Capítulo 61: venganza

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Habían pasado tres años desde que Alastor Moody, el auror, había despertado de su estado de coma y había informado a sus colegas autores de lo que sucedió aquella noche en el Bosque Prohibido. Relató todo lo que recordaba y la caza contra los mortífagos se endureció por orden directa del Primer Ministro. La búsqueda de la bruja Mina Vans se reanudó pese a los intentos de Barty Crouch Jr. por desviar la atención en el departamento de asuntos mágicos.

La mujer se vio de nuevo empacando sus cosas y huyendo del Callejón Knockturn ataviada con la capa de invisibilidad. Al tener una orden de búsqueda y captura no podía arriesgarse a que la acogieran las familias de los magos mortífagos. Tampoco podía aparecerse ya que podrían rastrearle la estela una vez intentara desplazarse por medio de la magia, de modo que tomó la decisión de desplazarse hacia el norte de la isla por medios de transporte muggle.

Se metía en los vagones de carga, se agazapaba entre el equipaje de los pasajeros que viajaban en autobús o incluso llegaba a ocupar asientos vacíos sin que nadie supiera que había alguien ocupándolos, y gracias a todas esas medidas pudo pasar desapercibida hasta llegar a las Highlands.

*
Encontró el Bosque Prohibido una semana más tarde tras andar sin descanso para finalmente llegar al linde. Se encontraba cansada pero gracias a su ajetreado viaje había dejado de pensar en todos los problemas con los que su conciencia cargaba. Por una vez en su vida se sentía casi libre de preocupaciones y quizás aquella noche pudiera dormir sin dolores o pesadillas.

No sabía qué era lo que estaba haciendo. ¿Debía pedir auxilio en Hogwarts? ¿Se atrevería a pasar la noche en aquel bosque lleno de peligros dispuestos a acecharla y a abalanzarse sobre ella en cualquier instante? Era consciente de que no había pensado con detenimiento su plan pero no podía quedarse junto a Tom. Era demasiado peligroso. Tendrían que permanecer separados, salvo en las ocasiones de peligro que requiriesen un reencuentro necesario.

No obstante, ella ahora se encontraba sola y tenía que seguir avanzando hasta que las piernas o la vida le fallasen. Ya pensaría en ello más adelante.

Mientras caminaba por el sombrío paraje del Bosque Prohibido se acordó de pronto de la promesa incumplida que le hizo Benedith acerca de hablar de su madre cuando la guerra contra los snaker hubiera terminado. Reprimió un suspiro de consternación. Cuántas cosas iban a quedar sin respuesta, cuántas promesas incumplidas por la repentina aparición de la Muerte. Cuántos recuerdos quedarían enterrados bajo una pesada capa de polvo y olvido.

Se detuvo ante un magnífico roble de ramas retorcidas y sobre sus fuertes raíces se sentó a descansar. Recordó de forma inevitable como ante sus ojos un hombre incapaz de morir se iba transformando en un nudoso sauce postrado sobre una camilla de San Mungo.

Se quitó la capa de invisibilidad revelándose ante el mundo visible y la dejó caer sobre su regazo, arrugando un trozo de tela entre sus manos huesudas. Aquella capa también era un Horrocrux como ella. Ambas albergaban el alma partida de dos hombres ambiciosos. Quizá si rasgase la tela, el sauce se marchitaría y si Mina se rasgaba a si misma el pecho, el alma de Tom podría también destruirse. Sacudió la cabeza ante aquel horrible pensamiento.

-No puedo matar... -musitó con voz temblorosa-. No quiero ser como ellos.

Frunció los labios y tiró la capa a un lado, angustiada. Siempre con miedo, siempre con frustración. Metió la mano dentro de su inseparable macuto hasta dar con su paquete de cigarrillos empezado y con ayuda de su magia ígnea, lo encendió sin necesidad de un mechero. Dio una larga calada y logró tranquilizarse.

Eres un desecho, Mina Vans, pensó para sí misma. Te has convertido en una versión de ti que es incapaz de hacer nada por su cuenta y no puedes salir de ese hoyo porque te has acomodado.

Volvió a darle otra calada más y echó el humo por la nariz con fuerza.

Estás acabada y no tienes a dónde ir, volvió a pensar. Mirate; sola y sin un hogar. ¿Era esta vida de fugitiva errante con lo que siempre habías soñado? ¿Realmente pensabas que Tom iba a querer a alguien como tú? ¿No deberías haber muerto en la cueva? ¿No deberías haber muerto en el otro Lado? ¿No deberías haber muerto a manos de tu verdadero y maníaco padre?

