viii. helping in the ranch

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⚔️🛡️CASSIE INTRODUCES YOU 🛡️⚔️
chapter eight: helping in the ranch written by mxgicsarcxsm
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Año 839

Interior muralla de Trost

📍Rancho Mutigman


EN AQUEL PUEBLO DE LA MURALLA de Trost no había persona más feliz que Devendra Mutigman, y si la había, probablemente la mujer se encargaría de opacarla con su brillo de felicidad. No sería una tarea muy ardua para ella. Y es que cuando vio entrar en la casa a su primogénito y a su hija, estuvo a punto de saltar de la silla en la que estaba sentada y correr hacia ellos. Después de todo, hacía mucho desde la última vez que los había visto.

Por supuesto que Duncan conocía muy bien a su mujer e intuía perfectamente cual iba a ser su reacción al ver a sus hijos, así que reaccionó con rapidez. En menos de un segundo estaba de pie a su lado, sujetándola con suavidad de un hombro para que no se moviera de la silla. Él no había olvidado su pierna lesionada por su accidente de carro, aunque aparentemente ella sí.

Fueron Cassie y Beorn los que se acercaron a su madre, arrodillándose a sus lados para que Devendra pudiera verlos bien. A los ojos de su madre, ambos habían crecido mucho, no solo físicamente hablando. La mujer de cabello castaño podía ver perfectamente que el mundo del ejército los había curtido muy bien, solamente con observar sus miradas era suficiente. Sin embargo, como madre que era de ambos, sabía también que ninguno de los dos había perdido su forma de ser.

Como realmente esperaba. Y estaba agradecida.

Después de todo, ella misma sabía lo difícil que era el mundo del ejército. Un soldado podría entrar siendo la alegría en persona y salir de él con una amargura interna que haría que nadie sería capaz de reconocerlo, ni siquiera sus padres. Y todo se debía al dominio de los titanes sobre los seres humanos; aquellas bestias que devoraban a los soldados, y que dejaban a los supervivientes sin esperanzas de seguir con vida. Sin motivos para seguir levantándose y luchando.

Por fortuna, Cassie y Beorn llevaban con ellos la fuerza que tanto caracterizaba a los Mutigman. Esa corriente interior que los impulsaba a seguir adelante, a desear vencer a aquellos seres opresores. Sí, en los años que llevaban en la Legión habían tenido que ver mucha sangre y destrucción, pero se habían vuelto más fuertes que antes. En vez de deprimirse, habían decidido dar lo mejor de ellos mismos. Como habían prometido cuando se enlistaron en la Legión: darían sus corazones para la esperanza de la humanidad.

Devendra recibió a todos los soldados con calidez, la que tan habitual era en ella, incluso a los tres del subterráneo. Y eso los tomó por sorpresa, por supuesto. Al principio, ninguno de ellos fue capaz de reaccionar ante aquella forma de tratarlos, pues no estaban para nada habituados. Luego de ver que aquello era completamente real y sincero, se sintieron más cómodos. Aunque no del todo.

Levi siempre les indicaba que no debían bajar la guardia.

—Siento que hayáis tenido que dejar el cuartel por mi culpa—se disculpó Devendra por enésima vez, observando su pierna con una pequeña mueca en los labios—. Ni siquiera cuando estáis fuera de casa podéis no preocuparos por vuestra torpe madre.

—No digas estupideces, mamá—replicó Cassie, quien seguía arrodillada a su lado.

—Habríamos venido tanto si era por ti como por papá o Rinc—añadió Beorn, quien miraba como su hermano pequeño le cosía ropa a su muñeco.

—La verdad es que me alegra que estéis aquí, en casa, aunque sea por un accidente—admitió Devendra, sonriendo dulcemente mientras acariciaba la mejilla derecha de su única hija—. Y que hayáis traído a tantos chicos y chicas buenos hace que no tenga que preocuparme tanto por vuestro padre y los potros.

—Entre todos nos ocuparemos, señora Mutigman—le aseguró Angus, de brazos cruzados.

—Sé que lo haréis—afirmó la mujer, para luego reír—. Ah, Angus, te lo tengo dicho más veces. No me llames señora o te daré con el rodillo en la cabeza.

Angus rio suavemente, al igual que los mellizos y el resto del escuadrón.

El amenazar a alguien de golpearlos por no tutearla era algo que Devendra siempre hacía. Realmente no le gustaba que la llamaran por el apellido, al igual que a sus hijos. Y, si alguien le preguntaba a Cassie o a Beorn, realmente la mujer había pegado a algunas personas con el rodillo por no hacer caso a sus amenazas sinceras.

—Bien, empezaremos ya mismo—anunció Duncan, quien había acabado de echarle troncos a la cocina—. Vamos, manos a la obra.

