III. Motel Barton

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-¿Tienes alguna idea de lo que te pasó en Sokovia?

-No en realidad, pero no me importa. ¡Me veo como la jodida Khaleesi! «¡Y tomaré lo que es mío, a sangre y fuego lo tomaré!»

-Cállate, chica alterada. Hace unas horas pensamos que estabas muerta, no puedes ir de bromista con nosotros hasta que sepamos lo que te ocurrió.

Anastazya suspiró, dejándose caer en la cama y haciendo un puchero, sobresaliendo su labio inferior. Tony suspiró y puso los ojos en blanco.

-Esa cara no ha servido conmigo por seis años, y no sirve ahora.

-Cálmate, ¿quieres? -Pietro le espetó a Tony, mirándolo con los ojos como rendijas. Estaba sentado en la cama junto a Anastazya con los dedos recorriendo su brazo de arriba abajo en una manera tranquilizadora. Wanda se hallaba sentada a los pies de la cama de la chica, observándolos con un brillo en los ojos.

-Bájale un poco, Amante -contraatacó Tony-. Podrás ser su novio o lo que sea, pero ella aún es mi hija.

Steve rodó los ojos.

-Solo la estás molestando para sacarle información y poder ver si algo científico ha ocurrido. Y tú ni siquiera eres la figura paterna aquí... Eres el tío raro.

-Hablando de tíos raros -intervino Ana, la energía de la Gema Mente por fin había llegado-. ¿Dónde está Thor? ¿Y Bruce? ¿Están bien?

La expresión de Natasha vaciló. Clint suspiró, colocando una suave mano en el hombro de Natasha. Dio un paso adelante.

-Bruce se perdió después de la batalla. Thor regresó a Asgard a investigar las Gemas del Infinito. Intentamos contactarlo, pero está en una galaxia distinta, así que...

-¿Las Gemas del Infinito? -preguntó Ana, involuntariamente enredando en sus dedos un mechón de su cabello chamuscado.

«No lo hagas», ordenó la Gema Mente en su cabeza.

«Quiero decirles, es lo justo. Como dijiste antes, no me puedes controlar», replicó Ana, mofándose.

«¿Qué van a querer hacer tan pronto como se den cuenta, tontita? ¿Diseccionarte? ¿Sacarme de ti? Lo que no saben es que...»

«Moriré. Lo sé. Y tú igual. Pero confío en ellos; no importa si tú no. Todas estas cosas que me están sucediendo, ¿acaso no es justo aunque sea...?»

«No. Ya no se trata de lo que es justo o no. Se trata de sobrevivir.»

Ana suspiró, reclinándose sobre el pecho de Pietro. Él descansó la barbilla encima de su cabeza.

-¿Sabes algo de ellas? -preguntó Steve. Ana negó con la cabeza, apretando los dientes. Odiaba mentir, en especial a su familia.

-No, no sé. ¿Pero podrían quitarme esta condenada intravenosa?

-Sí, y después podremos sacarte de aquí -le dijo Steve, sonriéndole alentadoramente. Le hizo gestos a Tony para que ayudase.

Tony suspiró ante la falta de información y avanzó para quitarle la intravenosa, pero ella lo apartó de un manotazo.

-¿Qué quieres decir con sacarme de aquí? ¿Por qué no puedo irme a mi cuarto y ya?

Wanda le dio una palmadita confortante en la pierna.

-Irás a tu cuarto, solo que no aquí. Queríamos sacarte de Nueva York por un tiempo. -El rostro de Ana se arrugó en disgusto.

-¿Qué demonios? ¿A dónde más iría?

Clint sonrió de manera tímida.

-¿Recuerdas cuando te dije que te quedarías conmigo después de derrotar a Ultrón?

...

-Mientras... no estabas, comencé con la nueva mejora de la casa de la que no paraba de hablar. Era un lugar donde Wanda y Pietro pudieran vivir, y añadí un espacio extra en caso de que quisieras regresar -explicó mientras guiaba al trio a su notablemente ensanchado hogar-. Laura ha estado amueblándolo mientras no estuve, así que... bienvenidos a casa, supongo.

Wanda sonrió, mirando a Anastazya en busca de una reacción igual, solo para encontrar una firme mueca pintada en su rostro. La expresión de Wanda cayó.

-Te ves molesta. ¿No quieres vivir con nosotros?

Los ojos de Ana se agrandaron, mientras salía de su ensimismamiento.

-No, por supuesto que sí, es que... ¿es necesaria la silla de ruedas?

Pietro se burló desde su lugar detrás de Ana, conduciendo su silla con una mano y arrastrando su equipaje con la otra.

-Por supuesto que lo es, Princessa. Necesitas relajarte -le dijo Pietro, sonando demasiado divertido para el gusto de Ana.

-Pero puedo caminar. Caminar no ejerce...

-Cállate.

-Pero, Pietro, yo...

-¡Cállate!

-No me gusta, me hace sentir...

Ana gritó de sorpresa cuando Pietro se le acercó y le dio una toba* en la frente.

-¡Ow! ¡¿Qué mierda?! Pietro, eso no fue... -Anastazya se calló.

«¡Silencio, tonta! -La regañó la Gema Mente-. Por fin me están tratando como el precioso artefacto que soy. No me arruines esto, o nunca dejaré que lo olvides.»

Anastazya gruñó y se pasó las manos por su nuevo cabello corto. Wanda se lo había hecho, dejándolo apenas por los hombros. No había mucho que salvar de su cabello tras la explosión.

Clint dobló una esquina para revelar un gran corredor hacia una enorme puerta cerrada. Sonrió con entusiasmo.

-Debo admitir que Steve y Tony ayudaron un poco, pero el diseño y todo fue mío -parloteó, guiándolos hacia el final del pasillo y envolviendo la mano alrededor del pomo de la puerta. Cuando lo giró, la puerta se abrió para revelar un cuarto gigante.

La habitación era como una perfecta portada de revista. Anastazya tenía miedo de instalarse en cualquier sitio en caso de arrugar la tela o mancharla con algo. El sofá era crema, pero tenía hojas, incrustadas en una fina seda verde, bordadas tan delicadamente que podrían haber aterrizado allí durante la primavera y solo asentarse, pero ella sabía que coserlas había tomado cientos de horas. Las cortinas blancas eran de lino, el tipo de blanco que no habían tocado unas manos y desprovisto del polvo. El suelo era de una madera pulida, oscura y libre polvo y desorden. Anastazya de inmediato reparó en que había dos niveles. El primero parecía una sala de estar. En una esquina había una pequeña cocina, y en otra estaba la puerta que daba a un gran baño con encimeras de mármol y una ducha inmensa. El techo encima de ellos era de cristal y, a través de este, Anastazya podía ver tres camas, unas pocas mesitas de noche, libreros y la luz que provenía de una enorme ventana en un rincón.

Anastazya nunca había visto una habitación con tantos muebles y matices que nunca habría escogido, mucho menos una habitación que le encantara tanto. Había dedicado sus compras a cosas simples y mayormente blancas, pero las paredes eran lavandas y de los colores del atardecer. El mobiliario era rústico y oscuro, esparcidos con cojines brillantes. Había una mesa al alcance de cada asiento y las paredes estaban más cubiertas de fotografías que de pintura. Cada una de ellas era un recuerdo feliz. Anastazya cumpliendo doce, unas cuantas fotos de acción durante sus batallas, viejas y recientes, Steve estrechando la mano de Fury por primera vez. De alguna manera, Clint había encontrado fotos de los gemelos con sus padres cuando eran más jóvenes, imágenes que humedecieron los ojos de Pietro. El aire era cálido y olía a galletas de azúcar. No era solo una casa, era un hogar; Clint lo había hecho así. El corazón de Ana se calentó ante la expresión en los rostros de los gemelos. No habían tenido un hogar en demasiado tiempo.

-Bienvenidos al Motel Barton. -Clint exhaló, observando su trabajo con una sonrisa en el rostro-. Siéntanse como en casa.

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(*)Toba: Pequeño golpe que se da impulsando los dedos índice o corazón con el pulgar.

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¡Hola! Ha pasado un tiempo desde la última actualización, lo sé, pero así dije que iban a ser. Leeentas, ahre.

Pero estoy planeando subir un capítulo cada dos semanas, que es muchísimo menos tiempo que el que me he tomado para actualizar.

¿Qué les ha parecido el capítulo? ¿Creen que Ana debió decir algo sobre la Gema Mente?

Nos leemos pronto, xoxo

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