Jennie comenzó a oler a cigarrillos y a Lisa no le gusta.

Ella prefiere su perfume de fresas.

Lisa no entiende porqué Jennie volvió a fumar, aunque cree que tal vez sea su culpa, tal vez la estresa demasiado con tanta desobediencia así que se propone dejar de ser una carga.

Ya no hace nada que a Jennie le molesta, ya no acepta más niños ni responde a las llamadas de Jisoo. Lisa se siente triste, mucho, pues Jisoo y los niños eran su felicidad cuando estaba sola.

Pero al mismo tiempo se siente contenta de complacer a Jennie, no le ha pegado ni se ha enfadado, Lisa se ha vuelto una buena chica para su novia.

Mientras espera pacientemente que Jennie baje a cenar después de su ducha, vuelve a pensar en las palabras de su mejor, y única, amiga.

Lisa quería casarse, quería tener hijos y hasta un gatito sí se podía. Ella lo soñaba, lo deseaba.

—¿No has pensado en casarnos? —pregunta en medio de la comida.

Jennie ríe, sorprendentemente.

—Así que es por eso que te has portado tan bien —murmura por lo bajo—. ¿Tú quieres hacerlo?

—Sólo sí tú quieres también.

—De acuerdo, nos casaremos.

Sin un anillo, sin una romántica proposición. Sólo una charla entre las dos comiendo ravioles.

Lisa estaba contenta.