—Ah, chicas—llamó Devendra, haciendo que todas se detuvieran—. ¿Podéis dejar a Duncan con los chicos? Necesito ayuda aquí dentro.

—Claro, mamá—aceptó Cassie, girándose a mirarlos—. Esforzaos mucho por nosotras, ah.

—No sé por quién me tomas, hermanita.

—Claro.

—Tsk.

Cassie contuvo una risa al escuchar la diferencia entre las respuestas de los chicos. Estaba claro quién había dicho cada una.

Duncan observó a los dos de subterráneo con una ceja arqueada, preguntándose si estaban bien de la cabeza. Farlan parecía emocionado por ayudar, algo que no acababa de entender del todo, aunque no fuera a preguntarle. Y luego estaba Levi, quien no había cambiado su mueca seria en todo el rato.

Ha dicho que se llama Levi..., pensó Duncan, ¿por qué demonios se me hace conocido ese nombre?

El señor Mutigman está mirando a Levi muy serio, pensó Farlan, mirando a su compañero de reojo. Se nota que es el padre de Cassie... me está poniendo los pelos de punta.

Tienen la misma mirada, fue lo único que pensó Levi.

Cassie desvió la mirada hacia su madre en cuanto los chicos se fueron con su padre, en el fondo sin estar demasiado segura de que su padre no fuera a meter la pata con Farlan o Levi. Después de todo, no eran Beorn, y no sabía como iban a reaccionar. Lo menos que quería era que los dos del subterráneo se volvieran a cerrar en banda con ellos. Devendra observó la puerta con una sonrisa dibujada en los labios, para luego posarla sobre su hija.

—Tu padre partió los troncos esta mañana, así que eso ya está hecho—explicó con suavidad, mientras acariciaba el cabello de su hijo menor—. Hay que limpiar un poco algunas habitaciones, lavar la ropa y luego ya será hora de comer algo.

—Suena a mucho trabajo—opinó Isabel, algo nerviosa; después de todo, era la primera vez que podía estar al cargo de una casa.

—Es mucho menos de lo que suena—la animó Maika, sonriéndole suavemente, logrando que la menor se animara algo más—. El entrenamiento es peor que todo lo que ha dicho.

—Si nos organizamos podemos hacerlo mucho más efectivo—señaló Soleil, girándose a mirar a la pelirroja—. ¿No crees, Cass?

Cassie asintió.

—Sí, tienes razón. ¿Alguna preferencia?

—Si me dais una cesta, puedo ayudaros con la comida—señaló Devendra.

—Yo puedo encargarme de la comida con tu madre—habló Mizuki, con las mejillas algo sonrojadas—. Si te parece bien...

—Bien. Entonces, Maika, Soleil, ¿Os importa lavar la ropa vosotras? —cuestionó Cassie, mirando a ambas—. Si me pedís mi opinión, prefiero limpiar.

Como mi hermano, pensó Isabel de inmediato.

Tuvo que morderse la lengua para quedarse callada.

—No me gusta limpiar, así que estoy bien con ello—admitió Maika, mirando a su compañera de tareas—. ¿Te parece bien?

—Sí, mejor que bien.

—Perfecto, entonces todo el mundo al trabajo—indicó Cassie, sonriendo ligeramente en dirección a su madre—. Ya verás que rápido acabamos, mamá—le dijo, besando su frente. Se giró hacia la de cabello borgoña—. Vamos, Isabel, tenemos que limpiar muy bien.

—¡Sí!

Aunque lo había dicho emocionada, realmente a Isabel no le hacía demasiada ilusión.

De hecho, mientras veía a Cassie limpiar, no podía dejar de compararla con su hermano. Y se volvió peor cuando la vio ponerse un pañuelo en la cabeza para que no le estorbara el pelo. Isabel realmente pensaba que, si Levi viera a la soldado de aquella manera, probablemente acabaría pidiéndole que se casara con él.

<<No digas estupideces, mocosa>>, se imaginó que le decía Levi, poniendo aquella cara de malas pulgas que se conocía tan bien. <<Ponte a limpiar y déjate de soñar>>.

—¿Qué te tiene tan pensativa, Isabel? —cuestionó Cassie, de pronto, haciendo que diera un brinco en el sitio del susto. La de cabello naranja contuvo una risita—. Lo siento. No pretendía asustarte.

—No es nada—aseguró Isabel, haciendo un gesto con una mano—. Solamente... no te tenía por una persona a la que le gustara limpiar...

—No es que me guste, pero observa este lugar—respondió la mayor, haciendo un gesto para señalar a su alrededor—. Al vivir en el campo, se junta mucho más polvo. Me da un poco de asco abrir un armario y que una araña quiera decirme hola en toda la cara. Por eso limpio.

Igual que mi hermano, pensó Isabel, conteniendo una sonrisa.

—¿Ah?

—...—Isabel puso mala cara—. Lo dije en voz alta, ¿verdad?

—Sí, creo que sí.

Isabel suspiró.

—Lo hago a veces—admitió, rascándose la nuca—. A Farlan le hace mucha gracia, pero a Levi no demasiada...

—Has dicho algo de tu hermano, ¿te refieres a Levi?

—Sí. Mi hermano también limpia—respondió Isabel, poniéndose sobre las puntas de los pies para llegarle a una tela de araña—. Mucho además. Nuestra habitación siempre huele a productos de limpieza gracias a él. Tiene una pequeña... gran obsesión con la limpieza.

—Puedo imaginarme por qué—murmuró Cassie, en el fondo sorprendida.

—Cuando los conocí, me obligó a lavarme las manos y a limpiarme los zapatos—le contó, sonriendo alegremente—. Si no lo hacía, no me dejaba quedarme allí. Y siempre teníamos que limpiar todo al llegar de la calle. Incluso tenía días para hacer limpieza por allí.

Que cuadriculado, pensó la mayor.

—¿Sigue haciéndoos limpiar? —preguntó con curiosidad.

—Sí, aunque menos que antes—respondió la menor—. Los barrancones tardan más en mancharse.

Cassie asintió.























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Año 832

📍Centro de entrenamiento de cadetes

LUEGO DE UN ARDUO entrenamiento, en el que habían dado la mejor parte de sí, aquel pequeño grupo que comenzaba a estrechar sus lazos fue directo al comedor. Lo cierto era que llevaban tiempo queriendo comer algo, pero el instructor no les había dejado irse hasta que el último equipo no hubiera acabado. Y, como ellos habían sido los primeros, habían tenido que esperar demasiado.

Cassie observó el menú de ese día, y sintió como le rugían las tripas. Esperó pacientemente a que le llegara su turno, aunque la verdad es que estaba a poco de golpear a alguien. Era muy habitual en ella, especialmente cuando tenía hambre, el perder la paciencia en las colas. La ponía de los nervios la gente que se movía a velocidad de caracol, o que tardaba media vida en decidir algo.

—Por amor a Sina, Hange—refunfuñó, haciendo que su mejor amiga la mirase—, ¿Quieres decidirte de una maldita vez?

—Es que los dos platos de verduras tienen muy buena pinta—se quejó la de gafas, haciendo un puchero.

La ceja de Cassie comenzó a sufrir espasmos.

—¿Quieres pillar algo, Cuatro Ojos? —habló Beorn, soltando un suspiro—. Eso o mi hermana te muerde en cinco segundos.

—No tengo todo el día, ojitos.

Hange refunfuñó por lo bajo, para luego agarrar uno de los platos, algo desilusionada de que su mejor amiga no tuviera más paciencia con ella. Cassie observó aquello y acabó agarrando el otro plato para colocarlo en su fuente, sabiendo que los ojos marrones de su mejor amiga comenzarían a brillar como luceros al verlo.

Y no se equivocó para nada, pues en cuanto vio aquel plato cerca suya, Hange soltó un pequeño sonido de emoción.

—¿También le has encontrado buena pinta, Cass? —preguntó, inclinándose con emoción.

—Pusiste la misma cara que un cachorro abandonado en cuanto lo dejaste en la cinta—explicó Cassie, cortando una verdura en trocitos para que no le supiera mal—, y puede que me dieras algo de penita. Así que toma—empujó el plato hacia ella—, como todo lo que quieras. Si dejas algo, ya me lo como yo.

—¡Cassie! —exclamó Hange, tirándose sobre ella—. ¡Eres la mejor!

—Me dejas comer o te muerdo, tú eliges.

El resto del grupo observó la escena con muecas divertidas, incluso curiosas. Beorn era el que más acostumbrado esta a ellas, pues era normal que Hange comiera con ellos en su casa. Harry había comenzado a acostumbrarse a aquellas interacciones entre ambas chicas, aunque se le hicieran raras de vez en cuanto. Maika, Soleil, Angus y Mizuki estaban aun en proceso de asimilar los cambios de humor de las otras dos chicas, tanto Cassie como Hange, pues había visto que se comportaban de forma distinta según de quien se tratara.

Y no podían negar que les llamaba la atención.

—¿Qué te tiene tan emocionada, Hange? —le preguntó Soleil, al ver que casi daba saltos en el sitio.

—No me digas que es por la comida—se burló Harry, sonriendo de lado.

—Harry—lo regañó Angus.

—Es que estuve leyendo libros antes del entrenamiento y he encontrado información muy interesante. Demasiado—habló Hange, a toda velocidad. Necesitó un codazo de su mejor amiga para reducir algo su manera de hablar—. Había un libro medio escondido entre dos estantes.

—¿Medio escondido? —repitió Maika, pinchando una patata—. ¿Estás segura de que no se cayó entre los estantes, Hange?

—No, estoy segura de que estaba escondido. Había otro libro tapándolo.

—¿Por qué iban a esconder un libro, ojitos? —cuestionó Cassie, mirando a su amiga con aire escéptico—. ¿Qué tiene? ¿Las cuentas de la realeza?

—No creo que las escondieran en el centro de reclutamiento de cadetes—opinó Beorn, y Angus le dio la razón de inmediato.

—No, es algo mejor que las cuentas de la realeza—habló Hange, observando a todos con sus ojos emocionados—. Ese libro hablaba del otro mundo.

Todos se quedaron con los bocados de comida a medio camino hacia sus bocas, menos Hange, que comió como si no fuera con ella. Aquello del "otro mundo", les había sonado algo raro. Demasiado para ser exactos.

—¿Otro mundo? —repitió Maika, confundida.

—Hange, deja de comer y explícate—refunfuñó Cassie, dando golpecitos en el suelo con un pie, con aire irritado.

—Es como lo llaman en el libro—explicó Hange, luego de tragar el último bocado de comida que había ingerido. Después de todo, entre su emoción y la amenaza encubierta de su mejor amiga, quería hablar sobre el tema—. Me pasó lo mismo que vosotros, así que me puse a leerlo de inmediato. Ese libro habla del mundo que había antes de los titanes, las murallas y todo lo que nosotros vivimos.

—¿Del mundo... antes de los titanes? —preguntó Soleil, arqueando ambas cejas.

—Ahora tienen sentido que estuviera escondido—habló Maika, soltando un leve suspiro.

—El rey ordenó deshacerse de todos los libros que hablaran de eso—informó Angus, bajando el tono de voz, luego de lanzar una mirada de reojo—. Es muy extraño que haya uno aquí, pero espero que lo hayas dejado en buen recaudo, Hange.

—Lo he dejado exactamente en el mismo sitio.

—Mejor, te habrías metido en un lío si te llegan a pillar—habló Mizuki, mirándola algo preocupada.

Hange hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

Aunque deseaban hablar de aquel libro, no podían hacerlo. No cuando el comedor había comenzado a llenarse de los demás cadetes. Después de todo, si alguien los escuchaba podían hacer que los expulsasen del centro. O peor, tener que ir a hablar con el rey Reiss. Y no eran bueno ir allí.

Después de todo, era conocido por todos lo que pasaba cuando una persona iba a ver a su majestad, especialmente si había estado hablando de lo que había más allá de las murallas, o como había sido el pasado glorioso de la humanidad. Todas las personas que abandonaban el palacio, habían perdido su fuerza vital. Parecían no recordar ni que habían visto en el palacio, como si alguien les hubiera dado un palazo en la cabeza y tuvieran lagunas mentales.

Cassie encontraba eso demasiado sospechoso, pero no quería arriesgarse a tener que vivirlo. Después de todo, cuanto más lejos de la familia real estuviera, mucho mejor para ella. Era un mundo que, literalmente, no era para ella. Demasiado lujo, demasiado protocolo, la pondría de los nervios.

Esperaron a que llegara la noche para reunirse en un lateral del bosque cercano, sabiendo que los demás no se acercarían. Después de todo, solo los que estaban mal de la cabeza se pondrían a andar cerca del bosque luego de un día de entrenamiento. Sus compañeros y compañeras estaban descansando en las cabañas, como deberían estar haciendo ellos. Pero su curiosidad era mucho mayor que su sueño.

Después de todo, el mundo más allá de las murallas era algo sobre lo que todos los habitantes se paraban a imaginar, aunque muy pocos se atrevían a hablar de ellos. Después de todo, eran temibles las represalias. Y del mundo anterior a los titanes no sabían mucho. Sus padres sí que habían visto algo en el colegio, pero ellos habían vivido el momento en el que se había quitado aquella materia de las aulas, por lo que no sabían nada.

—¿Y bien? —habló Cassie, pues los demás solamente miraban a Hange, esperando—. ¿Qué es lo que dice el libro?

—No he tenido mucho tiempo para leerlo, por si alguien me veía—habló Hange, en tono bajo. Para ser ella y estar emocionada, todos apreciaron su esfuerzo de hablar en un tono de voz de precaución—, pero he podido ver más. Tiene imágenes y descripciones sobre todos los lugares de lo que fue el mundo antes de que llegaran los titanes y todo fuera arrasado por su fuerza.

—¿Imágenes y descripciones? —cuestionó Soleil, sorprendida.

—He buscado en muchos libros datos sobre el pasado de nuestro mundo, pero este es el más completo que he visto de todos. No me extraña que estuviera tan bien escondido. Si lo llega a ver el instructor, seguramente lo queme y sería una verdadera desgracia.

