𝐨𝐧𝐞. fifi the hatstall

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I —— fifi the hatstall


🦢


FIANNA LUPIN SE SENTÍA UNA HATSTALL. Durante seis largos minutos, Fianna se sentó en el taburete frente a todo el colegio, con las mejillas rosadas como frambuesas por la vergüenza, rezando para que el tonto sombrero finalmente tomara su decisión. "Audaz y valiente como Gryffindor, pero inteligente y ambiciosa como Slytherin..." le decía el Sombrero una y otra vez mientras deseaba que la tierra se la tragara entera.

Eventualmente se decidió por Gryffindor. la casa de su hermano mayor Remus, en la que fue recibida con los brazos abiertos; su grupo de amigos hizo un gran espectáculo de su llegada a la "mejor casa" (palabras de Sirius, no de ella), algo que se sintió igual de vergonzoso para una niña de once años. Sin embargo, olvidaron cuánto tiempo el Sombrero deliberó entre Gryffindor y Slytherin; solo Fianna lo recordaba, a menudo preguntándose cómo habría sido su vida si se hubiera convertido en Slytherin.

Piensa en ello más de lo que le gustaría, pero siempre le ha gustado pensar en posibilidades como esa. El camino no tomado. A veces se pregunta si tuvo algo que ver con la decisión final del Sombrero; tal vez es su memoria la que le está jugando una mala pasada, pero recuerda mirar a su hermano y desear que él pusiera fin a su miseria. ¿Y si su casa influyó en su subconsciente? ¿Qué pasaría si las opiniones de sus amigos sobre Slytherin (y con esto se refiere a Sirius) la asustaron e hicieron que el funcionamiento interno de su cerebro se aferrara desesperadamente a la idea de que es valiente, buena y una Gryffindor como ellos? ¿Qué pasa si esto, qué pasa si aquello, qué pasa si, qué pasa si, qué pasa si...?

Su hermano dice que piensa demasiado. Fianna no puede leer la mente y, por lo tanto, nunca puede averiguar si su cantidad de pensamiento es mayor o más preocupante que la del mago o bruja promedio. Y tal vez esa oración por sí sola sugiere que piensa demasiado, pero cree que tiene un buen punto. A llorar, Remus.

O, y agárrate bien para esta sorpresa, tal vez esté terriblemente aburrida en su trabajo de salario mínimo en el callejón Diagon. ¿Y sabes que hace para entretenerse sola? Pensar.

Durante los últimos dos veranos ha pasado cuatro días a la semana en Patronum, un café al lado de Ollivander y justo antes de Gringotts. Están relativamente ocupados todas las horas que están abiertos, y cuando el clima lo permite, abren su menú de sándwiches y sopas con helado, lo más destacado del verano de Fianna. Sin embargo, anoche se informaron tres ataques de mortífagos; uno detrás de la calle, por lo que todo está mortalmente tranquilo. Pero Fianna se comprometió, por lo que tiene que pararse detrás del mostrador y servir a cualquiera que sea lo suficientemente valiente como para aventurarse al callejón Diagon.

Y, por supuesto, aquellos lo suficientemente valientes son colegas del atacante de anoche.

O tal vez son los atacantes de anoche... No lo sabe. No cree que quiera saberlo. Debe mantenerse al día con estas cosas, pero da miedo conocer todos los detalles. Como pensadora, Fianna se preocupa, y la idea de que alguien la mate por culpa de su familia es una preocupación monstruosamente enorme.

Sin embargo, hoy en día es común que las personas mantengan en secreto el linaje de su familia, razón por la cual no se siente completamente nerviosa cuando ve a los tres mortífagos entrar al establecimiento.

Reconoce a uno porque era unos años mayor que ella en el colegio, además su cabello blanco como el hielo es sinónimo de Malfoy. Solo está suponiendo cosas cuando los llama mortífagos, pero puede... decirlo. Hay algo en ellos, la forma en que se comportan. Fianna simplemente lo deduce. Tres mortífagos han entrado en su café, y ella, silenciosamente mestiza, tiene que servirles.

—Hola —saluda Fianna con la mejor voz posible.

