Capítulo Diecinueve

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— ¿Estás seguro de esto?

— Completamente.

— Pero...

— Pero nada. Deja de preocuparte tanto — contestó SooBin mientras jalaba a BeomGyu suavemente del brazo.

Se dirigían a su punto de encuentro designado: el parque.

Eran alrededor de las doce. El silencio reinaba en las calles, viento suave recorría la zona y pisaban las hojas secas que se encontraban en el suelo debido a la falta de luz. Minutos antes pasaron a la tienda de convivencia comprando lo de siempre, una leche de fresa y la cajetilla de cigarrillos. Casi se había convertido en rutina, incluso siempre veían al mismo chico que los atendía. Era una situación que disfrutaban. Bueno, a BeomGyu no le agradaba lo que SooBin compraba sinceramente, era como comprar un pasaje a la muerte...

¿Exagerado? Ciertamente. En su defensa, no le gustaba ver cómo su persona amada reducía su tiempo estimado de vida veinte años.

Llegaron a el área de los columpios y SooBin se detuvo de golpe.

— ¿Qué ocurre?

— Cambiaron los colores de los columpios — realmente el menor ni siquiera se había dado cuenta pero al parecer su chico tenía buen ojo. Ahora los columpios eran amarillo y verde, incluso se veía que tenían poco uso tras la recién pintada, no estaba desgastado ni se notaba el óxido a simple vista. Miró a el mayor encogerse de hombros y tomó el columpio verde, él tomó el amarillo.

— ¿Por qué estamos aquí?

— Quiero estar un rato en paz... Contigo.

Y es cierto, desde que su vida se convirtió en una aventura pasando de casa en casa e ir a lugares recurrentes donde había mucha gente, no habían tenido un rato para ellos sin el miedo de que el padre de SooBin los encontrara en la habitación de el mayor.

El sonido de un plástico rompiéndose indicando que el más alto había abierto su compra hizo a BeomGyu desviar la mirada. De pronto una idea pasó por su mente. Sacó de su mochila el bote de leche, mientras su mayor buscaba el encendedor en su bolsillo le quitó hábilmente el cigarro y cuando este se inmutó de eso, le dio un beso.

La mano de SooBin acarició la mejilla de BeomGyu y lo atrajo aún más fundiéndose en un apasionado beso hasta que les alcanzó el aire.

— Por favor...

— ¿Pasa algo?

— No fumes hoy.

Sus ojos mostraban súplica, los contrarios mostraban una especie de culpa.

Esa clase de culpa  que estaba en su pecho la mayor parte del tiempo que pasaba con BeomGyu. Se arrepentía porque reconocía que el menor se preocupaba por él, de que en parte la situación con la madre de BeomGyu era culpa de él, era consciente de muchas cosas, mas no sabía como arreglar todo. Sólo le quedaba BeomGyu y nadie más.

En repetidas ocasiones el castaño le decía que no era su culpa, que todo estaba bien, que era sólo algo temporal y después podrían estar bien y tranquilos pero con el pasar del tiempo parecía que todo empeoraba. Era extraño.

Asintió lentamente y tras tomar de nuevo el rollo que contenía la nicotina, lo volvió a guardar en su caja. Pudo percibir una leve sonrisa de parte de BeomGyu.

— Por suerte compre dos botes de leche. ¿Quieres uno? — preguntó el menor mientras su voz revelaba felicidad —. Tal vez eso te ayude.

El peliazul lo miró y sonrió —: Por supuesto, puedo intentarlo.

— ¡Ah! Extrañaba tu sonrisa.

— ¡Pero sonrío todos los días!

— Hoy se ve muy sincera...

BeomGyu se levantó del columpio y extendió la mano a SooBin, quien confundido la tomó de igual manera. Lo levantó y se dirigieron al césped con una blanda capa de tierra por debajo, importándoles poco ensuciar sus ropas.

Chocaron un poco los envases haciéndolos sonar y dieron un pequeño trago en paz.

La velada era tranquila, de un momento a otro BeomGyu se sentó en las piernas de SooBin, ambos viendo hacia una pequeña flor que estaba en el césped a tan sólo unos metros de ellos. La espalda de el castaño estaba recargada en el pecho de el mayor mientras sus manos se entrelazaban sobre el abdomen de BeomGyu.

— La noches son interesantes.

— ¿Por qué?

— Porque las paso con lo que más me gusta.

— ¿Qué es lo que más te gusta?— cuestionó BeomGyu girando el rostro hacia arriba mientras ahora dejaba pequeños besos en el cuello de SooBin, puesto que estaba a su alcance.

El mayor sonrió nuevamente—: Me gusta ver la Luna, me gusta ver cuando hay luciérnagas, generalmente es tranquila.

— ¿Te gustan las luciérnagas?

— Me encantan. También... Porque estás tú.

BeomGyu asintió un poco.

— Creo que a mí también me gusta, también me gusta la Luna, pero más me gustas tú.

Pudo sentir un pequeño beso en su mejilla y se acomodó mejor.



[...]



Eran exactamente las 2:07 A.M cuando llegaron a la casa del mayor entre besos y caricias leves. Iban tomados de la mano mientras la movían de adelante a atrás al ritmo de sus pasos. Las llaves sonaron y BeomGyu apretó un poco el agarre con miedo.

— ¿Tu padre no está aquí?

— No. Por lo menos esta vez me avisó que saldría y que estaría fuera unos días, no te preocupes.

— Uhm...

No es como si le aterrara que el padre de SooBin estuviera en casa, es más, se atrevía a decir que jamás lo había visto en esos días, pero tampoco le causaba mucha paz su presencia, mucho menos él estar de intruso.

Tras cerrar y apagar todo en la planta baja subieron como de costumbre a la habitación del mayor. BeomGyu se tiró en la cama, era muy cómoda y la manta de SooBin olía a el perfume que usaba de vez en cuando. Inhaló un poco y sonrió.

— Me gusta tu cama, es demasiado cómoda — SooBin hizo un sonido estando de acuerdo y se acomodó detrás suyo, abrazándolo.

— Umh, sí. Eso creo.

Las yemas de los dedos de SooBin viajaron lentamente por el brazo descubierto de BeomGyu causándole escalofríos, lo que lo hizo retorcerse un poco en su lugar. SooBin lo tomó por la cadera e hizo que girara, logrando que ambos rostros estuvieran prácticamente juntos, luego se acercó hasta cerrar la poca distancia entre ellos y besó a BeomGyu. Su mano libre recorrió la espalda del menor mientras este se dedicó a cerrar los ojos y disfrutar, la subió lentamente hasta la cabeza ajena y se aferró a los mechones de cabello oscuro, enredó sus dedos en ellos e hizo presión logrando que, ante la intensidad que estaba tomando el beso, BeomGyu soltara un jadeo y se separara.

— Espera, espera — SooBin también mantuvo una distancia considerable tomando en cuenta que sus piernas estaban casi enredadas. De pronto hacía mucho calor. BeomGyu supo que se estaba sonrojando así que soltó un resoplido y acarició la mejilla derecha del mayor —. Me estoy... — sentía vergüenza de expresar lo que sentía.

Contrario a lo que BeomGyu esperaba como una burla, SooBin le dio un pico suave, luego siguió besándolo en la suave mejilla, dio un leve jalón a su cabello lo que lo hizo descansar su cabeza hacia atrás e inmediatamente sintió besos en su cuello, descendiendo hasta donde llegaba su ropa. Los dedos del mayor jugaron con el cuello de su camisa gris y soltó su pelo para acariciar su muslo por encima de la ropa, volvió su vista al menor.

— ¿Sabes? Papá no está, podríamos, tú sabes...

Ambos se sentían bien estando junto al otro, sentían cómo su alma se fundía y el amor que corría en cada uno de los poros en su piel, esa piel que se encargaba de tenerlos juntos entre abrazos y roces. Para BeomGyu el aspecto íntimo era muy sensible, siempre entendió que no debía entregarse a nadie que supiera no valía la pena.

Pero SooBin definitivamente lo valía.

Cómo lo hacía temblar y soltar suspiros con simples acciones lo volvía completamente loco, y volverse loco a su lado era como una fantasía.

Finalmente tomó la mano del mayor que se encontraba en su muslo y la dirigió a su boca, dejando así varios y pequeños besos en los nudillos de esta, así como en las yemas que antes lo acariciaron. Entrelazó sus dedos y le dedicó al mayor la mirada que lo hizo sentir en el cielo, que lo hacía sentir un criminal por poseer a BeomGyu y tenerlo a su disposición, ilegal.

— ¿Qué dices si nos divertimos un rato?








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