Luego de aquella salida, se volvió más cómodo estar cerca de la otra. Cuando era hora de clases, intercambiaban algunas palabras, por lo menos antes de que fuera la hora de entrar a sus salones. A pesar de que pudieran intercambiar sus números de teléfono, prefirieron que seria mejor hablar cuando estuvieran frente a frente, como se hacía antes cuando no existían los móviles.

El ánimo de sus lobas había cambiado; estaban más tranquilas, pero felices y cómodas.

Por medio de una notita, Rosé le propuso que se vieran luego de clases. La omega aceptó, aun sin saber a dónde irían.

Las amigas de Lisa estaban sorprendidas por verla salir. ¡Ellas con suerte lograban que salga de su habitación!

—Lisa, ¿cuándo piensas salir con nosotras? ¿Ya te olvidaste que tienes amigas? —Jennie hizo un pequeño mohín.

—Lo siento, he estado distraída —miró a su amiga, y es que era verdad de que últimamente estaba más distraída que días anteriores.

—No sabia que esa era la nueva forma de decirle al amor —soltó un bufido. Lisa la miró confusa. La omega realmente andaba distraída—. Oh vamos, no me vas a negar que has andado así por esa alfa —apuntó con su dedo a Park, la cual conversaba animada con Seugli. La pelinegra tuvo un leve sonrojo. No pudo negar lo dicho—. Lo suponía. ¿Qué te traes con ella?

—Nos estamos conociendo, es solo eso —Kim, no muy convencida decidió dejar el tema hasta ahí. Miró el libro que Lisa tenia en manos, era sobre una leyenda de parejas predestinadas. Ya tenía una ligera teoría del porque a Manoban le llegó el repentino interés por esa leyenda, cuando antes no tenía ni el mínimo intereses en saber de parejas.

Todo era muy raro para la coreana, la cercanía que tenía su amiga con la alfa rubia, pero esperaría a que Lisa le contara por cuenta propia.

Pero sea lo que estuviera pasando entre ellas, la veía mucho más animada, y le alegraba verla así.