15. El bar esperanza

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

La vida es como una obra de arte en constante creación; cada riesgo que tomas, cada problema que enfrentas y cada vez que te superas a ti mismo, contribuyes a pintar el lienzo de tu existencia con colores de valentía, resiliencia y evolución.

3

Fernando y Charlotte, queriendo cambiar el tono de la noche, propusieron llevar a Jonathan al bar cercano. Mientras se encaminaban, el bullicio de la calle se intensificaba, impregnando el aire con risas y melodías que fluían desde los locales nocturnos. Con cada paso, la vibrante atmósfera de la zona los envolvía, prometiendo distracción y despreocupación.

Finalmente, llegaron al destino. Jonathan observó el exterior del edificio de ladrillo rojo, donde una puerta de madera maciza se erguía como el umbral hacia lo desconocido. Un letrero oxidado, iluminado por luces de neón parpadeantes, revelaba el nombre del lugar: "El Bar de Esperanza". Las luces intermitentes le conferían un encanto peculiar, como si fueran faros que guiaban hacia una experiencia única.

En la entrada, Fernando y Charlotte se despidieron de Jonathan.

—Buena suerte. No llegues tarde a casa —dijo Charlotte con una sonrisa.

Jonathan asintió, agradecido por su apoyo.

—Gracias por acompañarme. Me disculpo de nuevo por el susto en el callejón, no era mi intención —dijo Jonathan sinceramente.

—No te preocupes, solo asegúrate de avisarnos si descubres algo relevante —añadió Fernando, más amigable.

Tras intercambiar unas palabras, Charlotte y Fernando se despidieron de Jonathan, dejando que se sumergiera en la atmósfera del bar.

Con una inhalación profunda, Jonathan empujó la puerta y entró. El crujido suave de la puerta se mezcló con un silencio inesperado.

Dentro del Bar de Esperanza, la contradicción entre su nombre y la realidad era evidente. En lugar de irradiar esperanza, el ambiente estaba sumido en la penumbra, apenas iluminado por tenues luces. Los aromas a cerveza y tabaco impregnaban el aire, mientras el susurro de voces y risas flotaba como un eco persistente.

Las paredes, adornadas con carteles antiguos y fotografías enmarcadas, añadían un aura de intriga al lugar. La nostalgia se apoderaba de los carteles desgastados por el tiempo, y las fotografías, cada una con su propio misterio, contaban historias pasadas.

El mobiliario rústico, mesas de madera desgastada y sillas de cuero gastado, añadio un toque de antigüedad. Los clientes, en su mayoría habituales, desviaron momentáneamente su atención hacia Jonathan. Todos piensan que soy el asesino, resonó en su mente, sumando peso a la atmósfera ya saturada de sospecha.

En el fondo, el barman, observaba con ojos penetrantes. Su cuerpo robusto y su barba bien cuidada le daban una presencia intimidante, mientras su mirada escrutaba a cada cliente con una mezcla de desconfianza y resignación.

Jonathan se acercó al mostrador, sintiendo la mirada de todos sobre él. El barman lo examinó antes de preguntar con voz ronca:

—¿Qué te trae por aquí, chico? —preguntó, limpiando un vaso con un trapo mugriento.

Jonathan se aclaró la garganta, intentando ocultar el nerviosismo.

—Solo una cerveza, por favor —respondió en tono educado, esbozando una sonrisa forzada.

El barman asintió con un gesto brusco y sirvió una pinta fría, deslizando el vaso hacia Jonathan.

—Aquí tienes, chico. Espero que sepas en qué te estás metiendo —comentó con un tono que dejaba entrever desconfianza.

Jonathan tomó la pinta entre sus manos, sintiendo la humedad fría del vaso. Observó cómo la espuma blanca se asentaba sobre el líquido dorado. Inhaló profundamente, capturando los sutiles aromas a malta y lúpulo.

Con cautela, llevó el vaso a sus labios y dejó que la cerveza tocara su lengua. Los primeros sorbos revelaron una combinación equilibrada de dulzura y amargor.

—Ya veo, este es el famoso sabor especial del bar... —pensó Jonathan, saboreando cada trago.

Después de unos sorbos, decidió romper el incómodo silencio, intentando entablar una conversación con el barman.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? —preguntó Jonathan, buscando algún punto de conexión.

El barman lo evaluó antes de responder.

—Demasiado tiempo, chico. Este lugar no es para cualquiera. Aquí la gente no suele tener buenas razones para venir —sus palabras resonaron con un matiz de advertencia.

Un suspiro escapó de los labios de Jonathan mientras saboreaba cada trago. La cerveza era una mezcla exquisita de arte y ciencia, una creación que despertaba sus sentidos.

—He visto muchas personas entrar y salir de este lugar. ¿Eres el chico del que tanto hablan? ¿Qué te trae a este pueblo? —preguntó el barman, volviendo a clavar sus ojos en Jonathan.

—Bueno, tengo una vida complicada —respondió Jonathan, buscando alguna conexión con el hombre detrás de la barra.

El barman, sin inmutarse, continuó con su tarea, pero su interés estaba claramente despertado.

—Vidas complicadas es lo que veo a menudo por aquí. —El barman dejó de limpiar por un momento y se apoyó en la barra, mirando a Jonathan con curiosidad—. Pero, ¿qué te hace pensar que un lugar como este es la solución a tus problemas?

Jonathan sostuvo la mirada del barman.

—No estoy seguro de que sea la solución, pero al menos aquí puedo encontrar un respiro, ¿sabes? —dijo, buscando algún indicio de comprensión.

Jonathan suspiró, sintiendo los efectos del alcohol en su sistema. Miró fijamente su vaso vacío antes de dirigirse nuevamente al barman.

—Desde que era un niño, siempre fui el marginado de la familia. Sufrí bullying por parte de amigos y compañeros. El único que siempre estuvo ahí para mí fue mi abuelo. Él era mi refugio, mi apoyo incondicional. Pero cuando lo asesinaron, mi vida cambió. Cada paso que daba parecía llevarme a un camino peor que el anterior, y aquí estoy —confesó Jonathan, su voz cargada de la pesada carga de su pasado.

El barman, con un gesto sombrío pero ahora con un matiz de comprensión, escuchó atentamente. Sirvió otra cerveza, manteniendo su mirada fija en Jonathan.

—La vida tiene maneras extrañas de llevarnos por caminos inesperados. Pero estás aquí, y eso significa que todavía hay opciones, aunque no siempre sean claras —el barman habló con una sabiduría cruda, como si estuviera acostumbrado a escuchar historias complicadas.

Jonathan asintió, tomando la cerveza recién servida. Dio otro sorbo antes de continuar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro