14. la final

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Moira pasó sus últimos días en Qatar aprovechando cada momento, sabiendo que iban a ser los últimos. Acompañó a su hermano y a su papá a los museos del futbol y a cada actividad que podían encontrar, recorrieron las diferentes calles, yendo de un lugar para otro, hasta que tuvieron que pedir indicaciones, porque se habían perdido totalmente. Sus piernas dolían y estaba más bronceada que de costumbre. Por suerte se había puesto bronceador, porque sino lo más seguro era que iba a terminar roja como un tomate. No podía decir lo mismo de su inteligente hermano, que había dicho que el bronceador no hacía nada y estaba bien así. Ahora se encontraba totalmente rojo y su viejo lo había cagado a pedos por no hacer lo mismo que su hermana. Moira no quería ser mala, pero aún siendo menor que Mateo, era mucho más madura e inteligente.

En una de las salidas, le había contado a su hermano sobre las promesas que habían hecho con Julián si Argentina ganaba la copa del mundo. Mateo se había puesto feliz, porque al igual que ella, lo más lejos que habían ido era a Santa Teresita a vacacionar y bueno, ahora habían conocido Qatar. El chico estaba seguro que Argentina iba a ganar el mundial, según él, había muchas señales de que su país iba a ser campeón. Así que, su hermano también estaba completamente seguro que se iba a ir con ella de vacaciones a Inglaterra. Desde el momento en que se lo había contado, él ya había planeado excursiones, lugares a dónde visitar y por supuesto, le había dicho que era una obligación ir a la cancha para ver a los ingleses jugar. Lo poco que la fotógrafa sabía del Manchester City, era por las conversaciones que tuvo con su pareja.

En cuanto a Julián, sus momentos juntos habían sido breves y siempre eran interrumpidos, ya que Scaloni los tenía bien cortitos cada vez que el futbolista desaparecía para ir con ella. Juli le contó que su director técnico lo cagó a pedos en privado y le dijo que aguantara sus hormonas, hasta que terminara el mundial. Moira se había reído, lo único que tenían permitido hacer era darse besitos y abrazos, cosa que Enzo y Candela no dejaban pasar por alto, ya que todo el tiempo los estaban jodiendo cuando se daban un beso que duraba más de cinco segundos. Cada vez que el futbolista tenía un momento libre, se encontraban en algún área pública o en su habitación y hablaban. Sus charlas duraban horas y nunca se cansaban, podían comenzar hablando de temas simples y ella terminaba contándole teorías conspirativas, también le hablaba de sus libros favoritos y la historia completa de Taylor Swift. En el caso del futbolista, la quiso introducir al fútbol y le explicó sobre los jugadores más importantes argentinos, sobre los diferentes mundiales de fútbol y Messi. Julián era igual de fan de Messi que ella lo era de Taylor Swift.

—¿Viste la cuenta de Instagram de Televisión Pública?— preguntó ella, mostrándole su celular astillado.— No sé quién maneja esa cuenta pero quiero ser su amiga. Necesita que le aumenten el suelo.

Julián se rio ante su emoción, porque él también había notado las ediciones que subían haciendo referencia a la ídola de su novia. Moira siguió en Instagram, mirando las diferentes historias y publicaciones. Las personas habían dejado de hablar mal de ella, o al menos, la mayoría. Los hinchas argentinos estaban enfocados en el mundial y los malos comentarios habían desaparecido bastante, cosa que agradecía. Candela le había contado que las cuentas dedicadas a Julián Álvarez habían compartido cosas a favor de la pareja, así que al menos tenía mucho menos odio en su contra.

—¿Crees que de verdad vamos a ganar el mundial?— preguntó Julián, después de un tiempo en silencio. Le hacía esa pregunta al menos una vez cada día. El nueve de Argentina estaba muy ansioso por la final contra Francia.— Se siente en el ambiente cosas positivas y no me quiero ilusionar.

