capítulo 15 no acepto

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Lexa acompañó a Clarke hasta afuera. Aunque de poco servía, la boda no iba a seguir su curso, no mientras que los Bertolini estuviesen intrigados por esa extranjera de comportamientos raros, ni que decir, entrar en la iglesia y gritar como lo hizo, así pues, la escena quedaba con un tumulto de Bertolini asomados por la puerta de la iglesia y Raven al otro lado de la calle apoyada en la pared.

Justo era el momento en el que Clarke debía decir algo, algo como lo haría la ojiverde, que la miraba intensamente y con una leve sonrisa. Tanto era el pudor que sintió la rubia que se vio obligada a retirar la mirada unos segundos, manoseando uno de sus zapatos rotos. Incrementando la intriga de la castaña, que internamente estaba en plan animadora gritando "Vamos Clarke, tú puedes":

– ¿Clarke que estás haciendo aquí?

Le preguntó de nuevo la ojiverde:

– ¿A caso no es evidente? E interrumpido una boda gritando que te quería– definitivamente, las confesiones de amor no era lo suyo– me fui en medio de la boda de mi hermana– frunció el ceño y divagó– le voy a coger gusto a interrumpir bodas– movió la cabeza saliendo de sus divagaciones para seguir con lo que estaba diciendo– Llegué a Nueva York, te busqué y ya no estabas, me equivoqué, me dejé comer la cabeza por mi familia, ya me conoces soy despistada, torpe y cabezota, me costó mucho admitir que te quería– puso las manos en son de paz– y no era porque seas pobre– Lexa arqueó las cejas, Clarke cerró los ojos al darse cuenta que eso había sonado mal, deberían existir libros de autoayuda para estos casos "confesiones de amor a una italiana"– lo que quiero decir, joder la situación social en la que pertenezcas me da igual– Lexa amplió más su sonrisa, mientras que Clarke se tapó la cara unos segundos– vale, intento ponerme a tu altura y declararme como en tu carta...

– Creo que un "te quiero" es el resumen perfecto.

Clarke cerró los ojos asintió y sonrió:

– Consigues que suene romántico hasta para una frase tan simple como esa– miró suplicante a Lexa– no tengo dinero, mi familia me ha dado la espalda y sé que quieres recuperar tus viñedos, me han dicho que la única forma de hacerlo es casándote con el Bartolo ese... no lo hagas Lexa te quiero y si hace falta...

Iba a darle los documentos que le dio Octavia, lo que no esperaba es que Lexa volviese a interrumpir y la sorprendiere con un:

– Está bien...

Clarke la miró desconcertada:

– ¿Qué?

Lexa amplió una sonrisa y acortó más la distancia dando un paso, para acariciar su mejilla, estaba roja por la carrera y porque en la vida imaginaba acabar en una situación así:

– Si tú me lo pides Clarke, no me caso.

– ¿Aunque eso signifique perder tus tierras?

Preguntó con un hilo de voz en plan "no me lo puedo creer":

– Si por recuperar mis tierras significa perderte, renuncio a los viñedos a cambio de pasar mi vida a tu lado, aunque sea al otro lado del mundo y tenga que trabajar de lo que sea.

Clarke sonrió, dejó caer los zapatos rotos al suelo, se puso de puntillas y atrajo a Lexa para darle ese beso esperado, la morena la abrazó para atraerla más y profundizar el beso, ese beso que llevaba queriendo darla desde que la vio entrar en la iglesia, con pelos alborotados, los zapatos en las manos y gritando como una loca.

Bueno, aun le quedaba darle la noticia de que no hacía falta de que trabajara de cualquier cosa porque los Blake se encargaban de cubrir la deuda. Así que, los Bertolini recuperaban lo que es suyo al cien por cien y no una pequeña parte por ser la mujer de... regresando a la escena del beso apasionado. Los de la iglesia que se hallaban a la espalda de la rubia quedaron mudos y casi sin pestañear fueron saliendo poco a poco, mientras que una americana castaña hacía el baile de la celebración, al lado de su mochila y la maleta de Clarke. Lexa se separó para coger aire y juntó su frente con la de la rubia, no hacía falta decir nada, tan solo se miraron y sonrieron, hasta que la morena se percató de unos cuantos pares de ojos poniendo su atención en ellas:

– Clarke– Se separó un poco y la miró fijamente, la hablaba casi como a un niño pequeño al que tenía que darle una noticia muy seria– siento por lo que vas a tener que pasar.

