Único Capítulo

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Miró por la ventana del coche negro que le llevaba para aquella fiesta en la mansión, suspiró, nunca le habían encantado las fiestas, ya que él prefería la tranquilidad de Europa, pero sabía que tenía que ir, él era "parte" de esa peculiar familia, la cual jamás había escuchado y que tenían gustos bastante oscuros y sobrenaturales.


- ¿Es necesario? Preguntó Alexander, mientras que se veía resignado a bajarse.


- Es por la unión que conocía su familia con los Addams, Mi Teniente, solo será por unas horas, después lo vendremos a buscar. Le dijo uno de sus conductores.


- Está bien, andando. Dijo el joven y se bajó del coche negro, poniendo los pies en la acera y caminaba hacia el portón de entrada a la mansión.


- "Podría estar en estos momentos en Europa, hay tantas cosas que hacer, terminó la "Guerra Nacionalista" y tenemos que organizar las cosas pero tengo que ir a una fiesta, Dios, esto es tan trágico" Se quejó para sus adentros Alexander, quien miró hacia el camino que llevaba a la mansión.


Caminó y miró a su alrededor, el Cielo gris y frío, la nieve que había caído, podía escuchar voces dentro de la mansión, indicando que se estaban preparando para la fiesta.


- "Un Shiki, un Vampiro como yo y perteneciente a la Familia Megumi, tiene que asistir a esta clase de "fiestas", los Ivanisevic y los Addams, qué raro, mis padres jamás me lo contaron" Pensó el Teniente del Este y fue entonces que llegó al umbral de la puerta y tocó el timbre.


Para él era raro en esos momentos, ir a una fiesta tan extraña, pero no podía faltar, era su obligación.


Las puertas se abrieron y allí estaba el Mayordomo de la Familia Addams, su nombre era Largo, aquel gigante y pálido ser, el cual se acercó al joven de uniforme negro.


- Buenas tardes, Teniente Ivanisevic, llega a tiempo antes de que comience la fiesta. Le dio la bienvenida Largo al muchacho, quien extendió su mano derecha, sacándola de los bolsillos de su sobretodo también negro y la estrechó con la de aquel gigante.


- Gracias, Largo. Agradeció el chico e ingresó en la mansión, escoltado por el Mayordomo.


Dentro de la mansión, allí estaban Morticia y Homero Addams, los cuales se hallaban bailando un buen tango, despertando siempre ese romance tan apasionado y ardiente como el propio fuego.


- Vaya, vaya, mira a quién trajeron los vientos del Viejo Mundo, ¡a nuestro querido amigo lejano Alexander! ¿Cómo has estado, Alex? ¡Tanto tiempo! Veo que has tenido un viaje muy largo y debes tener qué contar. Dijo Homero, estrechando su mano y dándole un abrazo fuerte al joven, quien mantenía esa posición militar a la espera de órdenes y ahí podría hablar.


Morticia se acercó al joven y le dio un beso en ambas mejillas, para luego volver con su esposo.


- Hacía tanto tiempo que no nos veíamos, lamento mucho por lo de tu familia, Alexander, pero ahora ellos estarán orgullosos de ti, solo mírate, ya eres todo un joven con futuro y proyectos en mente. Dio su pésame la mujer de largos cabellos negros.


- Está bien, no pasa nada, simplemente es bueno recordar, a ellos los voy a amar por siempre. Dijo el chico, quien comenzó a quitarse su sobretodo y revelando su uniforme militar negro de las SS.


- Deja que Largo tome tu abrigo negro y lo cuelgue. Vamos, no seas tímido. Le animó Homero pero Alexander lo colgó por su cuenta.


- En el Reich no hay más esclavitud, ahora Europa y el Mundo es libre. Dijo el joven, señalando los "Principios Nacionalistas".


- Jajaja, tranquilo, aquí nunca la hubo, pero es un gusto que hayas venido aquí y pensar que tu familia te trajo aquí cuando naciste, eras tan pequeño. Dijo Morticia, mientras que se sentaban en los sillones de la sala.


- Jeje, sí, Dios, como pasa el tiempo. Alegó Alexander.


- ¡Y que lo digas! Pero debes saber una cosa, el tiempo pasa, pero el amor nunca. Dijo Homero, quien besó la mano de Morticia y fue subiendo poco a poco hasta llegar a su cuello.


- Ay, Homero, tú nunca dejas de sorprenderme. Dijo Morticia, halagada por aquel dulce romance que siempre encendía la llama del amor.


Pero por su parte, Alexander no pensaba en amor, por esos tiempos, solo recordar el dulce olor de la guerra lo mantenía vivo, a pesar de que era todo un "Casanova" con las mujeres, él no se sentía emocionado, desde el conflicto bélico había terminado.


- Aww, vamos, cambia esa cara, ven, un recorrido por la mansión te divertirá. Le prometió Homero y Alexander lo siguió por todo el sitio, antes de que comenzara la fiesta.


Empezaron por el salón de los trenes, donde siempre los hacían estallar las formaciones con las cargas de explosivos, allí se encontraba el Tío Lucas junto con Pericles, uno de los hijos del matrimonio Addams.


- ¡Eh, jeje, miren quién llegó, pero si es mi querido hermano Homero! Dijo el hombre calvo, quien fue hacia su hermano de sangre y le dio un abrazo.


- Me alegro de verte, Lucas, mira a quién traje de invitado. Agradeció Homero el saludo y presentó a Alexander.


- ¡Wow, no lo puedo creer, Alexander, tanto tiempo! ¡¿Cómo has estado?! ¡Tanto tiempo, eras un niño cuando viniste aquí en el pasado! Se alegró Lucas y lo condujo hacia donde estaban haciendo estallar los trenes.


- ¿Qué tiene de divertido esto...? Preguntó el Teniente del Este, cuando estalló una de las formaciones.


- Eso es lo divertido. Le señaló Homero, haciendo estallar otra de las mismas.


- En la Batalla de Varsovia, 88 Soldados míos se hicieron estallar en las filas de EEUU y sus Aliados, matando a una gran cantidad y convirtiéndose en "Mártires y Héroes de la Revolución". Dijo Alexander, mientras que ponía sus dedos sobre el detonador y estallaban las vías.


- ¡Jajaja, sí, mira como explotaron! ¡Buena explosión, Alex! Le felicitó Lucas.


- Jaja, sí, bastante divertida. Añadió el joven de Bosnia-Herzegovina.


- ¡Te lo dije, yo te lo dije, sabía que ibas a pasarlo bien! Le dijo Homero, pero en ese momento, mientras que duraba la diversión, Alexander decidió salir afuera un rato.


El joven salió de aquel sitio y comenzó a recorrer el lugar en silencio, admirando las pinturas pero algo le había llamado su atención mejor dicho alguien, ya que en las escaleras de la planta que llevaba a la torre, una hermosa chica de largos cabellos negros y con dos trenzas, ojos negros, piel pálida como la de él y vestía aquellas prendas oscuras como la noche, cosa que le llamó la atención a Alexander.


- "Wow, ¿acaso habrá sido mi imaginación?" Se preguntó el joven, tras verla irse, sin dirigirle una sola palabra y desaparecer en las sombras.


Justo cuando estaba por hablarle, sintió una fuerte explosión detrás suyo.


- ¡Jajaja! Disculpa que te haya asustado, pero te tomé por sorpresa y quería verte volar del miedo. Se disculpó Pericles Addams, quien tenía un cañón encendido y disparaba hacia el Teniente del Este.


- No fue nada, pero, yo también tengo un truco bajo la manga. Aceptó las disculpas.


- ¡Genial! ¿Cuál es? Preguntó el joven rubio.


- ¡"Gran Caución"! Disparó una fuerte explosión, la cual arrojó al hijo de los Addams por los aires hasta caer sobre una enorme telaraña.


- ¡Wow, qué gran poder, me encanta! ¡Felicidades, Alexander!. Felicitó Pericles al Teniente del Este.


- De nada, por cierto, ¿Qué estabas mirando allá? Preguntó un tanto divertido.


- Eso...no...no puedo decirlo. Respondió tartamudeando un poco.


- Agh, vamos, dímelo, no se lo diré a nadie. Prometió Pericles en guardar el silencio.


Alexander tomó un respiro y finalmente habló, tenía que soltarlo, si no lo tendría guardado por mucho tiempo y eso le lastimaría.


- ¿Quién era esa chica vestida de negro? Estaba en las escaleras que llevaban a la última planta. Preguntó el joven bosnio.


- Aww, esa chica es mi hermana, Merlina, así que estás enamorado, ¡estás enamorado! Le hizo bromas el rubio sobre lo que Alexander sentía.


- ¡No! Bueno, a quién engaño,sí. Tuvo que oficializar la situación.


- Vamos, no seas tonto, ¿acaso tienes miedo que te muerda? Bueno, puede arrojarte desde lo más alto de la torre o hasta lanzarte dagas y espadas, ojo que hasta tiene bastante fuerza, ya que una vez, en una demostración ante mi papa, ella lo derribó, es muy buena en Judo. Le contó Pericles sobre Merlina.


- ¿Qué debería hacer? Preguntó Alexander.


- Solo ve y habla con ella, no te pasará nada. Confía en mí. Dijo Pericles, mientras que le daba esos consejos.


Alexander subió las escaleras y de ahí llegó hasta la habitación de Merlina, por un momento pensó en entrar, pero ¿qué clase de trucos estaría teniendo en mente ella?. Al final tocó la puerta y ésta se abrió lentamente.


- Hola, Merlina, tal vez no me recuerdes pero soy yo, Alexander, mi familia siempre venía aquí para las reuniones y....Pero antes de poder terminar la frase, fue recibido por una feroz descarga de dagas y cuchillos, las cuales hicieron que él invocara un truco para desaparecer.


Pronto volvió con Pericles.


- ¿Y qué tal te fue, Romeo? Le preguntó el rubio.


- Sin comentarios. Respondió Alexander, quien volvió abajo, ya que tal vez, Merlina no querría hablar con él.


- No te preocupes, ella siempre fue tan oscura y siniestra, tu oportunidad vendrá de golpe, hazme caso. Dio su consejo el chico.


- Eso espero. Pidió Alexander.


Y fue así que dio por comenzada la llegada de los invitados y pronto la mansión se fue llenando de todos ellos, parientes venidos desde los lugares más alejados del Mundo, venidos con un solo propósito: Pasarla bien en familia.


- Oh, Alexander, lamento mucho lo de tu familia, se me parte el corazón al verte solo, ojala hubiera una forma de remediarlo. Dijo Margaret Alford, la novia y futura esposa del Primo Cosa, quien le dio un fuerte abrazo al joven.


El Primo Cosa se acercó a él y le habló un buen rato, pero como Alexander no entendía su forma de hablar, balbuceante, Margaret intercedió.


- ¿Qué dice? Quiso saber.


- Dice que debes ser feliz ahora, que has cumplido tus sueños y ahora eres alguien muy respetado, ¡vaya! Un Emperador del Este, esto no se ve todos los días, tienes el Futuro en tus manos y lo guías por el buen camino. Tradujo la novia las palabras del Primo.


- Gracias, amigo. Le agradeció Alexander y le dio la mano, estrechándola.


Por su parte, Merlina se haya también en la fiesta, en medio de toda esa gente, miraba por doquier, mientras que se concentraba en lanzarle dardos a su hermano Pericles, el cual estaba atado a una gigantesca ruleta.


- ¡10 puntos, hermanita! Anótalos, Dedos.  Pidió el rubio y la mano lo anotó en una pizarra que tenían allí.


A su vez, Alexander permanecía en el gran salón, donde estaban todas las familias reunidas, sus ojos se dirigieron hacia Merlina una vez más, tal vez no debería hablar con ella, ya que siempre mostró ese lado oscuro y macabro, a pesar de que él también tenía esos deseos de matar y provocar enormes desgracias a sus enemigos.


- ¿Desea un trago, Teniente? Preguntó Largo, el cual traía una bandeja.


