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Nayeon quería la mirada de Jeongyeon en ella, en cualquier momento, en todo instante. Solo quería que los ojos de Jeongyeon estén posados en ella y solo en ella.

En todo momento, en todas las circunstancias y en sus poses favoritas.

→ Dirty talk, voyeurismo

→ Bottom dominante, top sumisa

→ Jeongyeon g!p

→ +9400 palabras

Nayeon es muy abierta cuando se trata de sexo.

Eso realmente no es secreto para nadie, ella puede pasar horas hablando de sexo como si estuviese explicando el clima.

Para ella, los tabúes que encasillan el sexo son bastante tontos. Pues todos pensamos en él al menos una vez, y es mucho más peligroso que se trate en secreto que hablar cotidianamente de él.

Cómo cuando le explicó varias cosas de la rama del BDSM a Momo. ¡La japonesa no sabía cosas básicas como frases o gestos de seguridad! Además de las largas charlas que se deben tener antes y después para saber que repetir y que no. Nayeon le había explicado eso y también algunas cosas relacionadas a fetiches. Por supuesto que Momo estaba bastante reservada y avergonzada, pero Nayeon no paraba de parlotear o reír.

Ciertamente cualquiera que sepa que Nayeon tiene un buen noviazgo de casi un año y sabe tanto sobre esos temas pensaría que activamente pone en práctica todo eso.

No podrían estar más equivocados.

Por supuesto que ha tenido esa clase de charlas con Jeongyeon, su novia, pero esa pobre rubia siempre parece llena de pánico cuando Nayeon empieza a mencionar anillos para penes o inmovilizaciones.

Si bien han tenido intimidad, nunca han pasado de algo vainilla y común. Ambas lo disfrutan, pero Jeongyeon a veces cree que no es suficiente para Nayeon, que quizá Nayeon querría explorar más allá y Jeongyeon no se lo permite.

No era algo que a Jeongyeon verdaderamente le preocupara.

Hasta ahora.

—Cariño, no me toques tanto. —Nayeon empuja débilmente las manos de Jeongyeon entre risas.

—¿Por qué? ¿Tan rápido te pones? —Jeongyeon bromea buscando poner otra vez su mano en el muslo de Nayeon solo por molestar, sacándole una risa a su novia, quien quita rápido su mano otra vez.

—No, ahora mismo no quiero mucho —dice y se acerca para buscar lugar en el cuello de la otra, frotando suavemente su nariz contra su piel—. He estado en semana de ovulación y no me he dejado a mi misma en ningún momento. —cuenta antes de cerrar los ojos y acurrucarse más en su novia.

Jeongyeon por un momento ríe, pero cuando el silencio cómodo las inunda estando acurrucadas en el sofá, su mente viaja a las palabras de su novia otra vez.

¿Nayeon se ha estado masturbando?

Jeongyeon aprieta los labios unos momentos, su mente organizando sus ideas. Le escandalizaba un poco eso. Había oído algunas veces que si tu pareja se masturba quizá es porque no está tan satisfecha con su relación sexual.

Jeongyeon respira hondo y traga grueso. Ella y Nayeon tienen buena química sexual y, hasta donde ella misma nota, las dos disfrutan mucho cuando tienen intimidad.

¿Nayeon no estaba satisfecha con ella?

Su pecho se hunde ante la idea, aunque en cierto modo le parece bastante lógica, Nayeon ha expresado siempre su opinión sobre muchos temas sexuales, y ella podría hablar horas y horas de sexo.

Pero Jeongyeon no podía darle más que una experiencia simple y apasionada en una simple cama.

Ahí Jeongyeon sintió todo caer encima de ella. Claro que alguien tan abierto a algo así buscaría más, mucho más, y las ideas de Nayeon buscando complacer esas necesidades de otro modo pasan de simplemente ella masturbándose a luego buscando a alguien más que cumpla sus fantasías.

—¿Crees que está bien que tu pareja de masturbe? —cuestiona repentinamente eso que tanto la atormenta.

Jihyo levanta la mirada de su vaso y frunce el ceño.

—No lo sé, me daría igual —se encoge de hombros—. Aunque, uno supondría que en esos casos acudiría a su pareja, ¿No?

Jeongyeon aprieta los labios y sigue jugando con su bebida. La inquietud de la rubia llama la atención de Jihyo, quien deja la bebida a un lado y pone una mano en la espalda de Jeongyeon para demostrarle apoyo.

—¿Nayeon lo hace, acaso?

—¿Crees que sea porque no está satisfecha conmigo? Ni siquiera me llamó o me dijo algo sobre que estaba así, yo podría dejar todo de lado y solo ir con ella. —cuenta, angustiada—. ¿y si no le doy todo lo que desea y simplemente busca a una dominatrix que sí sepa darle todo lo que ella quiera?

—Si Nayeon verdaderamente te ama, el sexo siempre será lo de menos, Jeongyeon —Jihyo dice, con simpleza y toma un trago.

—Siempre está esa espina, ¿Y si Nayeon se harta y quiere probar algo nuevo a mis espaldas?

—No lo sé, dale algo nuevo tú. Muéstrale una nueva pose, sé más atrevida, cambia de escenario, algo simple pero que puede hacer una diferencia, ¿Sabes? —explica y toma la última gota de su trago.

Jeongyeon piensa unos segundos mientras toma de su bebida. Seguía sin saber qué hacer realmente.

Las próximas visitas de su novia no la tranquilizaron mucho. Jeongyeon disfruta mucho de su compañía y solo estar juntas mirando cosas, cocinando o jugando cosas tontas. Pero el que no haya ni una insinuación sexual en los tres días que Nayeon fue a su casa y se quedó un tiempo considerable, le afectó.

¿Que debía hacer? ¿Darle un par de azotes? ¿Hablar sucio? ¿Ser más atrevida?

No sabía realmente como hacer ninguno.

Todo eso le estaba afectando bastante. No quería sonar como una adicta al sexo, porque no quería solo tener sexo con Nayeon, solo quería una señal de que Nayeon aún la deseaba y no se ha aburrido de su forma tan tradicional de hacer las cosas.

Nayeon es bastante observadora, asi que no tardó mucho en notar el nerviosismo, la inquietud y las dudas en su novia las pocas veces que la veía.

Algunas manos traviesas acariciaban sus piernas o su cintura, Nayeon realmente no les daba mucha importancia, le gusta esos mínimos contactos que Jeongyeon siempre buscaba, pero se extrañaba como luego de un rato, Jeongyeon pareciera cohibirse y simplemente dejar de hacer eso.

Aunque, en realidad, Jeongyeon se sentía un poco rechazada.

Nayeon toma asiento entre las piernas abiertas de su novia en el sofá. Le gusta sentarse ahí, puede sentir todo el cuerpo de Jeongyeon rodearla y le gusta recostarse de ella.

No puede evitar sobresaltarse e inquietarse un poco cuando la mano de Jeongyeon empieza a acariciar su muslo. No le da mucha importancia, es un hábito que su novia tenía y lo hacía a menudo.

Sin embargo, nunca subía tanto la mano. Subía lentamente acariciando la cara interna del muslo de Nayeon, explorando terreno bajo su falda. Daba pequeños apretones y pasaba su mano con mucho cuidado, sintiendo bien la suave piel en su mano.

Nayeon debía admitir que aquello la estaba empezando a inquietar. Esa solía ser la señal de Jeongyeon de que quería algo más, pero nunca lo había hecho tan cerca de su entrepierna.

Pero cuando Jeongyeon está a punto de tocarla, Nayeon toma su mano con cuidado para detenerla.

—¿Jeongyeon? ¿Qué haces? —cuestiona, su respiración algo agitada.

Pero, el cuestionamiento tan seco, el rechazo a su caricia y simplemente decir algo en lugar de ceder en silencio como siempre; es el colmo para Jeongyeon.

Está casi segura que Nayeon ha perdido el deseo por ella al punto que prefiere masturbarse antes que llamarla para ir a complacerla ella.

Porque, según Jeongyeon, ya no la complacía más.

Jeongyeon relame sus labios e intenta centrarse para que las lágrimas no salgan de sus ojos.

—Nada. —dice, intentando que no se note el nudo en su garganta.

Jeongyeon veía su relación un poco más lejos. Realmente está enamorada de Nayeon y ha disfrutado cada día a su lado. ¿Todo eso va a terminar solo porque no es capaz de amarrarla para tener sexo?

No sabe cómo podría terminar todo eso. Quizá dentro de uno o dos meses Nayeon termine con ella por sentirse insatisfecha o, peor aún y su mayor miedo, descubrir alguna infidelidad por conseguir una aventura.

Lo cierto es que Jeongyeon teme por su relacion en ese mismo instante.

Sin embargo, Nayeon no es estúpida. Ella nota al instante el apagado tono de Jeongyeon y voltea a mirarla. Jeongyeon tiene la mirada fija en cualquier lado que no le permita ver a Nayeon y esta última frunce el ceño.

Nayeon toma con una de sus manos la mejilla de su novia y la hace mirarla.

—¿Qué te pasa, Jeongyeon? —pregunta más directamente.

Jeongyeon tiene los labios apretados y sus ojos mirando a otro lado. Está intentando retener sus lágrimas mientras se siente impotente consigo misma.

—Nada, Nay. Sigamos viendo. —ella dice y abraza la cintura de Nayeon, la pega a su cuerpo para intentar forzarla a mirar al frente de nuevo, pero Nayeon empuja su pecho y se aleja de nuevo.

—Jeongyeon, ¿Puedo saber que te pasa? Has actuado raro últimamente. —por supuesto que Im había notado los raros comportamientos y acercamientos de su novia juntados con la inquietud constante que esta muestra. Ahora le empieza a preocupar.

Jeongyeon aprieta los labios. ¿Lo dice todo y terminan de una vez? ¿O simplemente vive en su ilusión unas semanas más antes de que Nayeon sola venga y termine con ella?

Esas eran las únicas dos opciones en la mente de Jeongyeon.

—Estoy bien, Nay. —su voz casi se rompe, pero elige el camino de vivir en negación hasta que Nayeon termine todo. Su pecho duele y sus ojos lagrimean, ama a Nayeon y le duele pensar en que pronto todo terminaría.

Pero, si fuese una caricatura, Nayeon tendría un signo de interrogación gigante encima de su cabeza. Realmente desconoce alguna opción del porqué Jeongyeon podría estar actuando de ese modo.

Toma el rostro de Jeongyeon entre sus dos manos y no le deja más opción que mirarla a los ojos. Ahí Nayeon nota la leve tristeza reflejada en los orbes de su novia.

—Amor, ¿Acaso hice algo? Por favor, habla conmigo. —ahora Nayeon es la que pucherea algo triste. No tiene idea de que pudo haber molestado a Jeongyeon y le duele pensar en que hizo sin querer algo que lastimó a su querida novia.

Jeongyeon se mantiene en silencio, dudosa. No sabe si soltar lo que piensa o callarlo.

Bueno, en realidad, suspira hondo preparada para decir la verdad, ya conoce lo suficiente a Nayeon como para saber que va a insistir hasta que diga la verdad.

—Yo... —muerde su labio inferior y duda sin mirar a su novia—. ¿El sexo conmigo te aburre?

Nayeon ahora frunce el ceño, entre confundida y ofendida.

—No, por supuesto que no, Jeongyeon. ¿Por qué piensas eso? —Nayeon suena exactamente como se siente, ofendida y confundida.

Jeongyeon desvía la mirada, perdiendo las pocas agallas que había conseguido de decirle su preocupación a su novia.

—No lo sé, solo... Soy bastante... Tradicional o algo así... —su tono de voz se va debilitando, pero Nayeon aún la puede oír.

—¿Tradicional? ¿Hablas de vainilla u otra cosa? —Nayeon cuestiona. No hay nada en su tono que suene discriminatorio o algo parecido, solo curiosidad por especificar lo que Jeongyeon dice.

Sin embargo, Jeongyeon se siente muy avergonzada.

—Sí, vainilla... —murmura—, quizá te gustaría probar algo más, que yo sea más alzada o algo... —rasca su nuca con nerviosismo y suspira con hartazgo—. ¿Te aburre el sexo conmigo? ¿Por eso ya no me buscas tanto?

Nayeon sigue confundida, pero Jeongyeon está tan ocupada en su burbuja de angustia que no lo nota.

Nayeon frunce el ceño y repasa mejor las palabras de su novia en su mente.

—Momento, ¿Por qué piensas que me aburre el sexo contigo? —cuestiona genuinamente confundida, no tenía ni idea de porqué Jeongyeon pensaba eso.

Jeongyeon suspira avergonzada y harta. Según ella ya había dado muchas explicaciones y le pone mal seguir haciéndolo.

—Porque... Ya sabes, siempre hablas de cosas fuertes y yo soy incapaz de darte una nalgada. —se queja de si misma con un puchero que hace a Nayeon reír.

—Amor, ¿Cuando yo he dicho que quiero hacer eso? Solo he dicho que me parece interesante. —se encoge de hombros.

Jeongyeon levanta la mirada hacia ella, sus ojos abiertos y cejas alzadas, algo sorprendida. Repasando todo, es cierto, Nayeon jamás había dicho que iba o quería intentarlo.

—Pero si hablas tanto de eso...

—Amor, que me parezca interesante que a las personas les guste estar completamente inmovilizadas o ser tratadas como objetos no significa que yo quiera hacerlo. —para Nayeon es simple, pero Jeongyeon no lo había visto así.

Enternecida por la expresión de su novia, Nayeon se levanta para voltearse y sentarse a horcajadas de ella. Toma su rostro entre sus manos y le da una amplia sonrisa divertida.

—¿Nunca has pensado que quieres eso? —Jeongyeon pregunta.

Nayeon piensa un momento sus palabras.

—Realmente, no hablamos mucho sobre sexo, es decir, nuestro sexo, entre nosotras —aclara—. Pero no es porque no me interese o me aburra, es porque estoy bien con él. Me siento satisfecha de cabeza a pies cuando solo me haces el amor de forma simple y apasionada, ¿Sabes? —le da una sonrisa cómplice, Jeongyeon solo puede sentir un fuerte rubor en su rostro—. Lo haces muy bien, y me gusta así.

—Entonces, ¿Por qué te masturbas? —suelta su duda, sin anestesia ni precedentes.

Nayeon alza las cejas, curiosa por esa repentina pregunta.

—¿Crees que me masturbo porque no me siento satisfecha contigo? —Bingo, finalmente Nayeon acierta exactamente lo que pasa por la mente de su novia. Jeongyeon asiente—. No hay una razón específica de porqué lo hago —empieza—, no es porque no me sienta satisfecha contigo, o porque prefiera darme placer sola que decirte a ti. Simplemente es más de privacidad, ¿Podría decirlo así?

La forma en la que Nayeon duda un poco sus palabras, ciertamente tranquiliza un poco a Jeongyeon, simplemente porque Nayeon parece tan espontánea al hablar de esto como si fuese el clima que hace a Jeongyeon no sentirse juzgada por eso.

—¿Por qué?

Nayeon chasquea la lengua al no conseguir forma de decir lo que piensa en palabras, así que solo se levanta del regazo de su novia y toma su mano. Sin decir una palabra la lleva hasta su habitación.

Cuando entran, Jeongyeon mira a los alrededores, le gusta el ambiente y el olor de la habitación de Nayeon, le causa cierto confort.

Nayeon toma su mano y la guía a pararse en un lugar específico.

—Masturbarse, más que darse placer, es algo de descubrimientos, ¿Sabes? —Nayeon explica de la nada y, algo confundida, Jeongyeon asiente—. Cómo persona con vagina puedo explorar un poco más que solo apretar y mover la mano de arriba a abajo —se encoge de hombros con cierta burla hacia Jeongyeon, quien rueda los ojos ante esto—. Mira esto.

Jeongyeon sigue hacia donde apunta Nayeon con su pulgar. Es un espejo de cuerpo completo que también actúa como puerta de su armario. Jeongyeon frunce el ceño.

—¿A nosotras?

—No, esto. —señala todo el espejo con su mano—. He creado un pequeño hábito de mirarme mientras me masturbo. Me resulta... Estimulante, algo así. —se encoge de hombros.

—Toda una narcisista, ¿Te excitas contigo misma? —Jeongyeon consigue una burla y Nayeon ríe y golpea su hombro con diversión.s

—Si, puede ser, realmente soy muy linda —presume y Jeongyeon rueda los ojos con diversión—. El punto es que, al tener esto —vuelve a apuntar al espejo—, puedo probar... Cosas.

—¿Qué cosas?

Nayeon muerde su labio inferior. Su mente vaga por las cosas que ha hecho y dicho frente a ese espejo y no puede evitar sentirse un poco apenada.

—Poses, más que nada —admite, su tono de voz deja de sonar informativo y se vuelve un poco más profundo—. Aunque no lo creas, siempre estás presente en todas esas veces que me he masturbado, así que no tienes que pensar que me aburres o que no te deseo —Nayeon inhala hondo, pues las palabras que quieren salir de su garganta le causan escalofríos. Busca la mirada de su novia y mira fijamente sus ojos—. Siempre pienso que me estás mirando mientras hago lo que hago.

Jeongyeon había notado el pesado cambio de ambiente junto con el tono de voz de Nayeon, y no era de menos, esas simples palabras de Nayeon habían causado un escalofrío que solo terminó en su entrepierna.

—¿Qué? —más que una pregunta incrédula o discriminatoria, es una pregunta curiosa, más con el grueso tono de voz que salió de Jeongyeon al decirlo.

Nayeon solo da unos pasos, se acerca a ella y entrelaza sus dedos sobre la nuca de su novia, eso hace que Jeongyeon se incline un poco y sus rostros quedan cerca. Ahora ambas sienten que la temperatura del lugar ha subido un poco, pero los ojos de cada una observan los labios de la otra.

—Yo no quiero látigos, ni vibradores ni cuerdas, Jeongyeon —dice, apenas en un susurro, están lo suficientemente cerca para que Jeongyeon escuché claramente lo que dice—. No quiero que me domines de forma inhumana. Lo que he descubierto que quiero contigo es mucho más simple.

Jeongyeon siente llenarse de decepción cuando Nayeon la suelta y se aleja de ella, el ambiente la había dejado llena de ganas de probar la boca de su novia. Nayeon solo va y toma la silla de su desordenado escritorio.

Jeongyeon observa con confusión como Nayeon se lleva la silla hasta frente a su cama, dónde la coloca. Frunce el ceño cuando Nayeon vuelve a acercarse a ella con una sonrisa juguetona de labios juntos.

Nayeon toma su mano y tranquilamente guía a Jeongyeon a sentarse en la silla que acaba de ubicar mirando hacia la cama. Jeongyeon, algo confundida, solo obedece al tomar asiento.

Nayeon sonríe satisfecha y se sube a la cama, a penas al borde, pues se acerca a su novia, toma su mentón y se acerca a ella.

Jeongyeon espera tranquilamente un beso, esos rojos labios esponjosos pertenecientes a su novia brillan cuando esta pasa su lengua sobre ellos solo por un pequeño instante.

—He estado practicando cosas frente a ese espejo —Nayeon murmura. Pasa su mano hasta hundir sus dedos en los suaves cabellos dorados de Jeongyeon, acercar más sus rostros y juntar sus frentes. Sus tibias respiraciones se mezclan de forma exquisita para cada una—. Lo he hecho solo por una cosa —se acerca un poco más, al punto de que sus labios se rozan con los ajenos—, por ti, Jeongyeon. Porque quiero que me mires.

Jeongyeon no tuvo tiempo de asimilar las palabras de Nayeon porque esta última la besó con intensidad, buscando de forma rápida un beso profundo que Jeongyeon tranquilamente le cedió.

Sus labios bailan juntos en una danza que se saben de memoria y de la cual nunca se cansan. Nayeon está de rodillas sobre la cama, inclinada hacia Jeongyeon, por lo que una de las manos de Jeongyeon va rápidamente a apoyarse en su cintura, algo hacia atrás, el lugar perfecto donde puede sentir la curva que se hace entre su espalda baja y su trasero y a la vez delinear esa perfecta y cintura con su palma.

Nayeon es quien termina el beso antes de dar oportunidad a un juego de lenguas, se mantiene muy cerca del rostro de Jeongyeon. Sus palabras una no han terminado.

—¿Quieres saber todo lo que hago y pienso frente a ese espejo, Jeongyeon?

Jeongyeon asiente sin dudarlo, no tiene aliento para decir una palabra.

Nayeon asiente y se separa de ella. Sentada derecha sobre sus talones retira su pequeña camisa de tirantes de una forma que le resulta muy lenta a Jeongyeon.

Había estado teniendo toda la noche para apreciar el cuerpo de Nayeon. Las pequeñas pijamas de shorts y blusas cortas de Nayeon casi nunca dejan mucho a la imaginación.

Pero cada vez que ve el cuerpo de Nayeon se siente tan excitada y fascinada como la primera vez.

Al ser una tonta camisa de pijama, Nayeon no posee nada debajo de ella. Jeongyeon pega su mirada en el pequeño rebote de los lindos senos de Nayeon cuando se quita la camisa.

Nayeon vuelve a apoyarse sobre sus manos en el borde de la cama para acercarse a Jeongyeon, pero se aleja inmediatamente cuando ve a su novia levantar la mano con intención de tocarla.

—Hey, Jeongyeon-ah. Los espejos no tocan, ¿O sí? —Nayeon burla un poco y Jeongyeon frunce el ceño—. Si quieres saber lo que hago frente al espejo, tienes que obedecerme y quedarte aquí, sentada y quieta.

Jeongyeon la mira algo confundida e irritada, sus palmas pican con la necesidad de tocar esos lindos pezones rosados ya duros.

Nayeon ríe ante la obvia frustración de Jeongyeon y acaricia uno de sus pechos frente a ella. Sabe perfectamente, al ver a Jeongyeon tragar grueso y relamer sus labios, que no tardará mucho en ver algo obvio marcarse en su pantalón.

—¿Obedecerte?

—Sí, obedecerme, Jeongyeon. —habla, pero mantiene su mano acariciando lentamente su propio seno, dividiendo la atención de la rubia—. Los espejos no hablan, no tocan ni se mueven —con la misma mano que antes acariciaba su pecho, pasa sus dedos de forma provocativa por la mandíbula de Jeongyeon, la cual ya de por sí es bien marcada—. Solo miran, observan, y yo solo quiero me me mires, Jeongyeon. En todo momento, en todo instante. No quiero tus ojos puestos en otra cosa que no sea yo —toma con brusquedad su mentón y obliga a Jeongyeon a mirarla a los ojos—. Te vas a quedar quieta, aquí, no vas a mover ni un dedo. No quiero que me toques, que te toques o mires a otro lado. Lo único que harás es estar aquí y mirar, ¿Sí, amor?

Jeongyeon traga grueso, pero algo en el tono de Nayeon la hace responder de forma verbal.

—Sí, amor.

—Bien. —Nayeon sonríe, satisfecha.

Nayeon retrocede para ubicarse cómodamente recostada del espaldar acolchado de su cama. Abre las piernas y ya se siente lista para empezar su espectáculo.

A pesar de que estaba cubierta aún por su short de pijama y sus bragas, se siente algo expuesta al abrir de ese modo las piernas frente a Jeongyeon. Quizá ahora lo sienta un poco distinto, no tiene a Jeongyeon encima de ella o desnuda también. Sin embargo, no se siente vulnerable, es mejor decir que siente tener el control completo al ver cómo Jeongyeon relame sus labios al mirarla de arriba a abajo y como aprieta los posamanos de la silla para intentar retener sus impulsos y así obedecer las indicaciones de Nayeon.

Abrir de ese modo las piernas hace que Nayeon mueva un poco las caderas, inquieta por el roce y la presión que la ropa causa en su intimidad. Ese movimiento no pasa desapercibido por Jeongyeon, quien siente su respiración volverse cada vez más agitada.

Nayeon logra que la mirada de Jeongyeon se quite de sus caderas solo cuando lleva sus grandes manos hacia sus pechos, aquellos que hace nada Jeongyeon era quien deseaba posar las manos en ellos. No es de menos, los senos de Nayeon no son exageradamente grandes ni pequeños, tienen ese tamaño justo para verlos moverse al cogerla y para verse exquisitos desde cualquier ángulo. Jeongyeon disfruta de ver cómo Nayeon mueve sus manos en círculos, amasando esas tetas de forma que Jeongyeon solo piensa en tener su boca puesta ahí.

Nayeon cierra los ojos y recuesta su cabeza del espaldar acolchado, solo suelta suspiros pesados, sintiendo escalofríos excitantes en todo su cuerpo por su caricia propia y la obvia mirada de su novia en ella. Ella misma había probado en el espejo el ángulo perfecto al cual abrir sus piernas, y como recostarse para que Jeongyeon tenga la vista perfecta a todo su cuerpo.

Nayeon suspira y jadea, solo centrada en disfrutar su forma de atender sus pechos, solo ve a penas a Jeongyeon cada cierto tiempo para asegurarse de que esta no esté haciendo algo que no le permita.

Tal como cada noche bajo placer propio, en el vacío oscuro de sus ojos cerrados, aparece su novia, de repente imagina que sus manos son reemplazadas por las de aquella rubia y relame sus labios al recordar sus besos.

Jeongyeon solo puede mirar cómo Nayeon parece absorta en su propia fantasía y eso le resulta increíblemente excitante. Jamás ha visto a Nayeon de ese modo, perdida en sus pensamientos mientras sus manos recorren su cuerpo. Reconoce en la forma en la que Nayeon pasea las yemas de sus propios dedos por su cintura y abdomen, que está imitando el modo de tocarla que Jeongyeon siempre usa.

Jeongyeon siempre es delicada con ella, la toca con tanto amor y admiración que en lugar de sentirse enternecida Nayeon siempre siente ponerse húmeda por ello.

Nayeon abre los ojos y su mirada se clava fija en la contraria. Jeongyeon mueve sus dedos sobre la silla con inquietud, deseando que en lugar de esa tela acolchada lo que tuviese bajo sus manos fuese el cuerpo de su novia.

La mano de Nayeon se acerca a su entrepierna, acaricia su centro por encima de sus ropas inferiores. Aquello causa un roce que causa un jadeo notorio en sí misma. Está sensible, es verdad, y solo tocarse con dos capas de ropa de por medio la hace removerse en su lugar. Disfruta el roce contra su intimidad, respira pesado y mueve las caderas en sentido contrario a sus dedos, buscando inconscientemente más fricción.

Su dedo acaricia su centro en círculos, apenas una caricia con su dedo medio, disfruta el roce y solo puede jadear y soltar fuertes suspiros. Jeongyeon se siente cada vez más ansiosa, ansiosa de oírla y verla más expuesta, le estaba gustando mirarla, al menos quería su espectáculo completo. Quería verla más de cerca, quería ver en primer plano ese lindo rostro con cejas fruncidas y labios apretados deshaciéndose en jadeos y fuertes suspiros. No la detendría, solo la besaría y seguiría viendo como se toca. Pero desde donde está no puede hacer nada más que ver.

Nayeon busca y jadea cuando consigue perfectamente su clítoris. Por encima de la ropa mueve su dedo medio sobre él, acariciándolo con rapidez y permitiéndose finalmente gemir. La caricia constante en el nervio la hace palpitar y arquear la espalda, es jodidamente sensible cuando se trata de ese punto. Admite que su gran juego previo antes de masturbarse es acariciarse de ese modo hasta sentir que se correrá solo con eso.

Bien que Jeongyeon tendrá eso en mente a partir de ahora.

Nayeon no deja de acariciar ese punto con solo un dedo, su otra mano aprieta con fuerza su seno y muerde su labio inferior. Arquea la espalda y suelta suspiros pesados del enorme placer que le causa esa pequeña caricia. Sus muslos se tensan al igual que su abdomen, su espalda se arquea y suel un gemido desde lo profundo de su pecho.

Jeongyeon aprieta los labios y su respiración se vuelve pesada. No puede parar de mirar. Su pene empieza a punzar y agradece tener un simple jogger, de lo contrario se sentiría asfixiada.

Aunque ver a Nayeon retorcerse de placer por tocarse tan mínimamente era suficiente para hacerla sentir asfixiada.

Nayeon se detiene unos segundos, su mano sigue ahí, pero ahora inmóvil, siente tanto su centro como su rostro completamente calientes e intenta recuperar un poco el aliento.

Cuando consigue recuperar un poco la compostura, quita sus shorts y se lleva con ellos directamente su ropa interior. Queda completamente desnuda tan rápidamente que Jeongyeon solo puede tragar grueso.

Nayeon sigue apoyada en el espaldar de la cama, pero ahora tiene las rodillas flexionadas hacia su pecho y sus pies cruzados, por lo que esa parte de ella que Jeongyeon ansiaba ver no estaba a la vista.

Nayeon sabe que ella misma debe estar hinchada y mojada, pero disfruta la mandíbula tensa y las venas marcadas en las manos de Jeongyeon al aguantarse las ganas de tocarla o tocarse. Mantiene tapada su intimidad y cruza miradas con su novia.

—Me pone mucho que seas siempre tan obediente, Jeongyeonnie. —dice en medio burla.

