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Yoongi acariciaba cada parte del cuerpo de Jimin mientras regulaba cada embestida que le daba, Jimin soltaba suaves gemidos a cada movimiento que el dios. El omega tomó del cabello a Yoongi mientras sentía como el alfa se seguía moviendo, ambos se vieron a los ojos y se dieron una cálida sonrisa para besarse y soltar un gemido placer.

—Yoon~ —gimió Jimin.

—Te amo. —susurro Yoongi para cambiar de posición y dejar al omega sobre él. —eres lo más hermoso que pude recibir.

Jimin sonrió y llevó sus manos al pecho del pálido y comenzó a moverse mientras echaba su cabeza para atrás por el nuevo placer que estaba recibiendo. Yoongi lo acercó a su boca para besarse y poder recibir su orgasmo juntos, Jimin le dio una leve mordida al alfa cuando sintió como el nudo se formaba en su interior.

—Formamos un nudo. —le dijo Jimin.

—Pues estaré feliz si algo crece en tu vientre. —le sonrió.

—¿Por qué aún no me marcas? —preguntó Jimin.

—Será especial cuando lo haga. —respondió. —solo sé fuerte.

—Lo prometes. —lo abrazo.

—Lo prometo cariño. —le dio un beso en el hombro. —cuando te marque no debe ser solo porque hacemos el amor, tiene que ser especial y único, dónde te sientas lo más grande que eres.

—Suena muy romántico. —se rio Jimin.

—Es porque lo será. —le acarició la espalda. —será hermoso y muy romántico.

—¿Y cuándo nos casaremos? —lo vio. —así estaré preparado.

—Nos casaremos en una semana. —hablo Yoongi. —yo me encargaré de todos los gastos, tú solo encárgate de estar presente.

—Haré mi mayor esfuerzo. —se acercó y rozó su nariz con el alfa. —tú también debes de estar presente.

—Estaré a primera hora. —le acomodó el cabello. —te ves hermoso está noche.

—¿Únicamente está noche? —sonrió el omega.

—Esta y muchas más. —le dio un corto beso en los labios. —hoy brillas mucho más que la luna.

—¿Lo hago? —se rio.

—Lo haces. —se sentó en la cama y Jimin hizo lo mismo. —pensé que luego de casarnos tú y yo podríamos vivir en una cabaña que tengo en la playa.

—Mmm. —se puso a pensar. —¿Qué hay de mi trabajo?

—Puedes dejarlo. —le dio un beso en el hombro. —yo puedo mantenerte, darte la vida de un dios.

—No lo sé. —negó. —toda mi vida trabajé duro para no depender de nadie.

—Solo piénsalo. —le sonrió. —no tendrás que trabajar, solo vivir feliz sin preocuparte de que debas sobreexplotar por un sueldo muy poco.

—¿En serio piensas en mantenerme? —pregunto curioso.

—Solo si tú lo deseas. —le dijo. —no te obligaré a nada.

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