Jennie trabaja en la misma empresa desde que la conoció, al parecer tiene su propia oficina y asistente, ella es realmente importante.

Lisa odia ese lugar, todos son competitivos y arrogantes, igual que su novia. Pero Lisa no odia a Jennie, no después de todo.

Lisa está perdidamente enamorada de Jennie. Y sabe que Jennie igual la ama a ella. Son la una para la otra, siempre lo han sido.

Por eso sabe que las cosas que Jennie hace son por su bien, porque quiere verla bien. Así que deja de preguntarse sí algún día tendrán ellas sus propios bebés, sabe que sí no lo hacen es por su bien.

—¿Lisa? —la coreana la busca en la cocina, donde siempre suele estar. Pero Lisa no está ahí, tampoco en su habitación ni el resto de la casa.

Lisa está en el patio.

—¿Qué haces aquí? —se sienta a su lado en las sillas del jardín.

—Quería un poco de aire, casi no he salido además de para hacer las compras —secretamente es un reproche. Jennie lo comprende, pero no quiere hacer nada para cambiarlo—. ¿Sabes? —continúa Lisa—, quisiera ver a mi familia.

—¿Ir a Tailandia?

—Claro.

—Es una locura, bebé —oh no, Jennie ha usado esa palabra—. Ven, vamos a hacer algo mejor que estar sentadas.

Por primera vez en mucho tiempo, Lisa se siente bien cuando hacen el amor.