Epílogo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Un molesto sonido se hizo presente en la habitación obligando a Jennie a despertarse. Quiso levantare, pero detuvo todo intento cuando se dio cuenta de su situación.

Literalmente sobre ella estaba Haerin, quien dormía muy profundamente, boca abajo y con más de la mitad de su cuerpo cruzado en diagonal sobre su hombro y cuello.

Su cuerpo se sentía adolorido y el sonido de su celular seguía haciendo eco entre las cuatro paredes, por lo que, lentamente y con toda la suavidad que pudo, acomodó a la castañita a su lado recibiendo algunos balbuceos y quejas entre sueños.

Aún era de noche por lo que le llamó la atención que su teléfono estuviera sonando.

Sin hacer demasiado ruido estiró su brazo para alcanzarlo y una vez que prendió la pantalla vio que tenía unos cuantos mensajes, todos de Lisa.

Lili 🐥💛:

Buen día amor.
06:02

Lamento despertarte, espero no despertar a nuestra bebita también.
06:02

Te escribo para avisarte que el vuelo tuvo que hacer una escala así que llegaré casi dos horas más tarde :(
06:03

Vuelve a dormir, ¿si? Estoy segura de que anoche te quedaste despierta hasta tarde.
06:03

Jennie no pudo evitar el suspiro melancólico que soltó al terminar de leer los mensajes, sabía que dos horas más después de cuatro semanas lejos no sería demasiado, pero aún así se sintió un tanto triste.

Observó durante un tiempo a su bebé que dormía demasiado relajada y decidió que la idea de dormir unos minutos más no sonaba tan mal.

Suavemente acomodó a la gatita, cubrió a ambas con el acolchado y en segundos volvió a dormir.

Una insistente presión sobre su mejilla interrumpió el sueño de la mayor.

—P‐Pa —llamó intensificando los piquetes que hacía con su adorable dedo índice sobre el rostro de su padre—. ¡Pa!

Jennie aún con los ojos cerrados estiró un brazo hacia la pancita de Haerin y empezó a hacerle cosquillas causándole unas fuertes risas.

—Alguien estaba pinchando con un pequeño dedo sobre mi cara. ¿Tienes idea de quién fue? —preguntó sin cortar las cosquillas a Hae.

—N... No —logró decir la bebé entre risas.

—Mmm, su respuesta no me convence, señorita. Tendré que aplicar medidas drásticas.

Con cuidado la tumbó sobre la cama y comenzó a repartir besos con ruidos exagerados sobre las mejillas de Haerin, que intentaba escaparse.

Luego de un rato la liberó aún oyendo sus risas con algo de cansancio.

—¿Qué haces despierta tan temprano?

—Eta sol —respondió apuntando hacia la ventana donde algunos rayos del sol se filtraban a través de las cortinas—. ¿Mami etá?

—Aún no bebé, es muy temprano —Jennie rió por la conclusión de su hija—. Mami avisó que tardaría un poco más en llegar —la menor hizo una mueca de disgusto—. ¿Qué te parece si preparamos el desayuno mientras esperamos? —cuestionó sabiendo que era una de las tareas favoritas de Hae.

—Siiiiií —habló con ojitos brillantes—, paq... pam... —se interrumpió a si misma, suspirando con el ceño fruncido en concentración.

—¿Panqueques? —ayudó la castaña mientras la observaba con cariño.

—¡Paueques! —soltó con total seguridad.

Riendo, Jennie ayudó a la pequeña a bajar de la cama y con pijama y cabellos desordenados caminaron en dirección a la cocina para preparar su desayuno.

Buscó rápidamente los ingredientes mientras Haerin la observaba sentada sobre la isla de la cocina.

Hae era demasiado observadora y tenía una memoria increíble por lo que era la encargada de indicarle a su papá qué ingredientes necesitaban para los panqueques.

Comenzaron a preparar las cosas mientras una suave música sonaba de fondo, en estas cuatro semanas ambas Kim habían creado sus propias costumbres en conjunto y el cantar, bailar o simplemente escuchar la música de fondo mientras preparaban el desayuno era la favorita de ambas.

Con todo listo, se acomodaron en la mesa para desayunar, revisando cada tanto cuánto faltaba para ir al aeropuerto y buscar a Lisa, terminando el desayuno rápidamente así tenían tiempo de bañarse y arreglarse antes de salir.

