Epílogo

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Trece años han pasado desde que empecé a escribir este fanfiction. Me ha llevado muchísimo su realización y pensé que nunca terminaría este proyecto, pero aquí estamos, yo dando por finalizada esta historia y vosotros procediendo a leer los últimos detalles de la vida y virtudes de Mina Vans. Ha sido un personaje muy complejo de describir y con un sinfín de matices, contradictorios unos con otros. Pero ¿acaso el ser humano no es contradictorio? Estoy seguro de que muchos estaréis de acuerdo con su forma de ser y su moralidad, al igual que habrá otros que no la traguen en absoluto. A mí me pasa tanto lo uno como lo otro, al igual que con el personaje de Jake: intenta hacer justicia por lo que le hicieron a él y a Alastor, pero acaba transformándose en el mayor villano. Y, pese a que Tom también fue cruel y despiadado y creó una causa inhumana por la que muchos seguidores lucharían a su lado, todo lo que hizo, lo hizo pensando en Mina hasta en final de su cordura. No siempre se pueden explicar las acciones ni las motivaciones humanas y eso es lo que, como persona, más me desconcierta y me fascina: la incapacidad de poder explicar la contrariedad y la imperfección de nuestro yo interno. Y esta historia va de eso, de imperfección y de evolucionar a algo diferente dentro de esa contrariedad. He intentado, desde la visión del mundo de J. K. Rowling, darle una perspectiva diferente al argumento original del Niño que Sobrevivió y espero que haya merecido la pena su lectura. Os agradezco a todos los lectores que han llegado al final, que me hayáis acompañado durante este largo proceso creativo y espero que nos sigamos viendo por Wattpad de vez en cuando. Un abrazo muy fuerte para todos vosotros de vuestro amigo y vecino Magpieus.


La primera imagen que vio en el Espejo cuando Jake le puso delante de su reflejo por primera vez, fue la de Tom, abrazado a ella, con un bebé en brazos. Por más que gritó de dolor y suplicó que le apartara, permaneció allí durante años, siendo torturada por su captor con la Maldición Crucciatus mientras aquella instantánea irreal no desaparecía de la superficie reflectante del espejo.

Empezó a perder la noción de la realidad y del tiempo en cuanto los reflejos comenzaron a hablarle, en la soledad de su prisión. Con Jake apenas hablaba, lo justo para expresar afirmación y negación, de modo que poco a poco fue perdiendo el recuerdo de su voz hasta que, tiempo después, el reflejo de Tom le habló y ella pronunció algo ininteligible, sorprendida de su tono ronco y desgastado. Quería responderle pero ni siquiera era capaz de gesticular algo coherente. Tom parecía esperar pacientemente a que ella le dijese algo, con un gélido rictus, esperando con el bebé en brazos. Ella trataba de responderle, pero se le caía la cabeza por la debilidad de su cuerpo y, por mucho que tratara de enfocar la mirada en el reflejo, acababa por quedarse adormilada con la cabeza gacha.

Jake empezó a demandar más sangre de ella. Había perdido por completo el sentido de la orientación espacial y temporal y no tenía idea de en dónde se encontraba. Ni siquiera sabía si aquello era fruto de un sueño inducido por la tortura de Jake. Lo que estaba claro era que de vez en cuando, le quitaba las mordazas, extendía sus brazos, realizaba un corte no mortal cerca de la muñeca y el mago oscuro succionaba la sangre como un vampiro. Tomaba la sangre con una sonrisa plena, de oreja a oreja, a veces, incluso, no podía reprimir su macabro entusiasmo y acababa mordiéndole el brazo, marcando a su cautiva con saña. Mina a veces chillaba y otras permanecía callada, esperando a que su captor terminara de alimentarse de ella, mientras rezaba para que sus mordiscos no dolieran tanto.

Un día, el mago decidió entablar una conversación con ella despertándola de su letargo.

-Me gustaría saber qué ves en el espejo -comentó arqueando una ceja y sonriendo con desdén-. Apuesto a que te atormenta más que la maldición Crucciatus.

Ella no contestó. Se limitó a mirar al frente, hacia el perpetuo reflejo de la familia feliz que había ansiado tener toda su vida y que ya nunca jamás tendría.

-Podrías haber evitado todo esto si no me hubieras enviado a la cárcel, por culpa de tu querido novio. Pero, en su lugar, decidiste tomar el camino equivocado -prosiguió Jake poniéndose los guantes de cuero negro que siempre utilizaba para manipular la muñeca de Mina de la que se alimentaba.