- Si hay agua sí, sino vino. Respondió Alexander.


- Hay de todo, usted elige. Dijo el Mayordomo.


- La moneda lo decide todo: Cruz por el vino. Alegó el joven y arrojó su moneda de la suerte al aire, cayó sobre su mano y de ahí vio el resultado: Cruz.


Tomó la copa de vino y caminó por el lugar, observando a los invitados, cada vez más extraños, no podía creer que su familia hubiera conocido a esa gente, a pesar de ser un montón de personajes tan extraños, ellos eran tan normales como las demás personas.


- "Porque uno es distinto, ya lo acusan de ser un "Bicho Raro", estúpida sociedad pos-moderna, la cual enterré en este condenado continente meses atrás, EEUU ya no existe más  y sus "reglas" sobre los que somos diferentes tampoco, te juzgan por si te gusta vestir de negro, ser serio, callado, estudioso o hasta por tener gustos distintos, te dicen eso, los verdaderos idiotas eran esos "normales", que asco" Pensó Alexander, quien caminaba por la mansión, la cual estaba repleta de gente, hasta que en ese momento, Morticia pidió la atención de todos los invitados.


- Muchas gracias a todos por venir, es un gran honor tenerlos aquí, toda la familia reunida. Como sabrán, ahora tenemos el mejor momento de esta reunión y es la...La gran demostración de Judo de Merlina. Dijo Morticia, mientras que llegaba la joven de cabellos negros.


- ¿Y a quién tendrás en esta ocasión como contrincante, Merlina? Preguntó Homero, esa pregunta le dejó pensativa y en silencio.


Alexander la miraba, no podía creerlo, recordaba que cuando era niño, siempre que iba con su familia a la mansión de los Addams, la veía siempre tan siniestra pero ahora también era amenazante y causaba terror, ya que temía de que si llegaba a ser su contrincante, tendría que pelear contra ella, pero su código de honor en el Reich prohibía lastimar a las mujeres.


- Mi oponente será....Él. Señaló Merlina finalmente al candidato.


- ¿Quién es, querida? No lo veo. Preguntó la Abuela Addams y fue entonces que dos de los invitados se hicieron a un lado, revelando a Alexander como el elegido.


- ¿Yo? Preguntó el chico.


-  Así es, adelante, demuestra qué es lo que tienes. Pidió Merlina, tomando posición de combate, lista para pelear.


- Anda, vamos, no tengas miedo, si eres inmortal, no te matará, bueno, tal vez te rompa una o dos costillas, pero estarás bien. Ánimo. Le dijo el Tío Lucas, quien llevó a Alexander al centro del hall de entrada.


- Pero...no puedo...el "Código de Honor" me lo prohíbe. ¡Ay, Jesús, María, Dios, Miko Hakurei Reimu, protejan a este Teniente del Reich! Trató de evitar la pelea, pero ya estaba listo.


- Aww, Homero, ¿no te parece lindo? Nuestra hija va a demostrar sus grandes habilidades en Judo. Dijo Morticia, viendo el inicio del combate.


- Así es, cara mía. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? Respondió el hombre de pequeños bigotes, besando la mano de su esposa, encendiendo esa chispa de amor.


- Homero...Homero...Morticia....yo no puedo...pelear...no puedo. Trató de llamarlos Alexander, pero ya estaba hecho.


Pronto quedaron cara a cara, frente a frente, los dos viejos amigos que se conocieron en el pasado.


- Ha pasado tanto tiempo, Alexander, ¿cuándo fue la última vez que nos vimos? Aún te recuerdo, eras tan pequeño cuando venías con tu familia. Le dijo Merlina con ese tono tan siniestro y a la vez, extraño, ya que llamaba la atención del bosnio.


- Lo mismo digo, Merlina, ya no me acordaba de ti, todo se perdió en la "Guerra de los Balcanes", en la maldita guerra que destruyó mi vida, mi familia, todo, pero he vuelto, ahora soy alguien temido. Respondió el Teniente del Este a ella.


- Así parece y creo en tus palabras....Pero yo no. Sentenció ella y fue entonces que se lanzó al combate.


- "Tengo que evadir sus golpes, ¡ya sé!" Ideó Alexander el plan perfecto.


Pero en ese momento, justo cuando estaba por ser derribado, él esquivó a la chica de cabellos negros.


- Todos estos años pensando en si un día volverías, jamás llamaste, jamás mandaste una carta, nada, solo te alejaste del Mundo. Dijo Merlina y eso era cierto de Alexander, en el Orfanato, víctima de las persecuciones, se encerró y aisló del Mundo por mucho tiempo, hasta su adopción en el 2003.


- Vaya, eso si que debió doler. Agregó el Tío Lucas, sorprendido.


- Merlina, puedo explicarlo, solo dame tiempo y...Pidió Alexander, pero ella lo volvió a atacar.


- Eso es lo nunca tuviste: Tiempo, nos dejaste a todos. A todos, olvidados, mientras tanto, ¿tú qué hacías? Ah sí, matando, destruyendo y conquistando, eres digno de ser un Addams y hasta de los Megumi, como también eres un Ivanisevic, ¡Pero de haberte olvidado de nosotros eso nunca te lo perdonaré! Gritó ella, lanzando un golpe feroz, pero el joven la detuvo.


- ¿Crees que yo te olvidé de verdad? ¿Crees que me olvidé de Homero, Morticia, Pericles, Largo y hasta de Dedos y la Abuela? ¡No! El Mundo allá afuera era lo que nos arruinaba, debía cambiar, debía seguir el deseo de mi padre, el Coronel Ivanisevic, quien dijo que siempre sus hijos debían seguir la carrera militar y lo hice, pero...sí, me olvidé de ti y me arrepiento...muchísimo. Mostró sus sentimientos hacia ella, cosa que no le importaba, simplemente quería vencerlo.


- Con tu derrota aquí, las cosas volverán a ser como eran antes. Dijo Merlina, pero cuando se lanzó una vez para tumbarlo, Alexander pegó un salto en el aire, evadiendo el ataque y siendo observados por todos ellos.


- Merlina, no quiero pelear, ¿sí?, no me hagas combatir contra....contra. Trató una vez de frenar la pelea, fue entonces que ella se cansó.


- ¡¿Contra quién?! Preguntó ella, alzando la voz.


- No quiero pelear contra la chica que siempre amé desde que llegue aquí en el Pasado. Respondió Alexander.


No respondió para nada, Merlina terminó por derribarlo, pero antes de eso, él empleó un movimiento de escape.


- "Portales". Invocó su escape, para luego volver aparecer y caer a sus pies.


- Te lo dije. Dijo ella, mientras que la proclamaban la ganadora.


- Vaya, nunca había visto una demostración de Judo tan buena, esto ha sobrepasado todos los límites, ¡un aplauso para Merlina y Alexander! Pidió Homero, alzando los brazos de ambos al aire y estallaron las felicitaciones.


Inmediatamente después de la pelea, Merlina se dirigió a su habitación.


- ¿Qué acaso no podrá hablar conmigo unos minutos? Se preguntó Alexander, quien iba subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de la peli negra, la puerta estaba abierta y allí se encontraba la chica, recostada en su cama, mirando hacia el techo de su habitación.


Ella lo miró un rato pero no dijo nada.


- Merlina, ¿puedo pasar? Preguntó el Teniente del Este.


- Adelante. Respondió ella, dándole vía libre para que tomara asiento y se recostó en la cama de ella, a su lado, mirando al techo.


- Me odias, ¿no? Lanzó su pregunta a ella, pero no obtuvo respuesta, hasta que respondió finalmente.


- No es odio, es bronca, porque tu desapareciste por mucho tiempo  y ahora vuelves muchos años después, cambiado, con uniforme, medallas y hasta tienes el mismo deseo de matar y torturar, pero por otro lado, te odio porque nos dejaste a todos, no te importó más que a ti estar de luto y que jamás vinieras aquí, incluso si tenías que desobedecer la orden de tus padres, tú no lo hiciste, esperaste y esperaste hasta que te adoptaron, es ahí donde siento esa furia contra ti. Le dijo ella, quien tenía su muñeca decapitada en sus manos.


- Si tan solo pudiera volver el Tiempo atrás, revertirlo todo pero....No tuvo tiempo, ya que la chica se levantó de la cama y fue hacia la ventana, donde se sentó, mirando la Luna.


- Aunque lo intentes, jamás te perdonaría. Alegó ella, sin dejar de mirar a la Luna.


Alexander fue hasta ella.


- A veces...a veces pienso que tú habías muerto y por eso nunca recibimos nada de ti, solo soledad, ahora que has vuelto, no creo que esa persona que está ante mí seas tú, ¿cómo podría reconocerte?. Preguntó Merlina y se preparó para bajar hacia las afueras de la mansión.


- ¿Adónde vas? Preguntó Alexander.


- Al Cementerio. Respondió ella, lanzándose hacia afuera y caminando hacia aquel sitio.


Alexander pegó un vuelo y aterrizó allí, aún podía escuchar los sonidos de la fiesta y de ahí comenzó a caminar por aquel lúgubre lugar, sin más que sentir como su alma se relacionaba con la muerte.


- Merlina. Llamó el joven a ella.


Bajo la Luz de la Luna la encontró, acostada en una enorme lápida de base rectangular.


- No tenías que venir. Le dijo ella, pero Alexander se acercó a ella y se sentó a su lado.


- ¿Cómo podría darte una muestra de que soy yo? Preguntó él a ella.


- Si es verdad que has cambiado, quiero me hagas una demostración de tu poder. Pidió ella.


Alexander dudó, pero sabía que debía.


- Mi Maestro Radamanthys de Wyvern me enseñó esta técnica: ¡"Gran Caución"! Dijo y lanzó un ataque hacia los Cielos, provocando un verdadero show de "Fuegos Artificiales".


Pero Merlina no dijo nada, simplemente se quedó silencio, observando hacia el Cielo.


- ¿Qué puedo hacer para que estés feliz? Preguntó Alexander a ella.


- Siéntate a mi lado. -Le pidió y él obedeció.- Hazlo de nuevo. Volvió a ordenarle.


-  ¿En serio? ¿Contra un objetivo? Le preguntó Alexander.


- Sí, contra el jardín de los Normanmeyer. Pidió Merlina.


- Pero ellos se van a...Jajaja, buena elección: ¡"Gran Caución"! Lanzó otro ataque, el cual impactó contra aquel sitio, despertando a los vecinos.


- Justo en el blanco, mira cómo sale de enojado el Señor Normanmeyer y su esposa. Le señaló Merlina los frutos de aquel ataque, mientras que Alexander veía también.


- ¡ADDAMS! Gritaron ambos vecinos.


- ¡NO GRITEN, QUE HAY GENTE DURMIENDO! ¡"GRAN CAUCIÓN"! Volvió a lanzar Alexander otra ofensiva, pero ésta vez era de advertencia y terminó destruyendo el auto de la familia vecina, los cuales volvieron a buscar refugio.


- Jajaja, eres temible, Alexander, por fin veo en ti lo que siempre busqué. Dijo ella, felicitándolo y mirándolo a los ojos.


- ¿Y qué era, Cara Mía? Preguntó el joven, abrazándola por la cintura a aquella chica adolescente y besando su mano, al igual que hacía su padre con Morticia, con esa llama incontrolable de fuego, romance y pasión desenfrenada.


- Que al fin pude volver a verte en tus ojos, aunque hayas cambiado, siempre has sido parte de nosotros y por eso quiero regalarte esto, pero cierra los ojos. Contó ella, para luego pedirle que cumpliera aquella orden.


En ese momento, sintió aquel cálido beso en aquel ambiente frío y con niebla.


- Bienvenido de vuelta, Alexander. Le dijo ella, mientras que él la abrazó por cintura y volvió a besarla, agradeciendo el beso anterior.


- Gracias, Mon Amour. Agradeció el Teniente del Este y ambos marcaron el comienzo de su historia con un gran y silencioso beso durante aquella noche de fiesta.


                                                                                             Fin. 







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