➼ once

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Capítulo once:
Muchas chicas te quieren.

─¡Gilbert! ¡Sebastian!─ grité corriendo detrás de ellos.

Mis piernas estaban cansadas, pues cuando les pedí a mis padres permiso para buscar al chico, ellos ya se estaban yendo.

─¡GILBERT ROMEO BLYTHE! ¡SEBASTIAN LACROIX!─ creo que rompí mi garganta.

Sebastian paró y miró hacia atras. Al verme, golpeó el hombro de Gilbert, quien volteó también. Caminé rápidamente hasta llegar a donde estaban los dos. Me tomé unos segundos para respirar.

─¿Te llamas Romeo?─ preguntó Bash en modo de burla.

─No, pero Pauline solía decir que me quedaría bien como segundo nombre─ respondió Gilbert mirándome con una ceja alzada─. ¿Sucede algo?

─En verdad no, pero quiero darles uns cosa─ del bolsillo de mi campera saqué dos cajas─. Feliz navidad atrasada.

Ambos se miraron y sonrieron aceptando el regalo. El de Bash era un reloj de bolsillo, mientras que el de Gilbert era colonia de hombre.

─Muchas gracias, Pauline, me encanta─ dijo Sebastian guardando el reloj.

─Lo mismo digo─ Gilbert me miró y sonrió de lado.

Me aclaré la garganta que de pronto la sentí seca.

─Me alegro─ dije─. Bueno, debo irme que ya es muy tarde.

Me despedí antes de comenzar a caminar hacia donde mi familia me esperaba y subí al carruaje que nos llevaría a casa.

•••

Entré a clases junto a Aaron, quien tenía su mano entrelazada a la mía. No tardamos en ser el centro de atención ya que varios se acercaron a felicitar, principalmente al rubio. Miré a Gilbert quien nos miraba con una pequeña sonrisa y el ceño levemente fruncido.

Aaron se fue junto a sus amigos dejándome a mi junto a Diana, quien comenzó a atacarme con preguntas sin ocultar la emoción. Jane comentaba lo afortunada que era, mientras Tillie preguntaba:

─¿Pero estás embarazada?

─Claro que no─ exclamé─. Las cosas no funcionan así, créanme.

─Pero te besó─ exclamó Ruby.

─Los bebés no se crean mediante besos─ reí.

Del otro lado podía oír a Gilbert hablando con el profesor Phillips sobre su futuro. El hombre no parecía muy contento por la manera en que escribía en el pizarrón. Volví mi mirada a las chicas, quienes conversaban sobre el musical.

─Mi padre está muerto, señor─ oí decir a Gilbert.

Anne y yo volteamos al mismo tiempo. Phillips de verdad era un mal nacido.

─Si, bueno, la metáfora funciona igual─ dijo el hombre.

Fruncí el ceño. No podía creer como habían personas con tan poca sensibilidad. Miré al castaño que se había sentado en su lugar, claramente se sentía mal. Volteé a ver a Anne, encontrándome con su mirada.

─Estoy segura que estamos pensando lo mismo─ dijo.

Asentí.

La clase comenzó, pero no pude prestar atención. Las palabras que decía el profesor sonaban lejanas y el libro parecía estar fuera de mi alcance. Lo veía pero lo sentía borroso.

¿Quizá los besos si embarazan? No, no seas estúpida. Sabes bien como es el proceso.

Me levanté, haciendo que el profesor parara su lectura y me mirara seriamente. Solo yo sabía lo que estaba por suceder.

─¿Sucede algo, Roberts?─ preguntó sin ningun indicio de importancia.

─Me voy a desmayar.

Así fue, todo se volvió negro y lo último que sentí fue el golpe de mi nuca en el suelo. Parecía un sueño de cinco segundos, y al abrir los ojos me sentí confundida.

Estaba segura de que había sido un sueño, pero había sido real.

─Line─ oía la voz Gilbert entre la cantidad de murmullos.

Todo lo que estaba iluminado lo veía demasiado blanco. Cuando por fin las cosas dejaron de dar vueltas, dirigí mi vista hacia arriba donde Gilbert me tenía entre sus brazos.

─Te bajó la presion─ dijo al captar mi mirada─. Pero ya estas bien.

Aaron se acercó con un paño para secarme el sudor. Sentía mi corazón en todo el pecho y respiraba agitada. Me sonrió murmurando que todo iba a estar bien.

─El profesor Phillips fue por tus padres─ dijo Cole apretando mi mano.

Asentí volviendo mi mirada a Gilbert, quien tenía una expresión de preocupación. Controlaba mi pulso tocando mi cuello y luego me regaló una sonrisa tranquilizadora.

─¿Estas mejor?─ preguntó analizando mi cara.

─Me duele un poco la cabeza─ admití.

─Es normal. Debes cuidarte─ dijo seriamente─. ¿Sabes por qué pudo haberte pasado? ¿desayunaste?

─Bueno, tenía prisa─ me miró mal─. Lo siento.

Cuando llegaron mis padres, no pararon de hacerme preguntas. Mi madre me regañaba mientras se apoyaba del seños Phillips, quien hacía esfuerzos por no caer gracias a la fuerza que ejercía.

Todo eso porque Gilbert traidor le contó que no había desayunado.

─¡Casi me haces parir en medio de la cocina, Elizabeth!─ gritaba sujetando su panza.

Una vez que estuve en casa, me obligaron a comer y descansar. Pasé toda la mañana leyendo. En la tarde vinieron Diana, Ruby y Anne a visitarme.

─Estabas blanca como la nieve─ comentaba la rubia.

─Nunca presencié un momento así─ decía la pelirroja.

─Si, nos preocupaste─ admitió Diana.

─Estoy bien, chicas─ dije acomodándome en mi cama─. Ahora vayan al Club que Cole las debe estar esperando.

Las tres asintieron y besaron mis mejillas. Desaparecieron por la puerta luego de saludarme con la mano. Mi padre apareció con Ellie a su lado, notificandome que iban a ir por verduras.

Retomé mi lectura, pero me vi obligada a parar cuando escuché que alguien entraba a mi habitación. Levanté la vista encontrándome con la mirada avellana de Gilbert.

¿Cómo entró?

─Tu padre me dejó entrar─ dijo como si leyera mis pensamientos─. ¿Te sientes mejor?

─Si─ contesté jugando con las hojas del libro─. Gracias por preocuparte. ¿A qué viniste?

─Bueno, volvía de comprar algunas cosas y quise visitarte─ se encogió de hombros mientras se sentaba en los pies de la cama─. También felicitarte por lo de Aaron, es un buen chico y te lo mereces.

Sonreí como agradecimiento. Me hice a un lado para que él se recostara también. Nos quedamos en silencio un tiempo, disfrutando el momento a solas ya que no habíamos tenido uno decente desde que volvió a Avonlea.

─Admito que pensé que ambos estaríamos solteros toda la vida─ dijo luego de unos minutos─. O que terminaríamos juntos.

Me encogí en mi lugar, fingiendo que los diseños de mis sábanas eran muy interesantes. Sentía la mirada de Gilbert y luego escuché su risa.

─Es broma, Line. Tu nunca te enamorarías de alguien como yo.

Creo que le haría bien ir al oculista.

─No vas a terminar solo, Anne te quiere─ dije y suspiré antes de agregar: ─. Ruby te quiere también. Estoy segura de que cualquiera estuvo, y estará, atraída hacia ti. Muchas chicas te quieren.

─Pero no la persona que yo quiero─ lo miré con el ceño fruncido.

─Acabo de decir"Anne"─ hice énfasis en el nombre de la pelirroja.

─Olvídalo, Line─ sonrió de lado, se levantó y me miró─. Me alegra que estes bien, nos vemos.

Y desapareció de mi habitación.

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