-Yo no te envié a la cárcel -balbuceó ella como pudo. Escuchaba su voz lejana, extraña a ella. La réplica le valió un bofetón doloroso dado por la mano enguantada de Jake.

-¿No crees que ya ha pasado suficiente tiempo como para continuar manteniendo esa mentira, Mina? Estoy cansado de que sigas con esa retahíla, no hay nada de malo en reconocer que lo hiciste. Por supuesto, no cambiará ni una pizca tu situación, porque pienso destruirte hasta que no quede nada de ti, pero al menos aliviaría un poco el peso de tu alma atormentada. ¿No te parece?

Él se puso de cuclillas frente a su presa, apoyó sus brazos fornidos en los enclenques muslos de ella y se la quedó mirando, como si estuviera evaluando por dónde empezaría a comérsela. Él, tan juvenil y fuerte por la acción del obscurus dentro de él y ella tan ajada y vieja, tan llena de imperfecciones en la piel y en los rasgos, representaban el contraste del paso del tiempo.

-Hace tiempo, cuando estábamos en guerra contra los Snakers, me encontré con mi yo del futuro. Me dijo que venía de un tiempo en el que yo estaba contigo y éramos pareja y cada vez que veo trato de mirar en el Espejo -dijo Jake señalando detrás de él a la superficie plateada-, veo reflejada esa escena en la que estamos juntos y nos queremos. Me persigue como un fantasma que no quiere dejarme en paz, pero sé que jamás podría llegar a suceder en esta realidad, porque me hiciste algo que no puedo perdonarte. Elegiste el camino de la miseria en vez del de la justicia y preferiste verme encerrado a ayudar a encerrar a Riddle.

-Yo no quise que te encerraran -dijo Mina por fin, alzando la voz un poco más de lo normal-. Nunca quise eso, me ayudaste, eras mi amigo, me ayudaste a esconderme en la cabaña de Hagrid. ¿Cómo iba a querer que te encerraran en Azkaban? He intentado decírtelo a lo largo de los años, pero no me has hecho caso. Le pedí a Tom que intentara mediar y que te sacara de allí.

-Barty Crouch, su esbirro, hizo todo lo posible porque me condenaran, Mina -cortó Jake con voz gélida-. Minerva fue la que me ayudó a liberarme. Tú no hiciste nada por mí. Os convenía a los dos que yo estuviera entre rejas y que Alastor, el capitán de los aurores muriese aquella noche. Si me vuelves a negar lo obvio, te estrangularé hasta que te rompa el cuello.

-Haz lo que quieras conmigo, mátame ya, destrúyeme si es lo que deseas. Pero no voy a cambiar mi versión de lo que ocurrió. Quizás fuera un malentendido, y a mí me acusas de conveniencia, pero quizás a ti te convenía que yo te traicionara y que se desencadenase una catástrofe que justificara tus acciones posteriores -dijo Mina haciendo acopio de las fuerzas que le quedaban y mirando fijamente a Jake con gesto de desafío en sus pupilas-. No te tengo ningún miedo, Jake. Solo me generas dolor y sufrimiento, pero ya no me aterrorizas como antes. Has matado a mi hijo, y por tanto, soy yo la que jamás podrá perdonarte.

Aquella respuesta desencadenó otro puñetazo en la cara propinado por Jake a Mina. Ella reprimió el dolor y un quejido presionando fuertemente los dientes. Él se acercó a ella y apretó el cuello de la mujer con sus manos enguantadas. Mina empezó a boquear mientras se asfixiaba y él ejercía más presión, con desdén.

-Si te mato, no podré alimentarme de ti, pero eso no me impide torturarte. La sangre de una persona atormentada sabe mejor, querida amiga.

Y cuando pensaba que se iba a quedar sin aire por completo, Jake dejó de ahogarla para quedarse quieto, aún arrodillado junto a ella, observando sus reacciones, sus convulsiones de dolor, su respiración entrecortada y agitada por volver a inspirar aire de forma súbita.

-Quiero que sepas que tu nieto ha derrotado a su abuelo.

-Murió hace tiempo, tú lo mataste. Le volviste loco para destruirlo.

-No, Mina. Sobrevivió gracias a los Horrocruxes que creó y logró adquirir un cuerpo nuevo, pero Harry ha logrado destruirlo, ayudado por el idiota de Dumbledore. En parte, el tiempo ha hecho justicia conmigo y ahora, todos los que me hicieron daño están muertos. Todos salvo tú, claro.

