2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


ÉL MANTENÍA la atención en la carretera. Su elegante y caro automóvil negro se movía rápido sobre el asfalto, tan silencioso. Bruce parecía estar tranquilo y sin expresión alguna con la mano izquierda sobre el volante mientras descansaba la otra sobre su pierna, lucía muy atractivo si me preguntan.





Finalmente el recorrido terminó y se detuvo fuera del edificio, me acompañó a la puerta de cristal pero sabía que no tenía la intención de irse tan rápido.





—Me alegró verte de nuevo—murmuró tan bajo que parecía querer que no le escuchase.





—A mí también—era sincera y espero haberlo sonado.





Estiró su mano derecha hacia mi rostro poniendo mi cabello negro tras mi oreja, lo mantenía suelto sobre ambos hombros. Bajó la mirada lentamente hacia el dije que descansaba sobre mi pecho encima del encaje oscuro y sonrió.





Era la única que sabía su secreto aparte de Alfred e incluso había llegado a ayudarle a mejorar ciertas cosas en el traje. Sabía lo importante que era ser Batman para él y siempre le apoyaba en todo aunque me causara cierta ansiedad el no saber si volvería con heridas, algún hueso roto o simplemente si volvería. No es que no confiase en Bruce, pero el pensar que podría perderlo allí afuera me hacía volverme loca.





—Bruce—hablé tan bajo que no supe si me escuchó—¿qué nos pasó?





Mantuvo su mirada en la piedra brillante por unos segundos más.





—Es algo que a menudo ocupa mi mente—hizo una pausa para suspirar—más nunca encuentro una respuesta lógica.





—Si...—respondí bajando la cabeza.





Sin embargo, Bruce tomó mi barbilla y con cuidado me hizo mirarle al ser más alto que yo; Dios, cuánto extrañaba sus labios y su mano en mi cintura. Cuánto extrañaba ese sentimiento eléctrico cada vez que nos besábamos, la seguridad que me brindaba su suave agarre, el jugar con su cabello.





Recorrí su rostro cuando nos separamos, tenía miedo de que fuese la última vez que lo viera. Tenía miedo de olvidar su perfecto rostro y cansados ojos.





Creo que aquel beso fue suficiente para hacerle saber que no quería que se fuera cosa que nos hizo subir hasta el departamento y comenzar de nuevo en cuanto la puerta se cerró.





Sería mentira si dijese que quería que parara, sobretodo cuando entramos a mi amplia habitación con vista a la ciudad que lucía como pequeñas estrellas amarillentas a lo lejos.





Entonces, con la respiración entrecortada se alejó un paso de mí. Supe lo que pasaba por su cabeza en ese momento y era que estaba pidiendo mi autorización para seguir, dándome mi tiempo para pensar lo que estaría por sucedes pues era claro que no sería lo mismo después.





No hubo necesidad de palabras cuando me di media vuelta y recogí mi cabello hacia un sólo hombro dejándole camino libre para que bajase el cierre de mi vestido de gala.





Escuché cómo había aceptado mi propuesta bajándolo; sus manos rodearon mi cintura desde atrás y sentí su respiración en mi cuello donde comenzó a depositar pequeños besos con pausas, se tomaba su tiempo.





A este punto ni siquiera recordaba porqué habíamos peleado y sinceramente ahora me daba igual, lo tenía justo ahora. No pasó mucho para que terminase en ropa interior la cual también era negra, ambos éramos devotos fans del color y creo que se notaba.





Cuando quité su camisa, me detuve un momento. Él observaba mi rostro sin decir nada mientras mi atención se iba de cicatriz en cicatriz, de hematoma en hematoma. Me daba cierto miedo tocarlo pues no quería lastimarlo aunque fuesen heridas de ya tiempo.




Acerqué mi mano a una marca cerca de su clavícula y la acaricié con cuidado.





—¿Te duele?—pregunté sin mirarlo.





—No.





Mordí mi labio inferior. Conocía cada una de sus cicatrices excepto esa.





—Lamento haberme ido—levanté la cabeza para toparme con sus ojos iluminados por la luz que nos brindaba la luna a través de los cristales—de verdad.





—Ya estás aquí—me sonrió—no me importa nada más.





Asentí poniéndome de puntillas para unir nuestros labios y rodear su cuello con mis delgadas manos. Me tomó por la cintura y retrocedimos hasta que me recostó sobre la cama con sábanas blancas, era delgada y no muy alta lo cual con su condición le facilitaba moverme.





Y es que eso era lo que siempre recalcaban sobre nosotros sobretodo en los medios, éramos totalmente distintos en muchísimos aspectos y quizá eso era lo que nos hacía tan fuertes juntos. Recuerdo que mi madre siempre me decía que los opuestos se atraen y en ese entonces yo no creía tanto en eso, hasta que me di cuenta que mi corazón ya tenía dueño.






En ese momento todo pensamiento se borró, mi mente se enfocó en una sola cosa o más bien, persona: Bruce Wayne, heredero de la fortuna de sus padres. Bruce Wayne, quien no merecía una historia tan trágica. Bruce Wayne, el caballero de la noche que velaba por Gótica.


╚═════════════════.✵.═╝

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro