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🏹🦊

Su respiración era irregular y una ligera capa de sudor recorría su cuerpo haciendo que la delgada blusa debajo de su keikogi se le pegara al cuerpo.

Umiko se encontraba practicando con su katana en el dojo de la casa, su padre la miraba mientras le indicaba cuáles eran sus errores. El hombre siempre le había exigido el triple y era muy severo en cuanto al entrenamiento de su hija, los demás pupilos del hombre apenas tenían una probada del fuerte entrenamiento que daba Masaru Ichigo. Y es que muy pocos eran capaces de soportar sus clases. Muchos se habían dado por vencidos antes de terminar la primera clase y otros cuantos apenas soportaban lo suficiente.

—Separa más las piernas— le indicó el mayor mientras ponía un palo sobre la pierna que debía mover.

La chica acató la orden y de inmediato ajustó su posición. No le gustaba que su padre le corrigiera pues eso significaba que aún no era la suficientemente buena. Aunque lo era, era realmente excepcional en las artes marciales y usando la katana era aún mejor, el hombre mayor lo sabía. Estaba orgulloso de las habilidades de su hija pero sabía que podía ser aún mejor.

—¡Señor!— un hombre llegó corriendo— unos hombres de la Yakuza están causando problemas serios. Quieren quemar la panadería que está al final de la calle.

—Me haré cargo— el mayor miró a su hija. —Sigue practicando, regreso más tarde.

—Sí, padre.

La chica hizo una reverencia cuando su padre se marchó y continuó con su entrenamiento.

Pasaron alrededor de tres horas, Umiko decidió que era suficiente entrenamiento por el día y fue en busca de comida luego de tomar un baño y cambiarse de ropa. En la cocina estaban su abuela y su madre preparando algo de comer.

La mujer mayor había llegado aquella mañana de visita y tenía planeado quedarse un par de días. Pronto sería el cumpleaños de Masaru y quería estar con él en esa fecha tan importante.

—¿Ya regresó mi padre?— preguntó sin dirigirse a ninguna en particular.

Caminó hasta el cesto junto a la estufa, donde se encontró con varios panes de zanahoria recién hechos, mirando con precaución a las dos mujeres, rápidamente tomó uno y lo comenzó a comer en silencio antes de que la notaran. Aoko había fallecido un año atrás debido a la edad, al final, Umiko le había tomado un poco de cariño y cuando hacía sus travesuras, como robar un pedazo de pan, la recordaba con una sonrisa.

—Aún no, pero estoy segura que no debe tardar— contestó su madre con suavidad. Estaba preparando unas bolas de arroz.

Umiko caminó a la ventana, desde donde pudo observar a su padre que ya se encontraba de regreso junto a algunos de sus hombres. Sonrió al verlo. El hombre se veía un poco exhausto y su cabello que siempre estaba bien peinado, estaba desordenado. Al menor no parecía estar herido y eso era suficiente.

De pronto, vio algo que la dejó perpleja. El hombre se estaba volviendo cenizas; volteó a ver a las mujeres con las que se encontraba pero ya no estaban. Sintió mucha agitación en su interior, no entendía lo que pasaba. El pequeño pedazo de pan que estaba en su mano terminó en el suelo.

Salió corriendo de su casa, a muchas otras personas le sucedía lo mismo y no tenía ni la más mínima idea de qué hacer, todo ocurría tan rápido que no logró reaccionar.

—¡Ayuda!— escuchó gritos de una mujer muy alterada— ¡mi hijo!

No logró moverse de su lugar, había entrado en una especie de shock. Muchas personas a su alrededor se estaban desvaneciendo como si fueran polvo.

Fue por mera inercia que comenzó a correr en busca de sus familiares y amigos pero no encontró a nadie.

Ya no le quedaba nadie.

🏹🦊

Momentos antes en otra parte del mundo...

Clint Barton miraba con una gran sonrisa a su hija. La niña practicaba con el arco que su padre le había regalado hacía relativamente poco. Desde que estaba en arresto domiciliario, había pasado más tiempo con sus hijos y eso era algo que realmente agradecía después de todo lo ocurrido. Aquellos niños necesitaban a su padre ahora más que nunca y pensó que el arresto domiciliario fue una clase de bendición.

El castaño se aseguró de que la carne no se iba a quemar y se acercó a la pequeña.

Antes, miró a sus otros dos hijos quienes corrían por todo el lugar jugando algo que él realmente desconocía pero que los niños parecían disfrutar demasiado.

Una vez que estuvo junto a Lila, le mostró cómo debía tomar el arco y le ayudó a disparar.

—¡Papá!— habló Cooper— ¿Ya está la comida?

Clint lo miró desde lejos.

—¡Sólo un minuto más!— contestó en voz alta.

—¡Bien!

Clint miró de nuevo a su hija.

—Ve por tu flecha, es hora de ir a comer.

—Seguro— la niña le dedicó una gran sonrisa a su padre antes de ir en busca de su flecha.

Mientras Lila caminó a paso lento, Clint miró a sus otros dos hijos a quienes no veía por ninguna parte.

—¡Cooper!— llamó— ¡Nathaniel!

Miró desesperadamente por toda el área. Era campo abierto, no había manera de perderlos de vista. Mucho menos con sus habilidades de vista de halcón.

Regresó la mirada a su hija, quien tampoco estaba allí. Sólo un rastro de ceniza.

Las manos le temblaron ligeramente y se obligó a respirar y relajarse, ¿qué se supone que debía hacer? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Donde estaban sus hijos?

Miró a todas partes en busca de algún tipo de respuesta, pero simplemente no entendía. Se quedó estático en su lugar hasta que logró dar algunos pasos e intentó buscar a sus hijos en los alrededores.

Corrió por todo el campo, esperaba encontrarlos escondidos en algún lugar pero ya no estaban. Se apresuró a sacar su celular pero con su mente tan abrumada no estaba seguro de a quien llamar. Trató de respirar y buscó el nombre de Natasha ente sus contactos. No pudo llamar, no cuando sus ojos comenzaban a nublarse.

Al final, no fue capaz de marcar y guardó su celular en el bolsillo de su pantalón. Se dejó caer en el pasto dejando que las lágrimas fluyeran por sus mejillas.


nova wayne ┊ 2024 edition

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