—Hange—la detuvieran Cassie y Beorn, sabiendo por donde iban. La chica siguió hablando—. Céntrate. ¿Qué pone en ese libro que te tiene tan emocionada?

—Hay mucho más que bosques, hay enormes extensiones de arena, con montañas y todo—habló Hange, y sus ojos marrones brillaron con emoción—. También habla de algo que es como un río pero mucho más grande y profundo. Y es de agua salada. ¡Con sal! ¿Os lo podéis creer?

—¿Agua con sal? —musitó Mizuki.

—Creo que te has golpeado la cabeza en el entrenamiento—opinó Harry, negando con la cabeza.

—Lo pone en el libro—refunfuñó Hange, dando una pequeña patadita en el suelo, como si fuera el berrinche de una niña pequeña—. El libro lo llama <mar>. Incluso hay otro nombre <océano>, pero no acabo de entender demasiado bien su diferencia, porque ambos son de agua salada....

—Quizás esté en la extensión—ofreció Maika, logrando que la de gafas asintiera emocionada.

—Así que el mar, eh—habló Cassie, logrando que todos se girasen a mirarla. Pero ella estaba ocupada, intentando imaginarse una amplia llanura llena de agua. De agua con sal—. Suena a algo realmente increíble de ver.

—Sin duda—apoyó Soleil.

—En el libro dice que en el mar viven muchos animales—siguió Hange, luego de observar las reacciones de todos—. ¿Os imagináis la de peces que podría haber allí? Seguro que a nuestros pescadores le parecería genial.

—¿Creéis que más allá de los muros... está el mar? —cuestionó de repente Cassie, haciendo que los demás enmudecieran de golpe.

Cassie desvió su mirada marrón a cada uno de ellos, casi viendo perfectamente como sus engranajes mentales comenzaban a funcionar a toda velocidad. Ella no había dejado de pensarlo desde que Hange les mencionó sobre aquello llamado <mar>. Siempre habían especulado sobre qué había más allá de los muros, allí donde los titanes campaban a sus anchas.

—Más allá de los muros hay titanes—respondió Harry, bufando—. Creía que eras de las que atendía en clases, Cassie.

—¿Y más allá? —cuestionó Cassie, con aire retador—. Me cuesta mucho creer que los titanes hayan arrasado con absolutamente todo a su paso. De las montañas de arena puedo creerlo, pero de eso que Hange ha llamado <mar>.... Venga ya, no seas tan iluso.

—¿Enserio crees que más allá está el mar? —cuestionó Harry, arqueando las cejas.

—Las expediciones de la Legión no han llegado suficientemente lejos como para llegar a la conclusión de que solo hay territorio de titanes—se explicó Cassie, reteniendo su mal humor todo lo que pudo. Pese a eso, su ceja izquierda estaba teniendo espasmos de mal humor—. No me suena nada loco pensar en que hay más cosas que llanuras y bosques. Quizás hasta allá arena o... el mar.

—Yo también lo he estado pensando—soltó Hange, sonriendo con emoción.

—Ahora que lo decís...—habló Soleil, para luego esbozar una sonrisa algo soñadora—. Vaya, así que el mar, ¿eh?

—Casi me lo puedo imaginar—señaló Maika, conteniendo su emoción.

—Y eso que no sabemos como son los titanes realmente—suspiró Angus, aunque se le veía desde lejos.

—No seas pesimista, hombre—lo regañó Harry, dándole un leve golpe—. Y piensa en lo que podrías hacer en ese mar.

—¿El qué? —cuestionó Mizuki, confundida.

—Si te bañas en el río, ¿Qué te impide hacerlo en el mar?

—¿La sal? —ofreció Soleil, ladeando la cabeza hacia un lado.

—Es buena para la comida, seguro que también lo es para la piel—replicó Cassie, haciendo un gesto con una mano.

—Salvo si te da en los ojos—refunfuñó Angus.

—Os veo a todos muy emocionados pero yo no lo estaría tanto—intervino Beorn, de brazos cruzados, siendo el encargado de acabar con la emoción de la conversación—. Porque si queréis ver lo que hay más allá de los muros, solo hay una cosa que podéis hacer. Y la última vez que hablamos del tema, no parecíais demasiado felices.

—Evidentemente solo los de la Legión verán que hay más allá de los muros—afirmó Cassie, viendo por donde iban los tiros.

Los demás se quedaron callados, intercambiando miradas entre ellos. Su silencio fue una respuesta más que evidente, no solo para el mayor de los hermanos Mutigman, sino también para la menor de los mellizos. Como solía decir su madre, quien calla otorga.

Beorn negó con la cabeza, viendo claro que sus compañeros se habían olvidado de aquel pequeño detalle. Cassie, por su parte, observaba las reacciones de los demás, intentando averiguar si realmente serían compañeros de la Legión o sus caminos se separarían luego de la graduación.

