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—Toma este té. —habló una diosa. —te dará fuerzas.

—Gracias. —dijo Jimin. —¿Tú debes de ser Perséfone?

—Puedes llamarme Rose. —habló la rubia. —deje ese nombre hace mucho tiempo.

—Ya veo. —miró la taza de té.

—Me alegra saber que Hades ya recuperó su felicidad. —sonrió. —bueno, ahora se hace llamar Min Yoongi.

—¿Él se la pasó mal? —preguntó.

—Fueron los peores años cuando apareciste en el Olimpo con tu hijo. —menciono la rubia. —hubo muchas muertes y destrucción.

—Ya veo. —apartó la mirada.

—Si te preocupa, si dormí con él. —le dijo. —nunca lo permití y él tampoco me tocó.

—Fue su esposa. —murmuró.

—Nunca lo vi así. —hablo. —y él nunca me vio de esa manera, ya que tú estabas muy impregnado en su ser. —se sentó. —incluso quiso recuperar tu alma para que comiera el granado prohibido de su jardín, pero tu alma no estaba en el inframundo.

Jimin vio a la diosa y luego a la puerta la cual se abrió dejando ver al mencionado en su corta charla, Yoongi se acercó y tomó de la mano a Jimin para llevárselo de ahí, no sin antes agradecerle a la chica por el cuidado de su pareja. Ambos se subieron al auto del pálido, el cual Yoongi se encargó de ir a traer y explicar la situación y pedir disculpas por irse los dos sin explicación.

—¿Ya te sientes mejor? —preguntó Yoongi. —te veo con un poco de más color.

—Ya me siento bien. —respondió mientras miraba la ciudad. —el té que me dio Rose me cayó bien.

—Es la diosa de todas las plantas. —hablo. —seguro supo que darte para que recuperes fuerza.

—Yoongi. —lo llamo. —¿Es verdad que querías que comiera semillas de granada del inframundo?

Yoongi apretó el volante del auto al escuchar lo que Jimin le había dicho, él no se sentía orgulloso de eso, pues iba a obligar al omega a pertenecer por la eternidad con él en el inframundo.

—No me siento orgulloso de eso. —hablo. —había perdido la razón. —suspiro. —me volví homicida y solo quería volver a verte para obligarte a estar conmigo, pero Rose y Hyuna me hicieron entrar en razón.

—Lamento mucho lo que te cause. —le dijo.

—Tú no lo causaste. —lo vio por un momento. —si yo hubiera sido honesto desde un principio no hubieras sufrido tú nada de lo que yo te cause.

—No somos adivinos. —hablo Jimin. —ni tú siendo un dios pudiste prevenir todo esto, pero ya estamos juntos es lo que más importa ahora.

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