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—¡Oh, vamos! ¿En serio? ¡¿Otra vez, Jennie?! —comentó Sana exaltada una vez más en aquella tarde.

Resulta que la hora de salida había llegado y como siempre, Sana se encontraba hablando con su mejor amiga, quien claramente no le escuchaba ni un poco y se encontraba mirando sin algún disimulo al grupo unos metros lejos de ellas. Específicamente a Lisa junto a Rosé que reían brevemente por algo que Jisoo decía.

—¿Y ahora cuál es el tema? —exhaló todo el aire de sus pulmones dándose por vencida. Si no podía hablar, al menos dejaría que Jennie le contara sus inquietudes.

—Ahg, soy una estúpida —se quejó frunciendo el entrecejo—. Una verdadera idiota.

La pelinaranja la miró con completa extrañeza.

—¿Qué dices? —la coreana agitó levemente su cabeza maldiciéndose internamente. Lo había pensado y dicho en voz alta—. ¿Y ahora por qué te consideras una estúpida? —insistió con un deje de burla en su voz.

—Porque lo soy —respondió con simpleza—. Sana. ¿Tú crees que debería cambiar algo en mí?

Okey, esa fue la segunda frase que descolocó a la menor. ¿Por qué Jennie estaba diciendo esas cosas? Había algo que no estaba entendiendo.

—¿Y ahora por qué dices eso? Tú... Jennie Kim. ¿No estás contenta con lo que eres?

La castaña mordió levemente su labio inferior, algo insegura de si era bueno contestar aquello.

—No exactamente cambiar, quizás... ¿Mejorar? —preguntó encontrándose perdida y sin buenos fundamentos.

—¿Qué es lo que quieres "mejorar"? —hizo comillas con los dedos—. En todo este tiempo que te he conocido jamás me has preguntado algo sobre eso. Amas tu personalidad y todo lo que conlleva ser tú. ¿Cierto?

—Por supuesto que sí —respondió rápidamente—. Pero tal vez algunas actitudes me traigan consecuencias para nada agradables luego, en serio que no quiero eso —afirmó viendo exactamente el momento en que Rosé tomaba los hombros de Lisa para acercarla más a su cuerpo.

¿Cómo es que ella no podía lograr nada de eso? Jennie estaba empezando a frustrarse.

—Oh... ¡Ya entiendo! ¿Hablas de Lisa, verdad? ── la voz alta y emocionada de Sana la hizo entrar en pánico. Tapó la boca de su amiga antes de que pudiera decir algo más.

—Sí, Minatozaki, haz que toda la maldita universidad se entere —habló con puro sarcasmo, mirándola con cierto enojo. Decidió soltarla y volvió a suspirar cansada—. Todo esto es una estupidez, Sanake. Nunca antes me había sentido así —su mejor amiga la miró con total atención. La voz baja y desanimada de Jennie le estaba preocupando—. No sé qué me pasa y mucho menos que es lo que debo de hacer. Todo me está confundiendo.

—Uh, espera, déjame confirmar. ¿Es por Lisa? —ella asintió.

—¡Yah! Ni siquiera encuentro un por qué, es decir, acabo de conocerla hace unos días, unos que se pueden contar con los dedos —resopló tratando de sincerarse—. Pero cuando la veo, cada vez que me habla o sonríe... Siento algo diferente, estoy malditamente adorando todo lo que provenga de ella y hasta ahora solo he logrado poco, casi nada. ¿Acaso eso es posible siquiera? La noto perfecta, demasiado para mí pero que de una manera me atrae, me paraliza, me intriga a conocer todas y cada una de las cosas que tenga que ver con ella. Quiero conocerla más a fondo, lograr algo pero por como soy. ¡Agh! —exclamó frustrada, tirando su cabello hacia atrás y deslizando su mano por la extensión de su nuca—. De seguro ni siquiera tiene coherencia lo que digo.

