Capítulo 12: Egoísmo

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Buenas! Hoy traigo otro capítulo de Sujeto MH! 
Quería recordarles que tienen otras historias en mi perfil para disfrutarlas! 
Y recuerden que pueden pedir dedicatorias en los capítulos! Me encanta usar esa función jaja

No olviden de votar y comentar, es importante <3.

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Las prendas mojadas de la niña no pasaron desapercibidas por el monstruo. Ah-yi sonrió, sin importarle que la otra Hanna estuviera presente frente a ella.

—Te ves linda así, Hanna. —le comentó. Hanna monstruo sonrió con nostalgia. No negaría que le dolería lo que estaba por hacer, pero era lo más conveniente para mantener a la Hanna humana con vida y control estable. El acuerdo era siempre hacer lo más conveniente para sobrevivir.

Prometo que no te dolerá.

Hanna se había borrado a sí misma de la memoria de Ah-yi.

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      Hanna, volviendo a tener el control de su cuerpo, aprovechó los pocos segundos que la niña tenía desorientación para esconderse detrás de las rocas más grandes y cercanas a su posición. Agachó su cabeza lo más que pudo y, con ambas manos, tapó su boca para que sus sollozos no fueran escuchados por la menor. Su corazón se sentía roto, destrozado, se sentía casi igual que volver a perder a un miembro de la pequeña familia que había vuelto a conformar.

    No sabía con qué energías podría decirle a Hyun-Su lo que había hecho que, en un momento de debilidad, el monstruo en su interior había hecho en tan solo cuestión de segundos. Lo peor, es que no era el único daño que realizó.

"—Escóndete, en menos de un minuto también te olvidarás de ella." 

  Escuchó las pisadas de su hermana caminando detrás de ella, pero sin notar su presencia. Los sollozos eran opacados por ambas manos que cubrían su boca. Evitó respirar por segundos esperando que nada la delatara de su ubicación, y funcionó. La última imagen que tuvo de la niña fue el momento de apartarse con una actitud enojada y decidida, con pasos firmes y direccionados a dónde sabría que se encontraría Hyun-Su.

    El recuerdo de haber perdido a Hong-Do, los sentimientos y el malestar físico, todo recorrieron por su cuerpo, pero esta vez gritando el nombre de Ah-yi. La culpa por no haberla cuidado bien, y por creer que podría ser lo suficientemente buena para criarla.  Se castigó, golpeándose a sí misma la cabeza y sintiendo un dolor bastante significativo, por no confiar cuando una parte de ella decía que no era buena idea entrometerse en la crianza y protección de la bebé cuando la encontraron.

   Hanna, cuando había tomado dimensión de lo que estaba sucediendo, comenzó a sentirse mareada y aturdida. El egoísmo del acto que había hecho el espectro al hacer olvidar tanto a Cha Hanna como Ah-yi, escaló niveles inimaginables.

   Ah-yi había sentido el amor maternal de parte de Hanna. Tuvo la oportunidad de ver, de conocer, de saber cómo pensaba la joven cuando la veía y le sonreía. Ah-yi sentía que tocó el cielo con las manos al darse cuenta de que, de todos aquellos que la conocían, existía alguien apoyándola y protegiéndola desde la luz y de las sombras. No había una Yi-Kyeong torturándola con sus opiniones sobre matar a los humanos, sobre defenderse a sí misma o el simple hecho de ser un monstruo. Había una Hanna, que la quería más que una madre, que se había perdonado a sí misma por lo de Hong-Do y quién le había dado el lugar entre sus delgados brazos para un cálido abrazo, un hombro para llorar y risas para compartir.

   Por más que Yi-Kyeong regresara a la vida de su hija, ella no recordaba nada de haber compartido buenos momentos como los que vivió con Hanna y Hyun-Su. No había bromas o juegos, no existía la risa o la aventura. Con Hanna y Hyun-Su al menos se adentró a explorar un kilómetro de radio alrededor del lago, y bromeaban con qué ella tomaría el timón del barco si continuaba creciendo con esa velocidad. 