—Ya estamos todos ilusionados, Juli. Según lo que me dijiste, los de Francia juegan bien pero ustedes también y lo que los hace superiores es que ustedes quieren ganar el trofeo por muchos motivos. Por su capitán, por Argentina. Le están poniendo muchos huevos a los partidos y se nota.— ella le contestó, uniendo sus manos y dejando su cabeza apoyada en su hombro. El futbolista le había dicho que querían ganar el mundial porque lo más seguro era que iba a ser el último mundial de Lionel Messi. Los más jóvenes lo admiraban muchísimo y sentían que debían dar lo máximo para brindarle ese título.

—Sin importar el resultado, estoy feliz de haber venido al mundial.— ella reconoció, tratando de no llorar de la emoción.— Conocí gente increíble, me hice amigos y te conocí a vos. No me arrepiento de nada.

Julián la miró con sus ojos brillosos.— Gracias al destino que nos unió y gracias a tu papá a obligarte a venir.

Mmmm, me parece que el destino no nos unió, esos fueron Candela y vos con sus planes maestros y con sus mentes maestras.

Los dos soltaron una carcajada, porque habían escuchado Mastermind de Taylor Swift y habían jodidos diciendo que la canción hacía referencia a las cosas que ellos hicieron para quedarse juntos. Los días habían pasado muy rápido, porque cuando se disfrutaba algo tan intensamente, el tiempo se desfiguraba y parecía fugaz. Los dos se gustaron desde el primer momento, los dos sintieron esa química y atracción cuando sus ojos se unieron, las emociones habían aparecido demasiado deprisa y eran fuertes como una tormenta. Moira lo quería a Julián como un amigo, un confidente y su pareja, porque cuando estaba con él no se reservaba nada, era ella misma, con sus debilidades y fortalezas. Julián la quería a ella por ser quien era, Moira lo escuchaba y se preocupaba por él de una forma genuina y auténtica. Él no era una persona muy extrovertida y cada vez que pasaba tiempo con la fotógrafa, las palabras le salían hasta por los codos. Moira le brindaba confianza y seguridad que nadie más le había dado.

La quería mucho más de lo que podía admitir, porque de hacerlo, quizás ella iba a pensar que era intenso.

—Si ganamos, cuando ganemos.— se corrigió él, tratando de ser optimista.— ¿Vas a venir con nosotros a festejar?

La chica lo miró y abrió su boca, sin saber realmente si podía festejar en compañía de los demás. Iba a tener que sacarle fotos a todos festejando, así que de cierta forma, iba a estar presente con ellos. Así que asintió con su cabeza, quizás podía tomarse ciertas libertades si su equipo ganaba el mundial.

—¿Voy a conocer a tu mamá y a tu papá?— Julián era una persona muy familiar y siempre hablaba de sus viejos, que desde muy chiquito lo habían apoyado para que pudiera dedicarse al fútbol. Lo seguían a todos lados, incluso ahora que Juli tenía veintidós y era un adulto. Lo más seguro era que, de ganar, las familias de los jugadores también bajaran a la cancha a festejar el triunfo y de una forma u otra, ella también se los iba a cruzar. Moira estaba preocupada de lo que ellos podían pensar de ella.

—Ya les hablé de vos, mi mamá está encantada y mi papá también. No te preocupes, ya te quieren adoptar.

Moira esbozó una sonrisa. Estuvieron charlando a solas, hasta que aparecieron otros futbolistas en el mismo área de descanso y también se unieron a la conversación. Enzo y Lisandro Martínez se sentaron en las reposeras, con el mate que se llevaban a todos lados y un paquete de bizcochitos salados. Todos los jugadores con los que Moira había hablado en los últimos días le habían dicho lo mismo, estaban demasiado nerviosos y apenas podían dormir. Ahora era peor, porque la final era mañana. Después de un tiempo, todos decidieron irse a sus habitaciones, sabiendo que tenían que dormir, ya que mañana era el partido. Iba a ser un día muy largo y especial, repleto de emociones diversas.

Candela la despertó la mañana siguiente, cantando Muchachos en su oído. Una vez que terminó, le habló agitada.— Despertate Mo, hoy es la final. Siento que tengo la presión baja.

—¿Estás bien?— se alarmó la castaña, mirando como su compañera de trabajo se tiraba dramáticamente al piso. Candela le contó que había tomado clases de teatro y ahora tenía sentido la forma en que la mujer se comportaba y siempre hacía que los demás fueran espectadores de su puesta en escena.

