"Una Paz que Parecía Casi [...] Perfecta"

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El sol se alzaba perezosamente sobre el horizonte, bañando los pastizales en un cálido resplandor dorado. Las colinas verdes se extendían hacia el infinito, ondulándose suavemente bajo la brisa matutina. Una casa solitaria se alzaba en medio de este mar de hierba, un pequeño refugio de madera con un tejado inclinado y ventanas que miraban al este y al oeste, capturando tanto el amanecer como el atardecer. Dos robustos árboles custodiaban la entrada, sus ramas entrelazadas como si intentaran proteger el hogar de cualquier intruso.

Magnus se despertó al romper el alba, aún pensando en lo de anoche, sus ojos parpadearon mientras se acostumbraban a la luz del día. Como cada mañana, se levantó con una sensación de calma que rayaba en la monotonía, una paz que parecía casi demasiado perfecta. Sus músculos y algunas cicatrices aún recordaban las batallas de antaño.

Tras un breve desayuno, se colocó una pechera metálica y el guante, ajustó el paño rojo alrededor de su cuello, dejándolo caer en un estilo que le permitía usarlo como bufanda cuando la brisa se volvía fría. Colgó su arco y su carcaj sobre su espalda, un peso familiar y reconfortante, y salió de la casa. El aire fresco llenó sus pulmones mientras caminaba hacia el pueblo cercano, siguiendo el estrecho camino de tierra que conectaba su hogar con el mundo exterior.

No tenía un trabajo como tal, pues su comida la cazaba él mismo y lo que no, lo compraba con dinero que ganaba haciendo algunos favores para el rey, que cuando los hacía, la paga no estaba nada mal. No tenía novia o algún interés amoroso, pues eso no le llamaba la atención, a pesar de tener varias pretendientes él nunca tuvo interés en eso así que dejó ir todas. No estaba especialmente triste, estaba feliz con las cosas que tenía.

Se dirigía al pueblo que por nombre llevaba Surtmov, iba por algunas cosas que le faltaban: algunos panes, especias y condimentos principalmente.

Al llegar, pasa por los puestos y saluda amablemente a los vendedores, pues, ante los pueblerinos, él era alguien respetado. Llega a comprar algunos condimentos y saluda amablemente al vendedor y los pide, luego en la panadería, y así va de tienda en tienda hasta que tiene todo lo que necesita.

Antes de irse, decide dar una vuelta por la plaza en busca de algo interesante, cuando se le ocurre que podría ir a casa de sus padres a visitarlos. Es ahí que es sorprendido por alguien, un Rottweiler poco más alto que él. Este le toca el hombro y cuando Magnus se voltea, lo ve y lo reconoce.

-¡Hola, eres tú, Robert! Un gusto volver a verte. ¿Cómo has estado? -saludó Magnus, un poco sorprendido por el encuentro.

-He estado bien, no te preocupes. Oye, ¿recuerdas que esta semana es la fiesta de aniversario del pueblo, verdad? -preguntó Robert.

-No, realmente no me acordaba -respondió Magnus con una sonrisa-. Pero pues no estoy seguro de qué haré esta semana.

-¿Por qué lo dices? ¿Tienes pensado algo que hacer? -inquirió Robert, notando una leve preocupación en el rostro de Magnus.

Magnus pensó un momento. No sabía si debía contarle a Robert sobre los sueños que parecían haber sido sacados de una historia y su teoría que parecía sacada de alguien que se metió alguna sustancia. Pero conocía a Robert desde que eran niños, y supuso que estaría bien. Al fin y al cabo, él lo comprendía y lo entendería.

-Pues verás, últimamente he tenido unos sueños bastante extraños -comenzó Magnus, bajando la voz para que solo Robert pudiera escucharlo-. No son sueños comunes. Son... recuerdos, o al menos eso creo.

Robert frunció el ceño, intrigado.

-¿Recuerdos? ¿De qué tipo de recuerdos estás hablando?

Magnus tomó un respiro profundo antes de continuar.

-Sueño con lugares y personas que no conozco, pero que siento como si fueran familiares. Veo a otros perros, de diferentes razas, y todos estamos en situaciones que parecen batallas o aventuras. Anoche, soñé con un monstruo de tres cabezas. Nos enfrentábamos a él en una montaña neblinosa. Cuando me desperté, no pude sacarlo de mi mente.

Robert asintió lentamente, comprendiendo la seriedad de la situación.

-Eso suena... intenso. ¿Crees que podrían ser más que simples sueños?