La sonrisa de Clarke se le borró y achicó los ojos:

– ¿qué voy a tener que pasar? ¿Por qué?

– Mi familia es mucho más efusiva que la tuya– tragó saliva, agarró la mano de Clarke y dio unos pasos, menuda sorpresa el de la ojiazul al encontrarse a casi un centenar de personas mirándolas en silencio– ella es Clarke, la mia amore

Raven se puso en guardia, por si acaso se trataban de una secta homofóbica y tenía que hacer la de Kevin Costner en el guardaespaldas, solo que la Whitney Houston era Clarke Griffin. Los presentes intercambiaron miradas, incrementando la tensión y los nervios de Clarke, hasta que sin esperárselo nadie empezaron a gritar de alegría y alzar los brazos, incluso Clarke pegó un brinco por el susto. No entendía nada de lo que decían, no creía que pudiera ser algo malo, se le acercaban en manada y la abrazaban y daban dos besos en la mejilla:

– Bienvenuta nella nostra famiglia

Clarke miró con desesperación a Lexa, que curvaba los labios y le traducía en voz baja:

– Bienvenida a nuestra familia

Alzó la voz y les habló en italiano, haciendo que estos alabaran aún más efusivos y joviales, comenzando a entrar a la iglesia, sobre todo los novios que eran los importantes en esa ceremonia, Raven estaba igual de emocionada que los Bertolini, que recibimiento ni se imaginaba a los Griffin comportándose así. Se fue acercando a las chicas conforme se iban quedando a solas y la enorme familia de Lexa iba entrando a la iglesia. Bueno, todos menos un hombre y una mujer que se mantuvieron alejados, el hombre era alto, corpulento, de mediana edad y con barba, parecía disgustado, mientras la mujer parecía tener cara de pena, fueron los únicos que no regresaron a la iglesia, si no que se marcharon:

– ¿Quiénes son?

Preguntó Clarke al ver como se alejaban:

– Mis padres– se abrazó miró a la rubia, nuevamente sonrió y le abrazó– ya hablaré con ellos no te preocupes, en cuanto te conozcan se enamorarán de ti

– No sé yo– dijo Raven dando una palmada en el hombro de Lexa– apareció gritando en la boda de tu primo y descalza.

Clarke puso los ojos en blanco, menos mal que en la maleta tenía otro par de zapatillas deportivas, aunque con su vestido gris no conjuntaba nada. Por hacer el favor a la ojiazul, Lexa no volvió a entrar a la iglesia, mejor las llevó hasta la hacienda Bertolini. Raven estaba alucinada y para que mentir, Clarke también, aunque no era mujer de campo, odiaba los bichos y en una hacienda como esa, seguro que hay mucha araña. Nada más llegar ya les estaba esperando una jovencita, morena, de ojos castaños, delgada y con uniforme sencillo y una cofia bien sujeta al pelo:

– Costia, puedes llevar las maletas a las habitaciones de invitados.

La chica asintió y agarró la maleta de Clarke, la mochila de Raven tenía pinta de pesar mucho, así pues, lo dejó para el siguiente viaje. La castaña paseó por el enorme salón, lleno de retratos, de muebles con libros, una pequeña bodega con botellas de vino, figuritas. Incluso llegaba a musitar expresiones de asombro. Como era de esperar, Clarke estaba en otra:

– Sé que soy invitada, me has presentado como tu pareja ¿no vamos a dormir juntas?

Lexa curvó la comisura de los labios:

– Somos una familia de tradiciones– Explicó agarrando de su mano y la llevó a conocer la casa, dejando a Raven sola, no es que fuera una casa con el tamaño de una mansión, pero si era considerablemente grande, caminaron por un pasillo y pasaron por el lado de la cocina– Antes de empezar cualquier relación, el hombre en tu caso mujer, tendría que haberse acercado a mi padre y pedido permiso para salir conmigo– salieron a la parte trasera, en el patio trasero había una zona con mesas y sillas, ahí es donde la familia se reúne, monta sus cenas y fiestas, había tres caminos, uno daba a los establos, otro a un bonito jardín con una fuente y el tercero a los grandes viñedos de cepa en forma de vaso, Lexa la guio al jardín y se sentaron junto a la fuente marmórea con una sirena en el centro– aunque te dieran permiso para casarte conmigo, no podrías dormir conmigo hasta que ya estuvieras casada.

Clarke recordó la mirada de su padre, algo le decía que no lo iba a tener nada fácil, maldijo en su fuero interno, seguramente se trataba del Karma por todo lo que tuvo que soportar Lexa con su familia, la diferencia es que tenía a Raven para darle apoyo, aunque en esos momentos anduviera perdida por la hacienda:

– Creo que tu padre no me daría la bendición nunca.

– Tu llegada ha significado una perdida muy grande, él tenía la ilusión de recuperar gran parte de los viñedos.

Clarke curvó la comisura de los labios, agarró la mano de Lexa y le besó el reverso de la mano:

– Y si te digo que no los podéis perder, que, con solo una firma, podéis recuperarlo todo...

La morena la miró sin comprender:

– ¿Cómo Clarke? Ni familia no tiene el dinero para cubrir nada de la deuda

Clarke de la emoción se levantó, aunque luego volvió a sentarse en las largas piernas de la ojiverde, se mordió el labio inferior, contó hasta tres y se lo soltó:

– Octavia consiguió reunir todo el dinero, solo tienes que firmar el traspaso, mandarlo escaneado, hacer unas llamadas y adiós deuda, la hacienda vuelve a ser de tus padres y sin necesidad de que te cases.

Esperaba un "esplendido" "maravilloso" "viva la vagina de la muerte" aunque esa última no venga a cuento... entenderme llevó despierta toda la noche y no dejo descansar a mis dedos, alguna ida de pinza os encontraréis de vez en cuando... Como iba diciendo, por el contrario, Lexa permaneció seria, necesitaba procesar la información. Clarke Griffin, la mujer que amaba y que hasta hace poco tenía a su disposición una gran fortuna, le acusó de quererla por el dinero y no solo ella, si no, que también Octavia Blake también, aparece en Italia para confesarle que le quiere y sin más le dice "por cierto cariño, después de creer que me querías por dinero, Octavia se ha encargado de tu deuda familiar" la apartó para levantarse totalmente seria y negó con la cabeza:

– No voy a aceptarlo Clarke, ¿De qué me sirve defender mi honor si luego aceptase vuestro dinero?

– No es mi dinero, ni si quiera se lo pedí, fue Octavia quien tomó esa decisión– se levantó y le aferró de las mejillas para que la mirara a los ojos– sé que me quieres, sé que eres capaz de dejarlo todo por mí. No tienes que defender nada, te creo...

– Clarke...

Comenzó a hablar entre dientes, pero la rubia puso un dedo índice en sus labios:

– Lexa, te quiero y quiero que seas feliz, este es tu hogar, tus raíces, querías regresar desde hace tiempo y yo no te voy a separar de tu hogar...

– Tú eres mi hogar– le dijo antes de besarla en la frente– aun así, mi padre nunca lo aceptaría, preferiría trabajar para un Moretti por el resto de sus días, que deberle dinero a una extranjera.

Clarke gruñó:

– Pero, vamos a ver ¿me van a odiar por ser mujer y extranjera?

– Muy en el fondo no tienen problemas con que seas mujer, pero que seas la mujer que se ha interpuesto entre mi compromiso con Bartolomeo y para colmo no eres italiana, con eso si tendrán un poco de aversión.

Clarke hizo una mueca de pavor. Lexa carcajeó y posó las manos en sus mejillas con dulzura, inclinándose lentamente hasta rozar sus labios, unos besos breves, seguidos y aun ser muy dulces, consiguió que el chich... que diga, que las piernas de Clarke temblaran y la convirtieran en puro líquido.