Al pasar los minutos los nervios y la emoción de ambas comenzaba a hacerse más notable, finalmente ya estaban listas y esperando a que fuera la hora para salir.

Hae permanecía apegada a Jennie más que de costumbre, por lo que se encontraba en brazos de la mayor con su cabeza apoyada sobre su hombro.

—Te está pesando el haberte despertado tan temprano, ¿no? —preguntó riendo y viendo como la cachorrita con movimientos perezosos asintió—. Está bien, bebé. Puedes dormir de camino al aeropuerto.

Jennie buscó las llaves y su teléfono, guardándoselos en sus bolsillos y se acercó hasta los abrigos de Haerin y de ella que permanecían colgados al lado de la puerta.

Finalmente era hora de ir a buscar a Lisa.

Estiró su brazo libre hasta el abrigo de Haerin que estaba sobre una pequeña mesita a un costado de la puerta, pero antes de llegar sintió el ruido de las llaves en la cerradura.

Rápidamente se giró para mirar en su dirección pensando que posiblemente se trataría de alguna de sus amigas.

Unos segundos después la puerta se abrió solo un poco.

Unos lacios cabellos negros acompañados por unos preciosos ojos grandes y gruesos labios rosados con una gran sonrisa se asomaron solo un poco detrás de la madera.

—¿Lili?

—¿Mma?

Ambas gatitas miraban con asombro a la tailandesa quien dio un paso dentro del departamento, observando con cariño y algunas lagrimas a sus chicas.

—¡Hola mis amores! —saludó con su suave voz entrecortada.

En cuestión de segundos, Jennie dio un paso llegando en frente suyo y sin dejar pasar más tiempo se fundieron en el tan esperado abrazo.

Haerin rodeó el cuello de Lisa con sus pequeños bracitos mientras que Jennie envolvió la cintura de su esposa con su brazo libre. Permaneciendo así unos minutos entre algunas lágrimas de felicidad y grandes sonrisas permitiendo que en ese abrazo se notara cuánto se habían extrañado durante esas cuatro semanas.

Sería exagerado, pero por decisión de las tres, podrían permanecer así por horas.

—No me extrañaron mucho, ¿verdad? —habló Lisa entre risas y lágrimas.

—No te iras lejos de nosotras nunca más —dijo Jennie sin despegar su cara del hombro contrario—.Ya lo arreglamos con Hae, te encerraremos si es necesario.

La gatita asintió desde el cuello de Lisa sacándole una risa a sus padres.

Un tiempo después la puerta se abrió del todo dejando escuchar un "Awww" de Minnie al ver la escena.

Jennie levantó su cabeza para observar a su amiga y rápidamente volvió a apoyarla sobre el hombro de su esposa.

—"Hola, Minnie" —dijo la peliazul tratando de imitar la voz de Jennie—. "Pasa, ¿quieres que te ayude con el equipaje de mi esposa?"

Antes de que pudiera seguir, Jennie soltó su agarre de la cintura de la pelinegra para cerrar la puerta y nuevamente posicionar su brazo en el mismo lugar.

Riendo, Lisa de dio un pequeño golpe sobre la nuca de la castaña e intentó zafarse de ambas para abrirle la puerta a Minnie.

—Maldita gata hija d... —la chica se calló cuando vio la puerta nuevamente abierta y tres pares de ojos posados sobre ella—. ¡Hola!

Lisa tomó en sus brazos a Haerin quien le balbuceaba una catarata de cosas mientras Jennie se acercó a Minnie para entrar el equipaje de Lisa.

—Hola, Minnie —tomó las valijas—. Adiós, Minnie.

—No seas grosera, Jendeukie —dijo la chica con el ceño fruncido—. Lisa, dile algo.

Ambas miraron en dirección a Lisa, pero para suerte de su esposa, se encontraba perdida en su propia conversación con Haerin.

—Me siento herida —Minnie con dramatismo llevó su mano a la altura del corazón—. Lis me despertó a las seis de la mañana para ir a buscarla y luego me remplaza por el primer par de Kim que encuentra.

—Ay, pobrecita —la castaña hizo un fingido puchero—. Adiós.

Se giró en dirección a la puerta y mientras la cerraba escuchó a Minnie decir "¡No se librarán de mí, nos veremos en la cena!".

La puerta se cerró completamente dejando a una peliazul con gesto de ofensa del otro lado.

