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-¡Rompela!- Se escucho el grito de Taehyun.

-¡No puedo!- Le regreso el grito con desesperación.

Beomgyu intentaba romper una piñata desde hace ya un rato, pero por más que intentará, la maldita piñata no se rompía. Además, Soobin le jugaba sucio ya que cuando estaba apuntó de pegarle, la subía más arriba.

-Dejale el turno a alguien más, Beom.- Le habló Yeonjun mientras se acercaba a él con un poco de miedo. Tenía un palo en sus manos y lanzaba golpes a todos lados, por lo que no era muy seguro.

Beomgyu soltó un gruñido y le entregó el palo de mala gana. Yeonjun le susurro un "no te enojes" mientras acariciaba su cabello dulcemente, haciendo al menor sonreír un poco.

-¡Mi turno!- Hueningkai fue hasta la piñata con entusiasmo y tomó el palo. No faltaron más de cuatro golpes para que la piñata se rompiera, pues bueno, Soobin se la había puesto muy fácil a su novio.

-¡Dulces!- Beomgyu corrió hasta donde estaban todos los dulces desparramados y comenzó a tomarlos para luego extender su camisa y colocarlos ahí.

Cuando creía que tenía suficientes dulces para sobrevivir a la semana, alguien lo tomó de la cintura y lo levanto del suelo, dándole un leve empujón para quitarlo de su camino.

Genial. Todos sus dulces se habían caído.

Beomgyu se dio la vuelta y observo a Yeonjun con molestia. Este estaba de cuclillas en el suelo tomando los dulces que Beomgyu recolectaba hace un momento.

-¡Oye!- Se subió a la espalda de Yeonujn y cada vez que este tomaba un puño de dulces, Beomgyu se encargaba de volver a tirarlos.

-¡Se van acabar!- Le gritó Yeonjun con un puchero. Beomgyu rio un poco y se bajo de su espalda para que juntará los dulces que quedaban.

Cuando ni un pequeño chicle quedo en el suelo, los cuatro chicos que estaban en este se pusieron de pie y fueron a sentarse en unas sillas que estaban en el patio.

-¡Gracias, Soobinie!- Hueningkai le lanzó un tierno beso al nombrado. -Gracias a ti, conseguí muchos dulces.

-Eso fue trampa.- Puchereo Beomgyu, que se encontraba de pie ya que no había suficientes sillas. -Yo organice este cumpleaños, debería de tener más dulces.

-Por cierto, ¿dónde está?- Beomgyu lo pensó un momento ante la pregunta de Soobin. -La razón de esta fiesta.

-¡Voy por él!- Entró a la casa con rapidez, y así como entró, salió. -Aquí está.- Extendió su mano hacia ellos. En su dedo se encontraba la mascota de Beomgyu; Toto. Todos ahí lo conocían ya que él se la pasaba hablando de su mascota. -Pero no le gusta estar redeado de gente, así que volverá adentro.- Volvió a entrar en la casa y para cuando salió, Toto ya no se encontraba junto a él.

-¿Le hiciste una fiesta a tu pájaro?- Soobin lo miró extraño.

-¡Sí!- Beomgyu sonrió en grande mientras se acercaba a Yeonjun.

-Es es raro-...

-Cállate.- Yeonjun le dio un golpe en la nuca, a lo que Soobin lo miró con molestia.

Soobin, con indignación, se puso de pie y fue a cambiar la canción que sonaba en la bocina ya que le había aburrido.

-Gracias por defenderme.- Beomgyu se acercó a Yeonjun y lo sorprendió sentándose en sus piernas mientras abrazaba su cuello.

A nadie más parecía importarle eso, pero Yeonjun realmente se encontraba un poco perdido por tener al rubio sentado en sus piernas. Beomgyu realmente era estúpido por no estar conciente de lo nervioso que ponía al mayor.

-¡No cambies la música!- Beomgyu se paro de prisa y fue hacia Soobin para evitar que quitará su canción favorita.

Yeonjun sólo pudo soltar un suspiro más relajado cuando pudo observar a Beomgyu pelear con su mejor amigo. Era un poco gracioso, ya que cuando recién se habían conocido, sus personalidades chocaban un poco, pero ahora que tenían confianza, lo hacían todo el tiempo.

Era por eso que Yeonjun sonreía como el tonto enamorado que era mientras observaba a Beomgyu pelear por la bocina con Soobin.

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