Mina carraspeó, evitando la cruel e incisiva mirada de su captor.

-Estás mintiendo -negó con voz ronca-. Él no puede haber hecho eso.

-Pudo, lo consiguió, pero fracasó. Estamos en 1997, querida. Ha pasado demasiado tiempo para ti ya. Y él ha dejado de existir, porque subestimó a su nieto y a la Muerte -prosiguió el mago tenebroso.

Sin previo aviso y con un gesto mágico de su mano, Jake desató a Mina de la silla y le tomó de la cintura antes de que ella se cayese hacia delante, sin ningún control sobre su cuerpo dolorido. A continuación, la agarró en volandas y, con ella en brazos, se fue alejando del espejo para subirla, tras atravesar una escalera de caracol y un pasillo secreto, a una gran sala de estar iluminada por una chimenea, cuyas llamas desprendían destellos verdosos. Finalmente, sentó a la bruja sobre un amplio sofá frente al fuego del hogar.

-Ya no te queda nada por lo que luchar, de modo que no tendrás ninguna intención de escaparte. Tu amado ha muerto por completo y tu nieto desconoce tu existencia, no creo que te busque. Ahora solo te quedo yo, así que, ¿por qué debería preocuparme por tu huida? -explicó Jake acercándose a uno de los ventanales del inmenso castillo, cuyo nombre Mina aún desconocía-. No tiene sentido torturarte más, cuando tú sola ya lo haces por mí.

Mina no contestó, pero él tenía razón. Un súbito vacío se había apoderado de su pecho y de su cabeza. El mínimo destello de esperanza que aún albergaba, se había extinguido, como su fuego interior había hecho hacía años. Se dejó caer sobre uno de los brazos del sofá y quedó allí largo rato hasta que Jake se dirigió hacia el sofá y se sentó junto a ella, observando las llamas.

-Ahora, por fin, podremos vivir la vida tranquila que siempre quisimos. Juntos.

*

Mina dejó de hablar por completo y su mente fue quedándose en blanco con el paso de los años. Estos pasaron volando delante de la bruja inmóvil frente a los ventanales del castillo, y fueron dejando paso al nuevo milenio que Mina recibió con indiferencia. Tenía sesenta años, o eso creía ella, ya que había perdido la noción del tiempo. Jake apenas residía en el Castillo, ya que había vuelto a la vida pública encarnando, gracias a la poción multi-jugos, al verdadero dueño del castillo, el señor Talbot. A veces, cuando volvía, le contaba a Mina lo que hacía, esperando que ella respondiera con admiración por sus grandes logros filantrópicos. En su lugar, Mina ignoraba su presencia y continuaba mirando a través de la ventana del vetusto salón.

Él era el encargado de asearla, de vestirla y de sacarla fuera del castillo para que diera paseos y moviera las piernas. Cualquiera habría dicho si les hubiera visto por el bosque, que se trataba de una madre enferma y dependiente, junto a su hijo que hacía el papel de cuidador devoto. Sin embargo, la realidad les habría dejado helados.

Encerrada cada vez más en sí misma, la mujer se dejaba hacer por su acompañante y no le daba ya importancia a las innumerables heridas que poblaban sus antebrazos y que Jake dejaba tras alimentarse de ella. A veces, llevaba al castillo ungüentos para curárselos, pero eran raras las ocasiones en las que se preocupaba por el bienestar de su prisionera. No obstante, no era estúpido: entendía que debía mantenerla con vida por su supervivencia y al no obtener la sangre de otra fuente vital, ella tenía que mantenerse con vida.

Una vez, tiempo después, intentó atraerla hacia él, sin éxito. Fue un día de lluvia en el que Jake volvió al castillo, cansado tras un viaje largo por trabajo en la fundación que él llevaba. Intentó mostrarse amable junto a ella e incluso trató de besarla, pero ella no era capaz de reaccionar a las muestras de concordia y cariño que le profesaba. Su mirada ausente encolerizó a Jake nuevamente y volvió a maltratarla y a saciar su sed de sangre con ella.

