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—Buenos días, Lisa —saludó Jennie ni bien se plantó frente a la pelinegra.

—Uh, buenos días —se limitó a decir mientras acomodaba sus lentes en el puente de su nariz.

—¿Cómo amaneciste hoy? —una gran sonrisa se plasmó en su rostro—. ¿Quieres que te lleve a la universidad?

Lisa frunció el ceño nuevamente. ¿Llevarla? Primeramente, ¿cómo es que sabía del horario de su salida del edificio?

—Lo que pasa es que, bueno yo, eh..., e-estuve pasando por aquí los días anteriores y pude notar que salías a la misma hora. Por lo que pensé que sería una buena idea el ir juntas y claro que si tú quieres, puedo traerte también

—En serio, ¿en serio harías eso por mí? —sus ojitos se expandieron con total sorpresa y Jennie contuvo las ganas de apretujarla entre sus brazos por lo adorable que se veía.

—Haría muchas cosas por ti —habló en voz baja.

—¿Qué dijiste? —y para su mala suerte, Lisa había logrado escucharla. La castaña quiso golpearse con una piedra en la cabeza, tal parece que su pensamiento no se retuvo en su cabeza.

—No na-nada, dije que, que me encantaría que aceptaras mi propuesta.

Bueno eso no rimó pero al menos no dijiste algo incoherente, trató de calmarse a sí misma.

—Eres muy rara pero eso te hace tierna —dijo con calma mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

—Espera. ¿Qué dijiste? —Jennie si quería escuchar aquello nuevamente—. ¿Te parezco adorable?—y bien, sus mejillas ahora se tiñeron de un suave color rosa. Lisa asintió con lentitud y Jennie fue la que ahora sonrió bobamente.

¡Ese había sido un cumplido! Nadie podía quitarle esa idea de la cabeza.

—¿Y aceptas? —por favor, por favor.

Lisa tuvo muchas dudas. Siempre había escuchado por parte de su madre que cuando hay algún chico o chica que se ofrece a ayudarte en muchas cosas, por más insignificantes que parezcan, es solamente por el hecho de que querían algo. Y Lalisa Manoban no era una total ingenua para no suponerlo, sino, ¿por qué Jennie es tan amable con ella a tan pocos días de haberse conocido? Había algo raro de seguro y, tarde o temprano la pelinegra sabía que iba a descubrirlo.

—Lo siento, Jennie, pero es que me encanta caminar. Recuerdo habértelo dicho —su voz sonó amable sin ápice alguno de desconfianza. No quería ser notoria tampoco.

—Uh, lo había olvidado. Pero creo que hoy si podrás —dijo revisando el reloj en su muñeca—. Vamos algunos minutos retrasadas.

Lisa entró en leve pánico al recordar que tenía que llegar puntualmente a la universidad. Ella odiaba llegar tarde.

—Ay no, tengo que ir-

—Vamos, sube a mi moto, llegaremos mucho más rápido —sonrió con suficiencia al ver que ahora Lisa ya no dudaba como minutos antes.

Maravillosa jugada, Kim, se felicitó mentalmente.

La castaña le colocó el casco y, como algunos días atrás, Lisa se sujetó fuertemente a ella. Jennie volvió a sonreír para luego encender el motor de su motocicleta.

Decir que todos los que rodeaban las afueras del lugar no estaban altamente sorprendidos, sería una vil mentira. Y es que, ¿cómo es posible que la chica más popular y atractiva de la universidad, Jennie Kim, traía consigo a alguien más en su lujosa motocicleta?

Todos comenzaron a murmurar, otros a criticar y unos simplemente a mirar atónitos por lo que estaban presenciando.

Jennie se detuvo en el pequeño espacio de estacionamiento y juraba para que los nervios no la traicionaran. ¡Lo había olvidado completamente! De seguro todos preguntarían por Lisa o el por qué vino con ella. Lo último que quería era que le vengan con rumores falsos a la tailandesa sobre su persona. De seguro eso arruinaría todo lo que recién acababa de empezar. Maldijo su gran vínculo social con todos.

— Muchas gracias —habló la menor ni bien bajó de la motocicleta—. Tengo que irme, la campana no tardará en sonar.

Ajustó la mochila en su hombro y antes de poder alejarse fue detenida por la mano de Kim en su muñeca, quien aún permanecía sentada en la moto.

—Podemos... ¿Podemos vernos hoy en la ahora del receso? —declaró levemente avergonzada, sus rojas orejas la delataban.

—Uh, claro que sí, yo no tengo problemas —sonrió tratando de esta vez no ponerse nerviosa. La profunda pero a la vez cálida mirada de Jennie hacía que se sintiera algo cohibida, como si de una adolescente de preparatoria se tratara.

—Perfecto. ¿En qué clase estarás?

—Historia Universal, A-097.

—Estaré ahí entonces —sonrió ampliamente para luego soltarla—. Te veo hasta más tarde.

—Sí, hasta más tarde —repitió, ajustando sus lentes y corriendo apresuradamente hacia su facultad.

Lisa no estaba entendiendo porqué se sentía así cada vez Jennie se comportaba de diferente manera con ella. Se supone que es una nueva amistad en una ciudad completamente desconocida para ella, sin embargo, y con todo lo repentino que le estaba sucediendo, ahora iba a ser más meticulosa con cada detalle que puede notar por parte de la coreana. Estaba segura que podría haber algo más y no debería confiarse.

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