7.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Sí, sí, recuerdo esos días,

Cuando solía estar cansado y perdido.

Esos días en los que me hundía en la desesperación.

~First Love, BTS~

La mañana llegó antes de lo esperado, y Yoongi frotó sus ojos con cansancio, despertando debido a la canción que salía de su móvil. Se revolvió en la cama, buscando a Jimin, sin embargo, no lo encontró y soltó un suspiro. La última vez que durmió junto a su hermano fue cuando tuvo una pesadilla a los seis años.

Tomó el móvil, contestando la llamada.

—¿Hola? —murmuró, somnoliento.

—¡Yoonji! —alejó el móvil de su oreja ante el emocionado grito de Hoseok—. ¡No me llamaste anoche, eres una mala novia!

Se sentó en la cama, mordiendo su labio inferior.

—No tuve mucho tiempo, llegué a dormir, Hoseokie —contestó, tratando de que su voz saliera tranquila.

—¿Pero estás bien? —preguntó Hoseok, antes de hablar con voz chillona—. ¡Hobi Hobi te echó mucho de menos!

Soltó una risa baja, deseando por un momento tener a su novio a su lado, tomándole la mano, mirándole con calidez, haciéndole saber que siempre lo iba a sostener.

No.

La sonrisa desapareció de su cara.

Porque a quién iba a sostener Hoseok era a Yoonji.

Sin poder evitarlo, su cuerpo comenzó a temblar.

Hoseok no iba a sostener a Yoongi, porque Hoseok no amaba a Yoongi.

Quería llorar en ese punto, quebrarse una vez más.

Hoseok amaba a Yoonji, aunque Yoonji no fuera real.

—¿Bebé? ¿Sigues ahí?

—Oh, sí —Yoongi limpió sus ojos—. Yo también te extraño, Hoseokie —tomó aire—. Sé que no te lo digo muy a menudo, pero... pero sabes que te amo, ¿cierto?

Hoseok comenzó a reírse, encantado de escuchar esas palabras, y la risa del chico se sintió como un bálsamo para su alma herida.

—¡Yo igual te amo, bebé! —contestó Hoseok—. Pero, sabes, mejor dímelo cuando estés frente a mí, ¡me encanta verte avergonzada y tímida!

—Vete a la mierda.

—¡Te amoooooooooooooo!

Cortó la llamada, sollozando en voz baja y sintiendo su corazón romperse en mil pedazos. El sólo hecho de pensar en Hoseok le provocaba un pánico tremendo, porque no sabía cómo iba a poder enfrentarlo. Cómo le haría para contarle todo lo que estaba ocurriendo, la manera en que se sentía, el hecho de que, a pesar de todo, todavía le amaba.

Yoongi no tenía ninguna respuesta para todas sus preguntas, y eso le hacía sentir mucho peor. No saber sobre el futuro hacía que sus manos picaran, que su estómago se contrajera y todo a su alrededor diera vueltas. Durante gran parte de su vida, mientras fingía ante otros, sabía lo que debía hacer para satisfacer las necesidades de los demás. Estudiar, entrar a la universidad, sacar un título, casarse con Hoseok y tener hijos con él, y formar una familia. Eso era lo que se esperaba de ella.

Pero él no tenía nada planificado para, ni siquiera, la próxima semana.

La puerta del cuarto se abrió, sobresaltándolo, y Jimin se asomó, sin avanzar hacia él.

—¿Cuándo le vas a decir? —preguntó su hermano mayor, sin mirarlo a los ojos.

—Pronto —contestó, bajando la vista—. Primero debo hablar con papá y mamá.

La expresión de su hermano parecía ausente por un momento, como si estuviera en otro lugar. Tal vez, recordando toda la mierda que ellos vivieron cuando eran más pequeños, todos los actos represivos, todas las palabras crueles, que eran dichas con tanto cuidado, para dañar más profundo y así hacerles saber lo que ocurriría si se convertían en desviados.

Sin embargo, cuando se fijó en Yoongi, se veía calmado.

—A veces viene a mi memoria, pero lo bloqueo —comenzó a decir, llevando sus dedos al puente de su nariz, como si estuviera tratando de recordar algo doloroso—, una vez, cuando tenía siete años, vi como mamá te golpeó —Yoongi trató de mantenerse enderezada, sin embargo, terminó por llevar las piernas a su pecho, abrazándose—. Durante mucho tiempo, traté de descifrar el motivo, las razones de eso. Recuerdo que ella te gritaba, mientras tú también lo hacías, y le decías que eras un chico. Tú...

La voz de Jimin se rompió, pareció partirse en dos. Yoongi tomó aire, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas por el recuerdo.

Cuando era más pequeño, trató de muchas maneras hacerle saber a mamá la forma en que se sentía, la manera en que se veía, hasta que cumplió los siete años. De ahí en adelante, lo reprimió a como de lugar. Sin embargo, tenía grabado en la memoria cada hecho, cada golpiza que recibió. Si Jimin tenía siete, él debía tener cinco, seis años. Fue cuando estaba iniciando la escuela primaria y...

Él quiso usar el baño de hombres. Los niños se rieron y llamaron a la profesora, y Yoongi le explicó que él debía usar ese baño, porque era un niño. La profesora le insistió hasta el cansancio que no era así, que ella era una niña, y al darse cuenta de que él no quería ir al baño de chicas, lo agarró de la mano y lo llevó a la fuerza. Él se puso a llorar a gritos, llamaron a su mamá y ella no estuvo nada feliz con lo ocurrido.

Al llegar a casa, ellos volvieron a pelear, con su mamá diciendo que dejara esas tonterías, que él no era un chico, que era una niñita. Él insistía en que no era así, sacó valentía de quién sabe dónde, sin embargo, mamá sabía cómo reprimirlo. Sabía cómo actuar ante esas situaciones.

Podía recordar el sonido que hacía el cinturón en el aire, cuando caía sobre ella.

—Pensé que lo imaginé —confesó Jimin—, lo oculté, lo escondí, porque no podía creer... No podía imaginar...

—Yo tampoco lo podía creer —murmuró Yoongi, limpiando sus ojos.

Otro silencio entre ellos, y Jimin se movió a través del cuarto, agarrando un paquete de pañuelitos desechables. Se lo tendió a su hermano, que agarró uno para limpiar su rostro desastroso en ese momento.

—Recuerdo que, cuando eras más pequeña, odiabas jugar con las muñecas que mamá te regalaba —Yoongi asintió, levantando la mirada y sosteniéndosela—. Siempre creí que era porque yo era tu hermano mayor y me veías jugar con autos y querías ser como yo o algo así...

—No te creas tan importante —bromeó Yoongi.

Jimin sonrió tristemente, con los ojos quebrados, los labios temblando y la mirada apagada. Por un instante, fue como verse a sí mismo.

—Pero fuiste creciendo, y las señales estaban allí, sólo que las pasé por alto. Los vestidos y maquillaje que te regalaban para Navidad y tus cumpleaños, las muñecas que te entregaban también, los comentarios de que serías una mujer bella cuando grande, todo eso... podía ver el disgusto en tus ojos, el odio, el pánico, el asco que sentías. Nunca lo comprendí bien, no podía entenderlo, pero no le tomé importancia alguna —Jimin dio un paso, indeciso—. ¿Cuándo te diste cuenta de esto, Yoonji?

Que utilizara su nombre femenino hizo que algo se crispara en su interior, pero trató de no tomarle importancia. ¿Cómo podía pedirle que le llamara de otra forma de un día para otro? Sólo cambiaba una letra, pero era más que eso. Era mucho más que sólo una letra. Era toda una identidad, toda una historia detrás.

—Siempre supe que había algo distinto en mí—contestó en voz baja—, pero de ahí a asumirlo, a aceptarlo... Quise negármelo, traté de luchar contra esa parte que gritaba que todo estaba mal, pero no podía contra ello —hizo una mueca—. Lo acepté cuando tenía diez años. Mamá y papá estaban fuera, tú saliste a jugar con tus amigos, y yo me quedé solo. Fui a tu habitación, y me probé tu ropa, y cuando me miré al espejo, vistiendo como un chico lo haría, me dije... "éste eres tú, Yoongi. No eres Yoonji, eres Yoongi".

Jimin se acercó un poco más, sentándose a su lado, y soltó un suspiro por el cansancio. Por su aspecto, con la piel pálida y las ojeras marcadas, se notaba que no durmió nada en la noche. Él mismo se sentía agotado por la situación, con la cabeza doliendo levemente. Ni siquiera sentía un poco de hambre.

—Seré honesto contigo —le murmuró su hermano con la voz temblorosa—, porque te quiero. Esto... esto me choca bastante —Jimin negó con la cabeza, sin dejar de observarlo—, y verte de un día para otro como un chico, en lugar de mi hermanita pequeña, siendo Yoongi en lugar de Yoonji...

