79.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

No te preocupes, estamos bien.

Con o sin billetes de cien,

Pero tener no es malo así que estamos bien, 'tamos bien.

To's los míos están bien, 'tamos bien,

No te preocupes, estamos bien...

Hoy me levanté contento, hoy me levanté feliz,

Aunque dicen por ahí que están hablando de mí...

Joda, que se joda, que se joda...

~Estamos Bien, Bad Bunny~

Lisa, detrás de él, estaba mordiendo su labio inferior en clara señal de concentración. Yoongi no podía dejar de mirar su reflejo con una expresión titubeante, como si no lo pudiera creer, hasta que Hoseok habló por sobre el sonido de la secadora de cabello.

―¡Te ves hermoso, Yoongi! ―le gritó, entusiasmado―. ¡El menta te queda genial!

Pudo sentir sus mejillas un poco coloreadas ante el halago, con su cabeza caliente por el aire que le tiraba la secadora. Lisa estaba acabando con el look, sonriendo ahora con suavidad, y Yoongi admiró lo bonita que se veía su amiga gracias a su cabello cortado recientemente hasta los hombros.

―No pensé que quedaría tan bien ―dijo Lisa, sonriendo con felicidad―. ¡Para ser mi primer intento...!

―¡¿Tu primer intento?! ―farfulló Yoongi―. ¡Me dijiste que lo habías hecho antes!

―Es mis Barbies ―Lisa sonrió, culpable―. El cabello crece, Yoongi, ¡y no pasó nada malo!

Yoongi suspiró, el secador apagándose, y Lisa le quitó la toalla. Yoongi volvió a mirar su reflejo en el espejo que trajeron del cuarto de la chica, pasando su mano por el suave cabello teñido recientemente. La verdad es que... Se veía muy genial.

Hoseok, detrás de él, no podía borrar su sonrisa, e incluso Lisa se veía contenta por eso. Yoongi sintió sus ánimos subir de forma inevitable, entusiasmado por completo debido a su cambio de look. No lo pensó demasiado, así que se sacó una fotografía con el celular mientras Lisa recogía sus cosas y Hoseok iba a arreglarse, pues saldrían en unos minutos.

Yoongi

Mira, ¿me veo bien?

Alex

No puede ser!!!!

Estás precioso!!!

Very cute, baby boy!!!!

Y qué opinas de mí??

Yoongi:

Aleeeeeeex!!!!!!

No tienes vergüenza alguna!!!!!

Alex le respondió con un emoji riéndose y Yoongi bufó, sacudiendo su cabeza antes de girarse hacia Lisa. Su rostro tenía una mirada extraña.

―¿Pasa algo, Lalisa? ―le preguntó, su voz algo tímida.

―¡Oh, nada! ―ella sonrió, antes de darle un abrazo de forma repentina―. Es sólo que estoy muy feliz por ti, Yoongi. Por haber llegado hasta aquí.

Sus palabras lo desconcertaron momentáneamente, antes de devolverle el abrazo de forma titubeante. De manera repentina, sintió algo de pena al recordar todas las cosas ocurridas el año pasado, todo el sufrimiento y el dolor que pasó para llegar hasta allí. Si no hubiera sido por el apoyo constante de sus amigos, probablemente, ahora no estaría en ese lugar. Tal vez habría muerto hacía mucho.

―Gracias, Lisa ―suspiró, alejándose.

―¡Ve a bañarte ahora! ―apresuró la chica―. Ya vas tarde para esa cena con los Kim, ¡mándale mis saludos a la mamá de Tae!

Yoongi asintió, pensando en lo difícil que debía ser para la chica eso. Mamá Taeyeon le llamó unos días atrás para decirle que irían a Seúl ese fin de semana, así que esa tarde harían una comida en casa del padre de su amigo. Yoongi se moría por verla, a ella y a los niños, y recibir un abrazo fuerte, de esos que le hacía saber que todo iría bien.

―Está bien ―le prometió―. ¿Cuándo nos presentarás a tu novio oficialmente? ―la molestó.

Lisa se rió.

―¡Quién sabe!

