Capítulo 13. Luke.

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—¿Ya estás pensando en huir?

Me tomo el último trago de mi refresco de manzana antes de mirar a Becca. Ambos estamos sentados en la alfombra porque niña 1 y 2 se quedaron dormidas en el sofá.

—No mientras quede pizza, —levanto la tapa de cartón. —¿Quieres otro pedazo?

—No, estoy bien. —vuelve su vista a la pantalla. —es tarde, llevaré a las niñas a sus camas.

Me levanto primero para ayudarle a hacerlo, Becca toma a una niña en sus brazos y yo cargo a la otra hasta la habitación que comparten.

Las arropa, besa sus frentes y enciende la lámpara entre sus camas como una madre amorosa haría. Yo voy hasta la sala por otro trozo de pizza mientras espero.

—Estaban exhaustas. —se ríe.

—Bueno, repetir todos los diálogos de la película es cansado. A mi me perdiste después de la segunda canción, —vuelve a reír. —¿Esa es la razón por la cuál no quieres salir conmigo?

—¿Mis hijas? —yo asiento. —Si.

—¿Por qué?

—Porque no puedo tomar ningún riesgo con ellas, Luke. Necesitan toda mi atención y me preocupa exponerlas a hombres.

—Pero no entiendo, no tienes qué presentarles a cada hombre con el que duermes, ¿O si?

Sus cejas rojizas se fruncen.

—No quiero enredarme con un hombre que no conozco, ¿Y si está loco? ¿Y si se obsesiona? ¿Y si me...?

—¿Sigue a casa? —es mi turno de sonreír.

—¡Especialmente si me sigue a casa! Y se gana a mis niñas con pizza y películas de princesas.

—Eso es porque las chicas me aman. —concuerdo.

—Demasiadas chicas te han amado, si me lo preguntas. —sus labio se fruncen en una mueca que oculta tomando un pedazo de pizza.

Okey.

Querido Luke, tienes a una celosa entre manos, así que mejor cambia el tema.

—¿Por qué Brandon vive contigo?

—Porque me ayuda con las niñas. Bueno, ya son más grandes pero al inicio era difícil tener a dos pequeñitas traviesas corriendo por toda la casa, y Brandon... Digamos que es la figura paterna de las gemelas.

—¿Qué hay de su padre?

Se sirve otro poco de la bebida en su vaso y toma un sorbo.

—Nos divorciamos.

—¿Pero no ayuda con ellas?

—Hmm... No.

—¿Y paga la manutención?

—Envia un cheque cada mes, si.

—¿Y cuando quiere verlas?

Sus cejas se fruncen en un gesto de molestia, pero igual contesta.

—Le envío una foto, Luke. ¿También quieres ver el acuerdo de la custodia?

Mierda.

—No, solo quería saber por qué tienes tantas dificultades cuando tienen un padre.

—El padre tiene una nueva esposa joven que no quiere lidiar con sus hijas. Mucho menos después de la última visita. —una pequeña sonrisa se estira en sus labios. —Marci pudo haber quemado un poquito la alfombra de la sala... O pudo ser el gato.

Si, cómo no. Ríe más fuerte haciendo que yo también me ría imaginando la travesura de las pequeñas.

—Voto por el gato. —concuerdo.

Ambos volvemos a reír un momento más. Y no sé si es la locura de noche que he tenido, pero me siento muy cómodo aquí.

—Tienes una bonita casa, me gusta.

—Gracias. —tamborilea los dedos sobre la mesita. —Es tarde, creo que deberías...

—Si.

Me levanto, así ella no tiene que decirlo y ayudo a llevar los vasos a la cocina.

—Gacias por la cena. —dice cuando me acompaña a la puerta.

—Gracias por la película, —y por la sorpresa doble. —Espero que encuentres a una niñera pronto.

—Si, bueno... —encoge los hombros pero sonríe. —Lo solucionaré, no te preocupes.

Y no lo hago.

Me acerco para despedirme, y antes de que pueda empujarme, la beso en la mejilla.

—Te veo mañana, ratoncita.

—¿Ratoncita? —chilla mientras me alejo. —¿Dónde carajo me viste pequeña?

—¿Conejita? —giro antes de abrir mi puerta. —¿Una sensual conejita en mis fantasías?

—¿Qué? ¡No!

—Si, me gusta. ¡Adiós, conejita!

Gruñe algo más que no alcanzo a escuchar por los vidrios arriba de la ventanilla y le hago una seña a modo de despedida.

El trayecto a casa es incluso más corto de lo que recordaba, estaciono el auto y subo hasta mi departamento listo para tomar una ducha e ir directo a la cama.

Mantengo mi buen humor al día siguiente, pero no dura mucho. La señora Grey en su uniforme azul y Lay me esperan al pie de las escaleras de la estación.

—¿Buenos días? —saludo, viendo sus ceños fruncidos.

—¿Y bien? ¿Cómo te fue? —Ana comienza el interrogatorio.

—Mierda, ¿Por lo menos puedo tomar una taza de café?

Leila rueda los ojos antes de mirar a Ana.

—Lo arruinó.

—Ay, carajo, —la señora Grey resopla. —¿Qué dijiste?

—¡Nada! —chillo.

—Lo ves, —Lay insiste. —Lo arruinó sin abrir la boca.

¿Qué? ¿Siempre es mi culpa?

Ana extiende un billete enrollado hacia Lay, que lo toma y sonríe.

—¡Un momento! ¿Apostaron?

Ambas encogen los hombros sin responder.

—¡Malas amigas! Y para que lo sepan, solo lo arruiné al principio cuando la seguí hasta su casa... —Leila arquea ambas cejas, sorprendida. —Pero luego estuve ahí cuando las cosas se complicaron, compré la cena y hablamos. ¡Eso es todo! ¡Al final no lo arruiné!

—Mierda... —Chilla Lay, regresando el billete a Ana.

—¿Eso qué significa? —me quejo.

—Problemas maternos, bebé —Ana agita el billete antes de guardarlo en su bolsillo. —Sabía que lo lograrías.

Mi boca se abre para discutir pero Ana se aleja con una gran sonrisa, dejándome con Lay y sin falta de fé en mi.

—¿Por qué apostaste en mi contra?

Ella comienza a caminar dentro del edificio y la sigo.

—¿Honestamente? Creí que Becca sería un hueso duro de roer.

Entiendo.

—Si te sirve de consuelo, aún no tenemos sexo, así que sigue siendo un hueso difícil. —Subimos las escaleras directo a nuestro piso. —Y no me dijiste que era mamá.

—¿Lo es? —se detiene en el último escalón. —No lo sabía, pero tenía ese presentimiento. ¿Eso cambia las cosas para ti?

¿Lo hace?

—No. Aún quiero acostarme con ella.

—¡Luke!

—Me refiero a que aún me resulta atractiva y eso. Mierda, Lay, pareces mi madre.


~ • ~

Imagen de Christian para que entren en calor 😏.

😇

(Por el clima frío, malpensadas jajajaja)

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