-Capitulo Trece-

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CAPITULO TRECE

 Al llegar al edificio opte por subir las escaleras, corrí por ellas hasta el piso del departamento de Kiart luchando por recuperar el aliento conforme me acercaba a la puerta.

Josh fue quien me recibió, pase por su lado para ir hacia el pasillo pero se interpuso en mi camino parándose frente a mí impidiéndome el paso.

―¿Qué pasa?―pregunte con brusquedad.

―Tengo que hablar contigo―dijo con semblante serio.

Pase una de mis manos por mi cabello en muestra de frustración, quería pasar, necesitaba pasar. No quedarme parada en ese mismo sitio y sentir que seguían ocultándome cosas.

―No tengo tiempo ahora―seguí mi camino dándole un empujón para hacerlo a un lado.

Abrí la puerta de la habitación encontrándome con Kiart tirado sobre la cama, en unos shorts, observando el techo con algo que parecía ser un cigarrillo entre los dedos, conforme me acercaba me di cuenta que no era un cigarrillo, era un porro.

Se lo quite de la mano de un jalón. Kiart se sentó de golpe y quedamos casi frente a frente, observándome directamente a los ojos. Creí que me moriría. Tenía los ojos inyectados en sangre, con una mueca que nunca antes había visto en su rostro, estaba relajado, con las pupilas dilatadas, un tono amarillento en la piel y ese asqueroso olor a drogas.

Deje caer el porro al suelo y lo pise varias veces hasta hacerlo añicos.

―¿Qué te estás haciendo?―le pregunte con los dientes apretados y el nudo formándose en mi garganta.

Con lentitud fue acercando sus manos hasta mí. Sujeto mis antebrazos sin dejar de verme a los ojos, esperando el momento en que lo rechazara. Pero no pude hacerlo. Tiro de mí envolviéndome entre sus brazos en un abrazo que le devolví con demasiada fuerza.

Detestaba lo que sentía, pero lo había extrañado.

―Estas aquí―susurro―De verdad estas aquí.

Casi juraría que había emoción en sus palabras, que sentí su corazón acelerarse cuando nos abrazamos, su respiración cobrar algo de vida, fue algo que se sintió tan lindo que deje caer una lagrima por mi mejilla.

Estuvimos así un par de minutos hasta que al fin nos separamos, sujeto con ambas manos mi rostro. No lo espere, al momento en que junto sus labios con los míos sentí los muros volver a derrumbarse, abriendo de nuevo mi corazón a él, olvidándome de esa chica, de esa pelea, de ese miedo y esa inseguridad.

Y lo seguí, le seguí el beso.

Solté las cosas que tenía en mis manos sobre la cama cuando Kiart de alguna forma me hizo quedar recostada a su lado, sin interrumpir el beso. Se abrió camino entre mis piernas quedando sobre mí, enrollé mis piernas con las suyas de forma casi inconsciente.

Con uno de sus brazos se afincaba para no aplastarme mientras que con el otro buscaba recorrer las líneas de mi cuerpo, me quede embelesada en el beso. Era lento, iba tan despacio que me volvió loca, delicado pero rudo a la vez, mordió mis labios en los momentos precisos, metió su mano bajo mi playera pasando las yemas de sus dedos sobre mi piel mandando una electricidad placentera que me enloqueció.

No fue hasta que sentí el bulto creciente bajo la tela de sus shorts y que estuvo por meter su mano bajo la fina tela de mis leggins que reaccione. Detuve el beso con brusquedad empujando a Kiart lejos de mí para sentarme sobre la cama.

―Basta―le dije―Así no, este no es el momento.

Se quedó en silencio un momento, observándome sin poder creer lo que acaba de suceder. Porque es que ni yo misma lo creía.

―Lo siento―hablo bastante bajo―No era mi intención que eso pasara así, tan rápido, lo lamento. Me deje llevar.

Observe en sus ojos un Kiart que antes no había visto, sincero y avergonzado. Me volví hacia él para abrazarlo de nuevo escondiendo mi rostro entre su cuello y su hombro, me devolvió el abrazo.

―Está bien―dije, para ambos―Todo estará bien ahora―nos separamos―Voy a sacarte de esta.

Lo ayude a levantarse de la cama para guiarlo conmigo hasta el baño, llene la bañera con agua tibia y lo hice meterse con todo y los shorts puestos para evitar cualquier tipo de acto del que pudiera arrepentirme luego como el de hace unos minutos. Con mi mano llene de agua su rostro, limpiando unas manchas negras que tenía sobre la mejilla.

Puso su mano sobre la mía.

―Te quiero Venus―me dejo muda.

―¿Qué?―apenas logre decir―Creo que aun estas algo confundido.

Sonrió desganado.

―Dije tu nombre, pero si no me quieres no importa, yo lo entiendo―dijo.

Negué con la cabeza.

―No lo entiendo―dije.

―Que yo quiero estar contigo, que quiero ser tu novio―siguió hablando―Yo quiero ser tu mundo, yo te quiero a ti.

―Yo también te quiero―admití con la mirada perdida en el agua―Pero tú tienes novia y yo no pienso ser la otra, yo ya no voy a ser la otra―fui dura.

―Quiero que olvides eso, porque ya termine todo lo que paso con ella y quiero empezar algo contigo, quiero continuar con lo que teníamos esta vez completamente en serio―sujeto mi rostro para que lo observara, sus ojos estaban acuosos y una gota resbaló de ellos―Quiero que seamos dos tontos enamorados, juntos.

―Mientras que yo quiero respeto Kiart―espete―Sea algo oficial o no, se le debe tener respeto a la persona que te está dando todo su tiempo y su atención, al igual que su confianza porque no muchos harán eso. Y yo lo estaba haciendo por ti.

―Y te prometo, en serio te prometo que lo hare―soltó mi rostro y tomo mi mano―Quiero que confíes en mi de nuevo.

Me encogí de hombros.

―Ya veremos si eso pasa de nuevo, tomara su tiempo.

―¿Eso es un sí?―pregunto esperanzado.

Lo pensé, lo medite unos largos segundos. En ese momento, para mí la idea de dar segundas oportunidades era algo muy importante, algo que podía marcar tu vida, dar segundas oportunidades es como entregarle a alguien otra bala para que vuelva a dispararte ya que la primera no te mato.

Tenía que estar segura de que no iba a volver a lastimarme, de que no jugaría, que esta vez me tomaría en serio y no jugaría conmigo o me mentiría como lo había hecho antes. Pero eso no lo sabía, ¿Cómo saberlo? ¿Podía tomar ese riesgo?

Y la respuesta, es que si podía, si quería. Porque de hecho, en el fondo de mí.

Lo quería a él.

―Te daré otra oportunidad de ganarte mi confianza y ver lo que pasa, me refiero a que tal vez lleguemos a estar juntos, juntos―le dije.

Una sonrisa se posó en su rostro, una de las suyas pero en ese instante no tan suya. Se la devolví sintiéndome segura con la decisión que había tomado para nosotros, por dar otra oportunidad a esto, a que pudiera destruirme o a que acabáramos mal los dos.

Me lleve de frente todos los posibles riesgos.

Pensé en lo que mi corazón sentía cuando él me miraba, cuando me besaba, cuando me tocaba. Era algo que antes no había sentido, algo nuevo, algo que no esperaba. Justo ahora me daba cuenta de que en serio las personas cuando se conectan, cuando les gusta alguien, toman decisiones ciegas.

Porque el corazón quiere lo que quiere, así que no escuchara la lógica de la mente.

Una vez se bañó le di su toalla y me voltee para que se cubriera, salí del baño directo a la cocina. Busque en la nevera el cartón de leche y tome un vaso llenándolo casi por completo. Al volver con Kiart estaba sentado en la cama con nada más que unos boxes puestos.

―Toma―le ofrecí el vaso.

―Gracias por acompañarme―su voz aún estaba descoordinada y su mirada algo ausente.

―No hay problema―dije sentándome a su lado―¿Tienes hambre o algo?

Negó lentamente con la cabeza.

Su cuerpo estaba relajado, descansando apoyado en el copete de la cama, sus hombros caídos, respiración pesada, sonrisa ancha y cansada, dio pequeños sorbos al vaso hasta dejarlo vacío, entonces se acomodó en la cama y extendió sus brazos en mi dirección.

―Lo siento mucho―le dije―Pero tengo que irme, no puedo quedarme contigo esta noche―si podía, claro que podía, pero no me arriesgaría a hacerlo luego de lo de hace rato.

Quería durar un rato más siendo virgen.

―Me gustaría que te quedaras―suspiro―Pero entiendo que para ti en este momento soy como una clase nueva de peligro.

―En realidad eres como un grano en el trasero del que no puedo librarme―hice una mueca―Uno de esos que te salen en la nalga, ya sabes, llenos de pus...que no importa cuanto lo intentes no puedes ignorarlos y así.

―Resulta ser una linda comparación.

Ambos reímos un poco.

El ambiente se volvió tenso, incomodo, posiblemente había estado así desde un principio pero no me había dado cuenta hasta ahora. La sonrisa en su rostro cayó lentamente hasta desaparecer volviendo sus labios en una línea recta.

―Ahora va a ser muy difícil que estemos juntos.