Una última calada y terminó su cigarrillo.

-No deberías andar sola por el Bosque -dijo una suave voz que hizo que la mujer diera un respingo, alarmada.

Frente a Mina y saliendo de la espesura del bosque se presentó un magnífico ejemplar de centauro joven. La bruja iba a desenvainar su varita pero una vez vio que las intenciones de la criatura no eran malignas se tranquilizó y le miró fijamente sin hablar.

-Tranquila, no voy a hacerte daño -dijo con una sonrisa mientras se acercaba más a ella con un ligero trote-. Me llamo Firenze.

-Mina -respondió ella con voz ronca. No sabía si era buena idea darle un nombre real a un animal desconocido pero no había tenido tiempo de pensar en una identidad falsa creíble.

-¿Y qué haces aquí, Mina?

-No creo que te importe -dijo ella desviando la mirada y volviendo a encenderse un cigarrillo. Quizá si le ignoraba se iría pero al ver que la criatura no tenía ninguna intención de pasar de ella, suspiró-. Voy a pasar la noche aquí.

-¿Al raso? Hace demasiado frío.

-No te preocupes por mí, Firenze -dijo con hosquedad.

-¿Por qué no pasas la noche con mi grupo?

-Creía que los centauros detestabais a los humanos -dijo Mina escéptica.

-Sí, pero yo no soy tan intransigente. Además, no hueles a maldad.

-Bien, eso es un consuelo; por lo menos no apesto -respondió Mina con irónica amargura-. Márchate antes de que te busques problemas por mi culpa.

-Puedo acompañarte hasta la escuela...

-No puedo ir a Hogwarts, Firenze. No puedo ir a ninguna parte -cortó ella afligida-. Si pudiera no estaría aquí, ¿entiendes?

El centauro calló y ella se encogió aún más apoyada sobre el tronco del árbol. Sin embargo, el joven no parecía disgustado por aquella respuesta de la humana. Su semblante era de paciencia y comprensión.

-Lo siento, Firenze -dijo ella abrazándose a ella misma, avergonzada-. Me has conocido en el peor momento de mi mísera existencia. Ayudarme no es una buena idea ahora.

-Sé quién eres, los aurores nos advirtieron de que quizás aparecerías por aquí -dijo el centauro cruzándose de brazos-. Pero no voy a delatarte. Sé que no has hecho nada. Yo estuve la noche que aquel hombre dibujo una calavera en el cielo y también el día en que el otro hombre se llevó al muchacho con él. Era un tipo sin alma, con un aura oscura.

-¿Se llevaron a un chico?

-Hace casi tres años -asintió Firenze-. Al pasar por el claro maldito pude percibir sus rastros. El hombre que se lo llevó tenía sangre en su espíritu. Mucha sangre.

Tras terminar el cigarro y apagarlo estrujándolo contra el suelo, Mina se levantó y se echó la capa sobre los hombros mientras exhalaba un suspiro de cansancio.

-¿Pudiste verle?

-No, no estaba allí. Solo pude percibir su rastro pero nada más. Los centauros nos hemos desplazado hacia el centro del bosque para no tener que lidiar con los humanos, aunque de vez en cuando nos movamos hacia los lindes. Tú eres uno de los únicos humanos que se ha atrevido a adentrarse y el bosque de noche es bastante peligroso para morar por aquí -advirtió Firenze frunciendo el ceño-. Algo te atormenta, ¿verdad? Puedo percibirlo. Llevas contigo una pesada carga de la que no puedes desprenderte.

-Algo parecido. Y también me siento bastante intranquila. Sé que algo va a suceder, pero no se cuándo ni cómo. Lo único que tengo claro es que yo voy a formar parte de ello -dijo Mina observando a Firenze fijamente-. Lo percibo desde que tengo uso de razón. Es como si todas las desgracias que me han ocurrido estuvieran escritas de antemano.

-Quizás así es. Tal vez tu destino esté ya escrito en una profecía de la cual no tienes conocimiento.

-¿Por qué a mí? Solo quería una existencia tranquila y sin sobresaltos, y llevo toda la huyendo, enfermando y haciendo que los demás se olviden de que estoy aquí -dijo ella algo contrariada-. Quisiera vivir, amar, viajar sin tener que esconderme. Pero al mismo tiempo sé que es mi deber que nadie sepa quién soy. Desde que nací he llevado a la muerte a todos aquellos que han tratado de protegerme o amarme, y los que aún viven se han vuelto locos.

-Mina, ahora deberías preocuparte solo por ti. Estás sola en un sitio que no conoces y que es muy peligroso, te lo digo por experiencia.

-Ya he estado en otros sitios así, no me pasará nada, descuida -dijo la bruja quitándole hierro al asunto-. El problema es que no sé qué debo hacer ahora.

-Entonces me quedaré contigo hasta que sepas hacia dónde te quieres dirigir -dijo el amable centauro.

-No tienes por qué hacerlo. En serio...

-Me quedaré más tranquilo. Ya seas una mujer o un hombre, el Bosque prohibido no es lugar para los seres humanos. Protege a Hogwarts pero al mismo tiempo la amenaza. A los humanos os gusta vivir en la contradicción -comentó Firenze esperando rebajar un poco la tensión. Mina así se lo tomó y soltó una leve carcajada.

-Si yo te contara...

-Tomaré eso como una aceptación -concluyó Firenze-. Y mañana si quieres podemos ir al sitio en el que el chico desapareció.

De pronto, el centauro enmudeció y aguzó el oído. Un murmullo de voces y ruidos de pasos se aproximaban hacia el claro donde ellos se encontraban.

-Yo también lo he oído, escondámonos -dijo Mina.

Firenze giró la cabeza de nuevo para volverse hacia su acompañante pero la mujer había desaparecido. Y sin embargo su voz había soñado cercana. ¿Cómo era aquello posible? No tuvo demasiado tiempo para desentrañar el misterio. Se ocultó tras el árbol a la espera de que todo pasara mientras la bruja, bajo su capa de invisibilidad, había flexionado las rodillas y, tras las raíces del árbol, se agazapaba con la varita en alto, dispuesta a atacar si fuera necesario.

Aparecieron en el lugar dos hombres. Uno de ellos se movía con dificultad, apoyado en un cayado de grandes proporciones. La mitad de su cuerpo y su cara estaban compuestas por prótesis mecánicas. El segundo, más delgado y joven, caminaba a su lado con una expresión apesadumbrada en su rostro. Unas prominentes ojeras le daban a su cara un aspecto siniestro y su piel era de una blancura espectral ensombrecida por algunas contusiones de tono ceniciento.

Mina se estremeció. Había pasado tiempo desde la última vez que se vieron pero aún podía reconocer su cara cuando la veía. Y, pese a que Jake Firewall se había transformado completamente, era capaz de reconocerle. Además de a su, una vez, mentor Alastor.

Jake se mantenía joven. Su cadavérico rostro no había perdido ni un ápice de juventud pese a su desmejorado aspecto. Y, otro detalle que le inquietaba a la bruja era que parecía haber adquirido más masa corporal. Desprendía un aura diferente y peligrosa, con mucha más fuerza.

-¿Cómo está Marlene? Nunca te pregunto por ella.

-Está preocupada por ti -dijo el auror veterano-. No comes, no bebes y apenas duermes una hora cada día. Algo le está pasando a tu cuerpo y ambos estamos igual de preocupados.

-No debéis hacerlo, ya te lo dije, Alastor -respondió Jake contrariado-. Solo estoy impaciente por atrapar a los mortífagos y por eso duermo y como mal. ¿Cómo voy a descansar si solo de pensar en lo que te hicieron me dan más ganas de matarlos?

-Ya hablamos de esto, Jake. Si matas serás como ellos. Serán debidamente juzgados e internados en Azkaban -contradigo Alastor deteniéndose-. ¿Quieres volver de nuevo a la cárcel?

-Quiero venganza.

-La venganza la obtendrás en los tribunales, mi querido amigo -dijo Alastor posando su mano de metal en el hombro de su amigo-. Atraparemos a Voldemort y será debidamente castigado. Debes ser un ejemplo para tus aprendices en el ejército de Dumbledore. En especial para ese chico, James. Perdió a su amigo y a su padre por culpa de ese cabrón pero no estamos aquí para crear asesinos y recuerda que no debería estar hablando contigo. Tú también eres un fugitivo de la justicia aunque sepa que no has hecho nada malo más allá de meter demasiado las narices en asuntos de los aurores.

