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Luego de bajar del auto, ambas corren rápidamente hacia el edificio para no mojarse demasiado. La lluvia seguía siendo fuerte y parecía que no había indicio de querer parar por un buen tiempo.

Lisa suelta un suspiro pesado pero luego sonríe al ver como el gatito se remueve algo inquieto.

—Vamos, Jennie —la mencionada se sorprende pero no duda ni un segundo en seguirla.

Cuando por fin logran pasar el área de recepción, se adentran al elevador y se sonríen con complicidad.

—¿Crees que te digan algo si se dan cuenta del pequeño? —cuestiona, con la mirada fija en el adorable animalito.

—No lo harán sino se enteran —se encogió de hombros—. No pienso decirlo y mucho menos dejarlo por ahí.

Jennie asiente convencida, su chica es tan noble y dulce como para andar en este cruel mundo.

El ascensor se detiene en su respectivo piso y salen con prisa hacia el apartamento que le corresponde a Lisa. Ni bien entran, dejan sus zapatillas a un lado de la puerta y la pelinegra acomoda al felino en la suavidad de su cama.

—Me la pasé genial contigo hoy —comenta algo nerviosa, rascándose la nuca en el proceso—. Gracias por salir conmigo.

—No tienes por qué —la atención de Lisa fue a ella—. Yo también la he pasado muy bien.

Jennie esboza una pequeña sonrisa y luego carraspea levemente.

—Yo, uh... Yo creo que ya debería irme, bueno iré por mi motocicleta y de paso compraré algo para el gatito —la castaña vuelve a ponerse las zapatillas, bajo la atenta mirada de Lisa—. Bueno, hasta luego.

—Jennie-ah, espera —se levanta rápidamente para acercarse hacia Kim. Esta solo traga grueso ante la cercanía—. Yo solo quería disculparme por lo de esa vez. Fui muy descortés al hablarte de esa manera.

La coreana se tensó al poder entender al momento del cual se refería. Justo después de aquella madrugada en donde se besaron por primera vez. Los nervios pueden con ella cada vez que lo recuerda.

—No me estaba sintiendo bien —su mirada cambió a una más apenada y Jennie no se resistió a tomarla del mentón con delicadeza.

—No te preocupes. Todos tenemos malos momentos y te entiendo —su voz fue suave y armoniosa.

En verdad quisiera que sí, pensó la pelinegra, perdiéndose en aquellos profundos y brillantes orbes color café.

—Gracias por la tarde de hoy también —murmuró algo cohibida cuando el pulgar de Jennie empezó a acariciar su mejilla.

La castaña no se contuvo más y la envolvió en un abrazo, rodeando su cintura y haciendo que la menor colocara sus manos en el pecho contrario por inercia.

—No me agradezcas —habló suavemente cerca de su oído—. Yo solo quiero que sigamos así, tratando de conocernos mutuamente. No confíes en todo lo que los demás puedan decirte, por favor —su voz denotaba la dedicación con la que decía todo—. Si tienes dudas, dímelo. Conóceme si eso quieres, pero que sea por mi propia persona y no por alguien más. Por favor ~

Lisa se dejó llevar y acomodó mejor su cabeza en el pecho de Jennie, sujetando con sus manos la chaqueta contraria.

—E-está bien —logró responder. Lisa se sentía algo avergonzada por la manera en que se encontraban, pero a la vez no podía negar que el tacto era sumamente cálido y reconfortante. Como si hubiera descubierto su lugar favorito, entre los brazos de Jennie.

La mayor se acercó y le dio un casto beso en la frente, suave y dulce, haciéndola cerrarlos ojos y suspirar ante tan agradable contacto.

—Nos vemos luego —susurró para luego sonreír levemente. Yendo esta vez mucho más feliz hacia la puerta.

Lisa se recostó en el marco de la puerta y esperó a que Jennie se fuera por completo, mientras que en su rostro aparecía una preciosa sonrisa.

—Nos vemos —murmuró estando sola, volviendo a cerrar los ojos para recordar el cálido abrazo que Jennie le dio.

Negó levemente con la cabeza, aunque quisiera evitarlo, estaría por pasar. Y a veces, en ciertos temas que involucran sentimientos, aquello es difícil de controlar.

Cerró la puerta detrás de sí y se acercó nuevamente al pequeño felino. Tomándolo entre sus brazos y dejando que este se ponga cómodo.

—¿Debería dejar que simplemente suceda? —miró al animal—. ¿Qué opinas tú, eh?

Sonrió sintiéndose alguien tonta, pero de cierta manera le encantaba entablar conversaciones con las que eran sus mascotas, bueno más que eso, para Lisa eran parte especial de su vida. Como aquel gato de hoy en adelante.

—Solo espero no salir lastimada —soltó un suspiro desganado—. Tengo miedo y algo como eso es difícil de superar. ¿Sabes? —volvió a sonreír mientras acariciaba con su pulgar las patitas del gatito—. Bien, tú no sabes eso —soltó divertida—. Mañana tendré que llevarte a un veterinario, debo asegurarme que estés sanito.

Dejó al felino en la cama y se dispuso a buscar su pijama y darse una rápida ducha, no quería dejar solo al animalito por mucho tiempo.

Cuando sale del baño, escucha la leve vibración de su celular. Contempla al pequeño que estaba dormitando y luego toma el móvil que estaba en su mesita de noche.

Jennie

¿Sigues despierta?

Sí. ¿Por qué? ¿Pasó algo?

Jennie

Resulta que...

Estoy afuera de tu edificio ┐( ̄ヮ ̄)┌

Traje algunas cosas para el pequeñín luego de que pasé por la motocicleta.

¿En serio? :o

Jennie

¡Claro que sí!

Vamos, sal un rato, tengo estas cosas para el bebé.

Ah... en serio muchas gracias, Jennie. No me lo esperaba :c

Jennie

El cachorro es de ambas Lis, así que ve acostumbrándote a que también lo engreiré. ♡

¡Estoy bajando ya! Y Jen, muchas gracias otra vez ♡♡

Lisa apagó el móvil y salió rápidamente para recibir a la castaña. Sin duda su comportamiento tan dulce la estaba descolocando. Encontrar a
una chica con el mismo cariño por los animales era sumamente increíble para ella.

Era algo nuevo y especial.

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