—Todo me tiembla, hasta la cachucha me tiembla.

Moira soltó una carcajada a eso último y levantó a su amiga del piso, para que las dos fueran a buscar sus desayunos a la cocina. Iba a extrañar mucho compartir tanto tiempo al lado de semejante mujer, aunque se habían prometido y jurado no perder el contacto y seguir siendo amigas. Ayer se habían ido dormir un poco tarde, porque las dos habían estado nostálgicas al armar sus valijas y recordar lo que habían vivido en Qatar. Sin importar el resultado del partido, ese mismo día iban a irse del país y volver a Argentina. Tras compartir tantos días y experiencias juntas, sentía que había formado un importante lazo y la iba a extrañar muchísimo. Habían estado hasta pasadas las una de la mañana hablando de la historia de amor de Scaloni con Candela, que había tenido ciertos avances. Su amiga se había cruzado al director técnico en un ascensor y empezaron a hablar. Según lo que le contó ella, Lionel se mostraba serio pero no había perdido oportunidad de responder a sus avances.

Si Argentina gana, te juro que no dudo en ir y comerle la boca a Scaloni.— había dicho la mujer, llevándose una papa frita a la boca, mientras las dos estaban sentadas en su valija. Eran las doce y media de la noche.— Bueno, no en frente de todos, pero sí en privado.

¿Eso no es medio atrevido?— Moira sabía que todo lo que Candela se proponía lo hacía, antojo que tenía lo satisfacía. Aún así, el director técnico se veía como alguien muy reservado y no tenía idea de cómo podía llegar a reaccionar a un beso de la mujer.

¿Vos me decís que eso es atrevido? Si mal no recuerdo, vos te acercaste a Juli y le dijiste que te gustaban los cordobeses y que te hablara en el oído. Tremenda atrevida es mi amiga.

Moira había recordado lo que pasó semanas atrás, cuando se había emborrachado. Había sido un momento incomodo, sumamente incómodo y que se arrepentía en gran parte, aunque a fin de cuentas, había dicho aquello que creía pero no se animaba a decir. De vuelta en el presente, Moira García terminó de desayunar en compañía de Candela y las dos se sacaron varias fotos, siendo la última vez que comían juntas. El viaje hasta la cancha fue abrasador, Candela no dejó de cantar ni por un momento todos los temas que le aparecían en la cabeza y como Moira únicamente se sabía algunos, la acompañó un poco. Los demás miembros del equipo de fotografía y staff se sumaron a la energía compartida de las chicas.

La fotógrafa había tenido que apagar su celular cuando llegó al estadio, porque su mamá y su padrastro desde Uruguay estaban escribiéndole y haciéndole millones de preguntas sobre la selección. Lo mismo pasaba con sus amigas y con cada persona que conocía, incluyendo aquellos compañeros de estudios con los que apenas había cruzado palabras. Todos esperaban la final del mundial como un día memorable. Moira estaba parada en el Lusail Stadium, esperando para empezar con su trabajo. Candela había aparecido muchas veces en el último tiempo, se mordía las uñas y miraba a todos lados, sin sacar su mirada del celular y del contenido que estaba publicando en redes. Lali iba a cantar el himno argentino y Moira tenía la suerte de estar en primera fila para escucharla. Los hinchas gritaban más fuerte que nunca, la euforia se sentía en el ambiente. Los gritos se hicieron más elevados al ver a los jugadores salir a la cancha y le rezó al cielo para que todo se diera exactamente como tenía que ser.

Julián pasó al lado suyo y su novia le guiñó un ojo, musitándole un buena suerte. Vio su espalda moverse de un lado para otro, mientras entraban en calor, hasta que desapareció junto a los demás jugadores. Unos diez minutos después, las luces del estadio comenzaron a cambiar, dando inicio a la euforia colectiva. Moira pasó sus manos nuevamente por su pantalón de jean, se sentía nerviosa y eso que todavía el partido ni había empezado. La Selección salió a la cancha ya vistiendo sus camisetas y llegó el tan esperado momento del himno nacional. Pudo ver a Lali Esposito con su micrófono, dándole una bonita voz al himno de su país. La contempló, uniéndose al canto y queriendo que ese momento quedara guardado en su mente, para quizás un día, contarle a sus propios nietos que había estado en el mundial.