Y el tiempo pasó, las noches sucedieron a los días y los días a las noches, los amaneceres se convertían en atardeceres a la velocidad de un parpadeo. El estridente tic-tac del reloj de la sala de estar era lo único que Mina Vans escuchaba ya. Había olvidado por completo los rasgos de Tom, de Matthews, de James y de todas las personas que habían pasado por su vida y, como ya no tenía un espejo en el que mirarse, seguramente tampoco se habría reconocido a sí misma si se hubiera visto reflejada. ¿Quién era? ¿Qué hacía allí? ¿Por qué ya no era capaz ni siquiera de pronunciar su propio nombre? ¿Cómo se llamaba?

Todos esos pensamientos poblaban su cabeza cuando a Jake se le cayó una edición nueva de El Profeta cerca de ella, mientras hacía la limpieza y recolocaba las cosas en la estantería cercana al ventanal. Mina desvió su mirada sin vida hacia la primera plana del periódico y vio la imagen móvil de un hombre apuesto, de pelo negro azabache y unas características gafas redondas que enmarcaban sus ojos verdosos. Sonreía a la cámara, pero sin ser postizo, una frescura y calidez emanaban de él, y en sus manos sostenía una especie de cetro dorado. En letras grandes y apaisadas, el título rezaba:

Harry Potter, el Chico que Sobrevivió, condecorado con la Mención de Honor del Ministerio de Magia.

Boquiabierta, Mina fue a agarrar el periódico del suelo, pero logró contenerse antes de que Jake se percatase de su cambio en el estado de ánimo. Su nieto parecía estar sonriéndole, feliz y seguro de conocer su existencia. Cabía una mínima posibilidad de que conociera la historia de su familia y estuviese buscándola. De pronto, recobró la vitalidad, los recuerdos de aquellos que le acompañaron, el rostro de Tom y de James acudieron a ella a la velocidad de un rayo. Podía, estaba segura de que Harry conocía a su abuela.

Ajeno al cambio que la bruja había experimentado, Jake continuó organizando la estantería, de espaldas a la bruja que se había incorporado de su asiento, había recogido el periódico del suelo y se aproximaba al mago oscuro por la espalda. En silencio, Mina se detuvo un momento, cerró los ojos y con su voluntad como única fuente de magia, logró invocar la figura alargada de una afilada hoja que fue adquiriendo la forma de una espada. Completamente materializada y empuñando el mango bañado en oro, Mina alzó la Espada de Gryffindor y los reflejos del sempiterno fuego verdoso de la chimenea, centellearon unos instantes en la hoja.

Iba a matarle.

Un oscuro brazo oleaginoso emergió contra todo pronóstico, de la espalda de Jake y envolvió su oscuro tentáculo espectral alrededor de la hoja, deteniendo el potencial ataque. Jake se giró sobresaltado, incluso él estaba sorprendido de que el obscurus hubiera aparecido para protegerlo. ¿Quién se había atrevido a intentar atacarle por la espalda? En cuanto se volvió para descubrir de quién se trataba, su rostro se volvió blanco por la ira y sus facciones se crisparon debido a la decepción.

-¡Maldita zorra! ¡Pensabas darme una puñalada por la espalda! -gritó él mientras sostenía él también por el mango la espada de Gryffindor y ambos forcejearon hasta que él, puesto que tenía mucho más fuerza que ella, logró arrebatársela-. ¡No puedes herirme con esto, somos de la misma casa! ¡La Espada me obedece tanto como a ti, imbécil! ¡Cómo te has atrevido a ir contra mí?

Tiró a Mina de un fuerte golpe y su cuerpo dio contra el frío suelo de piedra. La dolorosa caída hizo que ella pegara un alarido de dolor y se retorciera. A continuación, le agarró del pelo y tiró de ella hacia arriba a la vez que arrastraba su enclenque cuerpo por el suelo hacia la librería.

-¡No quería, pero al final, te tengo que poner otra vez frente al Espejo! -exclamó él, furibundo-. ¡Te juro que no vas a volver jamás a ver la luz del sol! ¡Ni siquiera sé cómo he sido capaz de compadecerme de ti todo este tiempo! ¡Maldita desgraciada!

-¡No! -suplicó ella, asustada a la vez que extrañada de su propia voz que ya veía como ajena-. ¡Frente al Espejo, no! ¡Todo menos eso, por favor!

