Epílogo

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Una nerviosa Lisa esperaba en la gran sala del consultorio, pronto le entregarían sus resultados.

Mientras esperaba, prefirió recordar los años que habían pasado, que para ser exactos, habían sido un poco más de una década.

Cuando la pareja cumplió cuatro años de noviazgo, decidieron unir sus vidas esta vez ante el civil, ya que sentimentalmente ya lo estaban, el lazo que se había creado cuando la alfa mordió el cuello de la omega, era una clara prueba. Así que en vacaciones de verano, decidieron hacer una pequeña ceremonia, donde las declararon esposas. Luego de eso, Lisa decidió adoptar el apellido de su amada, ahora llamándose Lalisa Park. Y claro, pensaron en tener hijos, pero en un futuro, cuando tengan un trabajo estable o en sí, cuando se volvieran cirujanas. Así que, con un poco de dolor para sus lobas, en la intimidad procuraban usar protección. Y así siguieron hasta convertirse en lo que más deseaban (hablando profesionalmente, claro).

Ya llevaban un año de ser titulares, y ya había pasado un mes donde el aroma de la omega se había vuelto más dulce, y las náuseas se habían vuelto parte de su día a día. Ninguna de las dos le prestó demasiada atención a eso, no podían cuando tenían en sus manos otras vidas. Pero cuando Lisa se dio cuenta que llevaba varias semanas con mareos y náuseas, decidió en su tiempo libre pedir que le hagan un examen de sangre. No le dijo a Rosé, no lo encontraba necesario por ahora, y le diría si es que tenia algo grave.

Y así fue como acabó ahí, en la sala de espera sentada en una de las tantas sillas que había. Estaba impaciente, le darían sus resultados dentro de pocos minutos, pero que ahora parecían horas.

—¿Lalisa Park? —preguntó un lindo beta, mientras en sus manos tenia una tabla para los papeles y buscaba con la mirada a la nombrada. La omega se levantó de su asiento y caminó hacia él.

—Al fin... —murmuró.

—Doctora Park, ya tenemos sus resultados listos. ¿Puede acompañarme? —Lisa frunció el ceño, pero asintió. Entró a una sala donde había un obstetra que conocía sentado detrás de un escritorio, le sonreía cálidamente con sus resultados en la mesa. Se sentó en la silla indicada aún confusa.

—¿Joshua? —preguntó la omega. Hong Jisoo, o también Joshua, era un obstetra que conocía hace ya dos años. Era un beta agradable, se habían vuelto amigos en poco tiempo.

—Lisa  —la saludó animado—. Supongo que ya te das una idea de lo que dicen tus resultados, ¿no? —y ahí cayó en cuenta realmente lo que significaba estar ahí. Abrió un poco su boquita sorprendida.

— ¿Estoy...? —él asintió.

—Sí. ¡Felicidades, estás en cinta! —y ella, no sabía cómo reaccionar.

La noche había caído y Rosé por fin había llegado a la casa que compartía con su omega hace más de ocho años.

—¡Amor, llegué! —cerró la puerta con llave y las dejó en el colgador. Caminó por el pasillo hasta llegar a la sala de estar, donde se encontraba Lisa sentada en el sofá, pensativa—. ¿Todo bien? —la tailandesa le miró y sonrió nerviosa, la alfa podía sentirlo por medio del lazo, era una mezcla de duda, nervios y alegría.

—Te compré algo —apuntó una bolsa de regalo pequeña.

Rosé dejó sus cosas en el sillón más cercano para tomar la bolsa.

—Aún no es mi cumpleaños, Lili —dijo con una sonrisa divertida. La mencionada dijo un "lo sé" bajito. Cuando tomó la bolsa, sintió como su pareja se ponía mucho más nerviosa. Al abrirla, se encontró con una cajita; la destapó con cuidado y pudo ver que era una taza. Aun teniendo cuidado la sacó y quedó un poco confundida con lo que decía.

Vas a ser una madre
genial, estaba escrito en aquella taza junto con un diseño de un cochecito para bebés. Miró a Lisa esperando alguna respuesta, esta jugaba con sus dedos mientras miraba a su alfa.

—Tengo seis semanas de embarazo —Rosé le sonrió emocionada. Dejó la taza en la mesita y se acercó a la omega para abrazarla, mientras repartía algunos besitos por su cara.

— Gracias, gracias, gracias... —Lisa correspondió el abrazo y se permitió sonreír luego de haber estado tan nerviosa por la reacción de su esposa—. ¡Seremos madres! —la omega asintió feliz.

Empezarían a crear su propia familia juntas, y en unos meses podrían ver un bebé en su hogar.

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