#13: Mirada Hwang.

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Cuando Yeji se levantó primero, sus piernas temblaban y en toda la extensión de su cadera también. Adhirió un puchero en sus labios, quejumbrosa, al enderezar su espalda, las sábanas escurridas en todo su cuerpo, lo cual se hizo extraño porque ella es de patalear en la noche y arrebatarse cualquier cosa que estaba en su encima por el calor. Pero entonces se le dio la idea de que Ryujin haya estado atenta a cubrirla durante toda la hora nocturna.

Sonrió a duras penas y después hizo una mueca, por el constante dolor. Con un leve jadeo Yeji deladeó su rostro, chocando con el tranquilo de la alfa. Estaba adormilado, si flequillo despeinado y algunas hebras rubias sobresaliendo, sus labios de por sí rojizos también estaban entreabiertos. Los colores inundaron su rostro al recordar las tres veces que Ryujin anudó en ella y la envolvió en su aroma. Su celo fue un poco fuerte y había de estar cansada por ello, tal vez la habría dejado terminar su siesta, si no hubiera sido por el incesante ardor en su cuello que ahora mismo la aturdía, obligándola llevar sus manos a su, al parecer, marca reciente.

Oh, espera.

¿Una marca? ¿Qué?

Yeji abrió sus ojos, alarmada.

—Ryu —inmediatamente sus manos buscaron a la alfa, y al encontrarla la sacudió—. Ryu, Ryu, despiértate ya.

Dios, pero ¿Cuándo pasó? Ellas solo...

—Uhm —gruñó como única repuesta Ryujin, arrebujando más su cuerpo con las sábanas—. No estoy... me fui de viaje por ahí.

La omega castaña bufó, cruzándose de brazos, ella no estaba para juegos. Claro, Ryujin no era quien sostenía la dolorosa marca, y no iba a ser regañada por sus padres. Ryujin no será la que deba dolerle la cadera, Ryujin no hará nada más que solo dormir ¡En fin, alfas!

—A veces me caes mal —murmuró luego de un silencio, enfurruñada—. Alfa tonta.

Ryujin por alguna razón quería prestarle atención a su pequeña omega gatito, pero realmente se hallaba agotada. Había estado cuidando de Yeji toda la noche antes de preferir dormir como normalmente otros lo hacían ni bien terminan su sesión calurosa. Pero no, como siempre aquel estúpido lado que insistía en mantener a la omega cómoda o a salvo le ganaba.

—Cinco minutos —balbucea, sus labios abultados no permitiéndole ser clara—. No, seis...

—¡Me marcaste, Ryu! —le reprochó a Yeji a susurro, haciendo otro mohín al vislumbrar a la alfa acomodarse más la almohada en un silencio sepulcral, ignorándola.

—Hmm bueno, para la próxima te la marco más —se giró para por fin caer en los brazos de morfeo, serena.

Sin embargo volteó su cuerpo asustada al escucharla con exactitud, despertando todo su ser en el camino.

—¿Q-Qué? —tartamudeó Ryujin, sorprendida y pasmada—. ¿Quién? ¿yo? ¿Qué? ¿Te marqué?

Le cuestiona y la omega asiente, con los brazos cruzados y reproche en su mirada.

—Madre santa no tan santa...

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Ryujin había creído que la única mirada de omega que temería iba a ser de su madre, o en otros casos peores, Yeji.

Pero estaba muy equivocada.

Una vez su novia le había dicho que su familia se caracteriza por poseer una mirada asesina y filosa. Una que llegaba a amedrentar pese a tu jerarquía social, que incluso a ibas a tener una pesadilla que te iba a agitar el corazón de la peor manera posible. Y vaya que Yeji no había mentido porque los ojos avellanas que alguna vez fueron tiernos para ella, la estaban prácticamente doblegando.

Era Hwang Yoongi quién la observaba cruelmente.

La rubia había llegado en la tarde con la omega en su encima abrazada a su cuello porque según le dolían demasiado las piernas como para caminar, obviamente Ryujin le creyó y la cargó hasta su hogar con la esperanza de no encontrarse con nadie, la cual desechó ni bien vislumbró al omega expulsando humo por los oídos.

Tragó saliva.

—Perdón... —le dijo la alfa al no poder soportar más, atrayendo la atención de ambos hermanos—, tú mirada me está asustando.

Yoongi la miró, arqueando la ceja y marcando más su ceño.

—¿Y qué quieres que haga, Shin? —escupió el omega, su voz dura—. ¿Debería felicitarte por marcar a mi hermana? Oh bueno, si es así espera a que me ponga el disfraz de kumamon que tengo en el closet y te hago un baile en plena fiesta que voy a armarte.

Ryujin se quedó un instante pensativa en el por qué rayos el hermano de su omega tenía un disfraz del oso panda negro. Negó la cabeza, de seguro se trata de Taehyung y sus fetiches demasiado excéntricos.

Por otro lado, Yeji ya se había bajado de la espalda de Ryujin para ir a la cocina a sacar un vaso de yogurt de fresa, presenciando sin falta la charla de ambos, y correr hacia el sofá a ver el drama que Taehyung dejó reproduciendo en la pantalla.

—Lo peor de todo es que me echarán la culpa a mi —prosiguió el omega mayor—, yo te ayudé con Yeji a escondidas de Yeonjun, dios, me va a matar.

Llevó sus manos en el rostro, tirando un teatral grito de exasperación tan fuerte que llegó hasta asustar a la pequeña castaña, haciendo que derrame un poco del líquido en su ropa.

Ryujin se sintió un poco mal por la confesión, claro, dudaba mucho ante el hecho que el hermano mayor y alfa de la familia Hwang se halle dispuesto a dejar ir a una de las menores a pasar el celo con su alfa.

Tener relaciones está bien, pero marcar a la omega... bueno, tampoco era como si Ryujin pudo haberlo evitado sus instintos de alfa, no estuvo consciente de la ideología de los Hwang y que marcar a alguien aún menor de edad no sea correcto. Y del bajo perfil que conllevaban a esos temas, la reservación, no jugaban muy a su favor, no sabía que podían opinar los señores Hwang respecto a eso.

—Se suponía que Yeji debía correr su cuello para que no pasará esto —alegó luego el omega.

La castaña luego de limpiar el poco rastro de líquido en su ropa giró su rostro, enojada.

—¡Pues gracias por decírmelo ahora! —chilló, ya harta de la discusión

—¡Te lo dije mientras empacaba tus cosas!

—¡No, no lo hiciste!

—¡Sí lo hice!

—¡No!

—¡Sí!

Ryujin no sabía qué hacer.

—¡No, no, no!

—¡Sí, sí, sí!

—¡No, tonto! —pegó un grito, yendo donde estaba Ryujin y asi poder colocarse a su lado para jalonearla de la manga—. Ryu, dile que no me dijo nada.

Y otra vez le hizo esa miradita de gatito regañado, endulzando su corazón.

La alfa iba a decir algo al respecto, pero la puerta siendo tocada se interpuso en sus palabras a la vez que una voz potente de alfa se colaba en sus oídos.

—¡Yoongi olvidé las llaves del auto, ábreme la puerta que debo ir a recoger a mamá del aeropuerto!

Era Yeonjun.

Ryujin estaba agradeciendo que llorar sea gratis.

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