Con un gesto indescifrable, Jake le dio la razón a Alastor y con un movimiento rápido y sin que el auror lo pudiese apreciar, desenvainó la varita y conjuró contra el hombre biónico, una maldición imperius. Alastor se quedó inmóvil en el sitio con la cabeza baja. Parecía más un autómata que un ser humano. Mina abrió los ojos, horrorizada y contuvo a duras penas una exclamación de sorpresa.

-Una vez llegue mi hora, Alastor, me dejarás matar a esa mujer y a su pareja. Ahora yo controlo a todo el Ministerio y aunque no estén bajo en influjo de esta maldición, la altos mandos ordenarán la ejecución de los dos y tú no podrás hacer nada por evitarlo. Siempre te has esmerado por cumplir la ley a rajatabla y supongo que lo seguirás haciendo cuando te ordenen hacer algo inmoral para ti. Tú eres un hombre de deber, querido amigo, no un hombre de ética -dijo Jake con una sonrisa maliciosa aproximándose al autor y acariciando la parte metálica de su rostro-. No puedes escapar de tus obligaciones. Y ahora, vete.

Moody asintió de forma mecánica y desapareció tras la maleza. A continuación, Jake hizo aparecer una pequeña hoguera en el claro y de su túnica negra hecha jirones sacó un pequeño saco de inconfundibles polvos flu que espolvoreó sobre las llamas. Estas crepitaron con fuerza y adoptaron la incandescente forma de un busto humano, el de un joven de aspecto alimañoso.

-Hola, Peter -saludó Jake con voz grave.
-Hola, maestro -contestó el joven visiblemente alarmado-. Está peor que la semana pasada.
-Moody también me lo ha comentado -afirmó el antiguo hombre-lobo-. La sangre que le arrebaté a Benedith me rechaza pero me sirve de momento para retener al obscurus dentro de mí. No debes preocuparte.

Un temblor rabioso recorrió todo el cuerpo de Mina. Había sido él, lo confirmaba entonces. Había arrebatado una vida solo para hacerse con una sangre que lograba controlar al monstruo de su interior. Era igual que Tom. Era igual que ella. Los tres eran absoluta escoria y aun así, sentía que jamás podría perdonárselo. Benedith, el hombre que podría haber sido su padre pero que no llegó a disfrutar de su hijastra, había sido asesinado por aquel loco.

-¿Cuándo debo liberarla?

-Paciencia, Pettigrew. Las cosas de palacio van despacio. Antes debo conocer todos los planes del Ejército de Dumbledore.

Mina se incorporó llena de rabia. Algo no estaba bien dentro de ella. Ni siquiera se había sentido así cuando tuvo la oportunidad de matar a Ezekiah y no lo hizo. Pero en ese momento quería matar a Jake y no podía luchar contra aquella deplorable urgencia.

Aquel chico con el que hablaba, Pettigrew, debía de ser el alumno desaparecido del que le habló Firenze. ¿Por qué estaban los dos juntos? ¿Qué horribles planes estaban tramando? Tenía la sensación de que si lo mataba ahora, ahorraría al mundo entero un sufrimiento próximo e irreversible.

-Llevo más de cuatro años esperando para mi momento de venganza. Mejor que nadie sabe lo que es ese sentimiento, Firewall. ¿Por qué lo sigue prorrogando? -protestó Pettigrew.

-Porque toda venganza es lenta, Peter -contestó con ira contenida-. Todo debe ir según lo planeado para que cada acción desencadene una lacerante agonía que vaya a más, hasta alcanzar la locura.

Mátalo, le decía a Mina una voz interior. Quizá fuera la de Tom pero no estaba segura, pues ella también lo deseaba. Sabía matar era una reacción horrible pero esa vez no podía escapar de esas ansias tóxicas por arrebatarle la vida a otra persona. Sentía claramente la voz de la razón y la de la discordante enajenación peleándose en su interior en una lucha encarnizada.

-Estoy harto de esperar -replicó Peter exasperado-. No lo entiendo, señor Firewall. ¿No tenía tanta prisa por llevar a cabo el plan?

-Algo ha cambiado -dijo Jake llevándose la mano a un bolsillo de su túnica para extraer un pequeño frasco de fulgurante y líquido contenido-. James y Lily van a tener un hijo.

Mina ahogó una nueva exclamación de sorpresa tanto por lo que Jake había dicho como por aquel pequeño frasco que pudo reconocer enseguida. Era el recuerdo del cual se había desecho gracias al profesor Slughorn.

Mina lo había dejado caer esperando que Jake lo recuperase o lo destruyese. Pero había sido un error porque en esos momentos que Jake tuviera aquel recuerdo ponía en peligro la existencia de la bruja. Si Tom llegara a enterarse podría poner en peligro a James y a su nieto, ahora que ya lo sabía. El desasosiego se apoderó de ella y retrocedió sobre sus pasos. Jake estaba pensando en destruir a toda su familia sin importar el rango de edad.

-El dolor será mayor cuando el hijo de Tom sea incapaz de defender a su hijo, a su vez -explicó Jake con una sonrisa cruel-. Y cuando eso suceda, podrás cobrarte tu venganza. Es por eso, por lo que te he querido contactar. Permanece en Highgate a la espera de mi señal y no tomes decisiones por tu cuenta o lo lamentarás.

Peter tragó saliva y asintió con solemne temor antes de que la imagen de los polvos flu se disipasen por completo. Jake se incorporó con un suspiro. Se llevó las manos a un bolsillo de su túnica y extrajo una brillante piedra del color de la sangre. De pronto, se quedó quieto, alerta. Guardo con rapidez de nuevo la piedra y movió la nariz olisqueando como un lobo y avanzó hasta detenerse frente al roble.

En ese momento Mina quiso darse a sí misma un puñetazo en la cara por haber sido tan descuidada. El hombre había descubierto la colilla del cigarrillo que ella había fumado con anterioridad. Si seguía indagando, Jake podría descubrir a Firenze tras el tronco del roble y el pobre centauro saldría mal parado. Tenía que hacer algo y rápido.

-¿Mina? -exclamó Jake arqueado una ceja, desconcertado. Guardó el frasco de nuevo. Esbozó de pronto una sonrisa que mostraba su profunda enajenación-. ¿Es posible que te hayas metido en la boca del lobo de lleno?

Firewall se giró y desenvainó su varita mirando en todas direcciones. Escudriñó en busca del más mínimo detalle que estuviera fuera de lugar. Mina, quieta, trato de reprimir cualquier sonido que saliera de ella, hasta el de su propia respiración. Si se descuidaba aunque sólo fuera un momento la descubriría.

-Estás aquí, lo sé y tienes tu capa de invisibilidad, ¿verdad? -exclamó Jake-. ¿Es posible que hayas escuchado lo que he dicho? Porque, si es así, vas a estropear mi sorpresa si te dejo con vida.

Mina debía alcanzar el árbol de nuevo y advertir a Firenze. Pero quizá cabía la posibilidad de que él ya lo hubiera hecho. ¿Debía mostrarse ante Jake? Tenían poco tiempo para decidirlo.

-Puedo encontrarte, querida -continuó amenazando Jake-. Tu capa de invisibilidad no es rival para mi obscurus. ¿Sabes cómo lo obtuve y lo implanté en mí? Gracias a tu querido novio. Estaba usando a una chiquilla de Hogwarts que había estado reprimiendo su magia durante años. Ah, y maté a Benedith para poder asimilar su aura oscura pero al parecer necesito más sangre de Hablante para poder retenerlo y tú me vendrías de perlas. Quizá no tenga que matar a tu hijo si te entregas.

Mina dejó caer la capa de invisibilidad al suelo y se reveló ante su peligroso enemigo. Jake se mordió el labio inferior mientras reprimía una carcajada de escarnio y con un golpe de su varita disparó un conjuro que impactó de lleno en la bruja que quedó completamente petrificada.

-Me enternece que te sacrifiques por tu prole -dijo Jake acercándose a ella con lentitud y saboreando el triunfo de su caza-. ¿Sabes que tu hijo confía ciegamente en mí? Él me ve como un mártir y una víctima más del ego y la crueldad de Riddle.

Jake agarró a Mina del cuello e hincó los dedos en su petrificada piel.

-Llevo toda mi vida detrás de ti, preocupado, como un perrito faldero. Esperaba que me correspondieses y supieras valorar mi amistad y mi presencia -prosiguió-. Has tenido amigos y familia que se han preocupado por ti pero solo te ha importado una sola persona que, encima, te ha despreciado. No sabes amar de verdad, siempre estás huyendo, mi querida Mina. Y lo peor es que, te crees superior al resto de los mortales pero eres incapaz de ver la bajeza moral de tus acciones y las de Tom. Eres y serás siempre una niñata, incapaz de tomar las riendas de tu vida y al amparo de alguien más poderoso que tú. Pues bien; aquí tienes las consecuencias de tus acciones. ¡Cruccio!