Sin embargo, no sirvió de nada y él arrastró a la mujer agarrándole del cabello, bajó las escaleras tirando de ella y haciéndola bajar, escalón a escalón, mientras ella se retorcía de dolor. De nuevo estaba en aquel inmenso sótano sin ventanas y sin luz con la que poder saber si era de noche o de día. De nuevo la estaba maniatando frente a aquel espejo maldito que le recordaba una y otra vez aquello que jamás podría tener. Y, en cuanto terminó y dejó a la bruja chillando de dolor y de rabia en el sótano, Jake ascendió de nuevo por la escalera y en un arrebato de furia destrozó todo lo que encontró a su paso por el salón con la Espada que aún tenía en la mano; libros, frascos, artilugios y objetos de valor incalculable.

Y, mientras llevaba a cabo su vorágine de destrucción, gritaba iracundo y decepcionado con su prisionera. En ese momento, se dio cuenta de que la vida que había ansiado junto a ella jamás podría hacerse realidad. Ella no le quería a él, nunca lo había hecho. Solo le había utilizado para su beneficio, ni siquiera le había considerado un amigo ni habían pasado juntos el suficiente tiempo para que se convirtiera en uno.

Chilló con todas sus fuerzas y cayó al suelo de rodillas, agotado, destrozado. El ideal que tenía de esa mujer se había roto en mil pedazos y jamás se volverían a ensamblar de nuevo. Tenía que aceptar la realidad, por muy dolorosa que fuera y, si eso conllevaba dejar que esa mujer se pudriera en el sótano de aquel castillo y solo le sirviera para su alimentación, así lo haría. Se había acabado ser benevolente.

*

Durante esos diez años más en los que Mina estuvo prisionera, ya no veía la imagen de Tom frente al Espejo. Era algo que tenía que suceder, puesto que ya apenas recordaba cómo había sido ni los rasgos que le habían caracterizado. El paso de los años tiene el efecto terrible de erosionar la memoria y eso era justo lo que le había pasado, pero también tenía la capacidad de poner las cosas en su sitio y de hacer ver, en este caso a Mina, que la imagen ideal que había visto reflejada, no era otra que el ideal de lo que había querido que Tom fuera para ella y no la de un manipulador asesino. Había tardado demasiado tiempo en aceptar la realidad dolorosa, pero allí estaba. Una realidad que le hizo ver las cosas de otra manera un día que vio otra cosa reflejada en el espejo.

En su lugar, una imagen había sustituido a la del joven Voldemort: un joven con una cicatriz en la frente sonreía a Mina desde el otro lado del Espejo portando un cetro dorado. A veces, la imagen se distorsionaba y adquiría un aspecto similar, aunque diferente en algunos aspectos. El reflejo fusionaba el anhelo de Mina de reencontrarse con James y con Harry indistintamente en un solo ente. Aquello fue lo más doloroso de presenciar para ella, que rememoraba la muerte de su hijo una y otra vez, llena de remordimientos.

Por eso en un primer momento, cuando el Harry Potter de verdad irrumpió en aquel sótano secreto y se encontró con ella, Mina no podía creer que se tratara de la persona real y que hubiera sido capaz de encontrarla. Creía que seguía soñando despierta y continuaba presenciando la imagen especular.

Al principio, conmocionada, pensó que se encontraba soñando y que aquella liberación se trataba de otro de sus anhelos que le habían estado martirizando durante todos esos años. No entendió que se trataba de la vida real hasta que se vio envuelta en la huida hacia su libertad gracias a que su nieto y unos amigos suyos la estaban rescatando. Solo entonces, al pie de aquel acantilado mientras veía a Harry enfrentándose a Jake con el mismo poder ígneo que ella poseía, se dio cuenta de que no ya no era presa del letargo que le había mantenido prisionera y de que todo ello estaba ocurriendo muy deprisa, de que iba a perder otra vez a su sangre a manos de Jake y no podía permitir que Harry corriera la misma suerte que James.

Esa vez no sería igual que en el pasado, ni tampoco iba a dejar que ninguna profecía más se cumpliera. Iba a poner punto y final a su propia maldición tomando la espada de Gryffindor de la mano de Harry y apareciéndose sin previo aviso detrás de Jake para atravesarle el corazón con la afilada hoja del arma forjada por duendes, acto que tendría que haber hecho mucho antes. Su captor, su torturador, el hombre que decía amarla y le había hecho todo el daño del mundo durante más de cuarenta años, boqueaba desconcertado junto a ella y fue incapaz de reaccionar cuando la bruja le agarró de la cintura y se tiró junto con él por el acantilado, ardiendo en llamas y extinguiendo las miasmas del espectral poder del Obscurus mientras Jake chillaba de dolor y de sorpresa al ver su cuerpo carbonizándose, antes de caer al mar embravecido.