Sin pensarlo dos veces, Lucius Malfoy hace un pedido para la mesa. Los otros dos ya se han sentado, y antes de que Fianna pueda pedir el dinero, Lucius se aleja para unirse. Fianna se muerde el labio por un segundo; debería ir y pedirle que pague aquí como cualquier otro cliente, pero sabe que debe tener cuidado de cómo actúa con esta gente... Hace las bebidas y decide preguntar más tarde.

En realidad, no le gusta esto. Mira su reflejo en el metal de la máquina de café y luego a los tres borrones de detrás. La verdad, los hombres en general la asustan, pero los mortífagos que también son hombres son aún peores. Pero esa es la cuestión, tiene que tener cuidado con sus palabras hasta que se vayan en caso de que empiecen a sospechar. Y eso será todo: volverán cuando esté oscuro y la matarán. Es mestiza, claro, pero ya no garantiza la seguridad. Su madre es muggle y su hermano un hombre lobo. Es sentencia de muerte en 1977.

Desde el truco de Grindelwald en los años cuarenta, el mundo mágico ha sido mucho más... cauteloso con su descendencia. Sus padres se aman, claro, pero si la gente descubre que su padre se casó con una muggle estarían muertos por la mañana. Y si se supiera la licantropía de Remus... Fianna no quiere ni pensarlo.

Así que nadie lo sabe realmente. De todos modos, descartan a su familia ya que su padre es sangre pura y esperan que se haya casado "adecuadamente." Además, se mantuvo reservado después de casarse, por lo que seguramente su esposa es una bruja, ¿verdad? Nadie necesita saber sobre el desorden muggle que tienen en su casa, desde un televisor hasta discos, pasando por el Volkswagen Beetle que su madre conduce al trabajo.

Termina las tres bebidas. No puede evitar preguntarse, ¿cuántas personas han matado estos hombres? Fianna piensa y se preocupa mucho, sí, pero es buena para mantener estas preocupaciones interiorizadas como la gracia de un cisne que la deja deambular por todas las situaciones. Coloca los cafés en la bandeja junto con la cuenta que Lucius nunca pagó.

Y entonces la puerta se abre.

Fianna mira por encima del hombro y su rostro cae.

Él aparece frente a ella, vestido completamente de negro, con un abrigo largo que cubre su traje. Ha crecido un poco desde que terminó el colegio en verano, es un poco más alto, los pómulos más prominentes. Fianna no puede evitar pensar que parece un fantasma porque parece que le han succionado la vida. Su mirada baja a su muñeca, sabiendo exactamente lo que se esconde debajo.

Regulus Black la mira.

—Um... Hola.

—Hola —responde ella.

—¿Cómo estás...?

—Bien —dice, y se gira para recoger la bandeja. Ya odia esto—. Debo servir a tus amigos.

Ella mira hacia abajo, los cafés solos se balancean ligeramente. ¿Qué carajo? piensa, y antes de que pueda contenerse, Regulus ya se ha dado cuenta.

—Los llevo yo —le dice.

Fianna frunce el ceño.

—No.

—Voy allí, de todos modos —extiende las manos para que ella le dé la bandeja.

Intercambian la mirada más larga que alguna vez han tenido, pero Fianna decide pasar de largo. Normalmente no está nerviosa, ¿por qué Regulus tuvo que emboscarla así? ¿Por qué no ocurre nada con los mortífagos y el hermano pequeño del mejor amigo de su hermano la pone nerviosa? Hace una nota mental para olvidar esto para siempre. Sirius sacaría conclusiones precipitadas, nunca escucharía el final.

La enfada veces. Hay un porcentaje completo de la población de magos que vive sin preocupaciones en el mundo, mientras que el resto pasa desapercibido para que ninguno acabe muerto. Y ni siquiera se dan cuenta, ¿verdad? Regulus solo dice que lo llevará para ser amable. Nunca pensaría, mierda, esos mortífagos sabrán que algo pasa si Fianna no lo lleva. Él no piensa eso porque no es su problema, porque no conoce la historia de su familia. Para que pueda vivir en dulce ventura.

Nunca han sido amigos — sus hermanos mayores son mejores amigos, lo que significa que en su primer día de clase se presentaron torpemente. Rápidamente, la posibilidad de una amistad se desvaneció gracias a que ella estaba en Gryffindor y él en Slytherin. A veces los emparejaban en clases, como si los profesores estuvieran sorprendidos de que Lupin y Black pudieran sentarse juntos sin causar interrupciones. Desde que Sirius dejó a su familia, Fianna sintió la obligación moral de ponerse de su lado, siendo cortés solo cuando era necesario.

Regulus espera en el mostrador para ordenar. Viene mucho por aquí, así que recibe su pedido normal, un té Earl Grey. Fianna le cobra y cuando se da cuenta de que los demás aún no han pagado, paga por ellos. Hace un trato completo; él mira por encima del hombro y les dice ¡no os preocupéis, me encargo yo! mientras entrega el dinero. Fianna se siente cerca de hervir. Iba a pedir el dinero, solo estaba... trabajando para conseguirlo. Él la distrajo. Ella quiere irse a casa.

—¿Qué tal el verano? —murmura mientras paga la mesa.

Los labios de Fianna se fruncen, nerviosa por demostrar que lo conoce. Pero entonces, tal vez sea mejor si esos mortífagos lo sepan y piensen que son amigos... Tal vez obtenga inmunidad contra la muerte fingiendo ser su amiga.

—Trabajando. ¿Tú?

—Uh, igual... —se calla, y Fianna no puede evitar mirar su antebrazo, donde estaría estampada la marca de los mortífago. Se siente enferma ante la idea—. Oí que eres delegada.

Es lo único que ayuda a Fianna a pasar el verano: cada momento libre en el trabajo, cuando necesita algo con lo que soñar despierta, pensará en todas las cosas que hará como delegada. Quiere volver a hacer un club de duelo, encontrar una forma astuta de incorporar magia defensiva en el plan de estudios y, por supuesto, tener un Baile de Navidad. Quiere que las funciones escolares sean para estudiantes deportistas y creativos, a diferencia de la situación actual, que son los partidos de Quidditch y las fiestas que se organizan después. Tiene grandes planes para Hogwarts.

—Lo soy —da un pequeño asentimiento. Regulus se queda en silencio por un minuto; Fianna recuerda lo mucho que él quería ser Premio Anual, pero Dumbledore se negó a dárselo, después de todo. En cambio se lo concedió a uno de los Prewett.

Regulus se aleja para sentarse con los otros mortífagos. Fianna deja escapar un suspiro de alivio y camina hacia la parte trasera del café, pretendiendo barrer. Puede escuchar el bajo murmullo de las voces, pero son demasiado bajas para escuchar a escondidas. Gracias a Dios, piensa. Si revelaran algo malo, no tendría más remedio que contárselo a su hermano mayor, pero si lo hiciera y la Orden del Fénix lo detuviera, los mortífagos la rastrearían fácilmente. Fianna desea poder ponerse cascos para eliminar cualquier posibilidad de escuchar planes mortales.

—Eh —Lucius Malfoy aparece en el mostrador. El corazón de Fianna se detiene por un segundo, casi dejando caer la escoba para correr hacia él. Él la mira divertido, evaluándola—, a ti te recuerdo del colegio. Lupin la Hatstall, ¿no?

—Sí... —los ojos de Fianna se agrandan.

Sus labios se abren en una sonrisa, dientes blancos aparecen como filas de colmillos.

—No trato de asustarte. Siempre recuerdo a un Slytherin, incluso si se acabó perdiendo por el camino...

—Yo, eh...

La puerta se abre de nuevo y esta vez es alguien que le cae bien a Fianna.

Salome Lestrange, la chica más genial que ha caminado por los pasillos de Hogwarts, entra a la cafetería. Lleva un traje que parece sacado de una de las revistas Vogue de la señora Lupin, una minifalda de tweed con una chaqueta a juego. Tan pronto como ve a Fianna, sonríe.

—¡Fifi! —dice, encantada—. ¡No sabía que trabajabas hoy!

Los ojos de Malfoy se agrandan.

—¿Conoces a esta chica, Lestrange?

—¡Claro! —Salome anda emocionada hacia el mostrador, colocándose en la parte de atrás para darle un abrazo a Fianna. La agarra con fuerza, sus uñas se clavan accidentalmente en la piel de Fianna. Mientras se aleja, Salome pone un brazo a su alrededor—. Fi es mi protegida. Le regalé Hogwarts tras irme.

De vuelta en la mesa de los mortífagos, la cabeza de Regulus se levanta.

Malfoy levanta una ceja.

—... ¿Cómo?

—No iba a estar en Hogwarts para siempre, así que necesitaba un sucesor digno —Salome aprieta a Fianna antes de caminar de regreso hacia Malfoy—. Elegí a Fianna y la entrené, y ahora será la delegada. Tal como yo lo planeé.

Fianna le sonríe a Salome. Su amistad (tutoría, en realidad) comenzó porque Salome odiaba a los Merodeadores y pensó que tomar a Fi bajo su protección los enojaría. Pero poco a poco floreció en su propia relación, Salome se reconoció a sí misma en la más joven. Le enseñó muchas cosas antes de acabar el colegio y le escribió durante todo el año pasado para continuar con la tutoría. Le enseñó a Fianna cómo ganarse ser delegada y establecerse como la monarca reinante de su escuela. A Fianna realmente no le importan esas cosas de la popularidad, pero quería ser delegada, así que aceptó.

—¿A una Gryffindor? —dice Lucius, confundido.

Salome rueda los ojos.

—Ponte al día, M. Muy pronto no se tratará de casas, se tratará de lo que hay aquí —señala su pecho. Fianna está confundida. ¿Por qué anda con estos tipos si piensa así?—. Y, de todos modos, Fifi es la Gryffindor más Slytherin que he conocido.

Fianna se siente incómoda de nuevo.

—¿Té verde, Salome?

—No gracias, vine a por ellos —responde. Se aleja de Fianna, tratando de no incluirla en la siguiente parte de la conversación. Fianna mira hacia otro lado, incómodamente. Adora a Salome, pero sabe cómo congelar a alguien—. La reserva ha sido aplazada. Órdenes de Tom.

—Ya veo —Malfoy se aleja para alertar a los demás.

Salome mira a Fianna y sonríe.

—Bonito pelo, por cierto. Sabía que el flequillo te quedaría bien.

Fue idea de Fianna, pero Salome la animó. Llevaba mucho tiempo queriendo un flequillo, y justo cuando llegó a casa para vacaciones, su madre sacó las tijeras de peluquería. El pensamiento de Fianna era que si lo tenía durante el verano y lo odiaba, tendría suficiente tiempo para dejarlo crecer antes de que terminaran las vacaciones. Pero le gusta, ahora dedica unos minutos cada dos semanas a ordenarlo.

Salome sale por la puerta primero, hablando en voz baja con Malfoy sobre algo. Fianna se siente aliviada de verlos irse, tanto que casi no se da cuenta de que Regulus camina de regreso al mostrador.

—¿Eres... amiga de Lestrange?

Fianna frunce el ceño.

—Sí, pensé que lo sabías.

—Creí que te caería mal.

Ella se pone rígida, irritada.

—¿Por qué?

—Le gusta causar problemas de los malos —dice Regulus, y mira por encima del hombro, asegurándose de que todos se hayan ido—. Tu familia cuidó de Sirius cuando se fue, te lo debía.

Fianna se cruza de brazos, tratando de permanecer estoica.

—¿Por qué debería aceptar ese consejo tuyo? Sé lo que tienes en el brazo.

Regulus se queda en silencio por un minuto antes de retroceder.

—Aléjate de ella.

Se va, alcanzando a sus amigos afuera. Fianna lo ve alejarse; hace una breve pausa para mirar hacia el café. No lo entiende; recuerda que Sirius siempre decía que su hermano menor era extraño, y no puede evitar estar de acuerdo. Regulus es un mortífago y, sin embargo, ¿le está diciendo que tenga cuidado con alguien como él? No tiene sentido.

Regulus Black no deja su mente el resto de su turno. Con todo lo que hace, sus pensamientos rápidamente se remontan al chico raro, quien le dijo que se mantuviera alejada de una de sus amigas cuando él es un mortífago. Limpia los mostradores, Regulus Black. Organiza las fechas de caducidad de los pasteles en exhibición. "Le gusta causar problemas de los malos." Trapea los pisos. "Aléjate de ella." Cierra la puerta de entrada y activa la Red Flu en la sala del staff. Regulus Regulus Regulus.

—Hola, Fi.

Aparece de vuelta en casa, entrando en su sala delantera. Su hermano está tumbado en el sofá viendo Top of the Pops. Fianna olvidó que era jueves. Cinco días más y estará de vuelta en el colegio.

—¿Qué haces aquí?

—Cornamenta nos exigió abandonar el apartamento. Ha decidido prepararle una cena romántica a Lily... —Remus hace una pausa por un minuto, mirando hacia arriba para ver el horror en el rostro de su hermana pequeña—. Sí, lo sé. Va a quemar la casa.

Fianna sonríe.

—Me he topado con el hermano de Sirius.

—¿Y cómo está?

—Comiendo de la mano de la muerte, como siempre —Fianna se sienta en el brazo del sofá, mirando hacia el pasillo para verificar que su madre no esté cerca. Se enoja mucho cuando Fianna se sienta ahí, pero no puede evitarlo. Le gusta sentirse como un pájaro, posado en el borde de algo, observando el mundo—. Aunque me dijo que tuviera cuidado.

—¿De la gente como él? —Remus rueda los ojos.

Al parecer —dice Fianna.

Oye que se abre la puerta de la cocina y se lanza del sofá al centro del salón. Remus comienza a sonreír justo cuando su madre entra.

—Tenemos horneado de pasta de atún para el té —dice Hope Lupin. Lleva un delantal que dice "Kiss me, I'm Irish". Lo es, de hecho, se mudó a Yorkshire demasiado joven para conservar el acento—. ¿Cómo te encuentras, Remus?

Oh, sí. Tal vez es malo por parte de Fianna olvidarse de la luna llena esta noche, pero en sus ojos muestra lo normal que es esto para ella. Luna llena, cenan temprano, su hermano se marcha, se transforma en un hombre lobo en una choza abandonada en el bosque. Es por eso que viven en un pequeño pueblo, para que sepan que siempre estarán rodeados por la nada.

—Bien —responde sin molestarse.

—Te avisaré cuando empiece a anochecer.

Hope se marcha mientras Dolly Parton suena en la radio de la cocina. Su madre ha sido increíble con estas cosas, pero se preocupa incluso más que Fianna. Y siendo muggle, el tema de la licantropía golpea más fuerte. Fianna realmente no recuerda un tiempo antes de que Remus fuera hombre lobo, por eso se ha adaptado tan bien. Solo significa que es cautelosa cuando ve a chicos como Regulus Black queriendo lastimar a personas como su hermano.

—Voy a ducharme, luego me prepararé —le susurra Fianna a su hermano.

Remo asiente.

Sus padres no lo saben —tampoco el resto de los Merodeadores hace un par de años—, pero la razón por la cual las lunas llenas de Remus han salido bien ha sido porque no estaba solo. Alguien, ya sean sus amigos o su hermana pequeña, estuvo allí durante la noche, manteniéndolo alejado de la civilización.

Entonces, Fianna devora su cena, su cabello recogido en un moño. Está lista para salir por la ventana más tarde, pero con ropa cómoda para que sus padres no piensen nada al respecto. Vigila el reloj y, cuando Remus se va, preparándose para la ascensión de la luna al cielo, les dice a sus padres que se va a acostar temprano. Gracias a Merlín que es verano, así que la excusa sirve; en invierno nunca podría salirse con la suya cuando comenzaba la luna llena. En cambio, mentiría y diría que estaba en la casa de su mejor amiga Georgia.

Fianna coloca algunos cojines debajo de su edredón, imitando su forma, y abre la ventana de su dormitorio. Se sube a la silla de su tocador, a horcajadas sobre el alféizar de la ventana...

... Y, así, un cisne blanco aparece en su lugar. Inclina la cabeza para estirar el cuello, volviendo a familiarizarse con este cuerpo. Comprueba su alrededor en busca de señales de sus padres antes de lanzarse hacia adelante. Mientras vuela sobre su pequeño pueblo, hacia el bosque en el que estará su hermano, tiene un pensamiento final sobre ese chico tonto de hoy.

¿Regulus parecía... arrepentido?

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