𝐞𝐢𝐠𝐡𝐭𝐞𝐞𝐧. 'til death do us part

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XVIII —— 'til death do us part

🦢

APENAS DURMIÓ ESA NOCHE, y tampoco la siguiente, sino que dio vueltas en la cama y se quedó mirando el techo, preguntándose: ¿desde cuándo los animagos cambian de color? Al final, dieron las cinco y renunció a conciliar el sueño, saliendo del dormitorio para ducharse y prepararse para las clases del lunes.

Fue la segunda en llegar a Defensa esa mañana; la primera fue Evie Rosier, la hermana de Ravenclaw del amigo de Regulus que fue expulsado a principios de ese año. Tal vez era de conocimiento común o tal vez Fianna pueda encontrar la correlación de todo con Regulus. No está tan segura en este momento.

Fianna no habla con Regulus en toda la clase; afortunadamente, se sientan en lados diferentes del salón, por lo que ella puede salir antes de que él sea capaz de atraparla. Si él quisiera, piensa de mal humor, preguntándose qué está pasando, cuál es el sentido de todo esto. Sabe que está en una espiral y que también está enfadada con él, pero aun así. No sabe si vale la pena molestarse, no después de que él soltara ese comentario sobre su hermano.

Cruza penosamente el castillo hacia Adivinación, ignorando a Regulus, quien sabe que camina en la misma dirección porque se sientan juntos en esa clase. Normalmente, llegarían juntos.

Trelawney, por fortuna, pasa la hora sermoneándoles sobre profecías, lo que rápidamente se convierte en un lamento sobre el destino y el momento divino y blah, blah, blah. Hace que Fianna se sienta un poco existencial, pero se alegra de no tener que hablar con Regulus.

Fianna descansa la cabeza entre las manos, deseando no estar sentada junto a su más o menos-pero-no-novio mientras escucha todas estas tonterías, cuando Trelawney les suelta a todos: "Las almas se alinean en el momento preciso para ello." Y Fianna no puede evitarlo: gruñe, poniendo los ojos en blanco. Algunas personas (entre ellas Regulus) miran hacia allí, pero por suerte Trelawney está demasiado metida en el monólogo como para darse cuenta.

¿Qué significa eso? "Las almas se alinean en el momento preciso para ello." ¿Significa que su vida ha llevado a todo esto? ¿Es todo lo relacionado con Regulus tan importante que incluso es algo que exige un momento divino?

Piensa en la primera vez que conoció a Sirius; él le contó que su hermanito Regulus tenía su edad, y lo perfecto que era, pero ella no creía que lo dijera con mala intención. O cuando Regulus y ella empezaron a estudiar en Hogwarts y se mostraron incómodamente educados porque sus hermanos eran amigos. O cuando Fianna sintió lástima por él cuando Sirius se marchó, y fue muy amable, y Regulus se dio cuenta, no le gustó, y fue grosero con él. O cómo se ablandó de nuevo durante el verano, lo que la llevó a pensar que la estaba embaucando...

Pasa el día de mal humor, sin saber qué hacer. Una parte de ella se pregunta si debería volver al aula de Adivinación y pedir prestada una baraja de cartas del tarot para intentar preguntarles algo. Pero luego recuerda su lectura en parejas al comienzo del año escolar: La Torre, La Emperatriz, La Muerte. Las cartas no le ayudarán cuando ya sabe a qué conduce. Un gran cambio, bueno o malo.

No es que su forma animaga haya cambiado de color ni nada por el estilo.

Mientras recoge sus cosas al final de su última lección, Pociones, Regulus aparece frente a ella. Fianna intercambia una mirada con Georgia, sentada a su lado, y suspira.

—Te veré en el Club de Duelo —le dice a Georgia.

Georgia le da a Regulus una mirada desagradable antes de salir del aula. Obviamente Fianna le contó a Georgia sobre el comentario de Remus; se había ofrecido a romper con Regulus en su nombre.

—¿Vas a hablar conmigo alguna vez? —pide él.

—Depende —ella frunce el ceño y una ráfaga de menta golpea su cara—. Merlín, ¿estás comiendo hojas de menta?

—Son reconfortantes.

Fianna pone los ojos en blanco.

—Parece que voy a morir por una ráfaga de Polo.

—¿Qué...?

—Un tipo muggle de menta. Es evidente que no lo sabes, porque los odias y a mi hermano y todo lo demás feliz en este mundo, como Fleetwood Mac y los conejitos y...

—¿Has acabado? —Regulus le da una mirada divertida.

Fianna frunce el ceño.

—No. Y felicidad y alegría y...

—Son lo mismo.

—Me sorprende que lo sepas.

—La gente malvada puede conocer sinónimos —dice él secamente.

El aula se ha vaciado ahora, todos están desesperados por escapar de su última lección del día. Fianna quería hacer lo mismo; habían pasado la clase preparando Amortentia, y Fianna contenía la respiración cada vez que estaba cerca. En un momento, usó una pinza para el cabello para tapar sus fosas nasales, negándose a oler nada. Sin embargo, piensa que las dos horas que pasó bloqueando su nariz la han vuelto súper sensible, porque todo lo que puede oler es la loción de afeitado de Regulus, que apuesta que es una mierda costosa de sangre pura que su madre le compra.

—Deja que te pida perdón, por favor —dice él.

—Necesito ir al Club de Duelo —ella toma su libro de texto.

Regulus hace una pausa y luego dice:

—Está bien, iré contigo.

Fianna levanta una ceja.

—¿Puedes soportar estar cerca de mi hermano el monstruo?

—Por el amor de Merlín, Fee.

Ella emprende su camino fuera del aula. Regulus la sigue.

—No quise decir lo que dije —intenta explicarle.

—Pero aún así lo dijiste. No estoy diciendo que te deseo esto, pero no entiendes cómo es, no has tenido que preocuparte como yo —ella se detiene por un segundo, queriendo aprovechar el silencio del pasillo—. Simplemente no pensé que aún pensaras así.

—¡No!

—Entonces, ¿por qué lo dijiste?

—¡Porque estaba molesto!

Fianna lo mira.

—Esto es estúpido.

Se mueve para empezar a caminar de nuevo, pero él la agarra de la mano y la detiene.

—Si pudiera retirarlo, lo haría. Y sé que soy un privilegiado, nunca pensé lo contrario, pero igualmente no quiero este privilegio si mi vida actual es lo que representa.

—No lo dices en serio —susurra ella.

—Sé lo que estoy sacrificando. Y con mucho gusto lo haría por ti.

Fianna se siente mareada y no sabe qué responder. Finalmente, rompe el silencio.

—Es amable de tu parte... pero sigo molesta.

—Me lo esperaba —él se inclina y besa la parte superior de su cabeza.

—Ah... No quería entrometerme.

Salome aparece por detrás de ellos. Fianna nota que Regulus se pone rígido; le pone la mano en el brazo, como si intentara protegerla. Su mirada se dirige a los pies de Salome: lleva su concepto de calzado informal, unas Mary Janes con tacón, pero Fianna sabe que se puede oír el taconeo de Salome antes de verla en cada ocasión. ¿Ha usado un encantamiento silenciador? Joder, ¿y si sospecha?

Fianna intenta actuar con calma.

—Prefiero que seas tú que uno de segundo.

Salome resopla.

—¿Reggie vendrá al club por una vez?

—Uh...

—Sí —responde Regulus, interrumpiendo a Fianna—. Estoy seguro de que le gustaría tener práctica extra.

Hay un brillo en los ojos de Salome antes de sonreír con picardía.

—Seguro que sí, Reg. Os veo allí.

¿Qué parecería menos sospechoso? ¿Ir ahora mismo con ella o esperar unos minutos para susurrar sobre la posibilidad de que oyera a Regulus exponiéndose? Pero si silenció sus zapatos, de lo cual Fianna está casi segura, ¿qué sentido tiene que se queden atrás? A menos que...

—Estaremos allí en unos minutos —aclara Fianna.

Salome cabecea y pasa junto a ellos. Regulus mira a Fianna como diciendo: "¿qué haces? Los zapatos de Salome siguen en silencio, y Fianna observa cómo se aleja, girando a la derecha hacia el pasillo donde se encuentra el aula del Club de Duelo.

Al verla doblar la esquina, Fianna le susurra a Regulus:

—Sigue el juego.

Él frunce el ceño, pero ella le toma la mano y la aprieta.

—Si vamos a discutir, la próxima vez será mejor hablar en una clase vacía —dice, con una burla falsa, tratando de fingir que está avergonzada.

Regulus responde:

—Anotado.

Se dirigen una mirada, como si intentaran pensar qué decir. Fianna recuerda lo que dijo Regulus: hablaba de sacrificar su vida actual, ¿no? Que eso sería mejor para ella... Fianna piensa en los mortífagos, pero tal vez ellos podrían cambiar la narrativa... Pero, ¿qué otra cosa equivaldría a sacrificar su presente, abandonar todo eso, por ella?

Fianna siente que se le revuelve el estómago. Tiene una idea. Podría significar una cosa.

—Yo solo... no quiero que te arrepientas de haberlo dejado todo, si nos casamos. Sé que tu madre no lo aprobará, y la forma en que trataba a Sirius...

Regulus parece menos horrorizado de lo que ella esperaba. Todavía le sujeta la mano; él se detiene un segundo, como si estuviera procesando lo que le acaba de soltar. Ella lo mira fijamente, como diciendo, esto es fingir que NO lo digo en serio.

Pero él la abraza y le dice suavemente:

—Daría toda la fortuna de los Black por ti.

Fianna le devuelve el abrazo; él parece extrañamente sincero.

Ella se ríe en su pecho.

—Lo que tú digas, niño rico.

—Shhh —él aprieta su cuerpo más cerca del suyo—. Disfruta el momento, señora Black.

—Eres tan cursi —responde ella, sonriendo.

Siguen el camino de Salome hasta el aula asignada al club, que empieza a llenarse cuando entran Fianna y Regulus. A Salome se le iluminan los ojos al verlos, como si creyera saber algo que ellos no; Fianna espera que se trate del supuesto compromiso y nada más.

Fianna atrapa la mirada de Georgia, que se muestra ofuscada por el hecho de que Regulus haga acto de presencia, ya que normalmente suele evitar esto. Trata de decir, "Luego te cuento," pero Georgia es empujada (a regañadientes) por Prewett antes de que Fianna pueda terminar la frase. Georgia tiene cara de enfadada, pero tolera que la bese, mientras la abraza por detrás.

Remus, sin embargo, parece incómodo. Le dice a Fianna:

—¿Sabías que James no sabe lo de Georgia y...?

—Prewett —aclara Fianna.

—Prewett —repite Remus—. Que nombre más estúpido.

Fianna resopla.

—¿Dijiste lo mismo sobre Reg?

¿Reg? —Remus saca la lengua—. Qué horror.

—Blah, blah, blah —la chica hace una mueca.

Son las seis en punto, así que Fianna se dirige al frente de la sala y les dice a todos que se pongan en parejas, así pueden practicar todo lo de la semana anterior. Trata de enseñarles nuevas técnicas o hechizos cada dos semanas, mientras que las semanas intermedias son de práctica. Su plan es pasar el mes de diciembre haciendo un mini torneo de duelos, para lo que tienen una hoja en la parte delantera de la sala, donde la gente puede apuntarse. Y les recuerda que, si tienen algún problema, se dirijan a ella, a Prewett, a Remus o a Salome. Luego, vuelve a retirarse.

—Normalmente no practico —comenta Fianna, cuando encuentra a Regulus atrás, esperándola. Remus pasa junto a ellos, como si hubiera estado parado al lado de Regulus. Fianna lo ignora, porque no hay forma de que esos dos hubieran estado hablando.

Regulus mira a Prewett, quien ha sido desarmado por Georgia.

—¿Y él sí?

—Vive en un planeta distinto —Fianna suspira.

—Si él puede, creo que es justo que tú también lo hagas —Regulus extiende su mano para que Fianna la tome, como si estuvieran a punto de bailar.

Ella resopla.

—Que caballeroso.

—¿Para mi esposa? Siempre —dice con una sonrisa.

Fianna lo mira fijamente con las mejillas rojas.

—Si Remus te escucha...

—Es bastante Teobaldo de su parte —dice Regulus, encogiéndose de hombros—. ¿Vamos a batirnos en duelo o no?

—Supongo.

Dan pasos hacia atrás, como si llevara enseñando en este club desde septiembre. Regulus avanza con el mismo paso, y Fianna se pregunta si su padre o los mortífagos le dieron clases antes. Siempre ha sido uno de los más listos de su curso, pero cualquiera de sus clases que antes requerían prácticas (como Defensa o Encantamientos) las abandonó cuando empezaron los rumores sobre los alumnos mortífagos. Al parecer, un mestizo de Durmstrang (no permiten la entrada a muggles, así que allí los mestizos son el equivalente) fue asesinado "por error" en una práctica que salió mal.