Momento de la verdad, lleno de tensión e incómodo. La cena familiar, una cena íntima, porque lo común es que cuando hay un invitado la familia se reúna para dar la bienvenida. Habían cinco alrededor de la mesa y tanto Raven como Clarke estaban alucinando, habían preparado comida para un regimiento, cantidad de pastas, de ensaladas, de asados... Lexa no exageraba cuando le dijo que les gustaba comer. Gustus la miraba serio y en silencio, tampoco podía decir si le miraba con odio, resentimiento o indiferencia, es esa expresión facial que no dice nada. Indra carraspeó e intentó sacar conversación, no recordaba mucho el idioma, pero de joven estuvo estudiando fuera del país y sabía algo de inglés, no el americano, algunas expresiones y acento cambian según sea la zona geográfica:

– ¿qué tal el viaje?

Clarke miró su plato y el resto de la mesa, la sirvienta les había llenado el plato hasta arriba ¿Cómo era posible que Lexa estuviera tan delgada? Ella ya estaba viendo toda esa comida alojándose en su culo, en sus caderas o piernas:

– Fue toda una aventura, nunca viajo en autobús

No quiso pensarlo, porque a lo mejor les hería los sentimientos rechazar la comida, aun no sabía cómo era la cultura italiana:

– ¿por qué?

Quiso saber la madre de Lexa:

– Bueno mi familia...– comenzó a responder con sinceridad, hasta que Lexa carraspeó suave y negó levemente con la cabeza, para que solo lo captar Clarke, aunque también lo entendió Raven– bueno– cambió la respuesta– en Nueva York uso transporte... vehículo propio– volvió a mirar a Lexa que estaba sentada enfrente, en esta ocasión le regaló una sonrisa y sin que nadie se lo esperara, le dio el venazo de rubia bipolar y...– Señores Woods-Bertolini, les pido permiso para salir con su hija

La castaña apretó los labios, Clarke Griffin pidiendo permiso para salir con Lexa, eso era un evento único en la historia. Gustus siguió mirándola sin cambiar su expresión facial:

– Mi hija ya le dijo a toda la familia que estáis juntas– Clarke comenzó a empequeñecerse, no lo había escuchado hablar hasta entonces, tenía una voz muy gruesa y daba miedo, viniendo de un hombre tan corpulento, normal– me estás diciendo que en Nueva York la respetaste– La ojiazul puso ojos como platos "respetarla" que ella recuerde fue Lexa la primera en comerle el coño"– y por eso me estás pidiendo permiso

– Si

Respondió algo insegura:

– ¿Me estás tomando el pelo?

– No

Volvió a responder achicada:

– ¿Que no me tomas el pelo? O ¿Qué no la respetaste?

Clarke miró nuevamente a Lexa, tanto la ojiverde como Raven estaban conteniendo las ganas de reír "pero que perras":

– Que no le...– se hizo el clítoris un lío y acabó estallando– bueno caballero que tenemos treinta años muy ciego tiene que estar para creer que su hija es una santa virginal, esto no es El diablo viste de rojo– tragó saliva, se había pasado y posiblemente su suegro ya le haya puesto la cruz– Así que le haré la misma pregunta nuevamente, quiero a su hija, no seré viticultora, no seré hombre ni soy italiana, pero ¿lo importante no es que la quiera? ¿Puedo salir con su hija o no?

Por fin Gustus hizo una mueca y dijo casi con voz de pito por el escándalo:

– Pues no

– Gustus

Se quejó Indra:

– No hace falta que me case con Bartolomeo para recuperar las tierras– interrumpió Lexa antes de que Indra y Gustus comenzaran a discutir– con vuestro permiso, puedo recuperar el cien por cien de las escrituras.

Gustus señaló a la rubia:

– Es una repipi de ciudad ¿verdad? – Clarke entreabrió la boca por la sorpresa, mandaba narices, si Lexa tenía más con Gustus de lo que imaginaba– no voy a deberle dinero a una repipi de ciudad. La respuesta es no, no le doy permiso para salir contigo– Lexa miró al techo y cerró los puños– aunque harás lo que te da la gana como siempre y no aceptaré ni un céntimo.

Lexa y Gustus se miraron fulminantes, Clarke al tener esa respuesta no sabía cómo podían seguir con la relación y Raven, masticando un poco de pasta a la carbonara:

– La cena está muy buena.

– Gracias, querida.

Respondió Indra antes de suspirar. Tanto su marido como su hija acabarían quitándole la vida, siempre estaban igual. 

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