Sana se le quedó mirando con total sorpresa e incredulidad. Estaba totalmente fuera de sí.

—Wow, Jen, jamás creí escuchar todo esto de ti. Todo parece ser mucho más serio si es que me lo dices de esa manera.

—¿Absurdo, cierto? —sonrió vagamente, con ironía—. Apenas la conozco y ha provocado demasiado cosas en mí. Hasta suena cliché y cursi. ¡Ni siquiera me reconozco, joder!

—Eso mi querida mejor amiga, se debe a que te gusta Lisa y quizás vas a un paso acelerado. Pero no tienes porqué preocuparte, es normal. Además no sé si lo tuyo vaya en serio, te conozco perfectamente, Jennie —habló con tono despectivo—. No te encierres en un problema simple.

—Quizás ese también es el problema. No sé si esto es un simple capricho. ¿No me has visto aún? —sonrió burlándose de sí misma—. Con ella todo cambia, Sana, absolutamente todo. Con otras chicas o chicos me siento superior, sé que todos están dispuestos a obedecer a lo que digo. Pero con Lisa, con ella, la tonta soy yo —se indicó a sí misma con el dedo índice—. No puedo ni siquiera hablar con normalidad, me cohíbo y quiero ser totalmente educada, sutil y respetuosa cuando estoy a su lado. ¡Me he avergonzado frente y únicamente a ella!

—¡Lo sabía! ¡Era por Lisa! —hizo un gesto de victoria, sonriendo después—. Ella fue la causante de todo eso.

—Y de seguro ni tiene la menor idea de lo que siento. Es muy dulce y amable. Tanto que seguro hasta la muy tarada de Park intenta algo.

—Hey, no seas grosera —le reprochó.   Jennie chasqueó la lengua.

—Ya sabes cómo soy.

—Y por eso mismo, tu confesión por Lisa me sorprende.

—¿Qué debería de hacer?

—¿En serio?

—¿En serio qué? —repitió confundida.

—¿Jennie Kim, una de las chicas más galantes de la universidad me está pidiendo consejos para ligar a una chica? —sonrió burlesca.

—No es cualquier chica, Sanake, ya lo sabes —la miró con seriedad y Sana soltó leves risitas.

—Lo siento, pero es que es inevitable —agitó sus manos en el intento de calmar su buen humor—. Pero... vamos, Jen, tú no eres de esas que pide opiniones para esto —colocó una mano el hombro de la castaña—. Eres una chica segura de sus acciones y sé que podrás hacer lo posible por conquistarla. Te doy aquel refrán cliché: —hizo un cambio de gestos faciales como una persona más seria, frunciendo su entrecejo, entonando su voz como algún viejo filósofo y luciendo graciosa— Si no arriesgas, no ganas.

Jennie sonrió levemente por lo cómica que suele ser su mejor amiga, calmando así la tensión que había en si.

—Relájate. Quizás haya algunos aspectos que debas cambiar, pero nada del otro mundo. Recuerda que debes conocer mejor a Lisa y saber cómo es en realidad. No te apresures, disfruta los momentos que puedas estar con ella —sonrió levemente, transmitiéndole apoyo.

—Gracias Sanake, lo tomaré muy en cuenta.

Haló del brazo a la pelinaranja y la abrazó fuertemente.

—No es nada y, te recuerdo que este sábado es nuestra salida con ellas. Tienes una oportunidad ahí.

Jennie asintió luego de separarse de Sana y sintió como la emoción se anticipaba en su organismo, ojalá y todo salga bien. Quizás todo era tan simple como eso. A veces no es necesario meses o años para comprender lo que empezamos a sentir por alguien más. Nada se calcula con un reloj a mano o un calendario pegado en la pared, los sentimientos genuinos simplemente llegan y se manifiestan en nuestras acciones, depende de nosotros si lo reconocemos y estamos dispuestos a hacer algo al respecto.

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