La sensación de quietud pétrea que experimentaba en esos momentos su cuerpo, fue sustituida por una terrible y lacerante sensación. Jake dejó caer a Mina al suelo mientras esta se retorcía de dolor y chillaba mientras arqueaba su espalda, poseída por el dolor de la maldición imperdonable. El hombre dio varios pasos rodeándola y apuntó con su varita hacia la bruja para intensificar la magnitud de su tortura.

-Me muero de ganas por ver la reacción de tu amado al ver lo que le has hecho. Estoy deseando mostrarle el recuerdo que censuraste. -Jake se arrodilló frente a Mina que seguía chillando de dolor-. Y pensar que una vez te amé... Cuánto tiempo de mi vida he desperdiciado por ayudarte. Si llego a saber las consecuencias de tu traición...

-Yo no te traicioné -dijo Mina apretando los dientes mientras se retorcía-. Fuiste tú quien me dijiste que no me entregarías a los aurores.

Jake le propinó una patada a Mina en la cara y está contuvo un momento la respiración y la soltó con un nuevo grito de dolor.

-Eres una mentirosa. ¡Por supuesto que lo hiciste, desgraciada! ¡Tú sabías desde el principio quién era Lord Voldemort! ¡Por tu culpa fui a Azkaban siendo inocente! -gritó Jake iracundo.

-Yo no sabía... nada -jadeó la bruja con un hilo agónico de voz-. Tienes que creerme. Cuando viniste con Alastor pensé que me habías traicionado pero, aun así, cuando pasó el tiempo le dije a Tom que debíamos liberarte de Azkaban porque tú eras inocente.

-¡Oh, vaya! ¡Qué considerados! ¡Os estoy muy agradecido! -exclamó con irónica amargura el hombre antes de volver a propinarle a Mina otra patada, esa vez, en la cara. Ella volvió a chillar de dolor y Jake consideró que ya había tenido suficiente con los berridos de la mujer, de modo que deshizo su maldición y la liberó-. Sois escoria. Desecho de la humanidad.

Firewall se puso a horcajadas sobre la cintura del magullado cuerpo de Mina y le situó la varita bajo la mandíbula.

-Jake, por favor... -suplicó la bruja mirando a su enemigo con los ojos bañados e lágrimas y sollozando.

-Sois lo peor que ha tenido el Mundo Mágico, después de tu padre. Unos supremacistas que persiguen la pureza de la raza mágica por encima de aquellos que tenemos poderes y somos hijos de muggles. Pues bien; este hijo de muggles os va a dar una paliza a los dos.

Mina sentía aflorar su fuego interno de nuevo. Quizá esa fuera su última oportunidad. Si Jake no entraba en razón de ninguna forma, lo quemaría vivo. De modo que dejó que aquel poder que había estado reprimiendo durante todos esos años, la envolviera por completo y cerró los ojos.

Sintió a Jake apartándose de ella y los abrió de nuevo para, a continuación, incorporarse con rapidez y asestarle un golpe ígneo a su enemigo. Sin embargo, comprobó con horror como Jake no estaba ardiendo. Una espectral materia oscura, como jirones del traje de un fantasma, habían cubierto su cuerpo en su totalidad y lo habían protegido del ataque.

Mina le lanzó dos esferas grandes de fuego pero Jake las detuvo todas con aquel escudo terrible. No había forma de poder traspasarlo. Ella dejó de arder para evitar que su ropa se quemara por completo y jadeando por agotamiento aprovechó para salir corriendo en dirección al roble. Frente seguía ahí agazapado y tembloroso.

-Huye -susurró ella antes de que uno de los jirones de materia oscura atrapara su pie y le hiciera caer para luego inmovilizar su cuerpo por completo. Al menos Firenze podría vivir.

-No puedes hacerme arder, Mina -dijo Jake chasqueando la lengua mientras negaba con la cabeza-. No tienes ningún poder sobre mí ya.

Volvió a situarse sobre ella a horcajadas y levantó uno de los brazos de la bruja. Con la varita le provocó un profundo corte a la altura de la muñeca y, como si se tratara de un vampiro, bebió directamente de la herida mientras Mina gemía y chillaba cada vez que Jake hincado sus dientes en la carne y succionaba con fuerza.

