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🏹🦊

Clint Barton había llegado a Japón hacía un par de días, le habían llegado ciertos rumores de una banda de criminales que causaban muchos problemas y claro que no estaba demás ir a investigar un poco.

La verdad es que había sido bastante sencillo dar con aquellos criminales, pues actuaban abiertamente intimidando a cualquiera que fuera más débil que ellos. Principalmente a dueños de pequeños negocios a quienes les cobraban sólo porque si, o alguna especie de protección, había escuchado. Pero quienes se negaran a pagar una cantidad absurdamente enorme de dinero, terminaban con sus negocios hechos cenizas o con golpes que necesitan atención urgente. Era horrible ahora que no tenían a nadie que los protegiera.

Se hacían llamar los Yakuza y se dedicaban a aterrar a la poca gente que había sobrevivido. Clint sabía cuál era su trabajo, así que puso manos a la obra y comenzó a seguir a un pequeño grupo para saber más de ellos. Sus escondites, sus rutas habituales, conocer a los jefazos.

Luego de que sus hijos desaparecieran, sintió que todo su mundo se había desmoronado. Ya no tenía nada y sentía una terrible impotencia darse cuenta que muchos criminales seguían injustamente con vida. ¿Por qué ellos? ¿Por que su familia tuvo que desaparecer? Eran buenos chicos que nunca habían hecho ningún mal. ¿Por qué esos asquerosos criminales fueron los que tuvieron la oportunidad de seguir con vida? Ya no importaba.

Para ese punto de su vida, ya no le temía a la muerte, lo único que le interesaba era poder terminar con todos aquellos personajes que causaban problemas. Se había convertido en alguna clase de justiciero anónimo.

En la tercera noche de su estadía en Japón, había llegado a un viejo almacén cerca del muelle y para su sorpresa, logró darse cuenta con rapidez de que una chica también seguía al pequeño grupo de criminales.

Decidió observar desde las sombras y actuar solo si resultaba ser necesario. Aquella chica le causó bastante curiosidad, apenas la había notado pues sus movimientos eran muy sigilosos y se movía con mucha gracia entre las sombras.

Clint pudo notar de inmediato que aquella chica peleaba muy bien y no había forma alguna de negarlo. Pero ya estaba muy cansada y la superaban en número por mucho. Era bastante injusto seis contra uno, teniendo ellos una ventaja significativa de armas.

El hombre se acercó un poco más, le impresionó mucho esa niña pero era el momento de actuar. La pobre chica estaba a punto de ser atravesada por una katana.

Umiko cerró los ojos por reflejo, esperando el golpe que acabaría con su vida. Sin embargo, no sucedió.

Dos espadas chocaron provocando un estruendoso ruido y fue cuando recuperó el valor para abrir los ojos. Había un sujeto encapuchado luchando contra el hombre que estaba a punto de atravesarla.

Umiko sintió que le regresaba el aliento, la adrenalina había desaparecido de su cuerpo y antes de ponerse de pie intentó recuperar la respiración. No se había dado cuenta de lo cansada que estaba hasta ese momento.

El encapuchado mató al miembro de la Yakuza luego de una pelea que duró varios minutos y luego miró a Umiko sin ninguna expresión en particular mientras limpiaba su propia katana. De hecho, ni siquiera había podido ver su rostro aún.

—Lo tenía todo controlado— le dijo Umiko al hombre. Se puso de pie y sacudió el polvo de su pantalón.

El sujeto se quitó lo que cubría su cabeza dejando ver a un hombre occidental. Umiko lo miró con interés y curiosidad.

—Sí, claro. Lo noté cuando estuvo a punto de atravesarte con su katana— fue lo único que dijo antes de dar media vuelta. 

La chica se sintió un poco intimidada por el tono tan frío que había utilizado aquel hombre, sin embargo no dejó verse débil y le habló antes de que se marchara.

—¿Qué hace un occidental tan lejos de sus tierras?— el sujeto la ignoró por completo pero ella no se rindió.