   Con la llegada de la progenitora sólo estaba inmersa en el encierro y en la preocupación por ser cada vez menos humana y más monstruo. Era un cautiverio estar entre las cuatro paredes de la cabina del barco pesquero.

    El Monstruo de Hanna había hecho lo más deshumano posible por mantener vivo el cuerpo de su huésped, pero no sabía que eso terminaría matándola por al menos unas horas. Su egoísmo se reflejó al momento en que hizo olvidar todo lo que Ah-yi vio en la mente de su cuidadora.

  No miento al decir que Ah-yi sintió que tocó el cielo con las manos al sentir ese arrasador y consolador efecto que ella producía en Hanna. Sin embargo, así como tocó el cielo, la caída fue el triple de dura cuando su realidad, su mente y sus pensamientos, se volvieron alterados al ya no tener ese apoyo que tenía antes de olvidarla.

   La pequeña niña ahora solo le quedaron los pensamientos malos, los malos recuerdos con su madre, y uno que otro buen momento cuando Hyun-Su la cuidaba. Sin embargo, en las ocasiones que, el único pilar o ejemplo a seguir de un "monstruo controlado" (que era su cuidador) se vieron opacados por el sentimiento de abandono al recordar que él se ausentaba muchas horas para vigilar que Eun-yu, una humana patética, estuviera segura. Ella recordaba vagamente que tenía sus teorías sobre del porqué él estaba tan pendiente de ella, pensó habérselo contado a alguien, pero no sabía a quién. Quizás, se lo había contado de pasada a la pequeña criatura que la seguía como si ella fuese su madre.

   Hanna se limpió la última lágrima derramada y la llevó hasta que sus ojos se encontraran con ese residuo de sentimentalismo, preguntándose por qué comenzó a llorar. Sus recuerdos se volvieron nublosos, apenas podía conectar dos neuronas para pensar qué estaba haciendo o adónde iba.

—¿Qué? ¿Qué hago aquí? —Giró sobre su propio eje mirando en todas las direcciones, tratando de ubicarse en el espacio-tiempo. 

   Cha Hanna sintió como si se despertase de un pesado sueño. Su último acto de consciencia fue al salir del laboratorio y encontrarse con el chico que había compartido habitación y experimentos. No olvidaba la prueba de la verdad con aquel gas que fue expulsado dentro de esas cuatro paredes de vidrio, obligándole a contar parte de su historia sobre la muerte de Hong-Do y del motivo de su solitaria vida en el apocalipsis. Tampoco se iba de su memoria el haber encontrado a una mujer en el hielo queriendo matar a la criatura que había engendrado, o al mismo joven sacándola del lago congelado. Luego de eso, no tenía nada más en la cabeza.

   Hanna no solamente había olvidado a Ah-yi, sino también esa relación afectuosa que había construido con Hyun-Su. De ahí venía el corazón vacío de la chica, y el remordimiento del monstruo por no haberse percatado de ese detalle que sí podría afectar la realidad del resto de conocidos de Hanna. Si bien, Yi-Kyeong seguro saltaría de alegría porque la muchacha dejaría de ser una terrible influencia para su descendiente, no pensó que, al olvidar de todo lo relacionado con Ah-yi, Hanna no recordaría a Hyun-Su. Para ella, desde el momento en que el lindo chico de ojos marrones oscuros la sacó del lago, nunca más volvió a saber de él ni de la pequeña.

Ahora, la pregunta que menos problemas le traería a la larga: ¡¿Cómo carajos reaccionaría Hanna cuando Hyun-Su trate de saludarla con el beso tierno que siempre está acostumbrado a dar?! ¡Cómo no se le ocurrió antes! ¡La llevaba el demonio mismo!

La única forma de que aquello no suceda era alejar a la humana lo más posible de aquellos lugares dónde sabía que Hyun-Su frecuentaba.

  Una brillante idea surgió en su mente, sabía que eso podría alejar lo más pronto posible a Hanna de cualquier disparador a sus recuerdos olvidados. Sería difícil. No solamente debía de inventar una buena excusa y animar (Por Dios, a la otra Hanna le repugnaba el insignificante hecho de obligarse a mandar ánimos a una persona) a que la parte humana se viera interesada en seguir su plan.

   No sabía cuánto tiempo había pasado desde aquello, ni a qué distancia se encontraba desde ese último momento de lucidez. —¿Cuánto tiempo tuviste el control? —Preguntó en voz alta, queriendo que su compañera interna le responda. —¿Por qué no recuerdo nada?

     Su cerebro parecía necesitar estirarse tal cual lo hace un cuerpo instantes después de una larga y gustosa siesta. Con las cejas fruncidas y la mirada perdida, empezó a analizar todo lo que le rodeada, ignorando el barco pesquero frente a ella incendiándose con llamas altas. La otra Hanna no sabía si aquella ignorancia se debía a un regreso en su personalidad de hace un año o más, cuando la joven comenzaba a andar sola por las calles y no le importaba si un humano necesitaba de su ayuda o no, o si un monstruo se mataba con otro.

"Dormiste durante un año. " —Escuchó su propia voz en su cabeza, pero sabiendo de sobra que, por más raro que sonara, no era la de ella. "Quedaste inconsciente en el lago congelado después de que Hyun-Su te sacara. Te desmayaste. ¿No lo recuerdas?—Su vista viajaba al oscuro cielo y a las estrellas que iluminaban la agria y confusa noche que estaba pasando. La interrogante sobre del porqué la parte humana del sistema había estado durmiendo durante tanto tiempo no comprendía del todo. La otra parte, la que parecía tener más conocimiento de lo que ocurría y que sabía lo que Hanna pensaba, respondió. "Aun cuando yo quería dejar de estar al control de este débil cuerpo tuyo, tu sueño era pesado, Cha Hanna. Lo bueno es que pude mantener este torpe cuerpo con vida todo este maldito tiempo". —Ahí estaba otra vez, la incertidumbre regurgitando en el interior de su estómago y por el exceso, y a la vez nula, información que la otra le brindaba. 

—¿A cuántos matamos? —La pregunta no fue una sorpresa para el espectro. Al menos, una de sus incógnitas se había aclarado. Ahora, Él sabía que a Hanna sí le importaba cuántos monstruos y humanos se habían puesto en su camino, o cuántos MH sabían de su existencia. Eso fue una razón suficiente para comprender que no había regresado aquella Hanna despechada con la humanidad, fría ante la idea de la muerte.

    Verdaderamente, no sabía cómo ni qué responderle. Sabía que, en esa parte, él no podría (o no quería) mentirle. —¿Qué pasaron con los MH que estaban en el laboratorio? ¿Nos han visto? —Consultó mientras trataba de tomar un camino aleatorio hacia una dirección desconocida. —¿Íbamos a algún lado en particular que necesite saber? 

"Me quedé viendo el barco, sólo quería saber por qué o quién inició el incendio."  La humana asintió con la cabeza. Giró sobre sus talones observando el barco, pero sin dejar de caminar. "Si quieres intervenir, hazlo. Me da igual. Es cosa tuya mientras no te mates.—Negó con su cabeza siguiendo su vista al frente. No creyó que en ese barco hubiera algo que la interesara. Lo más probable era que un grupo de humanos combatiendo contra un monstruo, o simplemente estaban ebrios y quisieron jugar un poco con el fuego. De todas formas, nada en ello le llamada la atención como para meterse en el asunto. "No he visto a ningún MH. Monstruos a montones, y humanos de vez en cuando, pero no nos han molestado. No he matado, mutilado o torturado a nadie. "