Siempre es así. Si Nayeon dice algo, Jeongyeon lo cumple sin quejarse. Cualquier tarea o cualquier cosa, Jeongyeon siempre adora complacerla.

—Déjame ver... —es lo único que una desesperada rubia logra decir.

Nayeon alza las cejas, algo divertida. Esperaba que pidiera tocarla o dejarse tocar, pero esto le resulta mucho más divertido que eso.

Le parece atractivo y ardiente como Jeongyeon relame sus labios cuando abre las piernas y se muestra expuesta para ella. Le gustan esos ojos que siempre la miran con tanto amor observarla con tanta lujuria que parecen dos abismos negros.

Jeongyeon siente su erección volverse cada vez más dolorosa cada segundo que mira la exquisita intimidad de su novia ahí, con su pequeña capa de vellos, brillante por su humedad y la forma en la que palpita. Se siente como un león enjaulado y hambriento al que le muestran un enorme pedazo de carne. Jeongyeon solo puede pensar en su cara metida entre esos blanquecinos y suaves muslos.

Nayeon sonríe ampliamente. Jeongyeon adora como esos dientes delanteros ahora resaltan de un modo seductor y no tierno como siempre suele ser.

—¿Te gusta? —cuestiona con su sonrisa tatuada. Si se es sincero, ella misma intenta lo más que pueda que su voz no muestre lo afectada que se encuentra ahora mismo.

—Me encantas.

Esas palabras son lo que Nayeon necesitaba para llevar su mano a su entrepierna y atreverse a tocarse. Jadea cuando se recorre a si misma con dos de sus dedos y disfruta de la humedad abundante que la cubre toda. Pasa sus dedos suavemente, alrededor, sobre sus labios, su clítoris, e incluso acaricia un poco su necesitada entrada. Lo que más le gusta a Nayeon de tocarse así, es esa deliciosa sensación húmeda y caliente que cubre su intimidad y la hace sentir en una nube donde solo puede pensar en lo rico que se siente.

Aprieta uno de sus pechos con su mano libre, relame sus labios y abre la boca para meter dos de sus dedos en ella. Prueba suavemente su propia humedad, la conoce bien, y le agrada. Chupa sus dedos de forma sugerente, busca lo más que puede tener la mirada fija de su novia en ella y lo está logrando.

Una vez preparada, inhala hondo y suspira antes de meter directamente sus dos dedos en sí misma.

Jadea y retiene su gemido cuando su vagina se acepta a sí misma gustosa por drenar sus ganas. Su interior está incluso más caliente y mojado que nunca, le resulta delicioso. No mueve su mano, saborea sus dedos con su vagina, se encuentra increíblemente necesitada, pero está intromisión no le resulta la suficientemente satisfactoria cuando sube la vista hacia su novia.

Jeongyeon jadea ante la rica escena. Imagina su pene en el lugar de esos dedos y recuerda perfectamente como se siente esa vagina alrededor suyo. Pero, por más que todo en ella rogaba solo ir y hacerla suya de una vez, Jeongyeon se queda quieta y mira atentamente. Adora lo que ve, es mejor que cualquier otra cosa que haya visto antes, es la escena más erótica y provocativa que ha tenido el honor de poder apreciar. Ella no está amarrada ni pegada a la silla de ningún modo, pero así lo parece, se niega a levantarse de ahí hasta que Nayeon se lo diga, disfruta completamente su lugar como espectadora.

Nayeon empieza a mover sus manos, va sacando lentamente sus dedos de su vagina hasta que apenas un poco queda adentro, luego, vuelve a meterlos a la misma poca velocidad. Repite esto varias veces, adora sentir lentamente la calentura de su intimidad cubrirla y como sus dedos se deslizan en sí misma con tanta facilidad.

Frente al espejo, amaba verse haciendo eso, le resultaba atractiva su propia vagina roja y mojada siendo penetrada y a veces le resultaba excitante ver cómo su cara se descomponía en gemidos. Pero, sin dudas, es mucho mejor exponerse de ese modo a Jeongyeon. Nayeon confía plenamente en ella y adora hacer esto solo para ella. Nayeon adora esa sensación de control que tiene sobre la situación. En cualquier otro caso, con otras personas, sería ella quien se sentiría vulnerable al estar tan expuesta, pero con Jeongyeon solo puede sentir que tiene entero control al verla obedecer sin chistar y parecer tan desesperada por tocarla y a la vez tan a gusto por verla tocarse.

Jeongyeon desea tener cámaras en los ojos para grabar y tener toda la vida a Nayeon tocándose para ella. Sería su mayor tesoro y la entera razón de que aún pueda sentir lujuria y deseo.

El ritmo de Nayeon se empezó a acelerar, penetrándose más rápido y más duro. Hasta los oídos de Jeongyeon se escucha el sonido obsceno de la rica humedad de Nayeon al mover sus dedos. Un sonido que prende cada instinto en Jeongyeon.

Nayeon empieza a gemir cuando ella misma aprieta su vagina y comienza a darse más rápido, escuchando su sonido y disfrutando la rica sensación de su suave y caliente vagina. Aprieta su pecho aún en su mano libre, cierra los ojos y gime desde lo profundo de su pecho cuando empieza a darse lo más rápido que su brazo le permite.

En medio de ojos lagrimosos y gemidos, mira a Jeongyeon, ahí ya los dedos dejan de ser suficientes, necesita de Jeongyeon, necesita de su novia. Necesita su pene, sus manos y su boca. Su vagina deja salir sus dedos esperando atención de esa rubia que la mira con tanta lujuria.

Nayeon se permite recuperar el aliento un momento, relame sus labios y lame lo que quedó en sus dedos para limpiarlos.

Cuando siente que tiene la fuerza, su posiciona para gatear hasta el borde de la cama, se encuentra frente a frente a una agitada y caliente Jeongyeon que no dice nada y solo la mira fijamente.

Ninguna dice nada, Nayeon se acerca, toma su nuca y besa con suavidad a Jeongyeon, un beso que no tarda nada en hacerse profundo ni en incluir lenguas inquietas.

Nayeon jadea en la boca de su novia cuando su caliente lengua se toca con la suya, rodea su cuello con sus brazos y Jeongyeon por fin se mueve de su lugar solo para inclinarse y besarla con más empeño.

Jeongyeon puede sentir el sabor íntimo de Nayeon en su boca al haberse lamido los dedos antes, lo disfruta, solo potencia aún más el sabor de la boca de su amada novia.

Solo se escuchan respiraciones agitadas, gemidos retenidos y sonidos húmedos de sus bocas juntas. Ambas están en su propio mundo, se sienten incapaces de separarse la una de la otra.

Nayeon, a duras penas, se separa de su novia, agitada y con la boca aún entreabierta y los labios húmedos. Ahí es donde logra recuperar un poco la compostura y limpia con el dorso de su mano el exceso de saliva en sus labios, por su lado, Jeongyeon limpia sus labios con su lengua para no perder ni un poco de su novia.

—¿Te gustó, amor? Practiqué mucho para ti. —murmuró recuperando su sugerente sonrisa.

—Sí. —es lo único que Jeongyeon logra decir, pues todo aquello la dejó sin palabras.

Nayeon nota esto y su sonrisa se amplía.

—Por supuesto lo hizo —sin dejar de mirar a Jeongyeon a los ojos, su mano tocó la rodilla de esta y subió lentamente por su muslo hasta conseguir esa erección que el suelto jogger no logra ocultar de igual modo. Toma la silueta y pasa lentamente su mano por esta—. Tan dura por mi, ¿No te avergüenza? —Jeongyeon jadea sin dejar de mirar los ojos ajenos, no iba a mentir, la grande y caliente mano sobre su pene podría ser suficiente para que por fin logre correrse, se sentía increíblemente estimulada solo viéndola tocarse—. Seguro palpitas de ganas de entrar en mi, ¿Verdad? Estoy caliente y apretada, justo como sé que te encanta, Jeongyeonnie —Nayeon sabe perfectamente que la mandíbula apretada de Jeongyeon es porque todo su cuerpo está sensible y sus palabras la afectan de más—. ¿Quieres cogerme? ¿Quieres cogerte mi pequeña vagina y correrte dentro de mi?

Jeongyeon no tenía fuerza para contestar, podría derretirse ahí mismo por el calor que arrasa con todo su cuerpo.

Pero el silencio no es suficiente para Nayeon. Aun está ahí apoyada en sus rodillas y una de sus manos porque la otra sigue acariciando el pene por encima de la ropa. Nayeon sube su mano y la posa de nuevo en la nuca de Jeongyeon, por lo que esa mano aprovecha a escabullirse entre los rubios cabellos ajenos.

Toma su cabello en su puño y lo aprieta para tirar de él, causando un jadeo de sorpresa en Jeongyeon.

—Te acabo de preguntar algo, Jeongyeon. —su tono sale grave y firme. Jeongyeon jamás la había escuchado hablar así.

—Sí.

—¿"Sí" qué?

—Quiero cogerte. Quiero cogerme tu vagina y correrme en ella, Nayeon. —su voz sale sin aliento, su pene punza y todo en ella grita que quiere seguir estando bajo el mando de su novia.

Nayeon sonríe satisfecha y saca su mano del cabello de Jeongyeon. Jeongyeon sabe que no debe moverse de su lugar cuando es Nayeon quien se baja de la cama y se arrodilla frente a ella.

—No me puedes tomar, ni agarrar mi cabeza ni nada, ¿Me oyes? Quiero tus manos completamente quietas y yo haré lo que quiera con tu pene, ¿Sí, amor? —su tono de voz al decir eso último es completamente dulce, contradictorio al tono autoritario que usó para decir lo demás.

Jeongyeon asiente, pero Nayeon le da una severa mirada que la hace tragar grueso.

—Sí, amor.

Nayeon ahora vuelve a sonreír satisfecha antes de quitar el jogger de Jeongyeon y llevarse con él su boxer. Jeongyeon solo levanta un poco las caderas para ayudarla y levanta los pies para que Nayeon pueda quitarle las prendas y lanzarlas lejos.

Nayeon sonríe y pone sus manos en las rodillas de Jeongyeon para separarlas. Relame sus labios ante el deleite que es ese enorme pene duro y brillante de líquido preseminal, gritándole que pase su lengua a su alrededor.

Jeongyeon cierra los ojos y suspira hondo. No es capaz de mirar la pícara sonrisa de Nayeon mientras hace lo que hace. ¿Cómo puede sonreír como si se tratara de un juego de niños? Le resultaba erótico y a la vez curioso como Nayeon siempre parece tener esa "alegría infantil" cuando están en este tipo de situaciones.

Jeongyeon hace todo lo posible por dejar las manos quietas. Nayeon se acerca y el caliente aire que desprende de su nariz y boca golpea de forma deliciosa la intimidad de la rubia y Jeongyeon sabe perfectamente que es un modo de jugar con ella, Nayeon sabe lo sensible que puede llegar a ser.

Nayeon acaricia el interior de sus muslos y se acerca a dejar pequeños besos alrededor de la extensión de su novia. La superficie está caliente y esas venas brotadas alrededor le resultan un deleite visual.

El deleite visual de Jeongyeon es ver todo negro, teme que si abre los ojos y ve a Nayeon haciendo lo que hace podría perder el control y pedir más. No le apetecía desobedecer a Nayeon.

Jeongyeon jadea cuando siente la mano de Nayeon rodearla finalmente, baja un poco la cabeza y se permite entreabrir los ojos.

Mala idea, ve claramente como Nayeon aprieta su pene, abre la boca, saca su lengua y pasa su glande por su lengua antes de rodearlo completamente con su boca. Se permite soltar el gemido atascado en su pecho y tira de su cabeza hacia atrás.

Nayeon se separa de su pene, un pequeño hilo de saliva la junta al glande por unos instantes más hasta que relame sus labios y empieza a mover su mano para masturbar a su novia. Le resulta divertido las reacciones de Jeongyeon a poca cosa, solo la hace subir su ego al saber que estaba tan dura y necesitada solo por verla tocarse. Si sonrisa parece tatuada mientras mira atentamente el vaivén de su mano.

Nayeon vuelve a meter el glande en su boca, pasa su lengua a su alrededor, presionando también en su punta antes de abrir la boca y permitir que ese enorme pene invada más dentro de su boca.

A Nayeon le gusta mucho darle orales a Jeongyeon, no iba a negarlo. A pesar de ser una actividad que otras mujeres encuentran algo monótona o aburrida, para Nayeon no es nada así. No sabe si es por el simple hecho de que es a su mujer y que Jeongyeon siempre sea tan cuidadosa y sensible. Adora sus gemidos, como se retuerce un poco, evita el contacto visual y palpita en su boca. Todo eso es delicioso, ver a Jeongyeon de este modo es una de sus cosas favoritas.

Se mantiene en el mismo lugar, su lengua se remueve acariciando deliciosamente a Jeongyeon mientras la rubia disfruta lo caliente y húmeda que es la boca de su novia. Ama eso, sin duda alguna, más cuando Nayeon busca meter más y más en su boca hasta que Jeongyeon toca deliciosamente su garganta. La venas en las manos de Jeongyeon se marcaron por el esfuerzo que hacía por mantenerlas en sus lugares, ama la garganta de Nayeon, tocarla de ese modo es algo muy delicioso y más cuando siente a Nayeon atragantarse. Nayeon no se mueve a pesar de ello, Jeongyeon disfruta la forma en la que la boca de Nayeon intenta rechazarla pero Nayeon se fuerza, las arcadas hacen sentir todo más húmedo cuando hilos de saliva se escapan y bajan a través del falo. Cuando Nayeon finalmente saca el pene de su boca no detiene la atención y continúa masturbandola mientras relame sus labios y se prepara para la siguiente.

Nayeon mantiene su vista fija en su propio movimiento, el pene de Jeongyeon brilla por su saliva encima. Lleva su mano alrededor del glande y acaricia este en círculos con su pulgar. Jeongyeon gime al palpitar en su mano y Nayeon sonríe ampliamente antes de posar su pulgar en la pequeña hendidura del glande y hacer presión. Jeongyeon gime ante las sensaciones nuevas y se permite mirar a Nayeon, quien la observaba primero, fascinada.

—Eres muy sexy, Jeongyeon. —comenta al disfrutar el ángulo que tiene desde abajo. Jeongyeon aún posee prendas superiores pero se ve atractiva con su pecho siguiendo sus respiraciones irregulares, una vena marcada en su cuello y un poco de sudor en su rostro.

Nayeon mete de forma repentina todo lo que puede en su boca y empieza un vaivén constante. Su lengua relajada y sus labios ajustados a la perfección a su ancho hacen a Jeongyeon disfrutar más y gemir alto. No cree que falte mucho para su orgasmo, no cuando la boca de Nayeon es tan buena, caliente y rica. Para su mala suerte, Nayeon saca nuevamente su miembro de su boca y baja dejando besos en su extensión hasta llegar a sus jugosas bolas y empezar a chuparlas sin un precio aviso que hace a Jeongyeon gemir y sentirse cada vez más al borde.

Para cuándo Nayeon se separa bruscamente y se coloca de pie, Jeongyeon ya habrá soltado cinco maldiciones en idiomas que desconocía dentro de su mente, estaba cerca, su pene más duro que nunca esperando descargarse tranquilamente en la boca de su amada.

Pero, al parecer, no va a ser así. Jeongyeon se encuentra decepcionada, pero confía plenamente en Nayeon.

Nayeon se inclina hacia ella para quitar su camisa y llevarse su sostén deportivo con ella y lanzarla en la misma dirección que sus prendas inferiores.

—Ven, Jeongyeonnie. Deberías recostarte —le indica con un guiño y Jeongyeon traga grueso.

Jeongyeon hace caso a la sugerencia, se sube a la cama y se sienta al borde. Nayeon se coloca a horcajadas de ella con su sonrisa tatuada en su rostro. Jeongyeon suspira cuando siente la caliente humedad de Nayeon chocando con su pene. Pero Nayeon se concentra en rodear su cuello con sus brazos y besarla con intensidad. Jeongyeon posa sus manos en esa diminuta cintura, acerca más el cuerpo ajeno al suyo, haciendo que su pene repose sobre el vientre de Nayeon. Sus labios se mueven con lujuria pura y una necesidad dentro de ambas, las dos habían quedado a medias al recibir atención y Jeongyeon solo espera a que Nayeon suba y meta su pene dentro de ella.

Pero cuando sus bocas se separan, Nayeon suelta una sonrisa maliciosa y Jeongyeon se da cuenta que falta aún algo de tortura.

Nayeon se quita de encima de Jeongyeon.

—Vamos, Jeongyeonnie, recuestate. —apunta al centro de la cama en un gesto con su cabeza. Jeongyeon teme por cuál será lo siguiente que se le ocurra a Nayeon, pero le hace caso.

Cuando se sienta en medio de la cama, Nayeon niega divertida antes de acercarse a ella, tomar sus hombros y empujarla. La empuja de forma brusca, por lo que Jeongyeon la mira confundida cuando se encuentra completamente acostada.

—Estás algo lenta, Jeongyeon-ah —dice con un tono meloso mientras se ubica a horcajadas de su novia—. Entonces iremos algo lento.

—No, por favor... —es lo que Jeongyeon ruega en a penas un murmullo que no llegó con claridad a los oídos de Nayeon.

—¿Disculpa? ¿Dijiste algo, amor? —pregunta.

Jeongyeon duda si repetir su queja o no, pero sabe que será peor si no lo hace.

—Duele... Lento no, por favor.

La sonrisa de Nayeon podía fácilmente ser comparada con la del gato de Cheshire. Pega su centro al pene de Jeongyeon y comienza un lento vaivén de adelante hacia atrás, acaricia con su humedad el duro pene de Jeongyeon.

—¿Cómo que lento no, Jeong? ¿Que quieres acaso? ¿Ponerme en cuatro y cogerme duro? ¿Tanto necesitas de mi? —con cada pregunta, el vaivén se hace más rápido y Jeongyeon suelta varios jadeos—. Estás muy dura, Jeongyeon, y solo te la chupe un poco, ¿No es vergonzoso? ¿Tanto quieres mi vagina ya? Mírate, ni siquiera puedes hablar, ¿Qué será de ti, pobre tonta sensible, cuando estés dentro de mi? ¿Te correrás tan rápido? Estoy segura que no llegarás a cogerme antes de llenarme de semen.

—Nayeon...

—Eso es lo único que te quiero oír decir, ¿Sí? —una amplia sonrisa—. Ahora mírame, Jeongyeon. Te voy a montar, voy a brincar sobre tu pene y vas a mirar atentamente como lo hago, tienes rotundamente prohibido quitarme los ojos de encima. Vas a ver cómo me trago tu pene al brincar y como mis tetas van a rebotar. Lo único que vas a mirar en todo momento es mi cuerpo, a mi, ¿Me entiendes? —se inclina y apoya una de sus manos en la cama como apoyo y toma el mentón de Jeongyeon con la otra—. Quiero que tus ojos sean para mí, ahora y siempre, quiero que tu mirada sea solo para mí.

Esas últimas palabras tenían mucho más que solo carga sexual y Jeongyeon lo sabe, por lo que sonríe.

—Ya lo es.

La sonrisa de Nayeon por primera vez en un rato se muestra cálida y con aprecio. Alcanza los labios ajenos en un corto beso antes de volver a entrar en el ambiente de antes.

Toma el pene de Jeongyeon y hace fuerza en sus muslos para mantenerse arriba mientras lo ubica en su entrada con extremada calma. Sigue mojada y caliente, por lo que su entrada resulta de fácil acceso. Suspira hondo y finalmente baja para empezar a introducir a Jeongyeon dentro de sí.

Jeongyeon suspira hondo y cierra los ojos cuando su duro y sensible pene se adentra hacia la maravilla entre las piernas de su novia. Es increíble que sienta todo como si fuese la primera vez que siente a Nayeon, cuando no es así.

Nayeon se relaja para permitirse seguir bajando, respira hondo y gime cuando Jeongyeon está completamente hundida en ella. Relaja sus piernas y apoya sus brazos en el abdomen de Yoo.

Mientras se ajusta al tamaño, sube una de sus manos para tocar una de las tetas grandes y suaves de Jeongyeon. Son uno de sus tacos favoritos, siempre con ese pezón de color café completamente erecto y tan duro como el pene que toca de forma deliciosa su límite.

Aprieta el pezón de Jeongyeon en sus dedos y sonríe cuando mueve su cadera y Jeongyeon gime.

—¿Te gusta? ¿Te gusta como te aprieto, Jeongyeon? —contrajo su vagina para recibir un gemido de Jeongyeon en respuesta—. Me encanta como me estiras, me gusta apretarte, te sientes tan caliente... —Nayeon murmura ya algo perdida.

Frente a su espejo, Nayeon montó varios de sus consoladores, había llegado a la conclusión de que es la posición en la que mejor se ve, así que espera estar deleitando a Jeongyeon con ese espectáculo preparado solo para ellas.

Nayeon se inclina hacia atrás, apoyándose con sus brazos, con el único objetivo de que Jeongyeon vea mejor como su pene se hunde en su rosada y mojada intimidad.

—¿Te gusta lo que ves?

—Me encanta. —es lo único que Jeongyeon logra decir al perder el aliento y Nayeon sonríe completamente satisfecha.

Lleva una de sus manos y Nayeon empieza a acariciar su clítoris, apretando aún más el pene dentro de ella y haciendo a Jeongyeon gemir. La verdad es que Jeongyeon está luchando para no correrse rápido.

Nayeon vuelve a enderezarse, toca su propio cuerpo y aprieta sus pechos entre sus manos antes de empezar a moverse de arriba a abajo. Da pequeños brincos suaves, preparando sus músculos y aumentando de forma lenta la velocidad.

Jeongyeon se pregunta por un momento si puede tocarla, le parece majestuosa esa linda figura dando pequeños brincos. Nayeon está concentrada, aprieta sus tetas mientras se concentra enteramente en sus pequeños brincos.