—Vamos, pensadlo bien—habló Hange, logrando las miradas de todos. Puso mala cara, durante unos segundos, cuando el mayor de los hermanos le rechistó por elevar la voz. Después de todo, no debían cazarlos hablando de aquel tema—. Si nos unimos a la Legión, ¡podremos ver el mar! ¡Y todo lo que tenga dentro! ¡Incluso bañarnos en él!

—Pero los titanes...—musitó Mizuki, con duda.

—¡Veríamos el mar! —insistió la de gafas.

—Si lo pintas así...—suspiró Maika.

—El mayor inconveniente son esos bichos del demonio—señaló Harry, bufando.

—Entonces solo hay que hacer una cosa.

Desviaron la mirada hacia Cassie, quien contenía una sonrisita perversa lo mejor que podía. Beorn, por su parte, observaba a su hermana menor con gesto serio. No necesitaba preguntarle para saber a que se refería exactamente.

—¿Qué quieres decir, Cassie? —preguntó Soleil, confundida.

—¿Qué habría que hacer? —también preguntó Maika.

—Acabar con los titanes—soltó Cassie, haciendo que sus ojos marrones brillaran con determinación—. Hasta que no quede ni uno de pie.




















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Año 839

Zona de Trost

📍Rancho de los Mutigman

SI ISABEL HABÍA PENSADO QUE LA pelinaranja se parecía a su hermano en cuanto la vio con el pañuelo en la cabeza, luego de observarla limpiar podía confirmarlo hasta con los ojos cerrados. Y eso que, en su momento, había pensado que no había persona en la faz de la tierra más obsesionada con la limpieza que Levi. Pero, luego de varias horas limpiando junto a la soldado, estaba segura de que había un empate logístico entre ambos.

Realmente era cierto que Cassie no soportaba la suciedad del rancho. Limpiaba todos los muebles con energía, como si le estuviera dando todo el asco del mundo. Además, cada vez que veía a una araña, sus instintos asesinos cobraban vida, asegurándose de que la machacaba toda. Aunque luego limpiaba lo que había causado, Isabel pensaba que era un poco sangrienta.

No puedo esperar a verla contra titanes, pensó emocionada.

—¿Necesitas ayuda con eso? —cuestionó Cassie, girándose a mirarla.

—No, ya está—respondió Isabel, sonriendo de forma ligera—. Falta volver a meter todo en el armario, pero no sé cuál es el orden.

Y si eres tan parecida a mi hermano, seguramente me mates si te lo descoloco, pensó, pero no lo dijo en voz alta.

—Por eso no te preocupes, Isabel—replicó Cassie, con tono tranquilo, para alivio de la menor—. Si fuera otro armario, pero este solo tiene trastos viejos. Mi madre no sabe tirar lo que ya no le es útil. No sé qué de la melancolía o algo así...

Isabel asintió con la cabeza.

Ambas ordenaron lo que había en el armario, que básicamente era viejo equipo para el negocio familiar. Los Mutigman llevaban mucho tiempo con los caballos, especialmente porque aquellos que no se iban al ejército por algún problema de salud, habían decidido contribuir a la fuerzas armadas de todas formas. Así había nacido su oficio: el criar y adiestrar a los futuros caballos de la Legión, junto con muchas otras familias.

Después de todo, un caballo era el mejor amigo de un soldado fuera de los muros. Y, luego de ver a lo que se dedicaba la familia Mutigman, Isabel entendía por qué Cassie se había enfadado con Flagon cuando tuvieron el inconveniente de los caballos. Ahora todo tenía sentido para ella.

—¿Vamos a ver como están mi padre y los chicos? —cuestionó Cassie en cuanto acabaron—. Temo que se maten a palos entre ellos.

—¿Eh? —Isabel puso una mueca extraña.

—Me refiero a mi padre y Beorn—aclaró la mayor, riendo ligeramente al ser capaz de leer la expresión de la joven a su lado—. Ninguno de los dos tiene muy buen carácter cuando los regañan o quieren hacer algo por ellos mismos. No me extrañaría nada que montaran un numerito de los suyos delante de Farlan y Levi.

Y me daría algo si lo hacen, pensó la mayor de las dos, aunque no lo dijo en voz alta.

Isabel rio, rascándose la nuca. No sabía que contestar a eso.

Al no tener una negativa, y haber terminado con su parte de las tareas, Cassie e Isabel salieron de la habitación para dirigirse al exterior de la casa. Sabían que Duncan y los chicos estarían en el establo, pues estaba claro que en aquellos meses tenían mucho trabajo con los caballos. Los nuevos nacimientos siempre significaba tener a nuevos animalitos a los que entrenar, y los potrillos siempre eran los más difíciles de llevar. Después de todo, tenían demasiada energía y siempre preferían jugar que entrenar. En otras palabras, era importante tener mano dura para que aquellas criaturitas no fueran a su aire.

