16: Las reglas de mamá

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Meses antes
9 de abril, 2021

You don't have to say you love me
You don't have to say nothing
You don't have to say you're mine

Honey
I'd walk through fire for you
Just let me adore you

Adore you de Harry Styles sonaba en mis casquillos. La música era mi lugar seguro, cada vez que estaba nerviosa, me calmaba y relajaba. En esa ocasión, me estaba ayudando a concentrarme, los nervios estaban pendientes en mi mundo. Tenía un partido de voley, era importante para el equipo, importante para mí, pero no era la principal causa de mis nervios. La principal causa de mis nervios era que había invitado a alguien especial, ese alguien especial iba a venir. Pablo iba a venir y era mi principal razón de mi nerviosismo.

¿Qué pasaba si hacía el ridículo? No quería caerme, ni perder, ni que me cayera un balonazo en la cara y que él pensara que no era lo suficiente buena.

Dos toques en mi cabeza me hicieron alzar la mirada y toparme con Carla. Ella era más alta que yo y se veía muchísimo más grande al estar yo sentada en el suelo junto al banquillo. Los labios de mi amiga se movieron, no escuché ni leí lo que dijo a causa de la fuerte música. Me quité los auriculares y el bullicio de las personas en las gradas remplazo la angelical voz de Harry Styles.

—Vamos a calentar —repitió tendiéndome su mano para ayudarme a poner de pie. Le agradecí por su amable gesto y al estar incorporada, miré hacia las gradas. Una sonrisa se me dibujo en los labios al ver a Pablo, ya estaba ahí. Alcé mi mano, agitándola en forma de saludo, él me devolvió el gesto con una tierna sonrisa que causaba algo que se estaba volviendo costumbre al estar con él.

—Ha venido a verte —murmuró Carla.

Dejé de mirar a Pablo y miré a mi amiga, siempre le confiaba todo a ella y ya sabía sobre él.

—Lo ha hecho —afirmé y miré de reojo hacia donde él se encontraba, seguía con una tierna sonrisa.

Tan lindo él.

Carla me golpeó el hombro con el suyo, mi mirada se frunció por el golpe y se relajó al ver a mi amiga con una sonrisa.

—Se te cae la baba —dijo bromista, pasando su mano por mi boca.

—Shhh.

Deje los auriculares en el banquillo y nos acercamos al resto del equipo. Moví mi cuerpo, haciendo ejercicios de calentamiento. Ya faltaba poco para qué iniciará el partido, el equipo contrario ya estaba en su posición. Yo era la capitana del equipo de mi escuela, dar los ánimos a mis compañeras era una misión y lo hice. Era buena con las palabras y la noche anterior lo había escrito.

El juego ya iba a empezar, el público ya animaba. Miraba la pelota, los movimientos de la chica del otro instituto, tratando de descifrar sus jugadas.

—Martina está aquí —susurró Carla, desconcentrándome. Miré hacia las gradas y la vi. Sonreí y en un rápido movimiento, la saludé con mi mano. Me pregunté qué hacía aquí. Pensé que no vendría o era lo que me había dicho hace unos días, lo que me dijo era que tenía una reunión de trabajo y no podría asistir hasta el próximo partido. Mamá siempre venía a verme o la mayoría de veces que su trabajo se lo permitía.

Mi mente volvió a concentrarse cuando el árbitro sonó el silbato. El primer saque fue del otro equipo, también el primer punto, pero eso no fue un declive para nosotras. Seguimos el juego, dándole al balón. Daba pases y Carla remataba otorgándonos un punto. El primer tiempo terminó e íbamos ganando por una gran diferencia, la cual siguió hasta que el partido finalizó.

El árbitro sonó el silbato. Tiré el balón y salte junto a mis compañeras. Abrazos y palabras de aliento, poco a poco me fui separando, miré hacia las gradas, buscando a Pablo o a mi madre, no encontré a ninguno de los dos.

—Has ganado, supongo que está bien el haberme acercado —Al oír la voz de Pablo, giré sobre mi eje y lo encontré a poca distancia de mí. Tuve la necesidad de saltar a abrazarlo. Pero, me contuve por el sudor de mi cuerpo.

—Supones bien.

—Felicidades por la victoria. Eres muy buena, no me dijiste eso.

—No soy tan buena, más bien es un buen equipo.

Pablo se acercó y juguetón jalo suave una de mis dos trenzas.

—Muy modesta —murmuró y por un segundo creí que se acercaría a besarme, lo interprete así porque me miró a los ojos y luego a la boca. Pensé que me besaría, no lo hizo. No me besó y mi corazón ya me estaba dando spoilers de que estaba cayendo, cuando quería y deseaba que él me besara.

—Te he traído este libro. Me llamó la atención al verlo en la librería y pensé en ti.

¿Libro?

No me había fijado lo que traía en su otra mano. Mis ojos viajaron a ver el regalo, y era un libro. Un libro, un mundo.

Lo acepté y rápido lo olfateé, el olor a libro era lo mejor y más cuando era olor a libro viejo.

—Gracias. En serio.

Leí el título y me enamoré de la portada. En casa tenía muchos libros, pero siempre está esa bonita sensación de tener uno más y ni hablar de su magnífico olor. Pero, este era especial. Me lo había regalado Pablo, él se había tomado la molestia de conocerme. De entender que lo mío no eran las rosas, eran los mundos.

Aunque tampoco me quejaba si un día me traía rosas o cualquier flor.

—Val, cariño —Escuché la voz de mamá y en menos de un segundo ya me tenía entre sus brazos—. Chiquitita, era ganar, no humillarlos.

—Mamá —Me queje por lo último que dijo y también porque su súper abrazo me estaba dejando sin aire —Espacio, porfa.

Mi madre dejó de aplastarme y miró a mi amigonovio. Era mi amigo y quería que pronto sea mi novio.

Crucemos los dedos.

Pablo nos miraba a las dos. Tenía esa mirada que la mayoría de las personas nos daban al vernos juntas. Y no los culpaba. Mamá y yo éramos como dos gotas de agua, mismo cabello, mismos ojos, misma nariz, labios, ella era un poco más alta, pero a simple vista se parecía que era mi hermana y no mi mamá.

—Pablo... —Era hora de las presentaciones—, ella es mi mamá. Mamá, él es Pablo, pero todo el mundo le dice Gavi.

Excepto yo. Porque soy especial. Él lo dijo.

Mamá fue la primera en saludarlo y en avergonzarme. Típico en madres cariñosas.

—Hola, Gavi, Valeria me ha hablado mucho de ti.

—Mamá —repliqué antes de que mi progenitora, mejor amiga, soltará toda la sopa y con toda la sopa, me refiero a lo hablado todas las noches desde que le conté lo de Gavi. Mi Pablo.

—Un gusto, señora Rosón.

—Puedes llamarme Martina —dijo mamá con una de sus risueñas sonrisas—. Bueno, chicos, los dejo por un momento. Tengo que hablar con el profesor de Mates de esta jovencita.

—Mis notas están decentes —aclaré.

—Más te vale —Me señaló con su dedo y se fue alejando.

Miré a Pablo y con total confianza, le comenté: —Soy un poco mala en mates.

—Las mates apestan.

—Toda la razón.

Miré a ambos lados y al ver que no había nadie conocido que me avergonzara. Me llené de valentía y me fui acercando a su rostro, hasta dejar un corto piquito en sus labios.

Un calor se apoderó de mi rostro y antes de que Pablo me dijera algo, dije:

—Espérame, me iré a duchar.

No espere su respuesta y me fui corriendo hacia los vestidores. Donde mis compañeras y amigas estaban. Me acerqué a Carla, Ester y Pau también estaban, las dos últimas, no jugaban, eran parte del equipo, pero siempre estaban en la banca. No querían romperse una uña.

—Eh Valeria, cariño —habló Ester apenas me vio—. Si vendrás a la fiesta de hoy ¿verdad?

—Claro. No me la perdería —Era un viernes, no tenía nada que hacer, salvo dormir y leer. Quería quedarme en casa y terminar el enemies to lovers que tanto me consumía, pero también debía de hacer vida social.

—A festejar esta victoria —canturreó Pau.

—Val, puedes invitar a Gavi. De paso lo conocemos más -dijo carla.

—Siii y que lleve a un amigo o a dos o a tres y así salimos en parejas —chilló Pau desde su banca, a su lado se encontraba Ester y ella la miraba con cara de no entender de qué estábamos hablando.

—¿Quién es Gavi? —preguntó y recibió un pequeño empujón de hombro por parte de Pau.

—Es el chico del que nos habló, Val —Le respondió Pau.

Les había hablado a mis amigas sobre Gavi. Eran mis mejores amigas, les contaba todo, al igual que a mi diario.

—Aaa el de la Masia, el futbolista —recordó y me miró—. Los futbolistas cuernean, Valeria.

Lo dijo con total seriedad que juraría que los latidos de mi corazón bajaron la velocidad.

—¡Ester! —regañaron mis otras dos amigas.

Me hice la desentendida con el comentario de Ester. Ella era así, soltaba esos tipos de comentarios sin pensar, o tal vez lo hacía a adrede. No creía creer que fuera lo último.

—Ay, chicas, solo lo digo. No quiero que después Val termine llorando, otra vez —recalco las últimas dos palabras.

No. Pablo no me haría llorar. Él era diferente.

Fui a ducharme, el agua me relajo y quite todas las palabras de Ester. Pensando en lo lindo que me trataba Pablo. Al estar limpia, me cambié a por algo más cómodo y a mi estilo, seque mi cabello y lo peine, a la vez hablaba con las chicas sobre que ponernos esta noche y que nos quedaríamos a dormir en casa de Ester, la fiesta sería allí. Me despedí de mis amigas a excepción de Carla, ambas salimos de los vestidores, ella me contaba lo que tenía planeado para ponerse esta noche con entusiasmo, contándome que hoy se besaría con su futuro novio. Se quedó muda y discretamente señaló con su mano hacia mi madre y Pablo, estaban charlando.

—¿De qué crees que hablan? —preguntó Carla.

La respuesta era clara. Conociendo a mamá, seguro me estaba avergonzando.

—No lo sé, pero vamos.

Me apresuré a ir hacia ellos, Carla me seguía y al llegar fui la primera en hablar.

—Hola ¿De qué hablan?

—Nada importante, solo le contaba a Gavi sobre... Sobre... —Vale, mamá era una pésima mentirosa. Al igual que yo.

—Sobre lo bien que ha estado el partido —Terminó de hablar Pablo.

—Eso.

—Ajá.

«Finjamos que le creemos»

Era pésima fingiendo, mis ojos buscaron a mi madre. Busqué una verdad o la media verdad, pero ella rompió nuestro contacto visual y se enfocó en Carla.

—Pero mira, que guapa que estas ¿Has crecido más? Hace tanto que no veía.

La vio hace dos días.

—Hola, Martina, tú también estás muy guapa y hola a ti también Gavi.

Pablo y Carla ya se conocían. Mi mejor amiga tenía que conocer a mi futuro novio.

Futuro novio✨️

Que se haga realidad. Amén.

—Basta de saludos y vamos por algo de comer —Mamá miró a Gavi —Estás invitado, Gavi, tú también, Carla.

Pablo me pidió permiso con la mirada, unos ojos que preguntaban "¿Te molesta?". Negué con la cabeza.

No sé en que momento Pablo y yo llegamos a comunicarnos mediante miradas, esa única y especial manera de hablar. Nos entendíamos demasiado.

Pablo acepto la oferta de mamá, todo lo contrario a Carla.

—Yo no puedo, mamá viene a recogerme y hay clases de pilates.

—Oh Val Val, deberíamos hacer eso juntas —habló mi madre con cierta emoción.

—Oh Mar Mar, la última vez quedaste como un pretzel.

Un dato extra: Se quejó todo el día.

—Cierto —Mamá se aguantó una risa al recordar.

—Yo ya las dejo, mamá me espera afuera —informó Carla. Se despidió de Gavi, luego de mi madre y por último a mí—Me cuentas todo —susurró en mi oído.

—Mándale mis saludos.

Carla se separó a mí y guiñando, agregó:

—Nos vemos en la noche, cari.

Y se alejó.

—¿En la noche? —preguntó curiosa mamá—¿Harán otra pijamada? Por dios tendré que buscar tapones para sus chillidos y más para los de Ester.

—Mamá —Miré incómoda a Pablo y me disculpo con la mirada—. No le hagas caso, es muy parlanchina.

Empezamos a andar, mamá interrogaba a mi futuro novio, al menos no eran preguntas incómodas, más bien eran de detectives. Le preguntaba sus nombres, sobre sus padres y que era lo que hacía. Pablo le respondía con total educación, tenía un acento sevillano que me gustaba. A medida que caminábamos, mis dedos rozaban con los suyos y no fue hasta que salimos de las instalaciones cuando juntamos nuestras manos. Sonreí nerviosa y pedía que no me sudara la mano.

—¿Te pasa algo? —Alcé la mirada al escuchar la pregunta de mi madre, no me la decía a mí, se la decía al que se estaba robando mi corazón—. Te has puesto muy rojo ¿Estás con fiebre?

Miré el rostro de Pablo, efectivamente estaba rosadito y cambió a por más color cuando veía la mirada curiosa de mamá.

Le hice señas a mi madre, ella me respondió con muecas, no entendía lo que pasaba y lo entendió cuando vio mi mano entrelazada con la de Pablo. Su boca se abrió en una "A".

—Te ves como un tomate, los tomates son ricos, Valeria ama los tomates.

—Mamá —dije lento y en un regañó.

Ella cerró la boca y cambió completamente de tema cuando vio a Bruno, un compañero de clases.

—¿Ese es el pequeño Bruno? -inquirió mamá siguiendo con la mirada a Bruno. Asentí a su pregunta—. Está grande, muy grande ¿Te sigue poniendo cartas de amor en tu taquilla?

—No. Ahora le gusta Ester.

—Pobrecillo.

Mamá se puso al lado de Gavi y empezó con su cotilleo.

—Bruno fue uno de los pretendientes de mi niña, lindas cartas cursis y le regalaba muchos chocolates, casi la mata. Valeria es alérgica al chocolate, apunta eso.

Por desgracia soy alérgica al chocolate. Un castigo por parte de dios.

La mano de Pablo sudaba, se mezclaba con mi sudor y nos soltamos al llegar al coche de mamá, me senté en la parte trasera para hacerle algo de compañía a Pablo. Mamá conducía dirigiéndose al restaurante que siempre íbamos, pero se detuvo en una cafetería. Deje de hablar con Pablo, para mirar a mi madre. Se veía un poco cansada, ella al notar que la estaba mirando cambió su expresión.

—Me esperan un segundo, necesito una dosis de café—Y se bajó del auto, la seguí con la mirada hasta entrar a la cafetería.

Mamá era adicta al café, igual que yo.

Miré a Pablo y me acerqué más a él. Mi rodilla chocó con la suya.

—¿De qué hablabas con mi madre? —le pregunté.

Él no dudo en decir:

—Del partido.

—No es verdad.

—Lo es.

—No ¿Qué te dijo? ¿Nada de enrollarnos?

—No te lo diré.

Rodé los ojos y dejé de insistir. Se lo sacaría a mi madre cuando lleguemos a casa.

Recordé lo de la fiesta.

—¿Tienes planes para la noche?

—No.

—Una de mis amigas hará una fiesta en su casa, podemos ir juntos... Claro, si quieres...

—Claro que quiero.

—Paso por ti —le dije—, y si quieres, puedes llevar a un amigo, y una última cosa.

—¿Qué?

—Tienes cinco segundos para besarme.

Mis palabras lo tomaron por sorpresa, pero, él acercó su rostro a mí, una de sus manos acarició mi mejilla y lento me atrajo hacia sus labios. Cerré los ojos ante el contacto de nuestras bocas, menos de cinco segundos antes de que escucháramos la vos de mamá y nos separáramos con las mejillas sonrojadas.

—Lo siento, lo siento—Mamá se asomó por la ventanilla—. imaginen que no estoy aquí... Eh mm ¿Gavi quieres un café?

—No, gracias.

—okay, okay. Pueden seguir con lo que estaban haciendo—Mamá camino de espaldas dio tres pasos—, tienen un minuto antes de que vuelva.

Y se perdió en la cafetería.

Miré de reojo a Pablo, golpeé mi rodilla con la suya.

—¿Me volverás a besar?

Lo hizo.















































El almuerzo fue tranquilo, mamá siguió muy parlanchina y divertida como siempre. Al terminar llevamos a Pablo a La masia, quien se despidió de mí con un suave beso en la mejilla.

Al llegar a casa empecé a abordar a mamá con preguntas sobre lo que le dijo a Pablo, ella seguía insistiendo en que solo hablaron del partido y ya. Pero, la conocía, sabía que le había dicho algo y lo descubriría.

Me dejé caer en el sofá, junto a mamá, ella encendió la televisión y comenzó a cambiar de canal como si su vida dependiera de ello. No le quitaba la mirada de encima, ella me miraba de reojo hasta que empezó una batalla de miradas. No pestañeé, la miré con fijeza, sus ojos mielosos al igual que los míos.

Sus pestañas se agotaron y yo grité.

—¡JA, perdiste!

—¿Y?

—Dime la verdad.

—Ya te la dije.

—No es la verdad o no toda —señalé y empecé a agitarla con mis dos manos—. Anda dime, prometo no enojarme.

—Ay dios, está bien. Te lo diré—Dio el brazo a torcer. Apago la televisión y empezó a hablar—. Le dejé unas cosas muy en claras.

—¿Qué cosa?

—Reglas.

—¿Qué reglas?

—Mmm pues... No traerte tan tarde a casa, la puerta abierta de tu habitación si es que lo traes a casa, todo tipo de besos, pero que las manos siempre se le queden en la cintura, que no baje ni suba y que no te rompa el corazón.

Escuché todo lo que dijo y lo único que pude articular fue:

—Se me cae la cara de vergüenza. —Me puse de pie y la empecé a regañar—. Mamá, ni siquiera somos novios. Lo espantaste.

—No creo que lo espantara -arrugó la nariz.

—No querrá verme.

—Esta pilladisimo por ti.

—Y lo espantaste.

—No lo espante. Además si regresa es porque en verdad te quiere. —Me agarro de las manos y me jalo hacia ella, me dio un abrazo como si fuera una bebita y me sentó sobre sus piernas —. Gavi es un buen chico, lo poco que he estado con él me ha dado una buena impresión. Está aprobado para que te pida matrimonio.

—¡Mamá!

—No digo nada.

—Mejor. Te ves más bonita con la boca cerrada.

—Ti vis mis binita cin li bici cirrida.

—inmadura.

Me senté en el sofá, cruzando los brazos.

—Val Val.

—Dime Mar Mar.

Me agarro de las manos y me obligó a mirarle a los ojos. Me iba a decir algo serio, lo notaba en sus ojos. Ella bajo la mirada, solo unas milésimas de segundos y volvió a mirarme.

—Es perfecto para que sea tu primer amor.

Primer amor.

Baje la mirada.

—Sería el segundo.

—¿Segundo? ¿Quién rayos fue el primero? Me perdí un capítulo de tu vida ¿o que?

—Manú fue mi primer novio.

—Cariño..., fue tu primer novio, pero no tu primer amor, el primer amor no es tu primer novio, es el que por primera vez te hizo sentir diferente y puedo ver en tus ojitos que Gavi, tu Pablo, te hace sentir mariposas ¿Y sabes una cosa?

—¿Qué?

—Mamá nunca se equivoca.






































































<333 Lloro brillitos. Amo este cap

Notan la diferencia entre la Valeria de "hace unos meses" y la "actual" yo solo quiero abrazarla.

Muchas cositas pasaran en la fiesta *guiño* *guiño* *cel⁰s* *guiño*

Les haría otro reto sobre hacer maratón el viernes, but me quedaría sin capítulos. Aún así, si les ha gustado el capítulo, sean buenos y vayan a coméntenlo, tanto aquí como en tiktok

Y hoy de festeja porque llegamos a 100k de leídas 🥳🥳🥳. Muchísimas gracias por leer

Maratón 2/2

Por favor no se olviden de dejar su voto y comentar, eso me anima a seguir escribiendo :)

síganme en redes, subo contenido de la historia

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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