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Ese día, no era martes.

Era un lunes que pedía a gritos que sucediese algo interesante para poder dar inicio a su semana con buen pie, era por eso que, a pesar de que Miles veía a Lianne solo los martes, decidió ese día buscarla en donde trabajaba.

Llegó a Sunny Ice, ella le había mencionado que era la heladería de su madre y que trabajaba siempre ahí; la encontró trabajando atendiendo a varias personas en la caja. Decidió hacer la cola para hablarle y también aprovechar de pedir un helado.

— ¿Miles? ¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendida la pelirroja. Le parecía agradable verlo un día diferente al martes.

—Vine a verte y a comer un helado de fresa—le sonrió.

—Un helado de fresas para el chico más genial de aquí—habló para luego comenzar a servirle el cono de helado.

Miles la miró mientras ella le servía el helado para luego entregárselo, le pidió que la esperara un poco ya que pronto terminaría su turno y podían ir a otro lado. Decidió comer su helado sentado en una de las mesas hasta que se percató de una mirada sobre él.

Era una chica más o menos de su edad que al darse cuenta de que el castaño la había descubierto volteó rápido la mirada y éste notó como se sonrojaba, le había parecido tierno ese gesto, sin embargo no conocía a esa chica y por esa razón decidió ignorarla.

La pelirroja se acercó a su mesa y se sentó frente a él, así podían hablar mucho mejor y más cómodos. Él la miró embobado, cosa que ella pudo notar.

— ¿Sería muy extraño si te digo que me pareces linda? —preguntó tímido, Lianne le sonrió.

—Yo creo que eres muy tierno Miles.

— ¿Sería más extraño si yo me confesara?

— ¿Qué?

Creyó haber escuchado mal. Alguien llegó junto a ellos y los interrumpió.

—Billie, llegaron clientes —le dijo uno de sus compañeros de trabajo. Lianne asintió y fijó su mirada en el castaño que tenía al frente.

—Debo continuar—le dijo levantándose de la mesa—. ¿Te parece si dejamos esto para luego? —Miles asintió y le sonrió, aunque realmente sentía como si ella lo hubiese rechazado. Solo quería llorar—. Bien, nos vemos— besó su mejilla haciendo que este se sonrojara un poco.

Miles sonrió cuando ella se dio la espalda, volteó su cabeza y se fijó que la misma chica que lo estaba viendo antes. Su mirada se mantuvo junto a ella, pero esta vez, la muchacha no bajó la cabeza, esta vez se levantó de donde se encontraba y empezó a caminar hacia él.

—Hola—lo saludó cuando llegó a su lado—. ¿Puedo sentarme contigo? —Miles la miró sorprendido y tartamudeó en su respuesta hasta que al final aceptó su petición.

—S-sí, claro, puedes sentarte—respondió, ella se sentó frente a él—. Soy Miles Harris—se presentó un tanto tímido. Por alguna razón, la chica lo intimidaba un poco.

Pudo detallarla rápido. Tenía mejillas regordetas, el cabello corto y oscuro, su piel era un poco bronceada y su sonrisa era una de las más bonitas que había visto. Sintió por un momento como si algo lo hubiese cautivado al mismo tiempo.

—Maia Lee—Le dijo sonriendo. —Y dime Miles, ¿Qué pasa con esa chica?

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