Capítulo 15. Luke.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Aún estás molesto? —se detiene para mirarme, así que le enseño mi dedo medio.

—Jódete, Christian.

Sigo caminando hasta mi auto y subo cerrando la puerta de golpe. Jodido Christian. El idiota solo tuvo que pararse ahí para que Ana se enamorara de él, así que no tiene ningún consejo útil.

—Piensa, Luke, Piensa. Las chicas te aman pero nunca intentaste tener una novia, ¿Cierto?

Siguiendo mi intuición detectivesca, me detengo en mi lugar favorito de hamburguesas y papas fritas para pedir cuatro combos antes de dirigirme a casa de cierta pelirroja.

El jodido asunto del apodo no funcionó como debería, y el puto Christian no hizo más que burlarse, así que voy a pasar del tema en esta ocasión. Un par de minutos después, estoy parando fuera de su casa, y por el ruido de la televisión, sé que no me equivoqué.

Golpeo la puerta y espero con mi mejor sonrisa.

—¿Luke? —Becca arruga las cejas cuando me reconoce—. ¿Qué haces aquí?

—Traje hamburguesas con mucho queso —le muestro la bolsa—. Y papas fritas con catsup.

Ella pone los ojos en blanco.

—No puedes alimentar a las niñas con comida chatarra todos los días.

—Si, si puedo. —sonrío—. ¡Niñas! ¡El tío Luke trajo comida!

Sabía que niña 1 y 2 responderían favorablemente a mi invitación de comida, chillando y saltando hacia mi.

—¿Tú eres el tío Luke? —dice una con el ceño fruncido—. Él no es nuestro tío, ¿Verdad, mamá?

—Dios, no. —suspira Becca.

La otra niña solo me mira y ladea la cabeza, pasando sus ojos a la bolsa de papel y de vuelta a mi.

—Hamburguesas. —me inclino para estar a su altura—. ¿Quieres una de éstas, muñequita?

Manny, Milly o como sea que se llame mira a su madre con la confusión grabada en su rostro.

—Agh, carajo. ¡Bien! Comeremos hamburguesas —Becca me hace una seña para que la siga dentro de la casa—. Laven sus manos ahora, niñas.

Ambas desaparecen en el pasillo mientras sigo a su mamita a la cocina donde busca platos y servilletas. Creí que me daría una agradecimiento especial, pero solo sigue frunciendo el ceño.

—Gracias por preocuparte, pero no es necesario. Solo... No hagas esto.

—¿Qué?

—Estoy... —señala entre ambos—. Ya te lo dije, no quiero que mis hijas se encariñen contigo y luego las abandones cuando encuentres otra diversión.

Ahora soy yo quien arruga las cejas.

—No voy a abandonarlas.

—¡Lo harás! Cuando este asunto te aburra, dejarás de venir y las niñas preguntarán por ti. No hagas eso con mis hijas, Luke. No con ellas.

Mierda.

—Créeme, Becca. No estoy aquí para lastimar a tus hijas, ¡pero está es la única forma de acercarme a ti! No quieres salir conmigo, ni darme otra oportunidad, ¡Nada!

—Entonces respeta mi desición.

Antes de que pueda responder otra cosa, dos cabezas pelirrojas con coletas aparecen por detrás de la barra de la cocina, mirándonos.

—Mamá, ¿Ya podemos comer papas?

—Si, Marcie. Toma un plato y deja que Maddie tome el suyo.

Señala la mesa, así que la ayudo a llevar el resto de las cosas hasta ahí junto con los refrescos de naranja.

—¿Cómo sabes quién es quién? —pregunto.

—Son mis hijas, Luke. Las reconozco.

Oh, vaya.

—Mamá, ¿El tío Luke es tu hermano?

—No. —Becca corta las hamburguesas de las niñas por la mitad para que puedan comer—. El tío Luke es un amigo.

—Entonces, ¿Me puedo comer sus papas?

—No, —respondo al mismo tiempo que Becca—. ¡Yo también quiero comer papas!

—Dios... —suspira de nuevo—. Puedes comerte las mías, Marci.

Ah, si. Marcie y Marie. ¿O era Millie?

—¿Y tú? —miro a la otra niña que siempre está callada—. ¿También quieres papas?

La niña solo niega con la cabeza sin dejar de mirarme en un gesto que me da un poco de escalofrío. Su gemela se apresura a contestar.

—No le agradas a mi hermana.

—¿Por qué no? —me quejo—. Soy genial y divertido. Y guapo.

—Y modesto... —agrega Becca en voz baja. —Basta de interrogar a nuestro invitado y coman, no es momento de charla.

Los tres asentimos en acuerdo y comemos el resto de los alimentos en silencio, Becca repartiendo sus papas fritas en los platos de las niñas aunque Marci termina tomando algunas del mío.

Después de comer, Becca recoge los platos mientras las niñas vuelven a su habitación para asearse y no vuelven, dándome la oportunidad perfecta para acorralar a su madre.

—¿Te ayudo con algo? —pregunto cuando me detengo a su lado en la cocina.

—No, estoy bien. Gracias por traer la comida Luke, estuvo deliciosa.

—Me alegra que te gustaran mis hamburguesas favoritas, compro ahí 3 o 4 veces a la semana.

—¿Qué? —se ríe, echándome un vistazo de arriba a abajo—. No es posible que comas tanto y luzcas así.

—Tengo buenos genes, mamita.

—Oh, Dios mío, eres tan arrogante. —se ríe.

Aprovecho el momento para levantar mi camisa fuera de mis pantalones y mostrarle los abdominales por los cuales he trabajado duro, su mirada clavándose ahí.

—¿Lo ves? Buenos genes.

Sé que sus dedos pican por tocarme porque, ¿Quién podría resistirse? La ayudo tomando su mano y poniéndola sobre mi abdomen. Está tan sorprendida, que no me detiene cuando presiono mis labios sobre los de ella.

Le toma un segundo darse cuenta pero no se aparta. Se queda ahí con los labios inmóviles y los hombros tensos mientras mordisqueo sus labios.

—No estás cooperando, mamita. —sonrío sin apartarme mucho—. Esto es más divertido si participas.

Ella también sonríe, luego se queda inmóvil otra vez cuando el ruido de la puerta abriéndose nos sorprende.

—¿Becks? Conseguí que Natalie se quedara... —Brandon se detiene cuando me reconoce—. ¿Qué carajos hace él aquí? ¿Y por qué parece que están teniendo sexo en la cocina?

Eso hace que la mujer a mi lado me empuje para enfrentar a su hermano.

—Luke ya se va, y no estamos haciendo nada.

¿Ya me voy?

—Eso no me explica qué hace él aquí. —cruza los brazos y me mira con molestia—. Será mejor que te vayas de aquí, amigo. Y no vuelvas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro