74.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Soy un espejo,

Soy una pantalla rota,

Una rutina loca,

Eso está diseñado,

Estoy por encima de eso.

~The Apprentice, Gorillaz~

Yoongi no fue capaz de mirar a Hoseok durante lo que quedaba de la tarde ni al día siguiente, a pesar de que el chico le acompañaría a ver al doctor Dongwon para iniciar con su tratamiento hormonal.

Se despertó tan nervioso y emocionado ese día que no comió demasiado, aunque se vio obligado a hacerlo porque no quería ir con el estómago vacío. Tenía la cita a mediodía, así que le sonrió, un poco incómodo, a Hoseok cuando apareció. Aunque no supo cómo reaccionar cuando Namjoon también llegó, bostezando, y le dirigió una sonrisa.

―¿Quieres que vaya contigo? ―preguntó Namjoon, sirviéndose una taza de café.

Yoongi lo observó, algo sorprendido por su pregunta, pero inmediatamente se puso incómodo otra vez. Pudo sentir a Hoseok dándose vuelta, dejando de rebuscar en el sillón uno de los yogures que compró hace unos días.

―No te preocupes ―dijo Hoseok con tono amable pero firme―, yo iré con Yoongi.

Namjoon parpadeó. Hoseok se quedó quieto. Yoongi quería que la tierra se lo tragara.

―Uh... ¿Yoongi? ―preguntó Namjoon, algo indeciso.

¿Podía aparecer un agujero de pronto en el suelo para huir por él? Sin embargo, probablemente no sería buena ida, considerando que había otros tres pisos bajo él.

Se removió en su lugar, incómodo.

―Es mejor que vaya yo ―insistió Hoseok―, no tengo clases hoy, y ¿ayer no comentaste que te juntarías con una trainee?

Era verdad. Namjoon lo dijo mientras cenaban, de la nada, y Yoongi decidió no recordarle que al día siguiente tenía ese asunto, porque no quería hacerle sentir culpable.

Aunque la expresión de Namjoon le estaba haciendo sentir mal también.

―Sí ―suspiró Namjoon, antes de sonreírle a él. Sólo a él―. Lo siento, Yoonie.

―No pasa nada ―el más bajo desestimó la situación con un movimiento de mano.

―¿Te parece si luego vamos a cenar juntos a algún lado? ―preguntó Namjoon, sin dejar de sonreírle―. Para celebrarlo.

Yoongi quería decirle que no. Quería decirle que tenía otras cosas más importantes qué hacer –como la nada misma, porque ni siquiera estaba avanzando en su nueva composición que debía hacer con Dahye. Ni siquiera la vio después de ese desastroso primer encuentro.

Quería decirle que no, porque Hoseok estaba detrás de él, escuchando todo.

―Está bien ―dijo en cambio, sin sentirse mejor a pesar de que la sonrisa de Namjoon se amplió―. Me envías un mensaje cuando acabes, ¿bueno?

―No te preocupes ―respondió Namjoon, contento.

Yoongi apenas pudo mirar a Hoseok por el resto del desayuno.

Luego de comer algo, se dio una ducha rápida para quitarse así un poco de tensión. Al salir e ir a su cuarto, se quedó mirando su reflejo en el espejo otra vez, como hizo el día anterior, dejando caer la toalla para ver bien su cuerpo. Llevó sus manos a su pecho, palpando su seno derecho, masajeándolo un instante, viendo como el pezón se endurecía por el frío.

Recordó la vez que Hoseok se los agarraba, cuando se besaban, y lo apretaba también, suavemente, antes de chuparlo. El recuerdo de eso provocó que sus mejillas se pintaran de rubor, desviando su vista, procediendo a buscar algo cómodo con lo que vestirse ese día.

A las once y media de la mañana salió con Hoseok, directo al paradero para tomar un bus que les dejara fuera de la clínica. Allí iban a juntarse con Jaebeom, que les llevaría con Dongwon para la primera inyección de testosterona. Cuando le contó de eso a Taeyeon, sólo días atrás, ella sonó muy alegre y le prometió que le acompañaría para la segunda inyección.