El partido comenzó. Si había estado nerviosa en el partido contra Países Bajos, este no le tenía comparación. El primer tiempo se había dado muy bien; con un gol de Messi y otro de Di Maria, ya le venían ganando a los franceses. Detrás de su cámara, Moira sintió que todo cambiaba cuando Mbappe hizo el primer gol y luego, el segundo. Habían sido empatados en cuestión de un minuto de diferencia. Pudo sentir la rabia y el enojo, porque habían dominado todo el primer tiempo y en segundos todo había cambiado para mal. Cuando el segundo tiempo terminó y continuaron empatados, los jugadores fueron a un breve receso, hasta que volvieron nuevamente para dos tiempos de quince minutos cada uno. Para la alegría del pueblo argentino, Lionel Messi hizo un gol que les dio un respiro a todos y los llenó de alegría. Moira creía no tener problemas de salud, salvo que ahora sentía que su corazón latía demasiado fuerte y se sentía un poco floja, como si estuviera a punto de desmayarse.

Mbappe hizo el tercer gol de Francia diez minutos después que Leo hizo el suyo, arruinando cualquier alegría argentina. Habían vuelto a estar empatados. A esas alturas, la fotógrafa sintió una angustia inmensa en su pecho, odiaba la forma en la que siempre tenían que estar sufriendo y jamás podían sentirse confiados en su totalidad. Miró a su alrededor, los hinchas argentinos lloraban y otros trataban de seguir alentando por su selección, sabiendo que estaban muy comprometidos y todo pendía de un hilo muy débil. La chica suspiró, volvió a poner toda su atención en la cancha y justo en ese momento, observó una atajada única, Emi Martinez había evitado que le hicieran un gol con su pierna. Todos gritaron a su alrededor, por más que todo parecía perdido, seguían teniendo chances.

El segundo tiempo de quince minutos terminó, continuaban empatados y ahora se venían los penales. Candela apareció de la nada, tenía su maquillaje corrido y sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Su angustia era totalmente comprensible, era un partido en el que cada persona que hinchaba por Argentina la había pasado mal. Su propio cuerpo no había emitido ninguna lágrima por el simple hecho de que le costaba llorar en lugares públicos.

—Esto es horrible. Mbappe te odio, la puta madre. Nunca sufrí tanto.— se quejó su amiga, acercándose a Moira para darle un abrazo en busca de consuelo. La fotógrafa la respondió, necesitando también cierto apoyo.

—Vamos a ganar, tengo fe.

—Si no ganamos no quiero vivir más.— Moira hizo una mueca y cuando se separaron, tomó la botella de agua que Candela le ofrecía. Era un momento horrible, las dos lo sabían, estaban tan cerca de ver a su país ganar y de una forma u otra, todo se había vuelto más difícil.

La ronda de penales dio su inicio y ahora todo estaba en manos de Dibu Martinez. Moira se movió con su cámara lo más cerca que pudo del arco, chocándose con otros colegas. El primer penal de Argentina lo pateó Leo y en Francia lo pateó Mbappe. Las dos pelotas entraron sin ningún problema al arco, aunque el arquero de la celeste y blanca fue capaz de rozar la pelota con sus dedos pero no evitó que entrara. Sin embargo, Emiliano le atajó el penal a uno de los franceses y luego, otro francés falló y tiró la pelota fuera del arco. La fotógrafa aguantó la respiración, notando que eso creaba una brecha importante para su país. Como Messi, Dybala y Paredes pudieron hacer sus penales y meter la pelota en el arco, si Argentina hacía otro gol, se consagraba campeón del mundo. Y el último encargado de patear fue Gonzalo Montiel.

Por favor, por favor.— susurró ella, con su ojo detrás de la cámara y esperando capturar un momento culmine.