—¡Já! —Hanna parecía loca a los ojos de cualquier otra persona que la vea mientras ella caminaba por la calle y hablaba sola. Claro, sólo pocos entendían de la manera en que sus dos lados opuestos convivían en su interior. —Olvidé que eras la persona más amable del universo. ¿Cómo se me ocurre pensar que tú, el lado más claro entre lo que está bien o mal, se atrevería a matar, mutilar o torturar a alguien? Ni que recién nos hubiéramos convertido. —El sarcasmo e ironía era su único medio de defensa en este momento para enfrentarse a la mayor amnesia que ha pasado en su vida. —¿Como pude ser tan patética al pensar en esa estupidez? Espero no estés llorando por pensar semejante cosa sobre ti.

"No me provoques.—Comentó en su típico tono grave, oscuro. La muchacha no se habría dado cuenta ni en un millón de años que su otra parte se hallaba más "suave" de cómo generalmente se comportaba. No se percató del hecho de que existía un sentimiento de ligera preocupación sobre sí misma. "Estaba indagando un lugar al que seguro querrás conocer. Habrá muchos humanos, militares, seguro que doctores locos con la medicina."

—Pensé que no querías ir a un laboratorio. No de nuevo. —Contestó un poco resentida por aquella experiencia en las cuales ella debió afrontar sola los experimentos, e ignorar el dolor físico porque el espectro la había abandonado por meterse en aquel sitio de tortura. —Me interesa una mierda los humanos, habíamos quedado no volver a cruzarnos uno.

"Tenía un ligero presentimiento que querías ver a tu hermana, ¿O me equivoco?"

Los pasos de Hanna comenzaron a perder ritmo hasta detenerse y canalizar la rabia querer apoderarse por sí misma. ¿Qué mierda? ¿Había escuchado bien? 

"¿Qué idiotez acababa de decir?" —Fue lo que pensó al escuchar la otra voz dentro de su cabeza. 

   La última vez que el rostro de Song-Hwa pasó por la mente de Hanna fue cuando recibió a aquella bebé sobre el lago congelado. Desde que fue exiliada del grupo (a causa de la llamada de Ro-Sa a los militares pidiendo el intercambio de un buen refugio asegurado por un Infectado Especial), se prometió a sí misma no volver a buscar a su hermana, a sus cuñados o a sus mejores amigos médicos. 

   Tenía dos intensiones, una menos buena que la otra. 
Por un lado, se había cansado de sentir la preocupación de las últimas personas que tenía en su vida. Ella pensaba que, si desconocía el estado de estas personas, podría continuar con su vida sin la angustia de que probablemente estuvieran en peligro. Es necesario aclarar que, cuando recién se infectó, el monstruo en su cabeza le brindaba no tan hermosos sueños sobre del cómo todos los sobrevivientes eran atacados por monstruos que se habían infiltrado en el refugio, o por otro infectado del mismo grupo.

 Por otro lado, Hanna tenía una pesadilla constante. Era ella misma atacando a su hermana por verla como una de las responsables de que Hong-Do falleciera. La culpa de la muerte de su pequeño seguía tan fresca como si hubieran pasado minutos de tener el cadáver en sus brazos después de aquella tarde en el hospital junto al Doctor Ahn, y, como olvidarlo, cuando sus internos idiotas que se habían llevado el cuerpo del preciado tesoro de Hanna, destruyendo su mundo por segunda vez. 

    Hanna preferiría morir antes de admitir que se sentía nerviosa por volver a ver aquellos especialistas que habían tratado a su hijo como si fueran sus propios sobrinos. El hecho de que Song-Hwa haya sido muy cercana a sus amigos doctores, ellos no pudieron resistirse a conocer el sobrino de ésta. Así fue como los cuatro doctores: el pediatra Ahn Jeong-Won (el de Hong-Do), Song-Hwa (neurocirujana), Lee Ik-Jun (el novio de su hermana y cirujano de trasplantes), Kim Joon-Wan (un cardiocirujano), y el más tímido pero que fue más constante en verla antes de haber dado a luz, Yang Seok-Hyung, el obstetra; fueron a ver estar muy pendientes del estado de la madre y del bebé Hong-Do. Incluso cuando Hanna rechazaba todo tipo de ayuda, no hubo una cita en el pediatra dónde, al menos, dos de estos doctores estaban presentes para hacerle compañía.

   La joven no paraba de sentirse incómoda cuando, en el refugio de sobrevivientes cuando inició la pandemia, todos ellos se habían resguardado juntos en el departamento de Song-Hwa. Fue difícil aceptar la idea de que debía abandonar la habitación y verles la cara, pero tenía que hacerlo. Jamás podría olvidar sus rostros apenados por verla con ojeras y con el suéter de Hong-Do en mano. 

  Apartó las imágenes de su cabeza al oír unas voces ajenas acercándose a su ubicación. De un gran salto, trepó a los árboles al costado del camino pavimentado. La presencia de una niña y un joven, bastante similares uno del otro, se anunciaron en la noche. Ambos continuaban su camino a ritmos similares, pero la menor estaba un poco más apresurada. 

   Centrando un poco más su vista, Hanna logró reconocer uno de los dueños de las voces. Usaba prendas oscuras y largas, con un aspecto un tanto desarreglado, al igual que su horrible corte de cabello, el cual compartía con la menor a su lado. 

    La voz de él había cambiado un poco desde la última vez que lo escuchó hace dos años. Parecía más tranquilizadora, menos cargada de ira y enojo por su pasado. Por un instante, Hanna creyó que la compañía de Hyun-Su se trataba de su hermana menor, y por eso esa él tenía actitud tan empática y calmante solo con ella. No quería suponer una relación de hermandad de tal nivel, era algo que no estaba del todo seguro, pero que más se explicaba. Sin embargo, aún con el parecido y todo, recordó que Hyun-Su había dicho en los laboratorios que su hermana menor había muerto en un accidente de auto antes de la epidemia. 

"Quizás, salió de entre los muertos.—se metió en el tema su contraparte. Cha Hanna rodó los ojos al darse cuenta de que sus pensamientos, de nuevo, eran invadidos por Hanna. "Quizás deberíamos ir a buscar la tumba de Hong-Do. Él debe de estar jugando al escondite en algún lado."

No diría que aquello no le había molestado, le había enfurecido. La única opción viable era ignorar a esa voz en su interior, era la mejor manera de hacer que se canse de hablar y desapareciera temporalmente.

—¿Por qué lo hiciste? —Preguntó en un tono bajo, casi sonó como un murmuro si no fuera por los oídos superdotados de Hanna.

—No me cae bien. —Contestó enfurecida. Sus pasos se volvieron más apresurados, como si quisiera escapar de la conversación.

—¿Ah, no? ¿Por qué? —Hyun-Su parecía estar muy interesado en las respuestas de la jovencita. ¿De quién hablaban? Si bien, a Hanna no le importaba de qué se trataba la disputa, al menos le gustaría saber el contexto que rodeaba a ambos seres. Sólo de esa forma, podría disfrutar como la discusión entre ambos comenzaba a tomar calor cada vez más.

—¡Por su culpa lastimas a mis amigos y desapareces para ir a no sé dónde! —Respondió con mayor sentimiento. A la oyente le divertía la situación, la forma contestona de la niña le atrajo curiosidad. ¿Quién debía ser para tomar tal libertad en responder así a un Sujeto MH? —Todo para cuidarla. Ya no confío en ti.

   "Wow, que malota. ¡Cuidado con la niña rebelde!—Le dio gracia el tono irónico que tomó el espectro para reírse también de la situación. Daba gracia, no podían culparlos por estarse riendo y burlándose. 

—Antes, sentía curiosidad por ellos, por ser como mamá. —Siguió contando la rebelde adolescente. —Yo llegué a buscarlos, pero ellos... Me gritaron y me ignoraron. Ellos me hirieron.

   Las teorías de sobre qué tipo de criaturas hablaba la pequeña, comenzó a formularse en la mente de Hanna. ¿Humanos, monstruos o MH?

   Al hablar de "gritar e ignorar", se descartaba totalmente a los monstruos. Ignorar no es precisamente su actividad favorita en la vida. 

   ¿Humanos o MH? Dudaba que siguieran existiendo Sujetos MH como ella y Hyun-Su, su contraparte le había dicho que no se había topado con ninguno en todo un año. ¿Entonces? ¿Por qué los humanos habrían de querer herir a una niña tan indefensa como ella?

  La respuesta era interesante. Los humanos sólo lastiman cuando se encuentran con algo inexplicable, con algo más poderosos que ellos, con algo que saben que los pueden matar con el pestañar los ojos.

—¡Quemaron a todos mis amigos! Y quedé sola por completo.

  "Okay, mientras más creo que la entiendo, más habla y más me pierdo."

—Ellos nos tienen miedo. —Habló Hyun-Su impactado de oír tal confesión por parte de la niña. —Les aterra perder a alguien.

—Les regresaré el favor. —Amenazó la indefensa niña. —Sabrán lo que se siente. Intenta sentirlo, sólo así podrás entender este dolor. —Una lagrima se desprendió de sus ojos. —Sólo vine a decirte esto.

—Hay que regresar. —Cambió de tema abruptamente, y mostró una linda sonrisa. —Hanna y Yi-Kyeong nos deben estar esperando para cenar. Puedes hablar con Hanna de esto, ella es mejor que yo para dar consejos. Te ayudará.

"Esperen, ¿Qué?"

—¿Hanna? —Repitió confusa la menor. —No sé de qué estás hablando, pero ya no tengo mi casa. Se está quemando. Ahora, ya no te necesito. Tampoco a mamá, a nadie más.

    Hyun-Su, como si hubiera entendido todo a la perfección, se alejó corriendo hasta quién sabe dónde. En su mente sólo pasaba la posibilidad de un barco quemado, y a Hanna y Yi-Kyeong siendo devoradas por el fuego.

 Hanna bajó de la copa del árbol y cayó con una rodilla en el suelo y la otra flexionada. Se recompuso y no fue necesario acercarse a la menor, se quedó allí aplaudiendo.

   No importaba cuánto el monstruo dentro de Hanna le decía que se alejara, que se centrara en ir al refugio en búsqueda de su hermana.

Tal parecía ser que Ah-yi y Hanna estaban destinadas a conocerse, aun cuando ya lo habían hecho y lo olvidaron. Ambas debían de saber de la existencia de la otra.

—¡Bravos! —Comenzó a aplaudir mientras gritaba. —¡Excelente! ¡Bien actuado! —Cuando la menor prestó atención a la nueva presencia, Hanna detuvo sus aplausos. —Nunca había visto algo tan conmovedor. 

—¿Quién eres? 

—Alguien que sólo pasaba y admiró el mejor teatro de su vida. —Respondió con una sonrisa cínica. No iba a lastimar a la menor aun si ésta le presentaba algún tipo de batalla. Sin embargo, tampoco se dejaría intimidar en el caso de que la otra intente mostrar una actitud defensiva. —Vi el barco quemándose hace un rato. Fue un incendio grande —Contó mientras poco a poco daba marcha hacia atrás. —El olor a carne quemada me dio hambre.

—Dime quién eres.

—¿Sabes? Es irónico. —Detuvo sus pasos para dar una última revelación. —Dijiste que te dolían lastimar a tus amigos, pero tu lastimaste a la amiga de él en ese barco. Parece que te desquitaste con la persona equivocada.


















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We're back, perras!!!

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