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Anhelo saber de ti, anhelo conocerte. ¿Por qué siento que me estás ocultando algo? ¿Por qué mi corazón late desenfrenadamente cuando te marchas?

Quiero creer que puedo percibirte, pero me estoy engañando. Tus orbes marrones mienten, lo sé. Pues no eres capaz de mirarme a los ojos. Sin embargo, tus labios me confunden, pues cada vez que los pruebo, siento que la verdad está presente.

Estoy confundido.

Por favor, dime la verdad.

[...]

—Diablos, lo siento tanto, te lo pagaré. —Un chico de cabello rubio oscuro hablaba algo asustado. Aquel chico andaba concentrado mirando la pantalla del celular y no se fijó en las personas que estaban enfrente de él.

—No te preocupes, está bien. —Sonrió el pelimarron. Aquella persona cargaba una mirada apaciguante.

—¡¿Cómo no puedes estar preocupado?! ¡Malogré tu cámara! —Y sí, era cierto. El chico de cabellos rubios al momento del incidente había arruinado la cámara del contrario. Sin embargo, este no mostraba importancia alguna.

—No importa, es sólo algo material. — Reía como si fuese lo más normal del mundo. ¿Era quizá que rompía una cámara todos los días? —¿Tú estás bien?, si no te sientes bien podemos ir al hospital.

—Sí estoy bien, gracias por preocuparte. —El chico rubio se sorprendió por la interrogante haciendo que sus mejillas tomen un color carmín.

Apostaba que si fuera cualquier otro transeúnte definitivamente las cosas hubieran acabado en la estación de policías; pero aquel chico pelimarron estaba muy apacible.

—No hay de qué.

—Uhm, aún tengo que pagar la cámara. —Sacó su celular. —¿Me podrías dar tu número?

—Ajam, ¿Y para pagar una cámara necesitas mi número?—El de bonita sonrisa arqueaba las cejas y mostraba una sonrisa ladina, le era divertido la forma de actuar del otro chico.

—¡Sí! Digo, sí —, la voz del rubio mostraba nervios. —Bueno, para estar en contacto y así.

—Pero podrías pagármela ahora. — el pelimarron objetaba a lo que decía el rubio, mientras cruzaba los brazos burlona-mente.

—Sí, eso, es que no traigo mi billetera ahora. —Dijo rápido haciendo un chasquido con los dedos.

—¿No es esa que traes en tu mano? —Señalaba aquella cartera marrón marca Gucci que colgaba del brazo del rubio. Tenía un bonito estampado con hilos dorados a los bordes.

—Ok, me atrapaste, ¿Me puedes dar tu número, por favor? —El rubio decía con pena y el contrario simplemente reía de las acciones de este.

—Bueno, si lo hubieras pedido así desde el inicio hubiese sido más fácil. —el Pelimarron replicaba mientras sostenía su perfecta barbilla con su mano.

—Si, pero quizá no me hubieses dado tu número. —Titubeaba — ¿Cómo te llamas? —Trataba de cambiar el tema

—Jungkook, ¿Y tú?

—Taehyung —El rubio mostraba un mohín por primera vez. Y a decir verdad, era una hermosa sonrisa, que hacía un perfecto juego con su piel color caramelo.

—Tae, ¿Te puedo decir así, verdad?

—¡Claro! —El rubio decía apresuradamente haciendo que JungKook riera.

—Yah~ siempre estás riendo, me siento como un payaso. —Su quejido era tierno.

—Es que la forma en la que te comportas es divertida. — Soltó entre risas.

—Entonces voy a empezar a cobrarte por verme.

—No puedes.

—¿Por qué no puedo?

—Porque aún me debes una cámara ¿Lo recuerdas? —El pelimarron mostraba una sonrisa pícara y eso hizo que Taehyung sintiera sus mejillas calentarse.

Eran unos completos desconocidos, pero se sentía todo lo contrario. Después de todo, eran jóvenes, y no había forma de que no se llevasen bien.

Ambos hablaban como si fuesen amigos de toda la vida. Ellos estaban en medio de la calle de Seúl, pero nada les importaba. Las personas transitaban, los autos iban y venían, la luz de los faroles se encendía, y con eso afirmaban que la tarde había llegado; sin embargo, estaban sumergidos en una burbuja; una en la que sólo ellos dos eran partícipes.

—¿Te puedo invitar a almorzar? —Taehyung decía con total naturalidad.

—¿Qué planeas, Taehyung? —Por alguna razón, para el contrario se sentía tan bien escuchar su nombre viniendo del pelimarron, era como estar en el mismísimo cielo.

—Ohm no sé, comer, supongo. —Dirigía su vista a todos lados menos a la persona que se encontraba delante de él.

—Ajam, y yo soy Nicki Minaj. —Esta vez ambos rieron por el comentario del pelimarron.

—Bueno, si quieres serlo por mi no hay problema.

—No gracias, paso. —Sonreía —, lamento tener que rechazar tu almuerzo, será para la siguiente, tengo a alguien que me está esperando.

Y ahí, Taehyung volvió a la realidad: el chico pelimarron era muy lindo como para no tener pareja. ¿Cómo se le había ocurrido ser tan indecente con él e invitarlo a almorzar? Es más, quizá no era gay. —Taehyung, tonto —murmullaba para sus adentros.

—Eh si, no te preocupes. Me comunicaré contigo para pagarte la cámara. —Esta vez el rubio sonaba más formal, no era nada igual a la conversación que tuvieron minutos atrás. Su corazón se estaba reprimiendo, quizá no debía hablarle al pelimarron de esa manera. Las ilusiones que Taehyung había creado e idealizado, rápidamente se estaban yendo. Pero tendría que enfrentar la realidad.

—¿Estás enojado? —Inquirió el pelimarron.

—No, ya me tengo que ir. —Dijo para alejarse del lugar.

Jungkook con un poco de velocidad agarró el brazo del contrario, y lo volteó para así mirarlo a la cara. No le gustaba nada ese cambio repentino, no le gustaba después de todo lo que había sentido en ese corto tiempo.

Porque quizás era amor a primera vista...

—Taehyung, nos volveremos a ver. — Sonrió, esta vez el pelimarron usó una voz más grave, y al rubio se le movía todo en el estómago ¿Era porqué aún no había almorzado? A quién iba a engañar, escuchar su nombre dicho por el contrario era un regalo de los mismísimos dioses.

El pelimarron ya se había ido, y él seguía ahí con el cuerpo estremecido sintiendo más de un millón de dragones dentro de su estómago.

¿Es posible siquiera poder enamorarse de alguien tan repentinamente? Su mente solo pensaba en la bonita sonrisa del otro y cómo sería volver a verlo.

Esa semana empezaron a hablar de sus cosas por mensajes o llamadas, al principio con temor pero luego ya con confianza, no tenían tiempo de verse, pero para ambos era suficiente.

Aunque ninguno decía nada, ellos sentían amor mutuo, pero nadie se atrevía a confesarlo. Ambos tenían miedo al rechazo del otro y no se atrevían a malograr la bonita amistad que tenían.

Pasaron días y noches enteras, para que el día anhelado llegara. Jungkook fue quien se atrevió a decir lo que sentía y un Taehyung enamorado no dudó en responder positivamente.

El temor de cambiar su amistad por amor fue grande, pero ambos llevaron bien las cosas, ambos gritaban que estaban enamorados a los cuatro vientos, ambos sentían que su corazón estaba repleto y lleno. Ambos tenían la sensación de tenerlo todo.

Los latidos acelerados de sus corazones ya tenían dueño, y era imposible no saberlo, pues prácticamente estaba tatuado en sus frentes.

