Miércoles, 13 de Julio del 2019

pov's Jungkook

Cuando las personas dicen amar, mayormente sólo mienten, un sentimiento tan hermoso es destruido por el egoísmo de uno mismo. 'Te amo, pero...' 'Eres importante para mi, pero...' había aprendido a no confiar en los demás desde una temprana edad, vi a mi padre gritarle a mi madre que no la amaba, a mamá llorar y a una familia destruirse por sólo un ser humano egoísta.

Por mucho tiempo me mentalice con la idea de que la superficie solo es carne, no importa, de cualquier modo algún día se pudrira, así que no debía caer en los trucos del tan llamado 'amor escolar', una chica bonita puede alejarse, romperme el corazón, o atarme eternamente a una vida que odiaré. Lo había dicho papá, él y mi madre me habían tenido a una edad joven, a mi edad específicamente, fueron obligados a casarse, obviamente nada salió bien de eso, sólo otra hija, que resultó ser del amorio aparte de mamá.

Con mis ideales presentes, me rehusaba a enamorarme, temiendole al abandono o a la necesidad de alguien más... todo aquello sólo era una excusa barata para no admitir lo que me gritaba mi estúpido corazón. Ella era bajita, mucho más que yo, su largo cabello que más tarde cortaría en nuestra primera cita, y sus sonrisas que muestran una blanca hilera de dientes, eran dignos de un comercial. Eso y más, habían hecho que todo el mundo que construí para no ser uno más de la multitud se rompiera.

Podía ser considerado para el resto como un idiota, el típico chico que no le teme a nada, pero sus miradas que me juzgan jamás sabrán lo que pienso ni lo que puedo hacer. Y ella lo sabía.

Fue en la biblioteca de la escuela, ese lugar donde nadie va, después de todo la tecnología de ahora nos permite muchas cosas que antes no. Solo había ido para dormir y perder mi clase de geografía, pero un débil sollozo me había sacado de mi dulce sueño.

Intrigado por lo que sucedía, a la vez asustado de que sea algo grave, me acerqué a donde nacían esos sollozos de niña; atras de los libros, en el pasillo dedicado al romance teatral ficticio, ella derramaba lágrimas mientras leía esa historia.

Era sensible, sentía lo mismo que los personajes.

Quería acercarme, pero no me atreví.

Sólo podía ver de lejos a la tierna chica de la biblioteca, tan indescripble, siendo tan perfecta, había quedado embobado por ella.

Entonces me dediqué a escribirle cada día una carta, y un poema al verla, hasta que pudiera tomar el coraje y declararme.