Todo sucedió con mucha expectativa, el jugador de Argentina pateó la pelota y entró directo en el arco. Hubo un segundo de silencio, hasta que toda la hinchada argentina gritó lo más fuerte que pudo. Mientras Moira tomaba fotos, se daba cuenta de lo que había pasado en los últimos cinco segundos. Argentina había ganado. Habían ganado el mundial. Moira no pudo evitar saltar y abrazarse con Raúl, quien estaba a su lado. A pesar de nunca haber tenido una buena relación, el triunfo de su país lo había hecho un poco dócil y abrazó a la chica como si fuera de la familia. Miró a todas partes, Candela había desaparecido en medio de toda la marea de gente saltando, no estaba en ninguna parte donde podía ser vista. Moira y Raúl se acercaron hasta la cancha para sacarles fotos a los jugadores de cerca, Lionel se había tirado al piso, sin poder creer el triunfo y sus compañeros corrieron a él para abrazarlo. Vio lagrimas, felicidad y gritos por todas partes.

De repente, sintió un abrazo por atrás y giró su cabeza para ver a Enzo Fernández. El morocho le dejó un beso en el cachete y gritó emocionado.— ¡Moira, ganamos!

El futbolista la abrazó con fuerza y no tuvo tiempo de decirle nada, porque ya había corrido lejos de ella. La fotógrafa fue recibida por segunda vez, cuando Alexis Mac Allister se acercó de frente y también la abrazó. Enzo y él eran dos personas increíbles que también consideraba amigos, y esperaba que la vida hiciera que se cruzaran de vuelta cuando todo terminara. La fotógrafa dejó la cámara a un lado y le devolvió el abrazo.

—¡Ganaron, Ale! Sos un campeón mundial.

Antes había creído que no era capaz de llorar en público, ya que sus ojos nunca se humedecían; algo debió romperse en ella porque sintió que la emoción llegaba. Un par de lágrimas de felicidad cayeron por sus ojos y aguantó el sollozo. El colorado le dijo unas palabras y después se fue a festejar con los demás futbolistas. Moira tomó fotografías de la celebración, quería recordar cada momento de ese día y las fotografías vivían a pesar del tiempo. Podía imaginarse viendo esas fotos dentro de treinta años y sonreír ante el recuerdo de haber estado presente para ver a su país ganar el tercer mundial.

La persona que más quería ver apareció en su radar. Julián Álvarez se acercó a ella y Moira vio a la tribuna llena de personas, había muchos ojos puestos en ellos. Los dos terminaron de acercarse y se miraron en silencio, ninguno podía sacar la sonrisa de felicidad de sus bocas. Julián era un campeón mundial.

—Te dije que iban a ganar...— una vez que las palabras salieron de los labios de Moira, soltó un gemido de sorpresa. El campeón le estaba comiendo la boca en frente de los ochenta mil hinchas que había alrededor y de las familias de los dos. Sintió un flash en su cara y continuó besándolo, sin importarle que mañana todos vieran la fotografía. Argentina había ganado y Julián le gustaba, eran dos combinaciones que la hacían besarlo aún con más fuerza y menos vergüenza. Sintió que alguien le sacaba la cámara de las manos y con sus manos libres, agarró el pelo del cordobés y lo atrajo todavía más a ella. Cuando se separaron para respirar, dejaron sus frentes apoyadas y se miraron, Julián con sus manos en los cachetes de la fotógrafa y ella con sus dedos en el pelo de su novio.

—Te quiero, mi MJ.

—Te quiero, mi hombre araña. Sos campeón mundial.

Julian le dejó un pico en sus labios y los dos se miraron, era un momento increíble y memorable. Todo sucedía demasiado rápido, Enzo apareció para llevarse a su amigo, diciéndole que ya les iban a entregar la copa del mundo. Candela era quien le había sacado la cámara de las manos y las dos se abrazaron con fuerza, festejando ante la merecida victoria de Argentina.

—Boluda, no sabes lo que pasó.— gritó Candela entre todos los sonidos, acercando su boca a su oído.— Justo pasé al lado de Scaloni y él estaba hablando con Aimar. La cosa es que... le grité algunas guarangadas. No sé si me vio la cara y se dio cuenta que era yo, ojalá que no porque me re zarpé.

Moira miró a su amiga y las dos no pudieron evitar soltar una risa.— Bueno, no tenes nada que perder. Ganamos un mundial, el que le tenga miedo a morir que no nazca.

