El callejón

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Hace frío, veo el vapor de agua formando la niebla que me impide ver con claridad. La sombra de un cuerpo que parece flotar me guía hasta aquí. La pasarela donde Daniela murió hace apenas unos días. No puedo verle la cara, solo su pelo lacio negro, sé que es ella.

— Daniella ¿Eres tú? —pregunto, pero la voz apenas es audible, es como si alguien me hubiese bajado el volumen.

— Mike —es ella. 

Su preciosa y suave voz, tan clara... 

— ¿Qué lugar es este? —le pregunto, forzando la garganta para que pueda oírme. 

No responde, pero, parece señalar un punto. Miro donde me indica y veo que a lo lejos hay gente reunida. 

— ¿Quiénes son? —su figura inmóvil no hace amago de contestar, solo mira y señala— ¿Daniella?

— ¡¡AYUDA!!  —Su estridente grito me hace taparme los oídos— ¡¡AYUDA!!

 Un viento frío y desagradable me tira hacía atrás y caigo al suelo.

Despierto sobresaltado. Todo mi cuerpo se estremece del frío. Es extraño, cómo tengo la sensación de que todo ha sido real. Su mano, su dedo indicando a aquellas personas. Ese grito desgarrador que me ha helado el alma. Debo ayudarla. Quizá nuestra conexión era mucho mayor de lo que pensaba cuando empecé a soñar con ella. Quizá ella lleva tiempo pidiéndome ayuda y yo simplemente pensé que me estaba enamorando. Quizá podría haber evitado todo esto.

Al principio solo eran imágenes borrosas de ella bajo la lluvia, ella sonriendo, poco a poco los sueños se tornaron más oscuros. Ella gritaba, pedía ayuda, pero yo no podía acercarme a ella. La necesidad de ayudarla era desgarradora, pero mi cuerpo estaba paralizado. Después cada vez eran más nítidas, su cara desfigurada intentando gritar sin conseguirlo, su pelo mojado mientras se duchaba. Cosas que al principio no tenían ningún sentido, pero después de verla muerta, cobran un significado que debo descubrir. 

Me preparo, como todos los días, para ir al trabajo. Es difícil volver a ese lugar que se ha convertido en todo un calvario para mí. lleno de policía, acordonado y paparazzi en la puerta, como malditos carroñeros esperando un gustoso bocado. 

Llego a la nave envuelto en un sudor frío que no me abandona. Las chicas que desfilarán sobre la pasarela me esperan congeladas de frío por la poca ropa que llevan. Aunque el desfile se ha post puesto, ellas deben prepararse y probarse ropa, conocer la pasarela y hacer pruebas de luces y sonido. Algo para lo que tengo pocas ganas hoy.

— ¡Hola Mike! —una de las chicas me saluda efusivamente— ¡¿Hace más frío del habitual hoy, eh?!

Me encojo de hombros y no respondo mientras les cedo el paso. No es que las chicas me caigan mal, pero, no suelo relacionarme con la gente que viene a la nave. Mi padre siempre decía que yo era un chico raro y nada sociable. Y tenía toda la razón. La gente suele molestarme y evito hablar mucho. Algo que no me pasaba con Daniella. Que parecía ser capaz de arrancarme una sonrisa con su sola presencia. 

Cierro la puerta tras de mí y me cuelo en la sala donde Flaunders duerme profundamente. Abre un ojo y olfatea levemente mi aroma. Luego lo vuelve a cerrar y sigue tranquilo. Le acaricio la cabeza y me dirijo a las pantallas, donde reviso, como todos los días las imágenes. No hay nada peculiar, excepto ese cordón policial donde encontraron a Daniella y que ha hecho que trasladen la pasarela a otra sala de la enorme nave. 

Me siento en mi silla y me sirvo un café. Me encanta el aroma que desprende, me reconforta. Unos golpes de nudillos en la puerta, me hacen dejar mi estado de relax. Miro la pantalla y veo que son los inspectores. 

— ¿Señor Brown? —abro la puerta y les saludo de forma cordial con la mano— Necesitamos hacerle algunas preguntas acerca del caso.

— Claro, lo que necesiten. 

Salgo del cuartito y les sigo hasta una zona más descubierta, pero tranquila donde poder hablar. 

— Señor Brown, hemos estado interrogando a varias compañeras de la víctima. Todas aseguran que llevan cerca de un mes preparando este desfile, con sesiones de fotos y vídeos en este mismo lugar. ¿Sabe si Daniella se llevaba bien con sus compañeras? ¿Si podría tener enemigas o si alguien querría hacerle daño?

Me rasco la nuca nervioso.

— La verdad es que Daniella... parecía llevarse bien con todas ellas, no sabría decirles —la imagen nítida de uno de mis sueños viene a mi cabeza, creo que la había olvidado o... quizá es un recuerdo real. 

— ¿Señor Brown, está todo bien?

— Emm... —salgo de mi trance sin tener claro si debería contarles lo que acabo de recordar— Verán, creo que poco antes del asesinato la vi discutir con un chico. Estaban fuera de la nave... sí, apenas a unos pasos de la puerta. No tengo claro de qué hablaban, pero... parecían enfrascados en una fuerte discusión. 

— ¿Y no sabe quién era él? 

— Pues... la verdad es que no. Pero Daniella entró de nuevo a la nave echa un mar de lágrimas —de repente comprendo que era un recuerdo real. ¿Cómo había podido olvidarlo?—. Recuerdo que le dejé un pañuelo y le serví una tila para los nervios. 

— ¿Sabe si hay imágenes donde se pueda ver el lugar donde discutieron? 

— Claro —les digo rápidamente—, hay imágenes para grabar todos los alrededores. Déjenme que recuerde el día.

Mi cabeza empieza a funcionar a mil por hora, hace dos días me encontré el cuerpo de Daniella y era sábado. El Jueves la vi en el gimnasio, miércoles es mi día libre en la nave... tuvo que ser martes o lunes. 

— Tuvo que ser el lunes o martes de la semana pasada —digo de repente—, y sería sobre las doce o la una del mediodía porque es cuando salgo a fumarme un cigarrillo, por eso les vi. 

— ¿Podría buscarnos esas imágenes, señor Brown? —asiento con la energía de un ciclón. Haber ayudado en la investigación, y por tanto, en poder averiguar quién es el asesino de Daniella, me llena de satisfacción. 

Busco en las cintas, las de esos dos días, sé que esas horas están en la primera cinta, casi al final, así que las paso deprisa. Empezamos con el lunes. Dos agentes uniformados se unen a Lisa y a mí, mientras Chris sale de la sala y le observo por las cámaras dirigirse a las modelos y hablar con ellas. El lunes no fue, pues no hay imágenes de ella, así que tuvo que ser el martes. 

Introduzco la cinta en el reproductor y llego a las once de la mañana de forma rápida. Nada... nada... observo en la imagen cómo la puerta trasera se abre y noto cómo Lisa se acomoda a mi lado para ver mejor las imágenes.

— ¡Estad atentos! —es su orden a los dos agentes que están detrás de nosotros. 

La imagen muestra a Daniella salir, miro la hora de la pantalla, las doce y cinco minutos. Se la ve hablar por el celular y hacer aspavientos con las manos mientras. Parece realmente enfadada. En un espacio de pocos minutos un chico aparece frente a ella. Él la besa de forma bastante forzada, ella cuelga la llamada y abofetea la cara del recién llegado, quien parece forcejear con ella. 

Miro a la detective que está absorta en la imágenes. 

— Hazme una copia de estos dos días, no solo de las cámaras de dentro, sino de las de fuera —me ordena de forma tajante mientras se levanta de la silla y sale del pequeño espacio.  

Asiento con la cabeza y voy a ponerme manos a la obra cuando en las imágenes, la puerta de la nave se abre, pero no parece salir nadie. Es como si alguien les estuviese espiando, pero no puedo ver a nadie. 

Observo de nuevo las imágenes atentamente, veo como él la coge de los brazos y la zarandea para luego besarla de nuevo. Miro la hora y recuerdo haber salido a encenderme un cigarrillo a esa hora aproximadamente, cuando ellos parecían discutir y eso tiene que estar a punto de suceder. Entonces algo extraño pasa, unas interferencias en la pantalla y luego la imagen del callejón vacío. No hay nadie más. Muevo hacía atrás y hacia delante las imágenes, pero soy incapaz de ver la resolución de la discusión al completo... ni mi aparición. 

Nada, interferencias y nada, el callejón vacío. Pero yo recuerdo haberme terminado el cigarrillo y haberlos dejado allí discutiendo. ¿Qué demonios está pasando? ¿Quién pudo haber manipulado estas cintas? Sólo yo tengo acceso a ellas. Bueno yo y... Steve.

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