Yoongi le sacó la lengua, yendo hacia el baño para quitarse los cabellos cortados que cayeron en su espalda. Una vez estuvo listo, fue a su cuarto para vestirse, escuchando a Hoseok parlotear en el comedor con Lisa. Se vistió con unos jeans rotos en las rodillas y un suéter enorme, de color castaño rojizo que le ayudaba a cubrir sus senos. Una vez estuvo listo, abrochándose las zapatillas, salió con Hoseok, que ya le esperaba. Lisa se había marchado a su cuarto a estudiar.

―¿Vamos? ―le preguntó el más alto, sonriéndole.

Yoongi le siguió, preguntándole acerca de sus clases. Abril estaba acabando y con ello ya llegaban a mediados de la primavera. A finales de mayo sería la presentación del chico en el teatro de Seúl, así que ahora estaba practicando horas y horas cada día. A veces, llegaba pasadas las nueve de la noche, con aspecto agotado y casi dormido.

―Son dos invitaciones por bailarín que nos darán ―le contó Hoseok, mientras esperaban el bus que les acercaría al hogar de los Kim―, así que te daré una a ti y la otra a Taehyung. ¡No puedes faltar!

―¿Seguro que quieres gastarla en mí? ―le preguntó Yoongi, arrugando el ceño levemente.

―¿Y en quién más? ―Hoseok lo contempló, atónito.

―Tal vez Jihyo...

―No ―la respuesta del chico fue limpia―. Tú eres mi mejor amigo, no quiero a nadie más.

Sus palabras lo conmovieron por completo, y no respondió enseguida por varios segundos, en los que llegaba el bus y se subían. Se acomodaron en los asientos traseros, así que cuando el vehículo se puso a andar, Yoongi recordó algo que quería preguntarle a Hoseok desde hace mucho.

―Hobi ―le dijo, llamando su atención―. ¿Cómo están las cosas con tus padres? ¿Has hablado con ellos?

La expresión animada de Hoseok cambió casi enseguida, convertida a una de disgusto y molestia. Yoongi sabía que no iba dirigida a él, pero se sintió un poco intimidado por ella. El chico, cuando se enojaba, daba un poco de miedo.

―A veces mamá me llama ―le dijo, mirando al frente―, pero me insiste en que hable con mi padre y arregle las cosas. Ella dice que no hay problema con que baile, pero que luego debería estudiar Medicina para hacerlos orgullosos.

―Oh...

―Eso no es lo que más me molesta ―masculló Hoseok―, sino que dicen que debería alejarme de ti, ¿puedes creerlo? ¿Quiénes piensan que son para decirme eso?

Yoongi no habló de forma inmediata, tomándose su tiempo para poder hablar bien y sin discutir con Hoseok. Él sabía que, a pesar de todo, el tema de sus padres todavía le afectaba un montón.

―Seok ―comenzó a decir―, está bien que no quieras hablar con tu papá, ¿vale? Él es un hombre horrible ―le agarró la mano, dándole un apretón suave―, pero tu mamá...

―No se trata de eso ―Hoseok estaba haciendo ese mohín en sus labios, como un triángulo―. Yo hablaría con ella si se controlara. Si supiera que... Si ella realmente quisiera solucionarlo todo, lo haría por sus propios medios, pero sólo es papá hablando a través de ella.

Yoongi lo podía entender, pero no podía evitar sentirse un poco triste por la vida de esa mujer. Le recordaba un poco a su propia mamá. Él no sabía nada de su antigua familia desde que se marchó, y según lo que le había dicho Jimin, su hermano mayor tampoco guardaba contacto con ellos. A veces, pensaba en volver, sin embargo, la idea le parecía una estupidez en cuanto aparecía. A pesar de la tristeza, sabía que no era una buena idea.

―Yo soy tu familia ―le dijo Yoongi, llamando su atención.

Hoseok sonrió, a pesar de que se podía ver todavía un rastro de tristeza en sus ojos. El chico le devolvió el apretón de manos.

―Y no necesito a nadie más ―le aseguró Hoseok.

Amigos, novios, qué más daba. Hoseok y él no iban a separarse nunca, no importaba cuando tiempo pasara.

Llegaron veinte minutos después al hogar de Woobin, siendo recibidos por su esposa y el bebé que tuvo meses atrás, que se llamaba Minjoo. Taehyung a veces debía cuidarla, pero no se acomplejaba mucho con ello, porque adoraba a los bebés.