Sin fuerzas, cuando tocó el agua, Mina liberó a Jake de su agarre y ambos cuerpos se mecieron con el violento vaivén de las olas. El cuerpo de Jake, ya sin vida, fue engullido por una potente ola y Mina, moribunda y tragando agua, lo vio por última vez, precipitándose hacia el fondo del océano.

La fuerza de las olas, sin embargo, tenía reservado otro destino para la bruja que, de un fuerte y burbujeante bandazo, fue lanzada por la cola de espuma hasta la playa, en la Bahía Negra, cerca de la gruta en la que todo había empezado. Sin fuerza, sin capacidad para moverse y apenas sin vida, Mina se arrastró como un gusano por la pedregosa orilla, intentando huir de la violencia de agua y logró, en su estado lamentable, alejarse unos pocos centímetros. En sus oídos rugía el ensordecedor oleaje de la marea alta.

Así acababa su vida, sin gloria, ni dignidad, ni siquiera había logro o amor en ella. Como un muñeco de trapo, se desplomó por fin sobre el lecho de arena negra y piedras que iba a acoger su cuerpo sin vida próximamente y giró con todo el esfuerzo del mundo la cabeza hacia el mar. Una amarga sonrisa de tristeza se dibujó en sus labios agrietados. De pie frente a ella, la blanca figura incorpórea de Diseria Diseris esperaba con solemnidad, con las manos cruzadas a la altura de su cintura.

-Has destruido mi profecía -dijo la sacerdotisa agachando la cabeza-. Las profecías se supone que son inquebrantables...

-Llévame de una maldita vez. Toma mi alma y déjame morir -cortó Mina con un hilo de voz.

-Tu nieto tenía que haberlo derrotado, no tú...

-Solo quiero ver el mar, Diseria. Déjame morir frente al mar, no me niegues mi último deseo también.

La Muerte calló y asintió con la cabeza. Avanzó hasta situarse junto a la bruja moribunda y se sentó junto a su cuerpo. Mina mientras tanto, empezó a respirar con más calma y dejó vagar su mirada en la inmensidad del agua marina. El dolor de su cuerpo carecía ya de importancia, al final terminaría por desaparecer, al igual que su alma, dejaría de existir.

Por primera vez en mucho tiempo, le embargó una cálida sensación, algo que no sentía desde aquel lejano día en el que Matthews Potter le había ofrecido una cerveza de mantequilla en el Callejón Diagón y de pronto formaba parte de su familia. No lo sentía desde aquella primera y única vez en la que acunó a su bebé James tras haberle dado a luz sola y desamparada en medio de ninguna parte.

Era algo que, en teoría no debía sentir debido al filtro de amor con el que le habían concebido. Pero ella había impedido que se cumpliera una profecía de la Muerte, de manera que ya no creía que hubiera una regla inamovible para cada hechizo, conjuro o maldición. A veces, las reglas mágicas y vitales podían romperse con la voluntad y el libre albedrío de cada uno. Y esa era la fuerza de aquella mujer octogenaria, de una criatura que había sufrido lo indecible por cuenta propia y ajena y que, feliz y completa por ella misma, dejaba aquel mundo en paz, sin rencor, sin sentir otra cosa que una plena felicidad que la envolvía y parecía difuminar su consciencia y distorsionar su última imagen en la retina antes de que cerrara los ojos para siempre. Mina Vans había desafiado a la Muerte y a la Magia. Ya estaba lista para partir.

*

La Puerta de la Muerte fue destruida en cuanto Harry volvió al Ministerio. Apenas sin mediar palabra, usó la Espada de Gryffindor para destruir la estructura y cortar el velo, con un corte horizontal que lo desprendió de la parte alta del arco. Luna y varios operarios le ayudaron a apilar las piedras formando un montón circular en el que Harry, finalmente, clavó la espada con una firme estocada que atravesó una de las piedras que sobresalían. El fulgor de la puerta se extinguió en cuanto el auror le dio el golpe de gracia. Luna, que había observado todo el proceso, se quedó junto a Harry mientras los operarios se marchaban y juntos se mantuvieron en silencio contemplando lo que habían hecho.

-Ya no hará daño a nadie más -susurró él momentos después-. ¿Has podido rescatar los recuerdos de Mina?

-Sí, y están bien conservados. Ella no sufrió la demencia de Voldemort -explicó Luna mientras asentía con la cabeza.

-Llámame en cuanto lo tengas todo -dijo Harry y abrazó a su amiga con fuerza mientras ella le correspondía de la misma forma.

-Lo siento, Harry -dijo ella con sincera conmoción.

Él negó con la cabeza, restándole importancia y se marchó del Departamento de Memoria, cabizbajo y con paso lento, aún dolorido por las secuelas del combate. Pese a que había pasado un año, el dolor no se iba, ni el físico ni el emocional, pero no le quedaba otra que aprender a vivir con ello. Tampoco podía evitar la rueda de prensa que tenía que dar esclareciendo los detalles del caso que había llevado. Era increíble que la reaparición de un ex-mortífago fuera el desencadenante de toda una odisea que se había saldado con la muerte de su abuela, desconocida hasta el último momento y a quien ya jamás tendría oportunidad de conocer.

Reprimiendo un lágrima traicionera, Harry se desapareció frente a una de las salas del hospital San Mungo y entró en ella con paso firme. Draco yacía sobre la misma cama de hospital en la misma habitación en la que él había estado previamente. La venda enrollada alrededor de su pecho desnudo rezumaba algo de sangre, pero ya no era preocupante como hacía un año. En cuanto se percató de la irrupción de Harry el la estancia, le dedicó una sonrisa torcida.

-Potter, sabes que no hace falta que vengas cada día a verme, ¿no? -dijo Malfoy.

-Bueno, teniendo en cuenta que tanto Hermione como yo te debemos la vida, es lo menos que puedo hacer -dijo Harry sentándose cerca del lado derecho de la cama-. ¿Cómo te encuentras?

-Los médicos dicen que la herida ya se va cerrando. Están poniendo todos los medios y que he tenido mucha suerte de seguir con vida, dicen. Menos mal que Hermione estaba allí. SI no, habría muerto en el acto -dijo Draco dejando vagar la mirada por la habitación, con una sonrisa de gratitud-. Supongo que le debo la vida también.

-Supones bien.

-¿Y tú, cómo te encuentras?

-No me puedo quejar. Triste y miserable, pero en cuanto a las secuelas, van remitiendo.

-¿La enterraste? -dijo Draco mirando a Harry fijamente-. Supongo que no habrá sido fácil.

-En absoluto, pero ya descansa junto a los restos de mi padre después de este año recuperando todos sus recuerdos, así que supongo que ya no estará sola nunca más -dijo Harry y reprimió un sollozo-. Lo bueno es que Ginny estuvo conmigo durante todo el proceso y eso lo hizo más llevadero.

-¿Va a volver contigo?

-No creo, han pasado muchas cosas como para que todo vuelva a ser como antes. Además, no sería capaz de traicionarte a ti yéndome con mi ex. Siempre voy a serte fiel.

-Mira que eres imbécil, Potter. Mi padre se enterará de lo que acabas de decir -dijo Draco y aquel comentario provocó una suave risa por parte de Harry que contagió a su amigo convaleciente.

Un carraspeo hizo que volvieran la cabeza. Lucius se encontraba junto al umbral de la puerta, con el semblante serio, observando con cautela a Harry, fijamente. Este, asintió levemente y se incorporó de su asiento.

-Bueno, me marcho ya -dijo Harry, incómodo al ver entrar al padre de su amigo en la sala.

-Potter, espera -dijo de pronto Lucius para sorpresa de los dos amigos. Harry se detuvo un momento para sostenerle su mirada llena de arrepentimiento-. Gracias. Gracias por ser amigo de mi hijo y por haberle dado tanto a esta familia.

El auror esbozó una leve sonrisa de satisfacción y entendimiento. Avanzó unos pasos hasta la puerta, pero antes de desaparecerse, Harry se volvió y le dijo al patriarca de la familia Malfoy:

-Su hijo es la persona más valiente que he conocido en mi vida. Espero que esté tan orgulloso como yo lo estoy de él.

-Siempre -afirmó Lucius mirando a Draco el cual había empezado a ruborizarse y emocionarse por la repentina muestra pública de afecto de su padre-. Nunca he dejado de estarlo.

*

Antes de comenzar a hablar, escuchó el rumor de la fuente, el emblema del Ministerio antes de que la Fuente de la Buena Fortuna desapareciera, fruto de la ilusión que Diseria había obrado en el mundo de los vivos.