Suspiró molesta, la estaba ignorando luego de salvarla. Al menos debería presentarse o algo parecido. Camino detrás de él intentando seguirle el paso pero él era muy rápido.

Pese a que Clint estaba muy interesado en conocer a esa chica, debía continuar con su camino. Tenía una herida y quería un lugar tranquilo para atenderse lo antes posible.

—Al menos podrías decirme cómo me encontraste. O por qué no me mataste a mi. Tan siquiera tu nombre.

Siguió sin hacerle caso a las palabras de la chica y continuó con su camino. La chica notó que el hombre tenía una herida en su costado, no se veía nada bien pues había una enorme mancha de sangre que se camuflaba en sus ropas negras pero se podía notar si prestabas la suficiente atención.

Seguramente se la había hecho cuando peleaba con aquel sujeto. Aquel yakuza tenía habilidad para pelear y el desconocido aún parecía un poco torpe en el combate cuerpo a cuerpo con espada.

—Eres terrible con la katana, ¿lo sabías?— el hombre detuvo el paso y frunció el ceño— no sé quién eres y la verdad no es que me importe mucho pero al menos me gustaría ayudarte un poco— dirigió su vista a la herida— no se ve nada bien eso. Podría llevarte a mi casa y ayudarte a curarla. Me salvaste la vida... déjame ayudarte.

Volteo a verla y asintió ligeramente. Era cierto que el dolor era intenso, pero prefería fingir que todo estaba de maravilla, sin embargo, no tenía a dónde ir y mucho menos tenía con que curarse.

—Esta bien.

Umiko sonrió por haber obtenido la victoria y encabezó la caminata.

—Es por aquí. Dejé mi motocicleta cerca para regresar más rápido.

Umiko comenzó a caminar con aquel hombre siguiendo sus pasos de cerca. Llegaron hasta su motocicleta y Umiko se subió, Clint lo dudó un momento pero al final también subió con cuidado y la chica aceleró tanto como le fue posible. Fue un viaje silencioso pero agradable con el viento golpeado sus rostros.

Llegaron a la casa de la chica, la cual se sentía baste fría y solitaria. Claro, había sido un hogar que era habitado por al menos quince personas y ahora estaba ella sola.

—Mi nombre es Umiko, Umiko Ichigo— se presentó mientras lo guiaba por los pasillos de la casa— soy parte del clan Fujiwara... la última del clan, en realidad— hizo una reverencia mientras fruncía levemente el ceño. Aún le dolía recordar el pasado.

—Clint, Clint Barton— dijo simplemente y levantó su mano para estrecharla con su contraria.

Umiko, sin estar acostumbrada a ese tipo de gesto, tomó la mano del hombre, la cual estaba increíblemente fría y áspera pero no le pareció desagradable en absoluto.

—Bueno, Clint... será mejor que revisemos eso.

El hombre tomó asiento en una silla cercana y se quitó las prendas superiores. Umiko fue en busca del botiquín para ayudar a Clint. Tenía un botiquín bien equipado pues ella misma lo necesitaba con bastante frecuencia.

Rápidamente se dio cuenta de que el hombre estaría bien, afortunadamente la katana no había dado en un punto crítico y aunque era bastante sangre la que había salido, todo estaría bien. Al menos después de un buen descanso y los cuidados pertinentes.

Al finalizar el vendaje, la asiática sonrió satisfecha por su buen trabajo.

—Puedes usar el cuarto de allá. El baño está justo al frente y mi habitación está al fondo. Si necesitas algo, sólo tómalo. No hay mucho pero tengo todo lo esencial.

—Gracias— dijo con simpleza. Se notaba que el hombre desconfiaba mucho de ella y no lo culpaba.

Eran completos desconocidos y él no tenía por qué contarle su vida a una chica que conoció algunos minutos atrás.

Umiko se fue a su habitación. No tenía ni idea de por qué ayudaba a ese sujeto. Tal vez era el hecho de que le había salvado la vida y ahora estaba en deuda con él aunque él no lo supiera.



nova wayne ┊ 2024 edition

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