―Prefiero que no pensemos en eso, después de todo, te di una nueva oportunidad para que te ganes mi confianza. Si a ti te vale madres y vuelves a fallarme, ya será tu problema―me encogí de hombros―Ahora en serio, tengo que irme.

―¿Podrías quedarte hasta que me duerma?―pregunto con timidez―Solo entonces me contendré de hacer idioteces.

Mordí mi labio inferior.

Saque los Cross de mis pies para subirme en la cama sentándome a su lado sobre una almohada. Kiart se deslizo sobre el colchón hasta quedar acostado junto a mí, lo dudo unos segundos pero al final recostó su cabeza en mi regazo y cerró los ojos intentando conciliar el sueño.

Observe un punto dijo en la pared, con mis pensamientos perdidos, sintiéndome bastante atrapada.

Atrapada en el "No quiero sentir este tipo de daño otra vez en mi vida" pero "Quiero volver a sentir ese tipo de amor". Idiotez, locura, libertad. Muchas formas de definirlo, pero eso sería limitarlo y la verdad; Es que este sentimiento no tiene límites.

Disfruto del tiempo que paso con Kiart. Porque sé que nadie llega por casualidad, todo es parte de la vida, cada persona tiene un motivo y un porque. Quería averiguar el suyo, en el interior, sé que aún no ha terminado.

Es como si apenas estuviera comenzando.

Cuando estuve segura de que se había quedado dormido hice maniobras para poder pararme sin despertarlo, casi fallo. Logre liberarme de él pero rodé sobre el borde del colchón cayendo de culo contra el suelo en un golpe casi silencioso.

Escuche sus quejidos por lo que opte quedarme muy quieta y en silencio, casi no respire por un par de segundos. Me puse en pie de un salto yendo directo a buscar mis Cross para marcharme en el mismo silencio. Josh estaba durmiendo en el sofá cuando pase por su lado, Salí del departamento casi en forma ninja.

Una vez dentro del auto solté todo el aire que había contenido.

Y entonces, mi mente se aclaró.

¿Qué mierda acababa de hacer?

(*)

La puerta estaba justo frente a mí, pero dude muchísimo antes de abrirla porque sabía que los encontraría esperándome. No me equivoque, al voltear hacia los sofás estaban todos juntos observándome con atención. Lance las llaves en el plato haciendo un ruido chillante y molesto.

―Segundo intento―suspire observándolos a todos―Jodanme si no se queda.

Seguí de largo hasta mi habitación cerrando de un portazo detrás de mí, no podía hablar con ellos en este momento sintiéndome tan malditamente estúpida por lo que había hecho. Deje mi cuerpo caer sobre mi cama, boca abajo.

Grite contra la almohada y sin quererlo empecé a llorar.

Los sollozos me hacían temblar el cuerpo, los tres meses conociendo a Kiart pasaron por mi mente, los besos, recordé cada fecha que pasamos juntos y como esa chica había estado dos meses siendo su novia sin que me diera cuenta, como pude ser capaz de darle otra oportunidad.

De nuevo me sentí estúpida, porque acabaría mal.

―¡Imbécil!―grite golpeando la almohada.

―No importa cuánto la golpees, ella no tiene la culpa de nada―la voz de Wyatt me hizo detenerme.

Incorpore mi cuerpo sentándome sobre la cama, sorbí mi nariz y limpie las lágrimas que bajaban por mis mejillas. Wyatt camino hasta sentarse a mi lado, tomo una de mis mano y le dio un apretón.

Algo especial, muy especial en nuestra amistad. Es que sin importar cuan mal podría encontrarme o que tan malo era el problema si él estaba para sostener mi mano sabía que los problemas desaparecerían, no era necesario que me dijera nada, que intentara aconsejarme, ni que me abrazara. Si su pálida y frágil mano sostenía la mía ya no me sentía sola.

―Eres una idiota―me dijo―Una grandísima idiota.

―Lo sé―asentí volviendo a sorberme los mocos.

Sujeto mi barbilla y movió mi rostro para que lo observara, sin sus lentes sus ojos se veían bastante chiquitos, tanto que parecía tener rasgos asiáticos.

―Pero eres la idiota con el corazón más grande que conozco―me sonrió―No sé tú, pero yo soy fiel creyente del karma. Quizás él se la disfruto en su momento, pero más tarde tú lo harás.

―Sabes que no puedo hacerle lo mismo―susurre―No soy ese tipo de persona. Siempre se debe ser mejor, no igual. Demostrar que se es mejor persona y punto, no rebajarse de esa manera.

―Lo sé y esa es una de las cosas que tanto admiro de ti.

―Le di otra oportunidad para que se gane mi confianza―casi vuelvo a llorar―Lo quiero a él. Cuando estuve a su lado supe que era así, supe que quería darle otra oportunidad, pero estando lejos solo quiero mandarlo a la mierda.

―Es la magia del enamorarse―se encogió de hombros junto a un puchero.

―¿Crees que estoy enamorada de él?―la pregunta casi me ahoga.

―Por el momento no―arrugo la cara―Pero eres una romántica empedernida que solo estaba esperando a ese chico hijo de puta que le pusiera el mundo de cabeza―hace una pausa y estudia mi expresión―Quieres un amor de novela, siempre lo has querido, ya lo encontraste. Ahora te toca decidir si de verdad quieres continuar con algo que podría acabar por romperte en trocitos el corazón.

―Sí, yo tampoco creo estar enamorada de él, nada más estoy bien pendeja―bufe.

―Ilusionada, le dicen―contesto en voz baja.

―Ya tome una decisión―cubro con ambas manos mi cara―Le di otra oportunidad, un segundo intento. Solo espero que no me joda.

―Asumo que va a joderte―dice.

―Supongo que me importa más de lo que pensaba.

―Es parte de ti, amas a todo el mundo. Se te cruza una hormiga y ¡Boom!―aplaudió frente a mi rostro haciéndome sobresaltar―De la nada ya son mejores amigas y conocen todos sus secretos.

―Me equivoque, ¿Cierto?―la pregunta lo hizo tornarse completamente serio.

Note como mordía el interior de su mejilla antes de sonreírme.

―No, no lo creo. Es primera vez que solo piensas en tus sentimientos y no en lo que el resto del mundo pueda decir o pensar, que no te importa que creemos.

―Si me importa―replico apoyando la cabeza en la pared.

Bufo.

―Por supuesto que no te importa―casi se ríe―Si te importara desde un principio te hubieras alejado de él, no te hubieras besado con él, no hubieras hablado con él o bueno, para empezar, le hubieras pateado el trasero esa vez que te nalgueo en vez de solo disculparlo y disculparte. Déjame decirte, que no es la segunda oportunidad, es la tercera.

Una nauseas me invaden y tengo que cerrar los ojos para apartarlas.

―Soy una imbécil―repongo frunciendo el ceño.

―Eso no es para nada cierto, lo que hiciste no está mal, si es lo que te hace feliz entonces hazlo y ya―suspira antes de volver a hablar―Mira...yo sé lo que es estar ilusionado, he pasado por eso, lo que te diré es lo que me hubiera encantado escuchar cuando estaba en tu lugar―tomo mis manos entre las suyas―Manda a todos a la mierda, sigue tu corazón, porque si no te equivocas amando entonces no estás viviendo como se debe. Si él no lo aprecia, no lo valora, no ve la hermosa persona que eres entonces es un maldito infeliz que no te merece, y él se lo pierde, al final todo lo que haces habla más de ti que de las personas que no lo valoran.

Lo abrazo, como única respuesta a todo lo que acaba de decirme lo abrazo. No soy de muchas palabras a menos que sean escritas, pero sí soy de hechos, por lo que lo abrazo tan fuerte como puedo para transmitirle todo el agradecimiento que siento.

Wyatt tiene razón en todo, a mi alrededor ya le había dado una segunda oportunidad, esta es la tercera, la vencida dicen. No estaba enamorada pero si podía ocurrirme en cualquier momento, suele pasar. Ahora las cosas a mi alrededor tienen que ver con Kiart, tengo temas pendientes, como el hablar con aquella chica que solía ser su novia y que él me cuente toda la verdad sobre ella para estar segura de sí seguir con esto o no.

Aunque ya había tomado una decisión, tenía que reafirmarla.

Y llore un poco más, no por lo que paso con Kiart, sino porque no existe mejor amigo como el mío.

Al separarnos me da un beso en la frente e intenta abandonar la habitación. En cuanto abre la puerta Maggie, Inedra y Bou caen una sobre la otra por haber estado pegadas a la madera chismeando. Ninguno evita reírse, sin ellos mi vida no sería igual de mágica.

―¿Creen que volverá?

―¿Qué cosa?―preguntan los cuatro al unísono.

―La confianza.

―Claro que sí, el tiempo suele curarlo todo...incluso es participe en el olvido―dice Maggie convencida―Y si no es así, entonces sabrás cuando marcharte.

Asiento con lentitud tomando el teléfono queesta sobre mi cama, busco en los contactos hasta encontrarla y sin pensarlo dosveces empiezo a escribirle el mensaje;   

Sabía que a partir de ahora podía pasar lo quefuera y estaba lista para partirme la madre intentándolo.

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