Antes de proceder, sobre el estrado que le habían preparado, se fijo en que el arrullo de la fuente se entremezclaba con el chasquido de los flashes de las cámaras fotográficas que los reporteros sacaban para sus respectivos periódicos.

Y antes de que todo aquello le abrumara por unos agónicos instantes de pánico escénico, se fijó en las caras conocidas que formaban parte del público y que habían asistido expresamente para ver lo que tenía que decir. Por un lado, Ginny permanecía expectante al comienzo del discurso y le sonreía de oreja a oreja, orgullosa de su exmarido. Junto a ella, Albus y su pareja Scorpius, también permanecían atentos a lo que tenía que decir. Ron y Hermione estaban al principio de todo, debido al cargo de Ministra que ella había ostentado en el pasado y sus miradas parecían querer darle ánimos. Una leve inclinación de cabeza por parte de Harry se lo agradecía. Y al final de la congregación, casi escondido tras unas columnas cercanas, Hagrid observaba al auror con una mezcla de expectación y arrepentimiento en sus ojos. Harry le hizo un gesto con la cabeza que mostraba comprensión y al semigigante aquello pareció tranquilizarle un poco. No podría estar enfadado con el durante mucho tiempo, ya que Hagrid había significado para el auror el comienzo de su vida verdadera, lejos de la tiranía de los Dursley. En cuanto terminara aquella conferencia, hablaría con él.

Por último, Ted y Regulus, justo al lado contrario de sus hijos habían fijado sus ojos en él y el primero le hacía un gesto mudo de apoyo y de entusiasmo.

Inspiró profundamente y exhaló una larga bocanada de aire y, cuando consideró que ya se había relajado lo suficiente, empezó:

-Antes de proceder a contar los detalles de esta investigación, quiero agradecer a todos los presentes que han acudido para escuchar lo que les tengo que decir. Este año no ha sido fácil, ni para la gente que ha estado a mi lado ni para mí mismo, de manera que les agradezco a ellos, sobre todo, que hayan venido para apoyarme en esta rueda de prensa.

Tragó saliva y, más calmado y con las ideas más claras, prosiguió:

-Hace un año acudió al Ministerio un hombre al que el sistema había dado por muerto durante más de cuarenta años y él ha sido el detonante de todo lo que vino después. Gracias a Regulus Black, el hermano de mi padrino, Sirius, he podido cerrar un episodio de mi historia hasta entonces desconocido. Quizás sin él no hubiera podido conocer al detalle todo mi pasado, pero por fin, he podido recopilar toda la información de un relato que bien podría dar respuesta a los grandes enigmas de la Historia de la Magia, pues este caso se remonta hasta la época de los cuatro Fundadores de lo que fue mi escuela y mi hogar durante siete años.

Harry alzó la mano y de ella comenzaron a emanar llamaradas de un fuerte color anaranjado. El público prorrumpió en un murmullo de estupefacción general. No daban crédito a lo que estaba pasando.

-Sé que a muchos os sorprenderá esto que acabáis de presenciar. A mí también me impresionó al principio. Soy el hijo de un hombre que fue hijo a su vez de una bruja ígnea. Esta mujer, que también poseía la capacidad de escuchar la voz de los muertos, se enamoró de un hombre que tenía el don de hablar con las serpientes y no hablo de otro que de Tom Riddle, mi abuelo.

El murmullo aumentó su intensidad, casi hasta convertirse en una exclamación de sorpresa. Ginny, al igual que el resto de los congregados, no daba crédito a lo que estaba diciendo su expareja.

-En el día de hoy, quiero contarles quién era esa bruja, su pasado y su funesto destino, y quiero contarlo de forma pública para que se conozca la vida de una mujer silenciada, olvidada por todos, humillada y maltratada por dos hombres que quisieron oprimir su poder, su voluntad y sus ilusiones vitales, hasta hacerlas pedazos. Pero también quiero hablaros acerca de su personalidad, sus errores y sus imperfecciones, de su visión y de las decisiones, tanto buenas como malas que fue tomando a lo largo de su vida. Una mujer que fue encontrada en la playa de la Bahía de Lyme, sin vida, con una sonrisa petrificada después de años de soledad y torturas; que ardió por mí y por ella misma y que nos salvó a todos, no solo a mis compañeros y a mí, sino a todo el Mundo Mágico. Esa mujer era mi abuela. Se llamaba Mina Vans y esta es su historia.

FIN

https://www.youtube.com/watch?v=TLTBLTQRh3Y

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