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A medida que los días iban pasando, la relación entre Jennie y Lisa se enriquecía cada vez un poco más. La confianza era recíproca y las pequeñas diferencias siempre podían resolverse luego de una ligera conversación y un intercambio de opiniones.

La pelinegra ya no se avergonzaba tanto ante las muestras de cariño que recibía de Jennie en la universidad. Iban tomadas de la mano, en medio de flojos abrazos o incluso hasta se permitían el besarse cuando no habían muchas personas.

Jennie Kim ya no era la misma de antes y de eso, muchos se habían dado cuenta. El cambio había sido tan drástico que tanto chicas como chicos se rehusaban a aceptar la realidad actual. Ese en donde la castaña estaba plenamente enamorada de Lalisa Manoban.

Ahora mismo se encontraba caminando por el extenso pasillo en busca de la tailandesa. Hace menos de tres minutos que la campana había sonado y ella estaba aprovechando el receso para volver a verla y almorzar juntas como casi siempre hacían.

Tenía la mochila colgada en tan solo un hombro y sus manos estaban metidas en los bolsillos de sus sueltos jeans. Su estabilidad hasta ese momento era buena y despreocupada, pero cuando giró a la derecha para por fin llegar al salón de Lisa, todo aquello fue directamente a un tacho de basura.

Sus ojos captaron el preciso instante en el que Doyeon intentó besar a su chica.

Oh, vaya estupidez.

Inevitablemente su ceño se frunció y las manos salieron al aire, tomando forma de puños realmente tensos. Se acercó casi a zancadas y empujó con fuerza el cuerpo de la más alta, haciéndola perder el equilibrio.

—¡¿Qué mierda haces?! —bramó con la voz más grave y ronca de lo usual.

Lisa se sorprendió completamente, jamás había escuchado ese tono de voz por parte de la mayor.

—¿Lo viste? —respondió, sonriendo con burla palpable.

—Vi claramente cómo te rechazó porque no le interesas en absoluto, imbécil —siguió siendo arisca, poniéndose al frente de Doyeon.

—Eso es lo que hacen todas, Kim —intentó tocar el hombro adverso, pero rápidamente esta se zafó con un movimiento brusco—. Se hacen las difíciles cuando en realidad se besan con alguien que ha sido una mierda de persona con los demás —la miró directamente, desafiándola—. Conozco a chicas como Lisa, con esa carita pero siendo una- —calló ante la reacción de la otra.

—Jennie... —trató de intervenir al observar cómo la mencionada volvió a empujar a la chica de manera mucho más dura, haciendo que los huesos de su espalda tronaran contra la pared.

—No intentes faltarle el respeto —gruñó, sosteniéndola del cuello de la playera.

—¿Qué? ¿Piensas golpearme por decir la verdad? —habló con diversión, reteniendo cualquier mueca de dolor.

—No estoy para tus juegos —una de sus manos tomó la mandíbula contraria con tanta fuerza en el tirón que logró hacer que la cabeza de Doyeon chocara estrepitosamente.

—Suéltame, idiota —el dolor comenzó a ser consistente y punzante.

Tomó a Jennie de los hombros y se la quitó de encima, ambas empezando a forcejear sin cuidado alguno.

—¡Basta! —volvió a intentar la pelinegra.

—Anhelo por enseñarte a no meterte en relaciones ajenas —esquivó el golpe que iban a propinarle.

—¿Crees que ella seguirá contigo? —rió sarcásticamente—. ¿Con la chica que nunca ha tomado enserio a una sola persona? ¿Esa que le teme a las relaciones y por eso no hace nada a hasta ahora? —siguió con sus hirientes palabras, haciéndole recordar la pésima persona que había sido por mucho tiempo—. Todos te conocen, Kim.

—¡Cállate!

—Si te besa a ti, ¿por qué no lo hace conmigo también?

Bueno, aquello había sido la gota derramó el vaso. La estúpida frase de Doyeon hizo que consiguiera un fuerte golpe en su mejilla, haciéndola caer toscamente.

—Te dije que te callaras —bramó fuerte, viendo como la más alta se levantaba para empezar a lo que sería una pelea brusca.

Lisa esta vez intentó meterse entre ambas, pero la castaña la tomó del brazo para alejarla rápidamente. Haciendo que gracias a ello, Doyeon lograra golpear el abdomen de Kim con su rodilla. Lisa se alarmó por completo al ver que por las comisuras del labio de Jennie empezaban a descender gotas pequeñas de sangre. No tuvo de otra que correr en busca de profesores que puedan detener aquello e interponer absoluto orden.

Los sonidos fueron cada vez más fuertes, los gritos incrementaron en volumen y para cuando había rastros de sangre en ambas, varios estudiantes la hacían de espectadores. Algunos grabando, otros apostando pero nadie interviniendo porque hace ya mucho tiempo que Jennie no había vuelto a pelearse con alguien y el tan solo poder verla otra vez, era algo épico y sorprendente.

Afortunadamente, Lisa llegó con dos profesores como lo había planeado. Haciendo que el bullicio se diera por concluido y llevándose a ambas chicas directamente a la oficina del director. La pelinegra suspiró con preocupación, estaba dispuesta a acompañar a Jen, pero fue mandada seriamente hacia sus respectivas clases.

No había sido un día tan agradable.

—¡¿Qué hizo qué?! —gritó con fuerza.

—¡Jisoo! —le resondró, tapándole la boca de inmediato—. No hagas escándalo, la idea es que podamos pasar desapercibidas. ¿Entiendes? —la azabache asintió con rapidez, soltando todo el aire retenido cuando Lisa quitó su mano al fin—. Vamos, espero y no le hayan dado alguna sanción —rogó con sinceridad.

—Bah, imposible —agitó su mano restándole importancia—. Jennie ha tenido más problemas y peleas que un buen promedio en Economía —se rió de su propio chiste, ganándose de inmediato una mala mirada de parte de Lisa. Jisoo al notarlo carraspeó y ya no dijo nada.

Ambas siguieron el camino hasta la oficina, sumidas en silencio hasta que la coreana volvió a hablar.

—¿Y cómo que por qué Jennie empezó a pelear con Doyeon?

Lisa mordió su labio inferior.

—Nada, fue una tontería.

—No lo creo, ella dejó de ser tan impulsiva desde que empezó a salir contigo. Debió ser algo más.

—Sí, bueno- —fue interrumpida.

—¡Tú! —la voz de la castaña hizo acto de presencia y la mayor dio un respingo al notar que la apuntaba a ella.

—Jennie —la tailandesa corrió hacia Jen, había ansiado que las horas pasaran rápido para poder verla después de aquella tonta pelea que la dejó herida.

—Kim Jisoo, eres mujer muerta —la amenazó, dejándose abrazar por Lisa.

—¡¿Qué?! —exclamó horrorizada—. ¡¿Qué fue lo que hice ahora?!

—Lisa, suéltame por favor —le habló al oído suavemente—. Necesito hablar sobre algunos temas con Jisoo.

—No Lisa, no la sueltes —dijo apresuradamente—. ¿Qué acaso no eres consciente que me está tirando cuchillos con la mirada?

—Nini, ¿qué pasa? —se alejó brevemente.

—Da la casualidad de que recordé quién fue la que empezó a hablar sobre nosotras cuando realmente no le incumbía.

Jisoo abrió sus ojos desmesuradamente. ¿Por qué se sentía tan aludida?

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