Fianna ya tiene un hechizo en la lengua cuando se voltea. Regulus la mira a los ojos y, al mismo tiempo, sueltan:

—¡Desmaius!

Hay un crack incómodo, ambas varitas se anulan entre sí.

—Deja de robarme mis hechizos.

—Cállate —dice ella.

Lo vuelven a hacer, dándose la vuelta y luego enfrentándose al otro cuando lanzan su hechizo. La segunda vez, sucede lo mismo, así que la tercera vez, Fianna se queda callada, dejando que Regulus intente enviarle un hechizo. Ella usa su varita para desviarlo y que choque contra el escritorio junto a ella. Él la mira sorprendido.

—Muy bien, aguafiestas —él rueda los ojos.

—Vete a la mierda —dice ella.

Siguen batiéndose en duelo, y aunque Regulus derrota a Fianna un par de veces, en la mayoría de los casos es Fianna quien le gana. Cuanto más tiempo pasan enfrentándose, más se da cuenta él de las tácticas de Fianna y, al cabo de un rato, el duelo deja de ser un enfrentamiento para convertirse en un partido de tenis: ella le lanza un hechizo, él lo desvía y le lanza otro, y así sucesivamente hasta que uno de los dos acaba cediendo.

—Salazar —musita la voz de Salome, apareciendo detrás de Regulus—. La Gryffindor te está dejando en evidencia, Reggie.

Fianna mira a Salome y luego a Regulus, que parece incómodo.

No es su intención, pero Fianna no desvía el hechizo de Regulus tan fácilmente la próxima vez, y una chispa brota junto a la silla del escritorio al lado de Salome.

Salome da una palmada.

—¡No tienes que ser blanda con él, Fee! No es culpa suya si no puede batirse en duelo. ¿Qué pensaría él de esto...?

—¿Aburrida de matar conejitos, Lestrange? —escupe Remus.

—Sin duda —responde Salome.

Fianna mira a su hermano, luego a Regulus, que está completamente rígido, como si rezara para que Salome lo dejara en paz. Remus también debe haberlo notado, o haberla escuchado, porque se queda entre Fianna y Regulus, esperando que los deje en paz. Pero Salome lo mira, esperando que él se aleje para poder continuar.

Pero no lo hace, así que finalmente Salome suspira.

—Le quitas la diversión a todo.

—No has venido a intimidar a la gente —Remus hace una mueca—. No es mi culpa si leíste mal la invitación de Fianna.

Salome le lanza una mirada desagradable.

—Ve y escóndete con Sirius.

Remus no se mueve, y Fianna y Regulus se miran fijamente. ¿Era eso a lo que se refería Salome, en el último club de duelos, cuando habló de que Remus tenía novio? ¿Se portaba fatal porque Remus y Sirius estuviesen saliendo?

Fianna recurre a Remus para tratar de armar algo coherente y de apoyo, pero ya ha desaparecido. En cambio, Fianna se encuentra junto a Regulus con los ojos muy abiertos.

Bajo su aliento, ella comienza:

—¿Sabías que...?

—Figuré que Sirius lo era, pero no que ellos...

—Dios mío, ¿somos incestuosos? —dice Fianna.

—¿No? —dice Regulus, y luego hace una pausa—. No creo.

No creo con respecto a que el incesto es lo más sangre pura que jamás hayas dicho...

—No lo es, ¿verdad? Es sólo... ¿raro?

—¿Estás diciendo que somos raros? —dice Fianna, salvajemente—. Dijiste que querías casarte hace como veinte minutos...

Regulus gime.

—No sé cuánto más consuelo puedo...

—¡No! Ella está haciendo esto a propósito —Fianna pone la mano sobre su brazo—. Hablaré con él más tarde. Quédate ahí. Te dejaré ganar para igualar el marcador.

—Porque así es como debe funcionar este club —dice Regulus.

Es cuando uno de los acompañantes se mete con alguien, piensa Fianna.

Cuando la sesión llega a su fin, Fianna agarra a su hermano antes de que pueda desaparecer. Salome sale, pareciendo complacida con su intromisión, mientras Fianna espera a que se despeje el resto de la sala.

—¿Si? —Remus parece incómodo.

—Um, respecto a lo que dijo Salome...

—No quiero hablar de eso, todavía no. Lo siento, pero no tengo las palabras adecuadas...

—Está bien —dice Fianna en voz baja—. Aunque no tengas las palabras, siempre estaré aquí para ti.

—Gracias —él dice torpemente—. ¿Por qué Regulus se disculpó conmigo antes?

—¿Qué?

—Se disculpó por su comportamiento —dice Remus—. Lo cual, a menos que estemos en el siglo XVIII y te haya quitado la virtud, no sé qué significa...

Fianna sonríe suavemente.

—No importa.

—Vale, bicho raro. ¿Puedo marcharme a casa?

—No lo sé, ¿puedes?

—Pues claro, capulla —Remus pone los ojos en blanco.

—Voy a decírselo a mamá.

—Eso dejó de ser una amenaza cuando me mudé —señala él.

Fianna comienza a reír, justo cuando Remus le enseña el dedo medio.

Cuando Remus se va, Fianna regresa al otro lado para recoger sus pertenencias. Mientras lo hace, oye cómo se abre la puerta y entra el familiar aroma de una costosa loción para después del afeitado y de menta.

Fianna mira a Regulus.

—... ¿Si?

—¿Podemos... hablar en algún lugar más privado? —pide Regulus—. En caso de que tu hermano haya puesto un dispositivo de escucha aquí... y nos oiga hablar de ya-sabes-qué.

Fianna asiente. Sabe que se refiere a Salome y no de su Remus, pero culparlo parece más realista si están hablando de una boda falsa. Merlín. A Fianna le gusta este chico, pero realmente no quiere que se casen para mantener esta artimaña.

Entonces, caminan hacia el baño de prefectos. Fianna no se pone el bikini, como suele hacer al tener un baño post-club. En cambio, se sienta torpemente en el banco de piedra junto a la ventana, mientras Regulus se para frente a ella.

—Oí que te disculpaste con Remus.

Regulus asiente.

—Pensé que era lo correcto.

—¿Por qué Salome estaba siendo mala contigo? —ella pregunta.

—Cree que ya no tengo empeño en esto —le contesta—. Dice que me he vuelto blando o algo así... nadie la cree, por suerte, pero creo que cualquier retraso más en su plan para Hogwarts va a levantar sospechas.

El plan de los mortífagos es reparar un armario evanescente para que Voldemort pueda entrar y asesinar a Dumbledore. Fianna mira hacia otro lado, sin saber qué decir. Por un lado, no quiere que Regulus se meta en problemas, pero por el otro, que Voldemort asalte Hogwarts suena aterrador...

—No quiero que te involucres más de lo que ya estás. Aprecio todo lo que estás haciendo por mí, de verdad, pero el plan con el armario es algo que necesito hacer por mi cuenta.

Fianna asiente, nerviosa.

—¿Me lo dirás si pasa algo?

—No puedes contárselo a la Orden, ellos sabrán que tú...

—No lo haré —asegura en voz baja—. Es sólo que... no me gustan las sorpresas.

—Dice la chica que me propuso matrimonio a medias —se burla él.

—¡No se me ocurrió nada más!

—Está bien —dice Regulus, con una pequeña sonrisa—. Es agradable pensar que viviría tanto tiempo para experimentar algo así...

Fianna no sabe si se refiere a ella, pero entiende lo que quiere decir, porque no puede evitar pensarlo también. Ella duda que puedas destruir un horrocrux y salir ileso.

—Sí —ella dice, después de una pausa.

—No te harán daño cuando vengan.

—Vale —Fianna pone los ojos en blanco.

—En serio, les pedí que no lo hicieran. Creo que esa es otra razón por la que Salome está tratando de molestarme.

Fianna lo mira sorprendida.

—¿Les pediste a los mortífagos que me perdonaran?

—Lo pediría siempre —Regulus asiente.

Se arrodilla frente a ella y la besa suavemente. Fianna prueba la menta en su boca mientras le sostiene la cara con las manos; él apoya sus manos sobre sus muslos.

—Pero si te enfrentas a ellos, incumplirán cualquier promesa que me hayan hecho.

—Lo sé —Fianna sonríe.

—... y sé que lo harás de todos modos, pero quería hacer lo que pudiera para protegerte.

—Eres dulce.

—Sólo por ti, Fee —él la besa otra vez.

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