A Jeongyeon le encanta esa caliente y húmeda vagina y como la cubre cada vez más, pero le encanta la preciosa dueña de ella quien tiene todo preparado para saber la posición perfecta para verla mejor. Y tiene gran razón, desde donde está, la vista de Jeongyeon es magnífica y la más erótica que ha visto en mucho tiempo. Se atreve a estirar sus manos y posarlas en la cintura de Nayeon, está suelta sus pechos y coloca sus manos encima de las de su novia, permitiéndole y diciéndole que deje sus manos ahí. Jeongyeon ya sabía la primordial regla de no guiar nada, Nayeon ya lo tiene todo preparado.

Los brincos ya se vuelves más confiados, Nayeon solo tiene cuidado de mantener el pene dentro suyo. Pasa una mano por su cabello y la mantiene ahí mientras gime y continúa con los pequeños brincos. Su mano manteniendo sus cabellos hacia atrás le resulta inevitablemente más atractiva a Jeongyeon.

Nayeon cierra los ojos y ahora se permite completamente disfrutar de lo que está haciendo. El sonido de choque cuando las bolas de Jeongyeon se estampan contra la piel ajena empieza a resonar dentro del cuarto, solo se escucha el sucio sonido y los gemidos de cada una.

Jeongyeon mira los pechos de Nayeon rebotar, sus propias manos en esa delgada cintura, la leve capa de sudor que empieza a cubrir a su novia, esa linda intimidad por la que su pene desaparece en cada caída y esos largos cabellos morenos cayendo sobre sus hombros. Jeongyeon sin dudas mantendría su mirada en Nayeon toda su vida, en todo momento y en cualquier posición que ella lo desee. Podría correrse solo mirándola, a la mujer más sexy que ha visto en su vida brincar sobre su pene, a la mujer más sexy que práctica frente a un espejo para verse aún más atractiva. Nayeon fácilmente podría ser la reencarnación de algún espíritu sexual, de lo contrario no sabría explicar esa aura tan sensual que siempre la cubre.

En ese momento, a pesar de que quien lleva las riendas es Nayeon, toda inseguridad en Jeongyeon sobre su desempeño en la cama desaparece, desaparece por cada gemido de Nayeon, por cada palabra sucia, por cada provocación y por cada estocada profunda que da en su interior.

Nayeon nunca le había dado indicios de sentirse insatisfecha sexualmente y Jeongyeon se da cuenta de que solo estaba siendo paranoica, ahí está Nayeon, chillando de placer cada que cae sobre su duro pene.

¿Quien necesita látigos, cuerdas o vibradores para mantenerse vivos como pareja cuando tienen una química sexual tan fuerte que con solo rozarse ya es suficiente? Aquello Nayeon se lo transmite a Jeongyeon. Nayeon adora a su novia vainilla porque no necesita hacer muchas cosas para sentir genuina conexión sexual, le basta con solo sentir el cuerpo de la otra y entregarse mutuamente.

Porque Nayeon le confiaría eternamente su cuerpo a Jeongyeon y viceversa.

—N-Nayeon... —aquel gemido fue su intento de advertencia, pero Nayeon paró bruscamente los movimientos.

—Quiero correrme primero. Yo me toqué más que tú ¿Te vas a correr primero? —burla y se levanta lo suficiente para sacar el aún duro y necesitado pene de si misma.

Nayeon gatea hasta colocar sus piernas a cada lado de la cabeza de Jeongyeon y sonríe ampliamente.

—Hazme correrme. —le ordena y baja la cadera lo suficiente como para que Jeongyeon inmediatamente empezara a recorrer su intimidad con su boca. Aquello le arranca un gemido a Nayeon que resonó entre las cuatro paredes—. ¿Te gusta? —dice entre suspiros—. Oh, joder, ¡Sí! Saboreame...

Jeongyeon adora sin dudas el sabor de su novia, podría chuparla todo el día si fuese posible. Ama hacerlo y ama sobretodo como Nayeon gime y se retuerce encima de ella. No puede ver su rostro, solo puede ver esa mojada y palpitante intimidad sobre su cara.

Rodea los muslos ajenos con sus brazos para acercarla más y recorrerla con más ganas, Nayeon gime más alto y empieza a mover sus caderas de forma errática.

—Sí, sí, sí... Jeongyeon... ¡Mm! ¡Chúpame! —gime y Jeongyeon hace caso. Aquello fue el colmo para que Nayeon liberara su orgasmo sobre su rostro. Sin embargo, es Jeongyeon quien mantiene su boca pegada a la intimidad de su novia para no perderse ni un solo jugo de ese orgasmo.

Nayeon permanece inmóvil unos segundos antes de quitarse de encima de la cara de Jeongyeon. Intenta recuperar el aliento y que su centro deje de punzar.

—Bien —dice, aún agitada—. Ahora, por ser tan buen chica, mereces un premio, ¿No? —sonríe de esa forma pícara incluso estando agotada—. Puedes correrte en la parte de mi cuerpo que quieras, amor. —le dice y Jeongyeon alza las cejas, completamente tentada, sigue aún muy dura y es muy doloroso.

Nayeon se desploma en la cama, agotada, pero aún así abre las piernas para ofrecerse a Jeongyeon. Jeongyeon se voltea y se coloca encima de ella.

—¿Está bien si vuelvo a entrar? —cuestiona. Sabe bien que Nayeon debe estar aún muy sensible y tener hacerle daño pero Nayeon asiente.

Jeongyeon se ubica entre las piernas de una agotada Nayeon que solo la mira atentamente sin decir nada. Jeongyeon toma su pene y con mucho cuidado se introduce nuevamente en Nayeon. Gime, Nayeon está mucho más apretada, pero eso solo es suficiente para que Jeongyeon introduzca poco más de la punta y masturbe su propia base hasta que el primer hilo de semen se dispara dentro de Nayeon, quien solo gime con los ojos cerrados, pero acepta ese y cada gota de la caliente liberación de Jeongyeon dentro de ella.

Nayeon se encuentra muy agotada para hacer cualquier otro comentario así que solo sonríe y rodea el cuello de su novia con sus brazos para que está se acerque y así besarla.

—Te amo —le dice, sonriendo en medio del beso y Jeongyeon hace lo mismo—. No vuelvas a pensar que no me siento satisfecha contigo, Jeongyeon.

Jeongyeon solo sonríe y la vuelve a besar.

—No lo haré, solo me encargaré de siempre mirarte.

—¿Incluso si ahora mismo dejo de ser una ridícula dominante y quiero que me des muchos besos y me abraces? —hace un pucherito tierno que Jeongyeon no puede resistirse a besar.

—Yo también quiero abrazos y besos. —se desploma a un lado de su novia y Nayeon se acurruca en ella.

—Igual te vas a parar y me vas a limpiar, mis piernas están muertas y recuerda que no estoy tomando anticonceptivos.

—Oh...

Nayeon ríe y deja tiernos besos en el pecho desnudo de su novia, dónde está acurrucada.

Sin dudas, todo eso valió la pena. Ahora Jeongyeon puede estar segura que Nayeon no quiere alejarse de ella, y Jeongyeon se asegurará de que sus ojos solo sirvan para su amada novia.

EPA HOLA VOLVI. Este si me gustó, ya m salió un g!o decente, amén.

Bno pueden decirme pequeñas temáticas o si quieren más oneshots gxg o g!p (o incluso si kieren omegaverse waos). En fin se les kiere muak

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