oo. el comienzo

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Moira evitaba las multitudes. Y salir del edificio donde cursaba de lunes a viernes y subirse hasta el colectivo era una eterna molestia. Una vez que encontró un asiento disponible en la parte trasera, sacó su celular y comenzó a mirar Instagram, donde sus amigos subían historias sobre la cuenta regresiva para el mundial, o compartían videos y opiniones de Gran Hermano. Ella apagó la pantalla al instante e hizo una mueca, mientras guardaba el aparato y escuchaba música en sus auriculares. Su cabeza no dejó de pensar en que ya estaba lo bastante cerca para la fecha de los finales, y lo malo de estudiar en un profesorado, era que los finales eran obligatorios. No importaba si en toda la cursada se había esforzado para sacarse las mejores notas, tenía que ir a final igual. Y dar 9 finales no era nada lindo. Sin embargo, quería y deseaba ser profesora de lengua y literatura, desde que tenía memoria le había llamado la atención leer libros y analizar los textos. Era un sacrificio que valía la pena y estaba a la mitad del trayecto hasta la meta.

Su celular emitió un sonido y revisó el mail que le había llegado recientemente. Abrió la notificación y lo revisó, tratando de investigar si era auténtico o era alguien que quería robar sus datos personales. No sería la primera vez que le llegaba un mensaje extraño diciendo que había ganado un premio, en este caso, le estaban ofreciendo un trabajo. Era un mail que provenía de la Asociación del Fútbol Argentino, más conocida como la AFA. Moira era una ignorante en cuanto al fútbol, no obstante, tenía cierto grado de conocimiento y podía darse cuenta de que ellos eran importantes. Aun así, no tenía ni idea de qué significaba ese mail.

Estimada Moira García, hemos leído su presentación y nos ha gustado mucho las fotografías que ha tomado. Teniendo en cuenta la calidad de su trabajo y la experiencia, hemos considerado su solicitud y queremos invitarla a una entrevista para acordar. Nos gustaría mucho que usted sea parte del equipo de fotógrafos que irá a acompañar a la Selección Argentina en el mundial de Catar 2022.

Esperamos su respuesta.

La joven de veintiún años soltó un pequeño grito y notó que varias personas en el colectivo se giraron para mirarla. Se sacó los auriculares y pidió perdón, aun sintiéndose sorprendida ante el reciente mensaje que había recibido. Ser parte del equipo de fotógrafos de la Selección Argentina era una oportunidad única y especial, era por seguro que le iban a pagar muy bien y eso iba a añadir experiencia en su CV. Sin olvidar mencionar que iba a conocer un país nuevo. Su hermano y su papá habían estado hablando por meses sobre el mundial y las ganas que ellos tenían de ir. Ella nunca había sentido siquiera un atisbo de emoción porque no era lo que le gustaba, aunque ahora que tenía la oportunidad de ir al mundial y encima, le iban a pagar por su trabajo, hacía que cualquiera tuviera ganas. Se encontró respondiendo al instante que estaba libre cualquier día por la mañana, ya que era el único horario en el que no cursaba y que tampoco trabajaba. No quería hacerlos esperar, no cuando era una propuesta muy interesante, que podía poner su precaria carrera en la cima.

Unos minutos después, le respondieron que tenía una entrevista para el día lunes y que no olvidara traer su portafolio consigo. Ella solía considerarse una fotógrafa innata, siempre le había gustado tomar fotografías y guardar los recuerdos para siempre. Había hecho varios cursos para poder sacar su potencial a lo máximo y ser mucho más profesional, aunque no tenía idea si era exactamente lo que ellos estaban buscando. En 2018, había tenido la oportunidad de ir a esperar a Harry Styles en el aeropuerto de Ezeiza, quedándose toda la noche y esperando que su ídolo apareciera y pudiera pedirle un autógrafo y gritarle lo mucho que lo amaba. Sin embargo, cuando se hizo el mediodía, unos jugadores de la Selección volvieron con sus valijas y pasaron entre medio de los fanáticos de Harry. Moira había sacado su cámara y les tomó fotografías imprevistas, unas fotografías que pudo vender a las revistas y programas deportivos. Había sido pura suerte. Pensó en ello, y luego se preguntó si tal vez la AFA había visto esas fotografías que le sacó a Dybala, a Romero y a Rojo. Habían sido buenas.