―¿Has pensado en formas de solucionar tu conflicto con Dahye? ―preguntó Hoseok una vez subieron al bus, sentándose.

Yoongi sacudió su cabeza, arrugando los labios por el evidente disgusto.

―Ella fue muy mala y no sé qué pretenden qué haga ―dijo el chico, desanimado―. Tampoco sé qué hacer con la letra. No me gusta que me exijan cosas así...

―Bueno... ―Hoseok le miró con una sonrisa de disculpa―, supongo que es para que aprendas a hacer de todo, Yoon. En la academia nos están enseñando un montón de géneros, incluso ballet, ¡odio el ballet! ―añadió el más alto―. Pero nuestro profesor dice que debemos ser capaces de movernos en muchos estilos para así llegar más lejos. Podemos tener nuestro favorito, pero no quedarnos sólo en ese.

―¿Me puedes bailar ballet algún día? ―preguntó Yoongi, bromeando, entendiendo sin problema alguno que Hoseok tenía razón. Sabía que, si llegaba a quedar en la empresa, le exigirían distintos tipos de letras, incluso algunas muy comerciales y sin sentido, así que debería hacerlas.

Hoseok se rió.

―No, ¡no pienso especializarme en eso! ―fingió comenzar a llorar―. ¡A Hoseokie le duelen mucho los pies con el ballet! ―añadió, haciendo un torpe intento de aegyo que le arrancó unas risas a Yoongi, a pesar de estar llamado la atención de las personas en el bus.

Llegaron unos minutos después a la clínica, saludando a Jaebeom y acercándose a él. Yoongi pudo sentir como la ansiedad hizo aparición otra vez, pero trató de controlarla, de pensar en otras cosas, porque no quería tener algún ataque que significara hacerlo retroceder. Él quería mucho eso, demasiado.

―Vamos, Dongwon nos está esperando ―animó Jaebeom, entrando por las puertas del pulcro y limpio lugar, seguido de los dos muchachos.

El endocrinólogo tenía su oficina en el segundo piso, por lo que decidieron tomar las escaleras, y a medida que se iban acercándose al cuarto, Yoongi podía sentir como su estómago se volvía más y más pesado. Decidieron sentarse en la sala de espera, luego de que el más bajo se acercara a la secretaria para explicarle el motivo de por qué estaba allí.

Mientras eso ocurría, Hoseok se inclinó hacia Jaebeom, llamando su atención.

―No pensé que fuera a venir, doctor Im ―le dijo.

Hoseok lo conocía porque, las primeras sesiones que Yoongi tuvo con él, le acompañaba y esperaba sin problema alguno. Además, le pidió varias recomendaciones para poder ayudar a Yoongi cuando tuviera una crisis.

―Oh, no me correspondería haber venido ―dijo Jaebeom, sacudiendo su cabeza―, pero Taeyeon me lo pidió, dijo que quería que Yoongi se sintiera acompañado.

Jaebeom y Taeyeon fueron compañeros de universidad antes de que cada uno decidiera especializarse en distintos ámbitos, por lo que retomaron un poco el contacto cuando Yoongi empezó a ir con el psiquiatra. Jaebeom, además, mantenía informado a Taeyeon de los avances del chico; por supuesto, no le contaba todas las cosas que hablaban, pero sí cuando las cosas parecían ir un poco más difíciles para él.

Hoseok no preguntó otra cosa, pues Yoongi llegó, y estuvieron conversando un momento, hasta que alguien habló por el altavoz a Yoongi, mandándolo a la oficina de Dongwon. Mordiendo su labio inferior, se puso de pie, e incluso dejó que Hoseok le agarrara la mano, caminando con Jaebeom detrás hacia la puerta indicada, donde Dongwon abrió antes de que tocara.

―Vamos, pasa, pasa ―animó el endocrinólogo, saludando a Hoseok y hablándole a Jaebeom como si fuera un viejo amigo―. Por tu cara, Yoongi, creo que Jaebeom ya te contó sobre tus exámenes.

Yoongi no fue capaz de contener la enorme sonrisa que había en su rostro, mostrando sus dientes y encías, y Hoseok pensó que lucía muy bonito de esa forma, sonriendo tan alegremente.

―De todas formas, vamos a ver tus resultados... ―Dongwon se sentó en su silla, indicándole que se sentara frente a él―. Tu peso está controlado, estás con cincuenta y dos kilos. Considerando tu altura, está muy bien, pero es importante que ganes un poco más de peso los siguientes meses. Tu hígado está en perfecto estado y no hay algún trastorno sanguíneo ni hematológico, ni hipertensión arterial. El colesterol está perfecto ni hay triglicéridos altos, tu riñón se encuentra bien. Ahora, si no es mucha molestia, tus muñecas...

Yoongi sintió vergüenza mientras levantaba las mangas de la sudadera, mostrando esas viejas cicatrices que se hizo hace tanto tiempo. El rostro de Dongwon no cambió de expresión, porque no era la primera vez que las veía: cuando fue a conocerlo, tuvo que mostrárselas y asegurar que las últimas se las hizo un año atrás. Jaebeom también se las comprobó en la última cita, además de bajarle la dosis de sus medicamentos al mínimo, diciéndole que si seguía como estaba, el próximo mes iba a dejarlos.

―Todo perfecto ―concedió Dongwon, antes de suspirar―. ¿Sabes cómo funciona todo esto de aquí en adelante?

―Un poco ―dijo Yoongi―, el doctor Jaebeom me lo ha explicado...

―Sí, él fue quién me entregó tu diagnóstico para empezar con este proceso ―Dongwon le sonrió con algo de pena―. Como la OMS tiene declarada la transexualidad como una enfermedad mental, el país se agarra a eso para tener leyes contra la población trans. Supongo que ya sabes lo del cambio de género.

Yoongi hizo un mohín de molestia y desilusión. Según lo que estuvo averiguando, no podría modificar su género en su DNI, a menos que se hiciera una operación de reasignación de género, lo que no estaba contemplado en ese instante.

Por otro lado, para iniciar el tratamiento hormonal tuvo que ser diagnosticado por Jaebeom con disforia de género, pues en caso de no poseerla, el tratamiento habría sido rechazado. Lo más irónico para Yoongi era estar aceptando su cuerpo, por fin, luego de tanto, pero ser tratado como si estuviera teniendo una enfermedad por parte de la eterna burocracia.

Trataba de no sentirse demasiado afectado por ese hecho, aunque una parte de él vivía constantemente en molestia debido a ello.

―Tu cuerpo produce testosterona de forma automática, aunque en menor cantidad respecto a un hombre biológico ―prosiguió Dongwon, poniéndose de pie―, así que, para aumentarla, te inyectaremos un andrógeno de sustitución llamado Undecanoato, es de mil milígramos. Es, básicamente, más testosterona. Si no es mucha molestia... necesito que te bajes los pantalones y la ropa interior, y te recuestes en la camilla tras las cortinas.

―Oh.

Yoongi agradeció que Dongwon tuviera esa pequeña separación entre su oficina y la camilla, porque no sería capaz de hacer eso en presencia de Hoseok. No sin morir por la vergüenza.

Así que sólo se puso de pie, sin mirar al chico mientras iba hacia la camilla, corriendo la cortina. Por el movimiento al otro lado, adivinó que el doctor fue al baño que tenía para lavarse las manos, así que sólo se bajó los pantalones, subiéndose en la camilla y recostándose boca abajo, bajándose en esa posición el bóxer. Sabía que no debería sentir mucha vergüenza, se trataba de un doctor, pero no podía evitarla.

―Si quieres ―dijo Dongwon, al otro lado de la cortina―, puedo hacerlo con la cortina cerrada. Tú sólo dime qué prefieres, Yoongi.

Lo pensó un instante, un poco indeciso, sin saber demasiado cómo proceder, pero luego pensó en que... bueno, Hoseok ya lo había visto con poca ropa antes, ¿no es así? En ropa interior, en traje de baño, no es como si esa zona fuera tan privada, incluso le dio agarrones varias veces antes de que Yoongi lo golpeara.

Además, Yoongi lo quiso ahí por una razón, y es que cuando Hoseok le miraba, le sonreía, Yoongi sentía cómo su ánimo parecía revivir de forma repentina. Más aún: esa pequeña bola de ansiedad que aparecía en su estómago parecía quedarse allí, no crecer, no moverse hacia otras partes de su cuerpo, sólo con un gesto del chico.

―Está bien ―aceptó, su tono tímido―, puede correrla, doctor Kang.

No tuvo qué decirlo dos veces porque el hombre obedeció, corriendo la cortina. Hoseok le hizo un gesto de saludo, observándole a la cara, y Yoongi agradeció que fuera lo bastante educado como para no mirar hacia esa otra zona de su cuerpo descubierta.

Dongwon le mostró una cajita, donde se veía el nombre del medicamento, y de ahí sacó una pequeña ampolla con un líquido transparente junto con una jeringa envasada. Procedió a ponerse unos guantes desechables, limpiando la zona donde iba a pincharle.

―La solución es algo aceitosa y pesada, por ello te la inyectaré en esta zona ―le estaba explicando Dongwon―, pero debo advertirte desde ya que te quedará doliendo por lo menos cinco días. Evita tocarte esa zona y que otros te la toquen.

Esas simples palabras hicieron que el color pintara el rostro de Yoongi, que bajó la vista de los ojos de Hoseok, aunque no a tiempo para ver el rubor también en las mejillas de su amigo. Gracias, doctor.

Vio al hombre sacando la jeringa del envase, llenándola con el líquido de la ampolla.

―Deberé volver a ponértela en tres meses, así que una semana antes de que se cumpla, llama a la secretaria para agendar una cita. Por otro lado, necesito que permanezcas unos minutos en el recinto, tu cuerpo puede reaccionar de forma negativa los primeros minutos y debes quedarte en caso de cualquier cosa.

―Está bien ―repitió.

―No te la inyectaré toda de golpe, ¿está bien, Yoongi? ―prosiguió Dongwon―. Al ser oleosa, tarda un poco más que una inyección normal. ¿Hay algo que quieras...?

―¿Hoseok puede tomarme la mano? ―preguntó de golpe, su tono repentinamente débil.

Hubo un silencio sorpresivo por parte del doctor, incluso Hoseok puso una expresión atónita.

―Claro, claro, que se acomode pero que no toque la bandeja ―aceptó Dongwon, con su tono amable.

Yoongi miró al chico, que pareció dudar un instante antes de ponerse de pie, acercándose a la cabecera de la camilla y tomándole la mano al más pequeño, que no dudó en agarrársela con fuerza.

―Wow, me harás daño ―bromeó Hoseok, acuclillándose.

―Lo siento ―se disculpó Yoongi.

Pero Hoseok sabía qué no estaba pidiendo perdón por eso, sino por haberle pedido ir allí. Por sus peleas. Por romperle el corazón. Por haberle mentido tanto tiempo.

Hoseok no lo miró con recriminación, sólo sonrió suavemente, dándole un beso a sus nudillos.

―Nada que recriminar ―prometió el más alto.

―Bien, aquí vamos ―anunció Dongwon.

Yoongi se sobresaltó ante el repentino dolor punzante en su nalga derecha, haciendo un mohín inmediato y dándole un apretón en la mano a Hoseok, que le sonrió, peinando el cabello de su frente.

―¿Cuáles serán sus primeros cambios? ―preguntó Hoseok de pronto.

Dongwon no desvió su mirada de la inyección, pero contestó sin problema alguno:

―Depende de la persona, es muy variable ―dijo―, pero los primeros, se pueden ver al mes, con la aparición del acné, aunque puede que a ti no te salgan, Yoongi.

―El acné es algo normal ―murmuró el chico.

Hoseok le sonrió, acariciándole el cabello.

―Puedes experimentar cambios de humor también, junto con un aumento del apetito, pero todo depende también del ambiente en el que estás ―continuó explicando el doctor―. Es importante tener un lugar positivo y amigable para ti. Los cambios comienzan a ser más notorios desde la segunda inyección en adelante, por ejemplo, la menstruación desaparece y el vello te empieza a crecer en zonas donde antes no tenías o en mayor cantidad. Tu voz, poco a poco, empezará a cambiar y la masa corporal se distribuirá de otra forma. Tus pechos empezarán a reducirse poco a poco también por eso. Pero como te digo, todo es distinto en cada cuerpo. Antes de tu segunda inyección, sin embargo, debes hacerte otros exámenes para medir la cantidad de testosterona y estrógenos ―Dongwon soltó un silbido bajo―. Hemos terminado, Yoongi. Voy a limpiarte y podrás subirte los pantalones.

―Oh ―Yoongi hizo un leve mohín al sentir al doctor limpiando la zona de su culo que inyectó, pero Hoseok se puso de pie, revolviéndole el cabello.

―Te espero aquí ―le dijo su amigo, feliz.

Dongwon corrió la cortina, dejándolos solos. El doctor bajó la voz un poco, aprovechando que Jaebeom y Hoseok se pusieron a hablar.

―Sé que esto puede resultarte algo incómodo ―dijo Dongwon, echando la jeringa en el basurero de desechos médicos junto a sus guantes―, pero es también necesario que te estés controlando con algún ginecólogo o ginecóloga constantemente, o incluso conmigo, si tú lo prefieres, ¿está bien? ―Yoongi lo miró―. Por otro lado, la testosterona no evitará embarazos, así que debes cuidarte también en ese aspecto.

Yoongi quiso decir algo, pero sintió otra vez vergüenza por esa situación, porque no se lo planteó realmente hasta el momento. Así que sólo asintió, sus mejillas coloradas, y el doctor salió por la cortina, dejándole para que subiera sus pantalones.

Santa mierda, Dongwon tenía razón: su nalga comenzó a doler un culo cuando la rozó con sus pantalones.

Hizo un notorio mohín de disgusto, que fue eliminado al volver al centro de la oficina, observando el rostro animado de Hoseok. Escuchó las últimas indicaciones del médico y Jaebeom, muy feliz por lo que acababa de hacer.

Su segundo gran paso ya fue dado.

―¿Te duele mucho?

Sus labios se arrugaron en un pequeño puchero al escuchar la pregunta de Namjoon, los dos de pie en el bus, camino hacia la empresa.

―Sí ―dijo, agarrándose de la barra cuando el vehículo giró―. No puedo dormir boca abajo, ¡es súper incómodo!

Namjoon le sonrió, revolviéndole el cabello, y trató de no ponerse colorado pues sabía que eso iba a llamar la atención de otras personas. El día sábado, le llegó un mensaje de parte de Momo sobre bajar el perfil frente a la gente, pues hubo un crimen de odio la semana pasada contra una pareja homosexual.

El más alto pareció adivinar a dónde se dirigían sus pensamientos, porque se alejó un poco, enderezándose.

―Te debo una comida todavía, ¿no quieres que te invite luego de hoy? ―continuó Namjoon.

El viernes, luego de volver del doctor a casa, le envió un mensaje al chico acerca de que ya no tenía muchas ganas de salir por el dolor en su culo. Namjoon le contestó que no había problema alguno.

Yoongi lo pensó un momento.

―Está bien ―aceptó―. Es mejor hoy, porque debo trabajar el resto de la semana...

―Sí, y el fin de semana iré a Daegu ―agregó Namjoon, presionando el timbre para bajarse―. Estaré fuera unos días, ¿no quieres ir conmigo?

Volvió a cavilar otro instante, mientras se bajaban del bus y caminaban hacia la empresa, que quedaba a unas pocas cuadras.

―No, es mejor que no ―terminó diciendo―. No tengo mucho dinero ahorrado y Jimin y Jungkook están con exámenes.

Namjoon no dijo otra cosa, entrando al enorme edificio, saludando a los guardias y a la secretaria. Cuando estaban subiendo al segundo piso, el más alto volvió a llamar su atención.

―Si Dahye se sigue comportando así ―le dijo el chico―, podríamos preguntar si es posible un cambio.

Yoongi mordió su labio inferior unos segundos.

―No creo que alguien allí nos lo permita ―respondió, triste, y Namjoon no dijo otra cosa, porque sabía que tenía algo de razón.

Así que sólo entraron al cuarto enorme, dónde ya estaban algunos de sus compañeros con sus trainees. Namjoon se despidió, caminando hacia Yuiko, la trainee japonesa que le había tocado.

Yoongi deseó por un instante que Dahye no hubiera ido, quizás así podría trabajar en una composición él solo, pero la vio sentada en la esquina, junto a la ventana, mascando chicle. La chica también lo observaba.

Se removió, un poco incómodo, pero se acercó a ella. Los CEO estaban conversando con otros chicos, pero a medida que caminaba hacia la muchacha, supo que Minhee, Woobin y Hyuksoo, lo estaban mirando.

―Minhee dijo que, si no me disculpaba contigo por lo que dije, entonces me sacarían de esto ―dijo Dahye, cuando estaba lo suficientemente cerca para que la escuchara―, así que... lo siento.

Yoongi la observó un instante, luciendo tan incómoda frente a él, como si no supiera dónde mirar. Reconocía bien esa mirada de repulsión que Dahye tenía, porque era esa misma repulsión que sintió tanto tiempo por sí mismo, durante largos años tortuosos.

―No las acepto ―respondió, sentándose frente a ella y tratando de contener su quejido por el dolor. Dahye parpadeó gracias a la sorpresa―, porque tú realmente no lo sientes, así como yo no siento haberte llamado perra estúpida.

La bonita chica ladeó la cabeza, todavía algo atónita, para luego sacudirla, con sus labios volviendo a contraerse por el aburrimiento.

―No importa, me han llamado cosas peores ―ella suspiró, mirando por la ventana―. Mira, sólo... sólo terminemos con esto rápido. Es evidente que ninguno de los dos quiere trabajar con el otro, pero tenemos que hacerlo, ¿no es así?

Yoongi sintió sus manos picar por la ansiedad, teniendo el impulso de llevar sus dedos a su boca para comenzar a morder sus uñas, así que sólo se quitó la mochila, sacando su cuaderno y su lápiz. Tal vez, podría pedir el salón de música un día, para poder estar frente a un piano y poner allí una idea vaga que rondaba por su mente. Lo hablaría con Woobin cuando se marchara.

―Primero que todo, para que esto resulte ―dijo Yoongi, con su voz calmada, aunque por dentro todo estaba dando vueltas―, me vas a tratar cómo corresponde.

―¿Qué quieres...?

―Nada de insultos ―le interrumpió―, nada de pronombres incorrectos, Dahye. Soy él. Si me tratas de otra forma, prometo romperte la nariz.

Dahye permaneció callada un instante, mirándolo por primera vez a los ojos. Terminó por asentir en silencio, como si estuviera tratando de contener los insultos de su boca.

―Como si fuera importante...

Yoongi la escuchó murmurar por lo bajo, pero la ignoró, pues no iba a detenerse a hablarle sobre eso. Porque sí era importante, aunque para ellos no lo pareciera, era muy importante, tanto como comer o dormir. Un pronombre lo era. Su nombre lo era.

Cada vez que Hoseok, que Lisa, que Taehyung, que Namjoon, incluso que Woobin, lo hacían, era validarlo. Hacerlo real frente a otros. Era desafiar las normas del mundo puestas a la fuerza para ellos. Era protestar, mínimamente, pero lo era. Era poder, y el poder no era algo a lo que las minorías se les otorgaba.

Sin embargo, Yoongi no se lo iba a decir a ella. Yoongi seguiría teniendo sus pequeñas victorias, aunque ellos no pudieran notarlo a primera vista.

Yoongi seguiría ganando.

¡gracias por leer!

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