—Jimin —le interrumpió Yoongi, sosteniéndole la vista—, no tiene nada de complicado. Sé que... sé que es un poco confuso, pero... pero sigo siendo tu familia. Seguiré siendo tu hermano menor, no cambia nada más.

—Pero si lo hace, Yoonji —insistió Jimin, sin mala intención—. ¿Cómo debo verte ahora? No puedo evitar pensar en que sigues siendo mi hermana menor, a quién debo proteger, una princesa que debo cuidar —Yoongi arrugó los labios, disgustado—. ¿Qué le dirás a Hoseok cuando le cuentes? ¿Crees que él lo aceptará como si nada y querrá seguir contigo?

Sabía que Jimin no estaba siendo cruel, ni lo decía para hacerle daño. Jimin sólo estaba siendo razonable, porque siempre era así, siempre se detenía a pensar bien las cosas que haría o diría. Él se estaba abriendo a todo el panorama que tenía por delante.

Aunque eso no quitaba que Yoongi lo sintiera como un ataque personal. Yoongi sabía lo que pasaría, pero lo único que quería en ese momento era que su hermano pudiera darle la mano y hacerle saber que no estaba solo. Saber que, a pesar de todo lo que iba a avecinarse, él estaría allí, con él, a su lado.

—Un pene o vagina no debería definir su comportamiento conmigo —espetó Yoongi, poniéndose de pie, tratando de controlar la furia y dolor en su voz.

—Pero lo hace —murmuró Jimin con pena en su voz—, quieras o no, Yoonji, lo hace.

Se crispó al escuchar el nombre, esa identidad que usó durante todo ese tiempo. Esa máscara de mentiras que inventó y ya no podía sostener más.

—¡Soy Yoongi, tonto! —gritó Yoongi, con sufrimiento en su voz—. ¡Soy hombre, soy Yoongi!

—Yoonji...

El menor empujó a Jimin contra la cama, con los ojos llenos de lágrimas.

—¡Ustedes no lo entienden! —sollozó Yoongi, adolorido—. ¡No entienden lo que estoy sintiendo! ¿Crees que no lo veo en tus ojos, Jimin? Me estás mirando como si estuviera confundido, como si estuviera jugando contigo, pero no es así. No soy una chica. Nunca me he sentido como una —Yoongi cayó de rodillas, sin dejar de llorar—. Te veo a ti, y te admiro, te odio y envidio al mismo tiempo. Tú no te miras al espejo todos los días y piensas que eres un enfermo, que estás perdiendo la cabeza, que eres un pedazo de mierda incapaz de aceptar su realidad. ¡No lo entiendes, maldita sea! ¡No entiendes un poco lo que es despreciar cada parte de ti mismo, con tanta intensidad, que a veces desaparecer por completo parece la mejor opción!

Jimin se arrodilló frente a él, con una mirada llena de pena y tristeza, abrazándolo para tratar de sostenerlo. Yoongi deseo alejarlo, sin querer aceptarlo tan fácilmente, pero su hermano mayor no le hizo caso, y luego de varios segundos de dolorosa lucha, se rindió.

Sin poder evitarlo, le devolvió el abrazo mientras lloraba, sacaba toda esa ira que acumuló tanto tiempo. Ese odio, ese asco por sí mismo. Ya no era capaz de soportarlo más, ya no tenía fuerza alguna para aguantarlo.

—Lo siento... —murmuró Jimin con la voz quebrada—. Lo siento tanto, Yoonji... Yo sólo... me cuesta entender...

—No lo entiendas, Jimin —Yoongi tomó aire, destrozado—. Sólo acéptalo. Apóyame. Por favor, por favor, apóyame, Jimin. Estoy solo y tengo miedo de mamá, de papá, de todo el mundo. Tengo miedo de que nadie se quede a mi lado y deba enfrentar todo sin compañía, porque no me creo capaz de soportarlo. Por favor, te lo ruego.

Jimin le miró a los ojos, también lagrimosos, y le dio un beso suave en la frente, asintiendo.

—Está bien —aceptó, derrotado—. Yo... yo no podría dejarte sola... solo nunca, Yoongi, ¿bueno? —entre lágrimas, Jimin sonrió—. Después de todo, siempre serás mi... mi hermanito menor.

Yoongi soltó un nuevo sollozo, sólo que ahora el alivio pareció extenderse por su cuerpo.

Ellos lo hablaron.

Durante el resto del día, se sentaron en el suelo del comedor, apoyados en el sofá, y lo hablaron.

Yoongi le contó de todos sus miedos, todas sus inseguridades, todo el terror que sentía en su interior. Le habló de la forma en que se veía, la manera en que trató de luchar contra todas esas emociones, hasta que ya no pudo hacer nada más que rendirse ante ellas.

Jimin también le habló. Le habló de Jungkook, de la forma en que el chico-chica caminaba por los pasillos de la universidad, con la cabeza en alto, atrayendo las miradas y sin dejarse amedrentar por las malas miradas. Como le hacía sentir cuando sus ojos, que eran como galaxias, lo miraban y parecían albergar un universo entero por descubrir. Le habló sobre su voz dulce, con la que se ponía a cantar en las mañanas y mientras se duchaba, tan impecable y limpia.

También le contó cosas malas. Le contó acerca de todas sus inseguridades cuando más joven, cómo su padre le presionó para convertirse en todo un hombre. Le habló de su padre, el padre de ambos, llevó a Jimin a un viejo burdel en la ciudad para convertirlo en un hombre. Yoongi sintió el vómito en su garganta ante lo que estaba escuchando, pero Jimin dijo que no llegó a pasar nada.

—Ella fue amable —habló Jimin, sin mirarlo—, me vio asustado. Me dijo que le haríamos creer que lo hicimos, pero que no debíamos hacerlo.

Yoongi no lo soportó y lloró, y Jimin también lloró.

Pero el llanto se sintió liberador, se sintió como si estuviera limpiando todas las heridas que poseían, y eso era suficiente en ese momento.

La sensación de agonía regresó al día siguiente, cuando se bajó del bus y se encontró de frente con Hoseok.

Su novio tenía una sonrisa enorme en su rostro que parecía iluminar el mismo cielo, a pesar de que hubiera nubes oscuras, cuando sus ojos chocaron. Hoseok hizo amago de acercarse, sin embargo, se detuvo al verlo, con la sonrisa desapareciendo a medida que daba un nuevo paso.

Sus ojos lo escanearon por completo, deteniéndose en su cabello.

Yoongi se removió, incómodo, jugueteando con la correa de la mochila y sosteniendo el pequeño bolso donde llevaba ropa de Jimin que ya no utilizaba. Sabía lo que debía estar pensando su novio, lo que pasaba por su cabeza, al verlo así. Su cabello estaba corto, ni siquiera daba espacio a duda alguna del estilo que llevaba.

—¿Te cortaste el cabello? —soltó de pronto Hoseok, con seriedad. Su voz tembló ligeramente, como tratando de encontrarle un sentido a lo que estaba pasando en ese instante.

Yoongi asintió, sin dar un paso.

—Creo que me queda bien —comentó como si nada, encogiéndose de hombros y tratando de restarle importancia. ‹‹No es importante››, le había dicho Jimin cuando le fue a dejar, ‹‹puedes decir eso. Un corte de cabello no es importante››.

Hoseok se rascó su nuca, incómodo y pareciendo fuera de sí.

—Pero me gustaba tu cabello largo —murmuró Hoseok, con la voz llena de disgusto—, ahora luces como un hombre.

Apretando sus manos en puños, Yoongi esbozó una sonrisa temblorosa, tratando de lucir como si el comentario no le hubiera herido.

—Bueno, pero a mí me gusta —siseó, sin poder evitar el tono borde en su voz—, así que te resignas o hasta aquí llegamos.

Hoseok puso una expresión de sorpresa, pero segundos después se rió nerviosamente, acercándose un poco más. Se inclinó, dándole un torpe beso, y acto seguido tomó su mano. Todavía parecía desconcertado e incómodo, y Yoongi trató de entenderlo. Trató de darle un significado.

—No exageres, sólo hacia un comentario —trató de relajar Hoseok, tirando de él—. Vamos, tu mamá debe estar esperándonos —comenzaron a caminar, y Hoseok llamó su atención—. Cuando crezca, no te lo cortes otra vez, por favor. Me gusta que luzcas un poco femenina, Yoonji.

Yoonji.

Claro, era eso. Era eso. Lo femenino, lo que debiera ser para ella. Una mujer. El cabello largo es para mujeres, y si te lo cortas, es porque eres amachada. Es porque eres rara.

Asintió de forma rígida, sin decir nada, caminando y mirando al frente, conteniendo las ganas de llorar que de pronto lo invadieron.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro