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Le tomó al detective privado que contrató menos de un día para encontrar a la madre de SeokJin. Todo lo que necesitó fue el nombre y apellido de su madre y su fecha de nacimiento, además de la fecha de nacimiento del castaño. Kim Sullie vivía a sólo ciento sesenta kilómetros de Jin, al noreste de San Diego. No sabía cómo su novio tomaría esta noticia. Lo peor era que ella de hecho se había vuelto a casar y tenía nuevos hijos. Otros hijos, cualquiera que fuese el término políticamente correcto.

NamJoon estaba feliz de que el detective privado le hubiese llamado al trabajo, así tenía un poco de tiempo para considerar cómo quería llevar esto a SeokJin. No había forma de que lo hiciera por teléfono. Esto era algo que tenía que escuchar en persona.

Los dos acordaron reunirse en la casa del moreno con comida china, y cuando el castaño tocó el timbre, su novio lo arrastró adentro para darle un beso completo con lengua incluida y mordiditas juguetonas. Apenas logró bajar la comida que compró antes de que la boca de NamJoon estuviese sobre la suya, y pasaron unos minutos disfrutando el sabor del otro, justo allí en el pasillo.

—Hola— dijo el rubio estúpidamente cuando finalmente se había saciado.

—Hola— respondió y le devolvió la sonrisa tonta. Seguramente el nuevo estado de relación que tenían requeriría un poco de tiempo de adaptación para los dos.

SeokJin puso la comida sobre la mesa mientras el moreno buscaba platos, cubiertos y refrescos. Había una familiaridad fácil en este proceso que le hacía sentir bien por dentro. Podía verlos a ambos haciendo juntos cosas como esta durante.. por un largo tiempo. ¿Quizás para siempre?

Sonrió. Sería mejor que no le contara eso a Jin. Podría darle un ataque al corazón. Había llegado lejos, su chico plátano, pero las palabras como por siempre lo enviarían a un ataque de histeria.

—¿Cómo estuvo el trabajo? — preguntó después de que estuviesen sentados a la mesa, disfrutando del delicioso pollo naranja.

—Bien. Tuvimos entrevistas con cinco chicos para posibles nuevas contrataciones. Tres pueden quedar bien, creo que serán grandes adiciones—

SeokJin sonrió. —¿Necesitas tres hombres para reemplazarte? —

—Jin, tú lo sabes— se rio. Entonces su rostro se puso serio. —Bebé, el detective privado llamó—

La mano del castaño se detuvo a medio camino de su boca, y se congeló por uno o dos segundos, antes de bajarla. Sus ojos se encontraron con los de NamJoon, y el rubio sabía que no tenía palabras.

—Encontró a tu mamá. Dijo que está viva y está bien. Trabaja como camarera a tiempo completo en un restaurante—

Jin tragó. —¿Está.. sana? No recuerdo mucho a mis padres, pero creo que eran drogadictos. Recuerdo agujas, de alguna manera—

Esa pequeña porción de información le hacía desear a NamJoon abrazarlo y nunca dejarlo ir. —Sí, lo está, por lo que él pudo decir. Tiene un trabajo estable, y..— dudó. ¿Cómo diría esto? No quería lastimarlo. —Ella tiene una familia, bebé. Un nuevo esposo y dos niñas, de ocho y seis años. Le va bien, parece—

—¿La vio? — preguntó el castaño, hablando lentamente.

—Sí. Está cerca de San Diego—

—¿Tengo hermanas? —

Asintió con la cabeza. —Sí. dos. Medias hermanas. Se volvió a casar—

—¿Se divorció de mi padre? —

Y ahora venía la parte realmente desgarradora. —No, bebé. Tu padre falleció hace años—

SeokJin tragó de nuevo, y sus manos se cerraron en puños. —¿Sabe la causa de la muerte? —

—Sobredosis de droga. Fue encontrado muerto en una casa de drogas conocida, según el detective privado. Nadie reclamó el cuerpo, por lo que fue incinerado por la ciudad—

—Oh—

NamJoon esperó a que Jin dijera más, pero sus ojos se nublaron. No sabía si estaba pensando y necesitaba tiempo o si no podía procesar. Desearía saber qué hacer. Quería hacerlo sentir mejor, de alguna manera, pero no tenía idea de cómo.

—¿Alguna vez te conté sobre Chae? — dijo el menor de repente.

El moreno estaba bastante seguro de que era una pregunta retórica ya que ambos sabían que no le había dicho una mierda, pero le respondió de todos modos. —No. ¿Quién era? —

El rubio no tenía idea de qué iba a decir, pero cuando su novio habló, no era la respuesta que estaba esperando.

—Fue la única madre que tuve—

Esta vez, NamJoon guardó silencio, y escuchó mientras SeokJin compartía una desgarradora historia de encontrar amor parental, sólo para perderlo con la misma rapidez.

—Después de su muerte, tuve dos familias adoptivas más, y después de eso, fueron las casas de grupo hasta que me retiré del sistema. Nadie me quería más. Era demasiado mayor y tenía demasiada reputación por ser difícil. Chae, fue la única que me amó incondicionalmente.

Nam limpió las lágrimas de sus propias mejillas, sin avergonzarse en lo más mínimo de ver cuánto le afectaba su dolor. —Y yo— agregó suavemente.

—Y tú— repitió esbozando una sonrisa suave. Dios, se moría por besarlo. El castaño respiró profundamente, luego exhaló lentamente. —¿Crees que ella querrá verme, mi madre biológica? —

—La pregunta es, ¿tú quieres verla? ¿Quieres saber qué pasó, por qué te abandonó? —

—¿Qué pasa si me rechaza de nuevo? —

NamJoon quería asegurarle que eso no iba a suceder, pero no pudo. Había gente seriamente jodida en este mundo, y no tenía idea de si su madre era una de ellas. Ya había abandonado a su hijo una vez. ¿Quién carajos sabía si lo haría de nuevo?

—Si lo hace, al menos lo sabrás. Nunca más tendrás que preguntarte 'qué pasaría si' de nuevo. Y pase lo que pase, yo estaré aquí—

SeokJin levantó sus bonitos ojos azules para encontrarse con los de su novio. —Lo sé. Sé que estarás allí. Es aterrador como el carajo, todo esto, pero hagámoslo. Quiero conocer a mi madre—

El detective privado le dio un número de teléfono, pero Jin y NamJoon decidieron no llamar. El menor quería simplemente ir y enfrentar a su madre, y él estaba de acuerdo con eso. Tenían su dirección y la de la cafetería donde trabajaba, así que unos días más tarde, en un sábado soleado y brillante, hicieron el viaje al sur.

El castaño no dijo mucho mientras conducía, pero se acercaba de vez en cuando para poner su mano sobre la pierna de NamJoon, así que el mayor sabía que sólo estaba tratando de procesarlo todo. Lo entendía. No todos los días se conocía a la mujer que te dejó en una estación de policía cuando tenías seis años.

Honestamente, el moreno trató de imaginarse en su lugar, pero no pudo. Ni siquiera pudo imaginar a sus padres haciendo algo como eso. Dios, a veces estaban locos, pero le amaban con todo lo que tenían, a Dahyun también. Hasta que conoció a SeokJin, nunca lo había apreciado del todo, o eso creía.

—¿Quieres probar primero en el restaurante? — le preguntó al castaño cuando se acercaron.

Asintió. —Sí. Parece más seguro que aparecer en su casa sin avisar, especialmente con mis.. mis hermanas. Son jóvenes, y no quiero que tengan que presenciarlo si sale mal—

Jin era tan suave debajo de ese exterior frío y espinoso.

—Está bien, bebé—

Diez minutos más tarde, se detuvieron en el estacionamiento de un restaurante antiguo. Era justo después de las dos, así que se habían perdido la hora del almuerzo, y parecía que era relativamente tranquilo. Ni siquiera sabían si Sullie estaba trabajando, pero sólo había una forma de averiguarlo.

—¿Estás listo? — preguntó el rubio.

—Dios, no, pero vamos— respondió, con el rostro pálido.

NamJoon quería agarrar su mano mientras caminaban hacia la entrada, pero se contuvo. SeokJin siempre había sido un poco reacio a las demostraciones de afecto en público, y tal vez no quería que lo primero que su madre viera fuera que era gay. Por lo que sabían, podría ser una perra homofóbica. Pero justo antes de abrir la puerta, el castaño tomó su mano y entrelazó sus dedos con los suyos. El moreno presionó un rápido beso en su mejilla.

—Estoy aquí, no importa qué—

—Lo sé— dijo, y sus ojos le mostraron que lo decía en serio. A Nam le llenaba de alegría que su chico plátano estuviese empezando a creer que iba en serio cuando decía que le amaba.

De la mano, entraron al restaurante, una joven rubia se les acercó de inmediato.

—Hola— les saludó con una sonrisa amistosa. —¿Para dos? —

El mayor miró al castaño, pero los ojos del chico recorrían el restaurante.

—Nos preguntamos si Kim Sullie está trabajando— inquirió el moreno.

La muchacha les miró con curiosidad por un segundo, pero luego asintió. —Sí. Esperen un segundo, y la traeré para ustedes—

El agarre de SeokJin en la mano del rubio se volvió bastante doloroso, pero NamJoon no dijo una palabra. Algunos moretones parecían un pequeñísimo precio a pagar por estar allí para él.

Medio minuto después, una mujer de unos cuarenta y tantos años caminaba hacia ellos. Su rostro era amable y franco, pero con líneas profundas y cansadas que mostraban una vida difícil. Tenía el cabello castaño oscuro, atado en una linda coleta, y su uniforme azul pálido se colgaba alrededor de su esbelto cuerpo. Tan pronto como NamJoon vio sus ojos, supo quién era, porque era como mirar a SeokJin.

—Hola— dijo con una sonrisa amistosa, primero mirando al moreno. —¿Livy dijo que me estaban buscando? —

Los ojos de la mujer viajaron a SeokJin, y se congeló. Todavía estaba a unos seis metros de ambos, pero se detuvo en el acto.

—Oh, Dios mío— ella susurró.

A Sullie le tomó unos segundos dar tres pasos vacilantes en dirección a ellos, y todo ese tiempo, el castaño no pronunció una palabra. Simplemente la miraba, de la misma manera en que ella lo estaba mirando.

Lágrimas llenaron los ojos de la mujer, esos mismos ojos azules que tanto amaba NamJoon. Su voz se rompió cuando habló.

—¿Jin? —

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