Río rojo

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Negrura total, el siguiente sueño viene a mi: un río rojo que baja serenamente por un cauce claro desemboca en un mar tenebroso... el aire alrededor es tibio pero bruscamente se torna frío, casi gélido. El paisaje rosa cambia a transparente, casi pálido. Hay rocas muy duras cruzadas por raíces difíciles de arrancar, como si estuviesen amarrándo las piedras. Más abajo, ese mar profundo y sombrío se va extendiendo sin control... ¡Es raro! Como si sus aguas fuesen  espesas y me tragasen. Trato de nadar, siento qye me ahogo, escasamente logro moverme, pero no puedo: ese líquido marítimo es tan denso que las mínimas reacciones en mis músculos se van lentificando y hacen que se agarroten. De repente, siento como una espiral confusa me succiona y me eleva violentamente hacia una luz cegadora y penetrante.
- ¡Por aquí! ¡Aquí en el cobertizo! ¡Rápido! ¡Que vengan la ambulancia y los forenses! - se escuchaba gritar desde abajo.
- ¡Capitán! Encontramos la sexta víctima - habló quien encontró el cadáver.
"¡Dios! ¡Pobre chica!", decía en mi conciencia. Tener que pasar por el horror de ser torturada, mutilada y asesinada; pero, ¿por qué me sentía tan identificada? ¡A mi nada me había ocurrido! Esto solo es una pesadilla y ya despertaré. Pero ese momento jamás ocurrió. Lo que si llegó hacia mi fue la voz del detective diciéndole a su subalterno:
- Lamentablemente es ella, la que estuvimos buscando durante meses ¡Ese maldito asesino nos volvió a ver la cara!.
No sé por qué en ese instante sentí la necesidad de acercarme a la escena del crimen. Traté de observar cómo había quedado el cuerpo de la muchacha, la verdad que era lamentable: tajos por todos lados, sangre que aún seguía escapándose por esas cortadas y que creaban a su alrededor un gran charco, una muy profunda  en el cuello (intuyo que fue la que la mató); atada completamente con cuerdas; brazos y piernas entrando en rigor mortis.
Sin embargo, descubrir su rostro fue lo que me hizo caer en cuenta que esto no era un maldito sueño, sino la cruda realidad: ese cuerpo inerte y hecho girones, esa mujer sin vida, la sexta víctima de un asesino serial que no podían atrapar... era yo.

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