Cuando entraron, Yoongi no tardó mucho en ser recibido entre gritos por Sohyun, que lo abrazó por la cintura.

―¡Oppa! ―saludó ella, feliz―. ¡Te extrañé mucho, oppa!

―¿Y a mí no? ―preguntó Hoseok, con expresión ofendida.

―¡También a ti, oppa!

―¡Hyung! ―Jongin también apareció, siendo seguido por un perro pequeño que ladraba―. ¡Wow, hyung, te ves genial con ese color de cabello!

―¿De verdad? ―preguntó Yoongi, animado.

―¡Claro que sí! ¡Oppa es el más guapo! ―apoyó Sohyun.

Yoongi se rió mientras la niña le agarró la mano, tirándolo hacia el patio, y salió viendo a Taeyeon ponerse de pie. La mujer lo alcanzó con unos pasos, abrazándolo por el cuello, y Yoongi cerró sus ojos un instante.

―Estás muy grande ―dijo Taeyeon, amorosa―, mírate, ya más alto que tu madre, Yoongi.

El chico sintió las comisuras de sus labios estirarse en una sonrisa al escuchar lo último, y volvió a abrazarla, sintiéndose como un gatito que quería mimos. Taeyeon soltó unas risas, acariciándole el cabello con cariño.

Hoseok era su familia, y ellos también. La construyó él y la iba a cuidar como fuera.

Yoongi se inclinó contra el micrófono, titubeando un momento antes de decidir hablar.

―No suenas con suficiente pena ―le dijo, algo receloso.

Al otro lado del vidrio, en la cabina, Dahye arrugó los labios.

―Pena ―repitió, viéndose incrédula―. ¿Qué, debería ponerme a llorar?

―No estoy diciendo eso ―Yoongi bufó―. Pero tu voz no me conmueve. Tu canto no me conmueve, Dahye. Si no me conmueve, entonces no me sirve.

Sus palabras parecieron molestar a la chica, que se quitó los audífonos con claro disgusto. Yoongi suspiró, sacudiendo su cabeza, y el chico encargado de la grabación le miró con una ceja enarcada.

―Hoy es su día de grabación ―le recordó, serio.

Yoongi lo sabía, lo tenía más que claro. No contaban con demasiado tiempo, considerando que les asignaban tres días para grabar dentro de un horario. Yoongi no quería ser negativo, pero las cosas no estaban saliendo como él lo hubiera esperado, y eso le provocaba gran desánimo. Llegó muy animado ese día, especialmente por el fin de semana que pasó con mamá, pero ahora esa emoción parecía haberse desinflado.

No sabía cómo decirle a Dahye lo que quería sin que la chica reaccionara mal. Si bien se estaban llevando bien las últimas semanas, por algún motivo ella seguía actuando muy a la defensiva.

―Quiero hablar contigo ―habló, llamando la atención de Dahye. La chica hizo un mohín, pero sólo asintió, y Yoongi salió del cuarto, sabiendo que Dahye le seguía a unos metros.

Una vez en el pasillo, el chico rascó su nuca para tratar de encontrar las palabras correctas qué decir, sin querer molestar a Dahye. No quería parecer como un entrometido o alguien que buscaba una cosa de ella, pero ambos necesitaban que eso funcionara para que las cosas salieran bien. En ese preciso momento, Yoongi necesitaba de Dahye, y Yoongi sabía que Dahye necesitaba de él.

Abrió su boca, sin embargo, la muchacha se le adelantó en ese instante.

―No estoy con muchos ánimos ―dijo ella, como queriendo justificarse―, tengo la mente en otro lugar y no puedo... Me cuesta concentrarme.

Yoongi mordió su labio inferior un momento, escuchándola en silencio, porque no podía hacer otra cosa. Cuando se encontraron, antes de llegar para allá, ocurrió algo increíble entre los dos: fue él quien dirigió toda la conversación entre ambos. Por lo normal, era Dahye la que siempre parloteaba y hacía las preguntas, pero ese día apareció extrañamente silenciosa y con el rostro más pálido que de costumbre. Yoongi notó el morado en sus muñecas, pero desvió la vista, porque no sabía si eso le incumbía o no.

Decidido a que no iba a perder nada, vaciló antes de atreverse hablar:

―¿Quieres conversarlo? ―desvió la vista, apoyándose en la pared―. Es decir, sé que no tenemos mucho tiempo, pero yo sé que es mejor sacarse lo que molesta a uno. Si eso te sirve...

Dahye soltó una risa entrecortada, tan forzada que Yoongi también se sintió incómodo y siguió mirando el concreto de la pared frente a él. Repentinamente, la risa se cortó.

―¿Alguna vez alguien que dice quererte te ha hecho daño? ―preguntó Dahye, con la respiración agitada. Yoongi no contestó enseguida―. ¿Y tú te preguntas si... si ese amor que dice tenerte implica que tiene el derecho de dañarte a su gusto?

Volvió a tomarse unos segundos para responder, pensando bien la respuesta que daría a continuación. No pudo evitar pensar en sus viejos padres, en la forma en que decían que todo lo que hacían era por su bien. En los golpes, los insultos, las humillaciones. Todo ese daño justificado en la excusa de que era su deber para enderezarla, para enseñarle su lugar. Yoongi se preguntó un millón de veces si ellos tenían ese derecho, esa potestad sobre él, ese poder para dañarlo a gusto propio.

Sólo casi un año atrás llegó a la conclusión de que nada ni nadie podía dañarlo de esa forma, ni siquiera si decían quererte y cuidarte.

―Creo que todos nos hemos preguntado eso alguna vez.

Miró de reojo a Dahye, que en ese instante se abrazaba por la cintura. Frente a él, la chica se veía más vulnerable que nunca desde que la vio por primera vez, sin esa expresión altanera ni sus comentarios llenos de groserías. Dahye, a su lado, se veía como lo que era: una chica de dieciocho años, temerosa y confundida.

―La canción que hiciste es preciosa ―soltó Dahye, y su voz ahora sonó adolorida, como si le estuviera costando hablar―, es tan preciosa, Yoongi, ¿cómo pudiste hacer algo así para mí? Para mí, de todas las personas...

―Tú me diste la idea ―Yoongi no quería mirarla, porque se sentía un poco sensible en ese momento. Tal vez se debía a que su período debía llegar la próxima semana. Tal vez se debía a la melancolía de extrañar otra vez a mamá. No lo sabía exactamente―, tú me lo sugeriste. "El amor no siempre es positivo y alegre y bueno. A veces, el amor también es doloroso". Yo tomé eso e hice la letra, Dahye.

La chica se volteó para no observarlo, aunque Yoongi pareció notar el brillo en sus ojos, como si estuviera a punto de llorar. Sin embargo, no lo preguntó, porque no quería hacer de esa situación más rara de lo que ya era. El chico lo único que deseaba era que las cosas estuvieran bien, pues así podía controlar todo lo que estuviera a su alrededor. Si tenía el control, entonces la ansiedad también sería controlada.

Sora definía ese pensamiento como erróneo, pues nunca se podía tener el control de lo que iba a suceder a futuro ni sobre las personas, pero Yoongi no podía evitar desearlo.

―Hagamos otra grabación ―dijo Dahye, y Yoongi no se negó, ya que él mismo a veces evadía el dolor escribiendo.

No, no evadirlo. Transformarlo. Jamás volvería a evadirlo, porque eso provocó su colapso más de un año atrás. Sus psicólogos y psiquiatras dijeron que era mejor transformarlo, sentirlo de otra forma, y sacarlo del interior poco a poco. El dolor es inevitable, sin embargo, no es malo. Es lo que nos hace humanos.

La siguiente hora salió mucho mejor de lo esperado, con Yoongi más satisfecho al escuchar la voz de Dahye salir con el tono que imaginó exactamente. Dejaron la primera estrofa y el coro grabado, y al día siguiente esperaban seguir. Yoongi empezaría a trabajar con lo que ya tenía, y eso era suficiente para mantenerlo ocupado.

Salieron juntos cuando acabó su turno. Hubo silencio entre ellos mientras caminaban por los pasillos, apenas dirigiéndose palabra alguna, y permanecieron así hasta que salieron al exterior. Ese día hacía un sol especialmente cálido gracias a la llegada de la primavera.

Fue en ese momento en el que Dahye comenzó a hablar y Yoongi la escuchó en silencio, sin dejar de caminar.

Antes de ingresar a la empresa, Dahye tuvo un novio. No dijo nombre alguno, dijo que era mejor así, sólo contó los detalles superficiales para ponerlo en contexto. Ambos se conocieron a los catorce años, en el colegio, y un año después comenzaron a salir.

―Todo bonito, al inicio ―murmuró Dahye―, pero luego... luego, las cosas se torcieron. Él... él comenzó a celarme, a prohibirme tener amigos, a salir con mis amigas. También revisaba mis cosas, mi celular, mis mensajes, mis redes sociales, y si yo me negaba, decía que yo no lo quería. No lo quería lo suficiente.

Yoongi no habló, no interrumpió ninguna de las palabras de Dahye, porque sabía que, si ella se lo estaba contando, era porque necesitaba sacarlo. Porque necesitaba que alguien la escuchara sin juzgarla un poco.

―Siempre decía esas cosas ―Dahye parecía enojada consigo misma―, siempre lo resumía en eso, cualquier cosa que le molestara, en que yo no le quería. En un momento, comencé a... a comencé a darme cuenta de todo, de la forma en la que actuaba, además de que fue cuando traté de entrar a la empresa para poder cumplir mis sueños. No podemos... Tú sabes que no nos dejan tener novios en nuestro período de entrenamiento, así que...

―No lo entendió ―fue lo que dijo Yoongi, adivinando por dónde iba Dahye. Ella sonrió amargamente.

Por supuesto, él reaccionó violentamente. ¿Cómo Dahye se atrevía a dejarlo, cuando se amaban? ¿Cómo ella podía hacerle eso? ¿Cómo podía ser tan egoísta, tan cruel, cuando él sólo la amaba?

―Me dejó el ojo morado. Yo tenía dieciséis. Dijo que no lo volvería a hacer, que yo lo provoqué, que yo...

La voz de la chica se cortó. Yoongi no la miró para no avergonzarla, a pesar de que sabía que ella parecía a punto de llorar por la situación.

―Lo mandé a la mierda ―Dahye se rió trémulamente―. ¿Qué se creía ese idiota, levantándome la mano? Le grité que no me tocara otra vez, que no se atreviera a hacerlo, pero semanas después, cuando apareció pidiéndome disculpas, lo perdoné. Era tan tonta...

Yoongi quería negarlo, porque él sabía lo difícil que era acabar con una relación que dañaba. Lo complicado que significaba terminar con algo que, durante mucho tiempo, provocó tantos sentimientos positivos en uno.

Pero Dahye no lucía como si quisiera consuelo. Se veía molesta con ella, como si se estuviera regañando a sí misma todo lo ocurrido.

―De ahí en adelante fue todo un vaivén de términos y regresos, cada uno dejándome más y más desgastada. Y él... él se propasaba un poco cada vez más. Siempre me decía que sería la última vez, pero él lograba convencerme, y a fin de cuentas... ―se interrumpió a sí misma, sacudiendo su cabeza―. Al final, lo terminé de verdad cuando fui aceptada en la empresa y comenzó el período de entrenamiento. Desde entonces, hasta ahora, se aparece por el departamento que comparto con las otras chicas y a veces se pone violento. Dice que me quiere, que me ama, que debemos estar juntos, pero siempre me hace daño de alguna manera. No entiendo...

―Es un cretino ―habló Yoongi, con el ceño fruncido y la boca apretada en un mohín de disgusto―, un tremendo cretino. Deberías denunciarlo, pero los dos sabemos que la justicia es una mierda, ¿no? Jamás le harían nada a ese imbécil.

―Le tengo miedo ―Dahye parpadeó―, temo que un día él acabe...

―No, no lo termines ―de sólo pensarlo, Yoongi podía sentir cómo perdía el control. Él mismo podía entender ese pánico, considerando la persona que era. Considerando como lo miraban muchas personas. El motivo por el que EunYoung terminó muerto y Jungkook siendo violado.

Si bien ellos tenían sus roces, eso no significaba que él quisiera que Dahye sufriera. La sola idea lo horrorizaba por completo.

Ella lo observó, sin embargo, volvió a hablar antes de escuchar sus palabras.

―Si él te molesta, puedes llamarme ―le dijo―. E iré con mis amigos, ¿vale? Le daremos una paliza entre todos, e incluso yo lo golpearé, a pesar de no tener un poco de fuerza ―podía sentir la ira bullendo en su interior.

Dahye parecía muy sorprendida por su arrebato, pero Yoongi estaba tratando de no dejarse llevar por el enojo y la rabia. Sin embargo, de sólo pensar en lo que pudiera ocurrir porque un idiota creía que Dahye era su posesión, la molestia hacía aparición.

―Yoongi ―habló ella, y el chico la miró―, tu canción me ayuda, me ayuda mucho.

―Dahye...

―Gracias por hacerla para mí ―ella sorbió por su nariz, parpadeando para alejar las punzantes lágrimas―. Gracias por escribirla, oppa.

Yoongi sintió ahora ganas de llorar al escuchar lo último, por el reconocimiento que le estaba dando. Considerando la historia conflictiva que tuvieron al inicio, él sabía lo mucho que le estaba costando a Dahye todo eso, y lo difícil que era contar sus problemas. En especial a Yoongi.

Quiso decir algo, pero sólo extendió su mano y le acarició la mejilla. Dahye sonrió con debilidad y él también lo hizo, y sabía que eso era suficiente para la chica en ese momento.

Esa misma tarde, Chaerin estaba hablando frente al grupo de gente mientras Yoongi limpiaba unos vasos del café en el que trabajaba, cuando Alex apareció con una expresión animada.

―¿Me extrañaste? ―preguntó ella, guiñándole un ojo.

Yoongi rodó los ojos, pero tenía una sonrisa cariñosa en la cara. Habían quedado en juntarse ese día y, al acabar la jornada, ir al pequeño departamento de Alex a dormir.

―Pensé que llegarías más temprano ―contestó, y vio de reojo a Namjoon sentado en una mesa, escuchando a Chaerin. Se encontraba con Jaejoong y Howon, que conversaban en voz baja.

―Tuve que quedarme a conversar con un profesor ―suspiró Alex, también en susurros―. ¿Han dicho algo importante?

Yoongi abrió la boca para responder, pero terminó por callarse cuando habló Momo, una chica japonesa que llevaba viviendo en Corea más de cinco años.

―Pienso que deberíamos tener un perfil bajo esta vez ―dijo ella―. Este año ha estado algo difícil y...

―Y por eso mismo, deberíamos ser capaces de gritar más fuerte ―replicó Chaerin, tranquila, pero con el ceño un poco fruncido.

La discusión volvió a iniciarse.

Mientras algunas personas comenzaban a levantar su voz para hacerse oír por sobre todo el bullicio, Yoongi se inclinó hacia Alex para poder explicarle bien la situación.

En poco menos de dos meses sería 28 de junio, o conocido mayormente como Día del Orgullo LGBTI. Como cada año, distintas asociaciones, movimientos y ONG que buscaban derechos para las minorías sexuales se organizaban meses antes para saber qué harían ese día, y como Heejin formaba parte de Rainbow Action, solía prestar su café para algunas de las reuniones. La mayoría de los chicos y chicas que iban eran militantes de la organización, o al menos solían participar de sus intervenciones. Yoongi, hasta el momento, se mantenía un poco alejado de ella por la ansiedad que sufría.

De todas formas, se estaba discutiendo sobre lo que se haría dicho día. Algunos abogaban por una intervención fuerte y que llamara la atención, mientras que otros preferían hacer una marcha pacífica y tranquila.

Yoongi recordaba que Jeongguk le comentó algo parecido que estaba ocurriendo en Daegu, con la propia división de Rainbow Action en la zona.

―¡La semana pasada asesinaron a una chica trans en Jongno, y hace dos semanas atacaron a Minki en ese mismo distrito! ―habló Dongho, el novio de Minki―. Si seguimos tomando una actitud pacífica, ¡jamás nos van a tomar en serio! Cuando fuimos con la policía, ellos sólo se rieron como si hubiera sido una broma de esas personas.

Yoongi mordió su labio inferior, sintiendo dolor y rabia en su interior con las palabras del chico. Había escuchado en las noticias sobre la muerte de esa chica, lo que le afectó profundamente hasta el punto de que se puso a llorar frente a Hoseok, y su mejor amigo tuvo que quedarse con él hasta que cayó dormido. Yoongi no la conocía, pero se sintió como si hubiera perdido a alguien importante.

Cada muerte era un aviso brillante de ‹‹el siguiente podrías ser tú››.

―¿Y si llamamos la atención, qué crees que harán? ―preguntó Jisung, sacudiendo su cabeza―. Dirán que estamos haciendo disturbios y nos lanzarán a los policías, ¡y ya sabes cómo terminan los que van presos por ellos!

Alex, a su lado, parecía afectada también por la discusión. Medio año atrás hubo un escándalo porque una chica lesbiana, que llevaba desaparecida una semana, fue encontrada muerta y la última vez que se le vio ocurrió al ser llevada detenida por una patrulla. Los policías incriminados fueron hallados culpables, pero sólo les dieron una condena de dos años en la cárcel por lo ocurrido.

―¿Piensas ir a la marcha? ―preguntó Alex, llamando su atención.

―No ―la respuesta salió enseguida―, no, de sólo pensarlo... ―las cámaras, la gente mirando, el repudio en los ojos sobre él―, no creo que sea el ambiente para mí.

―No es necesario que todos participen de la intervención, aunque sería lo ideal ―habló Harisu, callando la discusión―. Yo digo que llamemos la atención, pero seamos prudentes. No podemos obligar a quien no quiera participar. Es nuestro día, y debemos hacer algo por hacernos notar ―la mujer alzó su barbilla―. Esto no es sólo por nosotros y nosotras, sino también por los y las que ya no están aquí.

Hubo un extraño silencio después de sus palabras. Yoongi cerró sus ojos, recordando a EunYoung frente a él, conversándole todo con ánimo y emoción. EunYoung siempre fue un activista de corazón, queriendo mejorar sus mundos, aunque fuera un poco, porque todos sabían lo difícil que era seguir adelante cuando las personas que decían quererte te rechazaban. Te hacían daño.

Recordó brevemente a Dahye y lo ocurrido horas atrás. Había sido un día demasiado largo y raro.

―Yo quiero ir ―habló Alex, cuando la conversación se retomó con más calma y ánimo, decidiendo qué intervenciones hacer―, me imagino que acá es distinto a Estados Unidos.

―Ni te lo imaginas ―suspiró Yoongi.

―Podríamos ir juntos, si quieres ―el chico no habló, dejándola continuar―. No en primera fila o algo así, sino mezclados con la gente. ¿Has visto lo bonita que es la bandera trans? Hasta podríamos...

―Lo voy a pensar ―le interrumpió Yoongi, sin querer sonar grosero, y Alex lo entendió enseguida, porque cambió de tema.

Más tarde, mientras Alex le daba un beso en la boca con suavidad y Yoongi suspiraba por el relajo, pensó en todo lo ocurrido ese día. La melancolía de su mamá marchándose, Dahye confesándole tantas cosas, la discusión por la marcha, dejó su estómago hecho un revoltijo de emociones.

A pesar de su primera negativa, estaba considerando seriamente ir a esa marcha o no. El sólo pensamiento le provocó nervios y angustia repentina, que ni siquiera los besos de Alex podían calmar, pero se preguntó si debería alzar su voz ese importante día.

―Qué distraído estás ―habló Alex, dejando de besarle el cuello.

―Lo siento ―se disculpó Yoongi―, estoy cansado.

―¿Sí? ―la chica sonrió―. ¿Quieres que siga entonces, baby boy?

―No ―Yoongi hizo sobresalir su labio inferior―. ¿Puedes abrazarme?

―Claro que sí.

Alex lo abrazó con cariño y dulzura, y Yoongi se acurrucó contra ella.

No alzar la voz sólo por él, sino también por los que ya no estaban. Por EunYoung. Por Jungkook, que probablemente no iría por los ataques de pánico que sufría de vez en cuando. Por esa chica trans asesinada una semana atrás.

Yoongi lo pensaría.

aquí quedamos cuando me eliminaron la cuenta...

eso significa que ahora se vienen nuevos capítulos!!!

gracias por leer ;u;

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