Lo que sucedió a continuación paso tan rápido que a Mina no le dio tiempo de asimilarlo. Algo golpeó a Jake en la cara y lo lanzó lejos de ella. Mina se incorporó con rapidez y se percató de que había sido Firenze quien le había pegado una coz al mago tenebroso.

-¡Corre! -le ordenó el centauro.

Ella así lo hizo. Se alejó de aquel claro todo lo rápido que pudo, dirección ni destino concretos. No sabía si aquel monstruo la seguía pero no podía parar para comprobarlo. Tenía que continuar si quería sobrevivir.

Con el corazón palpitándole a toda velocidad, corrió y corrió hasta que se percató de que estaba cerca de la entrada a la Cámara de Slytherin. La última vez que estuvo allí, tenía quince años y apenas recordaba por dónde se podía acceder pero siguió su instinto y este le condujo por un profundo hoyo excavado en la tierra que siguió hasta llegar a una férrea puerta surcada por dos serpientes metálicas.

Con ayuda del parsel, la compuerta se abrió por arte de magia y Mina pudo entrar con premura. Al otro lado la esperaba una gigantesca y siseante figura de fieros ojos anaranjados. Era el basilisco que ayudó a la mujer a cerrar el conducto. Sólo cuando el mecanismo de cierre chasqueó y bloqueó la entrada de nuevo, pudo respirar aliviada y volver a sentir de nuevo el dolor en todo su cuerpo.

Gimió angustiada al acordarse del centauro. ¿Le habría perseguido Jake hasta darle caza? Temblorosa, se volvió hacia el basilisco y este bajó la cabeza en señal de bienvenida. La bruja avanzó de forma torpe por los conductos hasta llegar a la estancia principal por la boca del gigantesco rostro de Slytherin tallado en la piedra de la caverna.

Allí, un apuesto joven ataviado con el uniforme escolar de la casa esmeralda, sostenía un ajado libro entre sus brazos y observaba a los recién llegados con fijeza. Mina lo reconoció enseguida. Era la imagen fantasmal de Tom Riddle, posiblemente, uno de los muchos Horrocrux que había creado para preservar su alma.

Mina sintió como estaba a punto de desfallecer pero la figura espectral de Tom se acercó a ella diligente y la tomó entre sus brazos antes de que las piernas de la mujer flaqueasen del todo.

-Mina... -musitó Tom alarmado-. ¿Por qué no me llamaste? Lo estaba presenciando todo.

-No pueden descubrirte -sollozó ella agotada dejándose caer en el suelo pero sujeta por el Tom de diecisiete años-. No podía arriesgarme. Jake se ha vuelto muy poderoso...

-¿Qué te ha hecho? -dijo Tom examinando la muñeca ensangrentada de ella.

-Ha tomado mi sangre. Tiene a un obscurus dentro de él y mi fuego no ha podido hacerle nada... La sangre de Hablante lo mantiene dentro de él -explicó ella con un hilo de voz-. Quiere matar a James... Y a su hijo.

-Calma, Mina -dijo Tom acariciando a la mujer su frente magullada por el fuego-. No va a poder hacerle nada. Solo trataba de amedrentarte.

-Tú no le has visto directamente -contradijo ella-. No he presenciado en mi vida tanto poder ni tanta ira concentrados en el corazón de un solo ser humano. Tenemos que avisar a nuestro hijo. Tenemos que hacer algo.

-De momento, permanece aquí -aconsejó el fantasma-. Tranquila; aquí no podrá entrar.

-Sé lo que le hiciste a la joven del obscurus -dijo Mina de pronto mirando fijamente al fantasma pero sin ninguna intención de reprocharle nada.

Tampoco había reproche alguno en la mirada de Tom cuando le replicó a la bruja:

-Y yo ya sé que me has traicionado aunque todavía no sepa toda la verdad. Sin embargo, no pienses en eso ahora.

-No pensaba hacerlo -dijo ella con un largo suspiro de resignación-. Si intenta hacerle daño a James, lo mataré.

Desconcertado, el joven arqueó la ceja.

-¿Vas a matarlo? ¿Qué ha pasado con tus principios?

Con una sonrisa, Mina alzó su mano herida y con ella acarició el níveo rostro de aquel espectro imperecedero.

-Es nuestro hijo, Tom. Nuestro hijo vale más que cualquier principio.






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