-No lo sé, pero tengo la sensación de que lo son. Es como si estuvieran tratando de decirme algo -respondió Magnus-.

Robert miró a Magnus con preocupación y curiosidad.

-Esto es serio, Magnus. Puede que necesites hablar con alguien que entienda de sueños y visiones. Quizás deberías prestar más atención a estos sueños. Podrían significar algo.

Magnus asintió, agradecido por el consejo de su amigo.

-Tienes razón, Robert. Gracias por escucharme. Creo que voy a tomarme un tiempo para reflexionar sobre esto.

Robert le dio una palmada en el hombro.

-No hay de qué. Cuídate, amigo. Nos vemos en la fiesta de aniversario, si decides venir.

-Nos vemos, Robert -se despidió Magnus, y continuó su camino hacia la casa de sus padres.

Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en lo que Robert le había dicho. Sus sueños eran demasiado vívidos, demasiado reales para ser simples productos de su imaginación. Quizás había algo más, algo que necesitaba descubrir.

Llegó a la casa de sus padres, el señor Gregor Grayhusk y su madre Elara Grayhusk, pues había adoptado el apellido de su esposo. Su casa era una casa acogedora y modesta, similar a la de Magnus. Su madre, una Husky gris oscuro con blanco con ojos bondadosos, lo recibió con una sonrisa.

-¡Magnus! Qué bueno verte. Pasa, estaba preparando una sopa para el almuerzo.

-Gracias, mamá -dijo Magnus, abrazándola.

Su padre, un robusto Husky con pelaje gris, estaba sentado en la mesa, leyendo un libro. Levantó la vista y sonrió al ver a su hijo.

-¡Magnus! ¿Cómo has estado, muchacho?

-Bien, papá. Solo vine a visitarlos y a almorzar con ustedes.

Durante la comida, Magnus quiso mencionar sus sueños, pero se detuvo al ver la serenidad en los rostros de sus padres. No quería preocuparlos, especialmente por su edad. Así que comió en silencio, disfrutando de la calidez de la compañía familiar pero platicó de otros temas con sus padres.

Después de la comida, decidió quedarse todo el día a acompañarlos pues no era algo de todos los días y le serviría para distraerse. Después de todo el día, se despidió de sus padres y tomó una lámpara que le dieron para alumbrar su camino de regreso. La noche había caído, y el camino de vuelta a su casa estaba oscuro y silencioso. La lámpara proyectaba un círculo de luz alrededor de él, pero no lograba disipar completamente la inquietud que sentía.

Todo el camino de regreso, su mente estuvo ocupada con los sueños y las palabras de Robert. Sabía que había algo importante que necesitaba descubrir, algo que quizás cambiaría su vida para siempre. Mientras la luz de la lámpara oscilaba con cada paso, Magnus decidió que no descansaría hasta encontrar las respuestas que buscaba. El camino era oscuro y empezaba a hacer un viento frío que venía desde el frente, Magnus se sentía algo incómodo, no sabría cómo describirlo, se sentía... Observado, para ser exactos.

Su mente daba vueltas sobre lo que ya pensaba, pero aún así seguía prestando atención a su alrededor. Estaba ya no muy lejos de su casa, la desviación del camino principal, se hacía a la derecha y solo tenía que caminar unos cinco minutos más y estaría en casa, cuando entre en la oscuridad que estaba junto al camino principal al lado derecho, bajo un árbol escuchó un "Shhhhh, yo sé la respuesta". Se estremeció y volteo la cabeza a dónde escuchó el ruido, pero, no se dejó intimidar. La luz de la linterna, solo llegaba de forma muy deficiente, hacia una silueta que estaba en la oscuridad, lo poco que se veía era algo parecido a un perro azul pero parecía tener una capucha negra, Magnus se acercó y alumbró la sirurta, pero cuando lo hizo se dió cuenta que solo era una columna de piedra. Al ver eso se sintió un poco más aliviado y se dijo así mismo.

"Uff... Solo era una roca, creo que esto me está afectando, más de lo que creo o solo necesito dormir..."

Entonces, empezó a caminar un poco más rápido, hasta llegar a su casa, pasó entre los árboles y abrió la puerta, la cerró y en la oscuridad se dirigió a su habitación, al entrar apagó la lámpara, la puso sobre una mesa que tenía junto a una ventana y se subió a la cama pensando en lo que iba a hacer al día siguiente, entonces se acostó y se quedó dormido.

Fin del primer capítulo, fue interesante usar esta trama aún no tengo todo planeado del todo pero aquí hago lo que puedo jejeje.

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