Moira salió de su estado de emoción cuando notó que estaba cerca de su casa y corrió hasta el botón del timbre y lo presionó, mientras el colectivero la bajaba en la esquina de la cuadra. Ella había estado tan enfocada en la solicitud de trabajo, que tardó en darse cuenta de un hecho muy importante. Nunca había mandado su solicitud. Nunca había mandado la solicitud a ningún lado, siquiera tenía idea que la AFA estaba buscando fotógrafos para ir a acompañar a la Selección. Frunció su ceño y tuvo una idea. Su papá era hincha de Boca desde que tenía memoria y amaba tanto al fútbol, que tenía tatuado a Messi y a Maradona en la pierna. Él y su hermano habían estado intensos últimamente, hablando de qué cosas podían vender para comprarse los pasajes para Catar. Sin importar lo que tenían que hacer y sacrificar, ellos querían estar ahí. No podía ser coincidencia.

Al momento en que entró a su casa, fue corriendo a buscar a su papá. Ella le mostró el mail que había recibido y lo único que hizo el hombre fue gritar y abrazarla.

¡Vamos a Catar, hija!

Moira soltó algo que sonó como un balbuceo.— A mí no me gusta el fútbol.

Su papá la miró como cada una de las veces que decía algo en contra del fútbol, como si no fuera digna de ser su hija. Y, a decir verdad, en muchas ocasiones ella se había sentido como la oveja negra de su pequeña familia, porque mientras que su papá y su hermano daban su sangre, sudor y lágrimas por el fútbol, a ella le parecía aburrido ver a unos tipos correr atrás de la pelota. Claro que ellos también pensaban que su fanatismo hacia Harry Styles y Taylor Swift era absurdo. Supuso que nadie entendía del todo los gustos ajenos.

—A vos te gusta la fotografía.— ella hizo una mueca, aceptando el hecho de que tenía razón.— Es un mundial, entiendo que no quieras ver los partidos de Boca pero tenés que hinchar por Argentina. Tu hermano va a vender el auto y yo voy a vender la casa en Santa Teresita. Vos tenés la entrevista para ser la fotógrafa de la selección, pensá que encima te van a pagar. Vamos a ir con toda la familia a Catar.

—¿Nos vamos a quedar sin vacacionar para toda la vida por un mundial?— preguntó Moira, a punto de desmayarse ante la noticia. La casa que tenían en la costa era chiquita y era una herencia familiar, era el mismo lugar que conocía desde que tenía memoria. No creía que algunos partidos en la otra parte del mundo eran tan importantes como para dejarlo todo.

—Es el mundial. Tenemos que estar ahí.

Moira no supo si aceptar el trabajo era una buena idea, pero el lunes siguiente en la entrevista, la mujer que la entrevistó se quedó fascinada ante su trabajo y la hizo firmar el contrato. Al parecer, iba a ir a Catar.


🕸️


Unas semanas después, Moira había llegado a Catar, junto al grupo que estaba detrás de escenas cuando la Selección jugaba. Nunca hubiera adivinado que tanto personal había sido contratado para acompañarlos, cuando se transportó junto a ellos, se sintió la más joven e inexperta de todos. El equipo consistía desde psicólogos, kinesiólogos, traductores, editores y fotógrafos. La mayoría eran hombres en sus cuarenta años, pero había logrado conversar con una mujer, que se encargaba de las redes sociales y había mencionado que le gustaban mucho sus fotografías. Ambas se volvieron a ver, al darse cuenta de que habían sido asignadas para compartir la misma habitación del hotel, y por lo poco que habían hablado, creía que tenían una relación cordial. Los trabajos eran crueles, era la primera vez en la que ella se involucraba en el mundo futbolístico y quería hacerlo bien. Sentía cierta presión para no decepcionar, y sabía que necesitaba tener una buena relación con sus colegas. Sin olvidar mencionar que era una chica joven en medio de personas que no dudaban en creer que en cualquier momento se pondría a llorar.

Si, tal vez lloraría, pero no en frente de todos.

Ella había viajado tan sólo un día después que su familia, había participado de varias ruedas de conferencia de la AFA cuando estaba en Buenos Aires, y también había sido instruida para hacer su trabajo. Había muchas normas, muchas reglas y cosas que tenía que respetar al cien por ciento si quería mantener una imagen profesional. Contratos que firmar, confidencialidad que cumplir y maneras de reaccionar a ciertos eventos. Todavía no había tenido la oportunidad de conocer en persona a los jugadores, todas las publicidades e imágenes que salían por todas partes habían sido grabadas con meses de anticipación y solamente la requerían en Catar. Según lo que había escuchado, una vez que los jugadores pisaran el suelo donde se celebraría el mundial, ya podía ir con ellos para sacarle todas las fotografías necesarias. Y eso era lo que más le asustaba, porque por más que su papel no fuera vital para su desempeño como jugadores, no quería ser una entrometida. Tenía que sacarles fotografías cuando entrenaban y también cuando estaban en la cancha.

El viaje se le había hecho eterno, en algún momento en el despegue, había estado a unos segundos de vomitar. Viajar por casi veinte horas en un avión, con personas que no conocía y con el sentimiento de que sí lo cagaba, la echaban, era mucho para tolerar. Había tratado de liberar ese estrés al ver todas las películas de Spider Man y charlar con sus compañeros de trabajo; cuando estaba nerviosa tenía esa extraña cualidad de hablar hasta los codos, y al parecer, había estado demasiado presente en el viaje. Se recordó hablando con sus colegas de su perro, de lo imbécil que había sido su exnovio, e incluso les prestó sus auriculares para mostrarles música buena.

—¡Moira, vení que nos llaman!— la mujer con la que compartía la habitación, Candela, le hizo señas para que la siguiera. La mencionada se terminó de colocar el labial y se revisó en el espejo, esperando que su atuendo estuviera bien.

—¿Estás segura de que queda muy mal llevar una remera de alguno de mis fandoms?

Su armario consistía en remeras de Marvel (y Spiderman, obviamente) y sus cantantes favoritos. Apenas tenía ropa básica. Había leído y releído las reglas del país unas cuantas veces. Todavía no podía entender a quién se le había ocurrido hacer un Mundial en un país que tenía una cultura demasiado conservadora, aunque no era como si tuviera planeado salir en tetas a la calle, al menos quería sentirse un poco más libre con la decisión de cómo vestirse y cómo actuar. Tampoco se podía tomar cerveza en la calle y había muchas restricciones en cuanto a qué cosas hacer y mostrar. No había nada mejor que tomar una cerveza en una tarde calurosa, pero Moira se dijo a sí misma que volvería a frecuentar los bares con sus amigas cuando volvieran a Buenos Aires. De todas formas, se miró en el espejo y terminó de prepararse. Había optado por usar un jean azul y una camiseta negra, sin ningún diseño. Los fotógrafos no tenían la necesidad de deslumbrar a nadie, en todo caso, ellos eran quienes estaban detrás de las cámaras y pasaban desapercibidos. Sin embargo, según Candela, la primera impresión importaba.

La joven fotógrafa tomó una bocanada de oxígeno y salió corriendo, Candela y ella se apresuraron para no llegar tarde. Cargaba en sus brazos todo el equipo para sacar fotografías, se trataba de una cámara que costaban más que su sueldo triplicado por nueve, y por más que estaba desesperada por llegar a tiempo, también quería tener cuidado y no hacer ningún desastre. Traía consigo los diferentes focos, los accesorios e incluso un soporte para la cámara. Si seguía cargando todo aquello en las diferentes ocasiones, estaba segura de que iba a sacar un montón de músculos.