¿Cómo es que se enamoraron? Fue amor a primera vista, quizá fue el destino quien los unió o simplemente ellos siendo descuidados. Como haya sucedido, lo que les importaba era que podían compartir sus sentimientos, y que podían sentirse seguros con el otro.

¿Quién no quiere amar y ser amado? Gran parte de personas necesitan de amor, claro, aparte del amor propio. Sin embargo, el amor de otra persona puede hacerte sentir como en el mismísimo cielo logrando que cumplas tus objetivos, pues sabes que habrá alguien esperándote, o simplemente llevarte al infierno, donde el abismo es el único lugar visible, sin embargo, solo es cuestión de entender tus propios sentimientos.

Taehyung y Jungkook se amaban, de eso no había duda, sus familiares y amigos estaban orgullosos de que ambos se sintieran bien con el otro. Y les hacía feliz ver a las personas que quieren ser felices y afortunados.

Todo era perfecto, o eso es lo que creía uno de los dos...

—¿Por qué? —hablaba con llanto en los ojos; este haciendo dificultoso su habla. La persona que estaba a su lado simplemente trataba de consolarlo sin logro alguno —, Yo-o no lo entiendo, ¿Por qué? —lloraba y lloraba, sin poder detenerse. Su voz quebrada se había hecho presente.

Rogarle al cielo ya no era suficiente.

—Taehyung, no es algo que podamos cambiar, ya ha pasado un mes. —El contrario a este trataba de no ser tan duro.

—No, y no. ¡Dime que sigue aquí! Por favo-or— el rubio se sentía impotente, su dolor estaba presente. Era imposible negarlo.

Descubrir que Jungkook había muerto había sido su perdición, Jungkook era la clase de persona que siempre sonreía ¿Tenía sentido lo que había pasado?, el rubio aún recordaba ese día como si hubiese sido un día antes.

"—Taehyung, te amo— con una sonrisa en el rostro, el pelimarron confesaba su amor. Esas palabras lo eran todo para el mencionado, escuchar el te amo proviniendo del amor de su vida lo era todo.

—¿Cuánto me amas? — con una sonrisa pícara preguntaba el rubio. Le encantaba juguetear con eso.

—Mucho. —Sonreía para su amado novio.

—¿Cuanto es mucho? — Inquirió el rubio, este amaba a su novio con todo su ser.

—De aquí hasta el infinito.

— Yah~ ¿Eso siquiera existe?

—No lo sé, pero para mí sí."

¿Cómo pasó? ¿Por qué?, era algo que Taehyung no entendía, y se negaba a entender.

" —Sabes, esto parece un sueño. — el pelimarron soltó de la nada.

—¿Eh? —el rubio no entendía la mención repentina.

—Esto parece un sueño, tú y yo. Parece un sueño.

—Pero no es un sueño: tú y yo estamos juntos, y nada lo va a cambiar. —El rubio decía con una sonrisa en el rostro."

En qué momento pasó todo esto. ¿Tenía sentido siquiera?

—¡¿Por qué Jungkook hizo algo como eso?! — Taehyung gritaba, nadie lo entendía, ni su mejor amigo. Nadie sabía lo que él sentía, nadie.

—Taehyung, cálmate.

—¡No me voy a calmar! ¡No hasta que me digan por qué mierda Jungkook se suicidó! —Sus ojos hinchados podían decir claramente que van días desde que el rubio no duerme. Su respiración estaba agitada, su ira lo estaba consumiendo. —Nos íbamos a casar. ¿Acaso ya no me quería? —Susurraba con las lágrimas bajando por su rostro.

—No digas eso, Tae.

Tratar de calmar al rubio fue en vano, este no hacía caso a ninguna petición, Taehyung estaba martirizado por dentro, era algo que nadie podía evitar.

Esa misma tarde, Taehyung se escapó de su casa y fue al único lugar donde encontraría al pelimarron, al lugar al que él mismo había llevado semanas atrás; un cementerio.