La ceremonia para los campeones del mundo fue bellísima. A Raúl y a ella les dieron el beneficio de poder estar muy cerca cuando el seleccionado argentino se acercó para que les dieran sus medallas. Moira los vio pasar uno por uno y ellos se fueron acomodando en el escenario blanco. En el momento en que Julián pasó para recibir su medalla, ella silbó y lo aplaudió. Cada jugador fue pasando y siendo ovacionados por los hinchas, hasta que llegó el momento de Lionel Messi, quien fue el último en pasar. En el instante en que el capitán agarró la copa, fue como si todo estuviera bien, como si hubiera estado destinado a ser. Ahora vistiendo una tela negra y dorada sobre su cuerpo, Lionel se sumó a sus compañeros y juntos alzaron la copa del mundo.

Escuchó gritos y estallidos de los fuegos artificiales. Aún con los ojos llorosos, siguió haciendo su trabajo y capturó cada minúsculo momento. Era una celebración, era lo mismo que habían estado esperando que sucediera. Se acercó aún más al escenario y cada jugador quiso sacarse una foto individual con la copa, Raúl y ella estuvieron muy dispuestos a tomarles fotografías. La copa fue pasando de mano en mano y todos le dieron besos. Enzo Fernández agarró la copa y mientras tanto, Julián agarró a la hijita de su amigo en brazos. Moira sintió que su corazón se llenaba de ternura al ver la escena. La bebé miró al futbolista con curiosidad y su novio le hizo unas caras para que Olivia sonriera. Verlo interactuar con un bebé le hizo mover una fibra sensible que no sabía que tenía, cada cosa que Julián la hacía la tenía más atontada por él.

Enzo volvió a agarrar a su hija y Julián se quedó esperando por su turno para agarrar la copa. Se notaba que tenía un poco de vergüenza para pedir su turno y después de que varios compañeros se sacaran la foto con el trofeo, finalmente lo pudo sostener en sus manos. El jugador proveniente de Calchin alzó la copa y ella le sacó todas las fotos que podía, sabiendo que hasta la cámara lo amaba.

—¡Qué lindo que sos, Julián!— Moira gritó sin importarle nada, su novio la escuchó y se puso un poco rojo. Se habían besado en medio de una cancha llena de personas, gritarle un piropo era lo mínimo que podía hacer.

Moira les sacó fotos a cada jugador y miembro del equipo técnico levantando la copa, y cuando se bajaron del escenario para ir con sus familias, vio que alguien la empujaba del brazo. La castaña se cruzó con Agustín Álvarez y él la recibió en sus brazos. Los dos se dieron un abrazo rápido y efusivo, la única vez que ella lo había visto fue cuando habían ido a comer a un restaurante y en ese momento, Moira y Julián todavía no eran nada. Los hermanos de Juli la habían empezado a seguir por las redes y también le mandaban mensajes cada vez que ella subía algo con el otro Álvarez. Eran unos chicos muy bien educados y que la habían tratado demasiado bien desde el inicio.

—Hola, cuñada.— saludó Agustín y cuando se separaron, también apareció Rafael para darle un abrazo. Todos tenían la camiseta de Argentina, la de Julián.

—Eh, te vimos besándote con nuestro hermano. Un poco más y me hacen tío.— Moira se sonrojó un poco ante lo que le había dicho Rafa y el chico soltó una carcajada. Como si lo hubieran invocado, Julián apareció para abrazar a sus hermanos y también darle otro abrazo a ella. Venía acompañado de un señor y de una mujer, quienes suponía que eran sus padres. La castaña sentía que su corazón latía demasiado fuerte y que si no fuera por todos los ruidos de alrededor, hubiera sido posible escuchar el latido.

La mujer rubia se acercó y la agarró de las manos.— Vos debes ser Moira, la que tiene enamorada a mi hijo.

Julián miró el intercambio de su novia y su mamá, poniéndose rojo ante la vergüenza. Moira, en cambio, se sintió un poco más cómoda cuando empezaron a hablar. La mujer se llamaba Mariana, y su esposo, Gustavo. Los dos fueron muy amables cuando la vieron, aunque no pudieron hacer otra cosa que presentarse, porque les pasaron la copa y se tomaron unas fotos al lado del arco. Moira estuvo un poco reacia a sacarse una foto con la familia completa, ya que sentía que llevaba muy poco tiempo siendo la novia de Julián y que parecía media metida en la foto familiar. Mariana insistió y Julián también, así que se acomodó y sonrió, poniendo su brazo al lado de Julián y el otro al lado de Agustín. Rafa les sacó una foto a la pareja y ella le dió un beso a Julián en el cachete, viendo que el chico a su lado sonreía como nunca antes. Moira tocó la copa por unos segundos, pero tenía miedo de hacer cagadas y que de alguna forma la rompiera.

Mientras celebraba en compañía de los Álvarez, se cruzó con los demás jugadores y recibió un sorpresivo abrazo de Lionel Messi. Había sido la cereza del pastel, lo último que necesitaba para hacer su día hermoso.

—Te queremo', Moira. So' la MJ de nuestro equipo.

Moira se rió por la forma en la que dijo emejota en vez de emshi. Lionel seguía siendo increíble y argentino al cien por ciento. Así que lo abrazó aún más y después de tantas idas y vueltas, le pidió una foto. Messi le sonrió a la cámara de su celular y ella supo que era una imágen que iba a enmarcar de por vida. Había pasado casi un mes cruzándolo en los pasillos y nunca se había atrevido a pedirle una foto, no fue hasta ese momento, que se llenó de valor. Recibió abrazos y dió abrazos, principalmente de otros jugadores con los que se llevaba muy bien y había jugado al truco. Dibu, Cuti y Lisandro la saludaron y ella conoció a sus parejas y a sus hijos. No había mucho tiempo para charlar, así que absorbió cada simple momento, guardando la esencia en su corazón.

De repente, alguien se colgó atrás suyo y le gritó en el oído.— ¡Somos campeones, hermana!

—¿Cómo llegaste acá?— ella también gritó, poniéndose contenta de tener a su hermano ahí abajo. En medio de todas las familias, también extrañaba la suya. Mateo estaba en cuero, en cualquier momento los qataries lo iban a sacar de ahí rajando.

—Me encontré al Kun y le dije que soy tu hermano, así que bajamos juntos. No sé dónde quedó el viejo, pero también bajó conmigo.

Después de su explicación, Mateo no paró de gritar y de saltar al lado suyo. Tenía una energía demasiado contagiosa. Julián se cagaba de risa de cómo actuaba su hermano, porque parecía un barra brava más que un hincha y lo único que le faltaba era empezar a agarrarse a las piñas con los franceses. Moira se subió a la espalda de su hermano y los dos corrieron por toda la cancha, hinchando a la selección y viendo que algunos se reían cuando pasaban. Pudo ver a su papá cerca de Messi y sus hijos lo entendieron, era obvio que su papá no iba a perder la oportunidad de conocer a su ídolo más grande. Todo era pura alegría y emoción. Candela volvió a aparecer a su lado y se sumó a los dos hermanos. Volvió caminando al lado de los Álvarez y siguieron festejando, besó la cara del campeón mundial todas las veces que pudo.

Argentina era campeón y era el mejor día de su vida.

CADA VEZ que hablo de la final o pienso de la final se me caen las lágrimas, se los juro. Todavía no caigo.

SOMOS CAMPEONES

Espero que les haya gustado el capítulo, fue uno de los que más me gustó escribir aunque me costó bastante, porque no quiero terminar con esta historia, si fuera por mi escribo hasta que Moira y Julián sean abuelos ahre.

Quiero aclarar por las dudas que todavía faltan algunos capítulos, faltan más celebraciones por ser campeones, navidad, año nuevo y Moira llegando a Manchester. Ni idea cuántos capítulos son, la verdad, porque yo me pongo a escribir y las cosa salen como salen jajaj. Así que, SIGAN LEYENDO, no me abandonen todavía💀

Bueno, no sé que más decir. Gracias por leer posta, aprecio mucho todos los comentarios que dejan y me sacan muchas risas❤️❤️ Sé que suena medio tonto, cliché y cursi, pero ustedes me motivan muchísimo para escribir. Así que gracias<33

Besitos y hasta la próxima!!! Sigamos festejando que somos campeones del mundo

Pd: si no tienen nada que leer, vayan a leer mi historia de Cuti Romero que está re piola ah.

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