a otro como un león enjaulado. Estaba impaciente por lo que iba a suceder. La cuestión era ¿qué era exactamente lo que debía ocurrir? Mina miró de soslayo a Tom pero este tampoco parecía saber lo que estaban buscando. Matthews asomó la cabeza por la rendija del macuto y se quedó mirando el desolador panorama que se extendía ante ellos, infinito.

-Quizá necesitemos una señal para encontrar el camino -sugirió Tom cruzándose de hombros-. No creo que sea esta la única realidad que nos aguarda. 

Mina se giró y observó como la pálida frente del joven, generalmente tersa, estaba fruncida por la preocupación.

-No. No somos nosotros los que tenemos que ver esas realidades. Mina es la elegida para ello. Pero aún no ha percibido nada es que hay algo que no estamos haciendo bien -protestó Ezekiah entornando los ojos para mostrar todo su  enfado con la bruja.

-Yo no veo nada -replicó ella con rudeza-. Ni siquiera sé lo que debo ver exactamente.

-Pues concéntrate y deja de perder el tiempo -exclamó Ezekiah exasperado.

-Eh, cálmate Caius. Enfadándose uno no consigue nada -dijo Tom con tono reconciliador-. Dale más tiempo.

Mina hizo caso omiso del enfado de Ezekiah y se sentó sobre el frío suelo salino.  Cruzó las piernas y se concentró en disminuir el ritmo de su respiración. Tal vez así pudiera ver lo que debía ver.

-Una hora aquí son nueve meses reales. En la tierra no pasara el tiempo pero vuestro cuerpo lo notará. Eso es lo que dijo McKinnon antes que encontraros -dijo Ezekiah mirando en lontananza hacia ninguna parte.

-Quizá sería todo mas facil si pudiera calmarme -dijo Mina abriendo los ojos-. Pero no puedo hacerlo sin antes saber algo, Ezekiah. No puedo concentrarme si no me dices por qué estás enfadado conmigo.

Ezekiah suspiró y se sentó en el suelo. Por primera vez desds que lo conocían, pareció tranquilizarse.

-Eleanor era como una hermana pequeña para mí. La quería con locura, pero no estaba enamorada de ella. Mi corazón pertenece a mi difunta esposa, Catriona, y por esa razón yo solo sentía por tu madre el afecto que puede sentir un padre por una hija. Pero ella y su primo me traicionaron. Edgar estaba enamorado de tu madre y despechado, la engañó diciéndole que yo había accedido a compartir mi vida con ella pero que debía darme una poción para confirmarlo. Ella no sabía que me había dado un filtro de amor. Pensaba que había sido veritaserum. Y yo caí preso de su engaño, por supuesto. ¿Cómo te sentirías si violaran tu voluntad y además no pidieran perdón por ello?  Porque eso fue exactamente lo que pasó -explicó.

-Para empezar, no trataría de vengarme asesinando a la madre de tu hija. Lo que hizo Eleanor estuvo mal, no te lo niego. Yo también he sufrido que me anularan la voluntad por parte de... -empezó Mina pero enseguida se calló al darse cuenta de que Tom había variado su gesto a uno mas frío-. Pero eso no nos da derecho a arrebatarle la vida a nadie.

-No podía permitir que naciera otro hijo por medio de un filtro de amor porque...

-¿Por qué, padre? No hay nada mal conmigo. Yo amo y odio como una persona normal. No he dejado de sentir ni he obrado con maldad. De hecho, me he enamorado de Tom y me he mantenido fiel a él siempre.

-Eso no siempre será así, Mina. En algún momento tendrás qe tomar una importante decisión y será allí cuando se revele tu verdadera naturaleza.

-No voy a revelar nada. No hay nada que revelar. Solo quiero una vida tranquila sin sufrimiento. ¿Es mucho pedir? -replicó Mina con enfado.

-Eso es precisamente lo que no tendrás porque tu vida jamás podra ser normal y corriente. Estás condenada a sufrir. Lo mismo que yo. Lo mismo que Tom.

De pronto Mina sintió un lacerante pinchazo en el estómago y se percató de que su tripa crecía con lentitud de una forma antinatural. ¿Qué estaba pasando?, se preguntó alarmada.
Y en un segundo, ni Ezekiah ni Tom se encontraban allí. Mina estaba muy lejos del desierto de sal. Se encontraba en un amplio correxor con columnas cuya forma no estaba del todo definida. Parecía el andén de una estación. Una estación que ella conocía muy bien.

-Estás en el limbo, Mina -dijo una voz a sus espaldas. Mina se giró sobresaltada y se topó con la etérea figura de una mujer que tenía el pelo negro como ala de cuervo-. En King's Cross, concretamente. Lejos de aquellos que intentan manipularte.

-¿Quién eres? -dijo ella con desconfianza.

-Soy Eleanor. Tu madre, Mina y la única que puede contarte la verdad. No hay ninguna Diseria a la que debáis abatir pues ella dejo de existir hace doscientos años terrestres. Desde entonces, la parca ha estado buscando a los candidatos que pudieran ocupar el puesto de guardián de la puerta. Por eso no habéis encontrado a nadie a vuestra llegada.

-Madre... -dijo Mina sin aliento.

-Desde hace doscientos años han ido materializándose criaturas como tu amigo Matthews para poder sustituir a Diseria. Es su turno de entrar en la rueda del tiempo.

-¿Cuál es esa verdad que quieres contarme?

-Yo no le puse un filtro de amor, fue él quien me lo hizo. Quería hacer algo horrible contigo. Él me violó para obtener de ti de vuelta su don de Hablante. Lo que quería además era acercarse a Nicholas Flamel a través de mi familia para obtener la Piedra Filosofal. Se alió con Grindenwald para lograrlo. Pero Dumbledore los descubrió y fracasaron en su intento. Yo tuve que huir pues fui yo quienes los delaté y me busquè una coartada con Benedith para huir a Nueva York. Pero Ezekiah me descubrió junto con mi primo y trató de matarnos a los dos. El pobre Edgar era un cielo. Y su único pecado fue quererme como a una amante -dijo Eleanor acercándose a Mina-. No tengo mucho tiempo, hija mía. Ni tu tampoco. Tienes ue saber que algo muy oscuro está a punto de sucederte y tienes que tomar una decisión. Estás a punto de dar a luz y tu hijo será el primero en nacer de dos padres concebidos por un filtro de amor. De ti depende ue crezca ajeno a todo esto. No pude volver a ocurrir de nuevo la maldición.

-Pero Tom...

-Tom no debe encontrarlo jamás. Debes crear un hechizo desmemoriante mundial. Nadie debe saber que tu hijo tiene un padre como él. Porque si no, todo se tambaleará -advirtió la figura traslúcida de la triste Eleanor.

-¿Debo ponerle nombre? -dijo Mina mirándose el.abultado vientre con dolor en sus ojos-. Esto no tendría que haber pasado... yo...

-Amas a Tom. Pero también debes amarte a ti misma. Oculta a tu bebé. Ponle un nombre si quieres. Pero que no descubra su secreto. Y entrégaselo a alguien que sepas que lo cuidará como a un hijo.

-James -susurró Mina con cariño a su vientre-. Te llamarás James.

Ella quería haber mantenido una conversación más larga con su madre muerta. Pero no había tiempo. Mina se despertó de nuevo rodeada de los dos hombres con la nueva información retumbando en su cabeza. No había tiempo para lamentarse por los que no estaban vivos, pensó. De modo que sacó su varita y apuntó con frialdad a la cabeza de su verdadero padre. Este, incrédulo, le dedicó una mirada de desconcierto mientras la joven encinta se incorporaba.

-Se acabaron las mentiras y el someterme a ti. Te desafío a un duelo a muerte, por el honor de Eleanor Vans y su estirpe.

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