Los jugadores estaban por llegar, se habían subido al micro después de bajarse del avión y como miembro de los fotógrafos, ella necesitaba sacar las mejores fotografías para que pudieran circular por las redes sociales de la Selección. Había visto en las redes que todos estaban ansiosos por saber en qué momento iban a llegar, recibía constantes mensajes de su hermano y de su papá haciéndole preguntas y amenazas. Sus manos empezaron a temblar y una vez que llegaron al estacionamiento, comenzó a sacar todos los equipos y chequear que todo funcionara. En menos de lo pensado, notó que el micro que traía a los jugadores ya estaba estacionando a unos metros y era momento para que ellos bajaran e hicieran su debut en Catar.

Candela, la encargada de las redes sociales, le guiñó el ojo y le levantó los dos dedos gordos, haciéndole saber que todo iba a salir bien. A su lado también estaba Raúl, otro hombre que sacaba fotografías y se encargaba más que nada de la edición. Él no parecía demasiado contento de compartir espacio con una chica mucho más joven, sin embargo, no había dejado que eso le importara. Y estaba usando una remera de Star Wars. Moira le dio una mala mirada a su compañera y ella puso sus ojos en blanco. Desde ese momento, se iba a permitir usar el resto de las remeras que había traído.

La puerta del micro se abrió y varios hombres comenzaron a bajar, siendo parte del plantel de la Selección. Le sacó algunas fotografías a cada uno, agachándose para capturar los mejores ángulos y la iluminación. Era fotógrafa, pero también le preocupaba que todos se vieran en su mejor versión. Apenas unos segundos después, los jugadores comenzaron a bajar, se veían alegres y esperanzados. Ella le sacó fotografías a cada uno, evitando ponerse en el medio de su camino, aunque todos habían notado el flash de la cámara. Moira tuvo que aprenderse los nombres de cada uno de ellos, era necesario para que pudiera hacer su trabajo bien y no confundirse. Lisandro Martínez pasó al lado de la cámara y le guiñó un ojo, mientras levantaba su mano. Leandro Paredes le dio una mirada intensa a la cámara, y si no hubiera estado tan concentrada en capturar el momento, tal vez se hubiera caído al suelo. Tenía unos ojos que la hicieron sentir intimidada.

Cada uno de los jugadores fueron pasando y ella les sacó fotografías, algunos caminaron un poco más lento para que las imágenes salieran mejor. Y en un momento, un chico castaño y de ojos marrones pasó a su lado y le sonrió. Fue una sonrisa genuina, una que nadie le había dado desde que consiguió el trabajo. Una de alguien que estaba contento y que también quería emitir las mismas energías. Moira le sonrió de regreso y le sacó unas fotos adicionales; a todos les había sacado al menos unas cinco fotos individuales, a él le sacó unas cuantas de más. El chico se detuvo para hacer con sus manos el mismo movimiento que Peter Parker hacía para sacar sus telarañas. Era Julián Álvarez, recordó. Había pensado que era bastante lindo cuando vio su imagen y tuvo que aprenderse su nombre, salvo que ahora que lo tenía en frente, se dio cuenta que era mucho más lindo en persona y sus mejillas se pusieron un poco más rojas al tenerlo cerca.

—Vamos arañita, deja de hacerte el lindo.

Moira miró a Enzo Fernández, que le hacía señas a su compañero para seguir caminado y ella aprovechó la oportunidad para sacarle una foto a los dos. Los dos jugadores posaron por un mini instante y siguieron caminando, tal como si uno de ellos no la hubiera hecho ponerse roja momentos atrás.

Fue ahí cuando Moira supo que sacarle fotografías a chicos lindos y variables de Peter Parker cambiaría su vida.





JULIAN T AMO. Quiero ser tu fotógrafa personal.

bUENO, espero que les haya gustado el capítulo. Me da mucha vergüenza escribir esto porque me siento rara escribiendo con jerga argentina y no paro de reírme jjajaj, así que den apoyo xfi. Se aprecia mucho los comentarios positivos 💖

Es el primer capítulo, pero ya se vienen cosas más piolas, así que sigan leyendoooo.

Nos vemos próximamente. :)

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