Cassie no sabía que esperar encontrarse en el establo, para ser honestos. Teniendo en cuenta los caracteres de los cuatro varones que se habían alejado para trabajar juntos, hasta se esperaba ver el granero ardiendo. Después de todo, Farlan era el más tranquilo de todos; y aun así intuía que tenía su carácter. Y no sabía como su padre iba a manejar a alguien con el carácter de Levi.

Sin embargo, se encontró con un panorama bastante diferente del caos mental que se había estado montando ella sola. Los cuatro varones estaban en silencio, sin gritarse ni nada por el estilo. Duncan y Beorn estaban en un lado, revisando los cascos de varios ejemplares. Farlan estaba rodeado de potrillos, intentando darles de comer a todos sin que ellos lo tiraran al suelo, siendo una tarea verdaderamente difícil. Y Levi estaba limpiando algo que no veían, pero que a ninguna de las dos les impresionó demasiado.

—Vaya, y yo que esperaba ver sangre y vísceras por todos lados—habló Cassie, nada más entrar en el establo, con las manos en las caderas. Su voz llamó la atención de los cuatro varones—. Estoy gratamente sorprendida.

—Hoy amaneciste graciosa, eh, pequeña sabandija—respondió Duncan, elevando la mirada de lo que estaba haciendo.

—Y tú desayunaste una tila, ¿no, viejo? —se burló ella, sonriendo de forma ladeada—. Te veo muy tranquilo.

—Ven a que te patee el trasero, descarada zanahoria.

Cassie rio ligeramente, acercándose a su padre con unos cuantos pasos. Duncan le dio un ligero golpecito en un hombro, mientras la regañaba por hablarle de aquella manera a su padre. Por supuesto que sus palabras cayeron en saco roto, como siempre. Los mellizos siempre iban a tener aquella relación tan extraña con su padre, por mucho que el propio hombre se esforzara en intentar cambiarla.

Isabel, por su parte, fue a echarle una mano a Farlan, quien parecía tener verdaderos problemas. Los potrillos realmente tenían hambre, y no parecían querer andarse con tonterías para comer. Si debían tirar a aquel desconocido, lo harían sin problemas.

—¿Qué llevas en la cabeza? —fue lo único que le preguntó Beorn a su hermana.

—Un pañuelo, hermano, un pañuelo—respondió Cassie, llamando la atención de Levi, quien dejó de limpiar para mirarla de reojo—. Si no me pongo algo en la cabeza, se me mete el pelo delante de la cara. Y así no veo para limpiar, ¿sabes? —sonrió de forma divertida—. Lo sabrías si limpiaras más, hermanito.

—No gracias, prefiero que lo sigas haciendo tú.

—Como si me sorprendiera viniendo de ti, vago.

Isabel contuvo una risita al percatarse de la mirada de Levi puesta en Cassie, pues el pelinegro todavía seguía mirándola 'disimuladamente'. Ella no le había dicho nada a la mayor de que todavía llevaba puesto el pañuelo, precisamente porque quería ver la reacción de su hermano. Una pequeña jugarreta para su querido hermano, el obseso de la limpieza por excelencia.

Y ahora sabía que había sido una buena idea.

—Creo que Levi se encuentra mal—le dijo Farlan en un susurro.

—¿Ah? —Isabel lo miró de reojo—. ¿Por qué dices eso, Farlan?

—Creo que está intentando sonreír—explicó el rubio, haciendo una mueca extraña. Parecía algo preocupado por su amigo—. Le va a dar algo, porque no recuerdo haberlo visto sonreír en ningún momento.

—Yo tampoco lo he visto nunca.

Ambos intercambiaron una mirada preocupada, preguntándose si realmente tendrían que llamar a un médico o algo por el estilo. Después de todo, nunca habían visto a Levi sonreír. Ni siquiera Farlan, quien llevaba más tiempo con él, compartiendo el mismo espacio. No, desde luego que el rubio no recordaba haberlo visto sonreír en ningún momento.

¿Enserio va a sonreír?, se preguntó Farlan. Porque en realidad parece que algo le sentó mal...

¿Debería decirle algo?, también se preguntó Isabel.

—Oi, mocosos—los llamó la voz de Levi, haciendo que ambos dieran un brinco en el sitio al ser sacados de sus pensamientos de forma tan abrupta. Él los observaba con su habitual seriedad, empleando el tono de regaño que tanto habían escuchado en el subterráneo—, el trabajo no se va a hacer solo. Dejad de hacer el vago.

—Que amargado es—refunfuñó Farlan, volviendo a lo que estaba.

—Por eso me gustaría que se echara novia—musitó Isabel, haciendo un puchero cargado de tristeza—. Seguro que así mi hermano estaba de mejor humor.