Sus padres y amigos sabían que era el primer lugar al que iría, pero no lo detuvieron. Sabían que Taehyung tenía que dejar ir, sabían que tenían que ser pacientes, definitivamente no iba a ser fácil para aquel chico enamorado. Pero si tenía ayuda de las personas que lo rodeaban, seguramente sería más fácil.

Llegó ahí, donde se encontraba la persona a la que más amaba y empezó a gritar, empezó a gritar con alma, corazón y vida. Todo su dolor reflejado en los gritos que este emitía.

Maldecía a los cielos, lo hacía por la impotencia que tenía, su dolor lo había consumido, sus ganas desenfrenadas de maldecir estaban presentes y no estaba haciendo nada para detenerlo.

El invierno había llegado, así que la lluvia corría tapando las lágrimas que se le escapaban al rubio, este cayó de rodillas al suelo en frente del lugar en donde se encontraba Jungkook, no pudiendo evitar llorar y pedir clemencia al cielo.

—¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto, Jungkook? —Era una pregunta que nadie le respondería, y él solo no se sentía capaz de aguantar tanto. Aquellos ojos solo mostraban lágrimas incesantes, lágrimas que lo dejarían marcado de por vida.

No había nadie que supiese con exactitud cómo es que se sentía el rubio. No había nadie que sienta lo mismo que estaba sintiendo Taehyung. Ahora solo estaba él contra el mundo, y tendría que enfrentarlo.

—¡Jungkook! ¡Jungkook! ¡Vuelve, por favor! ¡Jungkook!

—Taehyung, ¿Qué ocurre? —Su mamá llegó corriendo desde la habitación de al lado.

—¿Qué? —El rubio estaba aturdido

—Taehyung, cariño, estás transpirando. ¿Tuviste una pesadilla?

—Yo-o si —Titubeaba, y su cuerpo temblaba. Todo lo que había soñado se veía tan real.

Pero... ¿Quién era Jungkook?

—Cámbiate, y vuelve a dormir. Son las 3:00 am —Señaló su mamá viendo la hora.

—Está bien. —Sin más, la mamá de Taehyung salió de su habitación, dejando a este solo.

Luego de volver a tener ropa limpia, el rubio ya no pudo dormir, su mente solo divagaba en lo real que parecían los hechos. Y pensar que ese tal Jungkook quizás existía no lo estaba dejando descansar.

Apenas salió el sol, Taehyung se vistió y corrió al único lugar que su mente recordaba con claridad; al cementerio.

Su cuerpo solo temblaba al pensar que quizá vaya a encontrar una lápida con ese nombre que tan bien se grabó en su interior.

Cuando llegó, fue directo a la parte central del lugar, justo como en sus sueños. Al llegar, su cuerpo palideció, encontró lo que creyó no existente.

La lápida de aquella persona si existía, pero no era como en sus sueños. Aquella lápida tenía una fecha distinta. Jungkook falleció justo un día antes del nacimiento de Taehyung, cosa que no tenía sentido.

Las manos de Taehyung sudaban y todo su cuerpo flaqueaba avisando que pronto se desvanecerá y prontamente caería al suelo. Tampoco podía evitar morderse el labio interior que ya se estaba hinchando volviéndose más rojizo aún. Ver aquello lo estaba matando. Y su mente no dejaba de dar vueltas. Creer que aquella persona sí existió y saber que era alguien que nunca debió conocer, ni por un sueño era aterrador.

Pero el destino tenía otros planes para el rubio. Y averiguarlos sería su motivo de vivir.

¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien.
Sé que no es la mejor historia y que tiene faltas ortográficas, pero intento mejorar con el tiempo.
Esta historia originalmente tenía otro título, era: "Lucid Dream" sin embargo, me gustó más en español.

Espero que les haya gustado.

¡¡Denle amor a mi historia!! :D

-24/06/20
-TYT-

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