—O acabaría siendo un asesinato.

—Que poco romántico eres, Farlan—se quejó Isabel, haciendo un puchero.

Farlan rio por lo bajo, negando con la cabeza. A veces, las fantasías de la chica no sonaban tanto a fantasías. Después de todo, él mismo se imaginaba como sería su amargado amigo si consiguiera tener pareja. Aunque le costaba mucho pensar en alguien que fuera capaz de aguantar las muecas de pocos amigos que Levi tanto hacía.

Cassie desvió la mirada al escuchar la risa de Farlan, sonriendo escuetamente al verlos tan cómodos. Su mirada marrón fue a Levi, quien parecía tener la vena de la frente más marcada. Aparentemente Isabel ese día se había levantado con ganas de ver el mundo arder, pues tomó el biberón que le había estado dando a uno de los potrillos y le echó un poco en la cara a su hermano. Levi puso peor cara que antes, gruñéndole algo, mientras la menor se reía, siendo coreada por Farlan.

—Parecen más cómodos que en el entrenamiento—observó Beorn, viendo que ahora se manejaban mejor con los potros.

—Sí, y es un alivio—señaló Cassie, desviando la mirada hacia él—. No podremos hacer un buen trabajo contra los titanes si no tenemos buen trabajo en equipo.

—Me sorprendió saber que alguien como Erwin quisiera reclutar a ladrones del subterráneo para la Legión—habló Duncan, haciendo que sus hijos lo mirasen al instante, algo tensos por escuchar el comentario de su padre. Sin embargo, el hombre sonreía—. Luego de verlos trabajar, no me sorprende. El jovencito, Farlan, tiene muchas ganas de trabajar. El tal Levi tiene cara de culo, pero parece tener mucha fuerza... y eso que es bajito.

Cassie lo golpeó, mientras Beorn tosía para ocultar una risa.

—Que manía tenéis los dos de meteros con la altura de las personas—se quejó la chica, inflando las mejillas.

—Es que... es más bajito que tú—señaló Duncan, como si no fuera bastante obvio—. Realmente pensé que no encontraría a nadie así.

—¿Ah? ¿Qué quieres decir con eso, viejo?

—Que sin duda el sabandija de tu hermano se llevó la altura que te correspondía, zanahoria.

Cassie refunfuñó por lo bajo, volviendo a golpear a su padre en un brazo. Duncan y Beorn se rieron de su mal humor, empeorándolo en el acto, por supuesto. Levi, Farlan e Isabel observaron la escena desde sus posiciones, casi como si fueran los espectadores de una obra de teatro o algo por el estilo.

A pesar de que su padre la sacaba de quicio con sus bromitas, estaba claro que Cassie adoraba pasar tiempo con su familia. Lo habían visto con el pequeño Rinc, con su madre y ahora con su padre. Realmente se podía ver a distancia que los Mutigman eran una familia peculiar, realmente extraña a su manera, pero no se podía negar que estaban unidos. Porque, verdaderamente, lo estaban. Y con mucha intensidad y fuerza.






































¡HOLA, HOLA! ¿Qué tal están? ¡Espero que bien!

¡Ya es oficial! ¡Levi, Farlan e Isabel conocen a todos los Mutigman! La verdad es que tenía ganas de que los conocieran, especialmente al pequeño Rinc (lo llamo pequeño cuando en verdad tiene la misma edad que Armin, en fin, la hipotenusa). Además, la dinámica familiar es una de mis favoritas, porque Cassie y Beorn se parecen a sus padres [ a Devendra menos, los genes de Duncan son fuertes].

¿A qué ahora os han quedado ganas de saber que hacían Duncan, Beorn, Farlan y Levi mientras tanto? ¿O de que han podido hablar? Incluso yo me lo pregunto, y soy quien lo escribo, ajam ajam. Puede que haya alusiones en un futuro, depende un poco de mi mood porque los siguientes actos me suponen dolor mental (especialmente por el estreno de esta semana, ay dios, no estoy ready).

No sé si os habéis fijado, pero Levi anda muy observador. Hum, hum, que andará tramando el enano... Quien sabe, quien sabe. 

(io si sé, pero no wa a desir :3)

Bueno, ¿Qué os ha parecido? 

¡Espero que os haya gustado!

Hago un friendly reminder de que mi fic de Shoto está disponible en mi perfil, para quien le guste nuestro mitad-mitad favorito (mezclando el apodo de Bakugou para hacerlo más lindo). La protagonista tiene toques parecidos a Cassie, así que os recomiendo leerla si os gusta nuestra soldado pelinaranja (a veces pongo pelirroja porque x, pero bueno). 

Nada más por mi parte pero...

¡Nos leemos en comentarios!

—👑

|Publicado|: 27/02/2023

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