Unos segundos después volvió a abrirse y de golpe sintió a Jennie envolviéndola en un fuerte abrazo mientras le susurraba un "Gracias por traerla a casa".

El día transcurrió con las tres sentadas en el sofá, Lisa sentada sobre Jennie y Haerin sentada sobre Lisa mientras se contaban distintas anécdotas de lo que vivieron durante ese tiempo.

Hae y Lisa se notaban demasiado cansadas para cuando la tarde llegó, por lo que la castaña las envió a dormir mientras ella preparaba las cosas para la cena ‐de la cual recién fue informada‐ con sus tres amigas.

Lisa intentó protestar diciendo que ella podía ayudar, pero luego de que Haerin se durmiera sobre su pecho y de unas cuantas caricias en su cabello por parte de Jennie, terminó aceptando.

Jennie había aprendido a disfrutar el tiempo en la cocina. El preparar distintas cosas e innovar con nuevas recetas era algo que, sin dudas, jamás pensó que le gustaría.

Sintió que cada nueva acción en su nueva vida era un paso más lejos del tiempo en el campo militar. Y no es que odiara del todo el lugar, incluso ahí había encontrado al amor de su vida, pero en esta nueva etapa descubrió que nada de lo vivido trabajando ahí la identificaba en lo absoluto.

Mientras que en ese tiempo disfrutaba asustar a los demás con su carácter ácido y gruñón, ahora sin dudas disfrutaba aún más una conversación infantil con Haerin, los ratos de sentirse como niñas con sus amigas o los momentos exageradamente cursis con Lisa.

Ahora entendía verdaderamente el concepto de sentirse completamente feliz y la razón no estaba ni cerca de ser por ganarse medallas o cumplidos de un coronel.

Su felicidad estaba en las sonrisas de sus pequeñas, en los ratos compartidos con sus amigas, en cocinar con Haerin bailando con alguna con canción de fondo, en ir a comprar y ver los ojitos brillantes de la castañita al obtener su objeto al azar favorito de la góndola, en los besos y caricias compartidos con su esposa... La lista era interminable y todo estaba basado en su familia y cuando hablaba de familia también se refería a las tres chicas que estuvieron con el cuando más las necesitó.

Sin dudas este día marcaría un nuevo comienzo en sus vidas y es que, a partir de hoy, nada la privaría de todos los momentos que no tuvo la posibilidad de disfrutar durante esos años y estas últimas cuatro semanas.

Con una gran sonrisa y tarareando alguna melodía desconocida, terminó de acomodar los platos sobre la mesa. Se acercó hasta la cocina para observar por última vez la cena dejando todo listo para servir sabiendo que en poco tiempo Rosé, Jisoo y Minnie estarían tocando la puerta y finalmente, luego de lavarse las manos, se dirigió a su habitación para despertar a Haerin y Lisa.

La imagen de ambas durmiendo abrazadas en medio de la cama era, sin dudas, una de las más preciosas que había podido observar en sus veinticinco años.

La niña estaba acurrucada sobre el pecho de su mamá, totalmente aferrada a una remera suya que Lisa estaba usando, mientras esta tenían a la bebé totalmente envuelta en sus brazos con su mejilla apoyada sobre la pequeña cabecita de Haerin.

Sin hacer mucho ruido se acercó hasta la cama, sentándose sobre un borde para acariciar los cabellos de su esposa y besar la mejilla de Haerin.

—Son lo mejor que la vida me pudo dar. Lo saben, ¿no? —susurró.

Lisa se removió un poco, aún dormida.

—Mis pequeñas, es hora de despertarse —dijo con voz apenas un poco más alto.

—¿En verdad estoy aquí o estoy soñando? —habló la pelinegra aún con los ojos cerrados.

—Estás aquí amor, estás en casa —respondió Jen con una suave risa—. Aunque, por momentos, yo también siento que todo esto es un sueño.

Lentamente Lisa abrió sus ojos bajando la mirada por unos segundos para observar a la pequeña gatita aún dormida en sus brazos y luego la subió para hacer conexión con los ojos de su esposa.

—Las amo —dijo Lisa sonriendo con ojos aún adormilados y voz levemente ronca.

—Y nosotras te amamos a ti —afirmó acercándose para besar la frente de la contraria y, sin aplastar a Haerin, se acercó un poco más para bajar con sus labios repartiendo besos por sus mejillas hasta los gruesos labios de la extranjera.

Fue un beso tranquilo donde buscaron transmitir cada linda sensación de tenerse mutuamente.

Detuvieron el beso cuando sintieron unas manitos sobre el pecho de cada una intentando separarlas.

La castaña se alejó dejando ver a una Hae que las observaba algo adormilada y con el ceño fruncido.

—Mami mía —dijo la pequeña observando a Jennie, quien intentaba no reír y luego de un tiempo su mirada se dirigió a Lisa—. Papi tamben mío.

Ambas adultas rieron ante las palabras de la niña, que aún las observaba atentamente.

—¿Puede ser que nuestra pequeña esté celosa? —preguntó Lisa riendo.

—Eso parece, pero creo que hay algo que podemos hacer al respecto.

Ambas se miraron por unos segundos y, luego de que Lisa asintiera suavemente con su cabeza, se acercaron a las mejillas de la bebé para llenarla de besos, sorprendiéndola con la acción de sus padres.

Luego de un tiempo se alejaron para dejar tranquila a la pequeña que aún se reía con las mejillas totalmente coloradas.

—Tenemos que levantarnos, hace un rato Jisoo me escribió para avisarme que estaban por llegar.

—Nuestra cama está demasiado cómoda para dejarla —Lisa se estiró para volver a acurrucarse bajo el acolchado nuevamente.

—Si te digo lo que cociné, ¿si te levantarás?

—Mmm... No lo sé, a ver.

—Recordé que hace unos días hablaste durante casi media hora sobre las muchísimas ganas que tenías de comer spaghettis con salsa...

Jennie cortó sus palabras cuando la pelinegra levantó su vista observándola con ojos brillantes. Ahí estaba, exactamente el mismo gesto de Haerin.

—Y tú... ¿tú hiciste eso? —preguntó con ilusión recibiendo una afirmación—. ¿Te quieres casar nuevamente conmigo? —propuso sacándole una risa a la mayor.

—Primero los pruebas y luego me dices si aún quieres hablar de una segunda boda —respondió, levantándose de la cama y ayudando a Hae a bajarse—. ¿Vamos? —extendió su mano hacia Lisa, quien rápidamente la tomó. Se encaminaron a la puerta de la habitación con Haerin tomando la mano de su mami y Jennie aferrada a la cintura de su esposa desde atrás.

Al abrir la puerta sintieron algunos ruidos en la sala y, cuando llegaron a la misma, se encontraron con Jisoo y Rosé sobre el sofá conversando y Minnie saliendo de la cocina con un trozo de pan bañado en salsa.

—¡Mimi! —gritó Haerin soltando la mano de la pelinegra para correr en dirección a Minnie.

Rosé y Jisoo se acercaron a Lisa para saludarla y abrazarla mientras la de ojos redondos aún miraba en dirección a Hae y Minnie con algo de confusión.

—¿Qué fue eso? —cuestionó en voz baja a su mujer, señalando en dirección a su hija.

—Parece que Minnie es su favorita. Aunque más bien creo que la ve como una hermanita —respondió besándole la mejilla—, y si eso te sorprendió, espera a que comience "El Precio de la Historia" y se siente en el sofá junto a Rosé para verlo.

—¿Qué han hecho con mi hija? —preguntó en voz alta cruzándose de brazos.

—Solo la trajimos hacia el lado de tías divertidas —respondió Minnie—. ¿No es así, Hae?

—¡Tías ditidas! —afirmó aplaudiendo.

—Tranquila, amor. Pronto se siente abrumada por la energía de Minnie y regresa.

Las seis se sentaron en la mesa para cenar, luego de un rato y algunos elogios para Jennie todas terminaron dejando sus platos sin rastro alguno. Todas menos Lisa.

Ella pidió un segundo plato y Jen no tardó demasiado en cumplir su petición. Lisa se veía muy feliz con su cena, lo que le hizo creer a Jennie que quizá la comida de esas cuatro semanas fue realmente malas.

Finalmente cuando la tailandesa terminó, todas se dirigieron hacia la sala para ver una película. La castaña estaba realmente feliz de poder compartir estos momentos todas juntas.

Cuando ella regresó, decidió que era mejor pasar todo el tiempo que pudiera con Lisa y Haerin, y sus tres amigas estuvieron completamente de acuerdo.

Ese mes se basó en aprender a convivir con su pequeña familia, tratando de adaptarse a la rutina que era guiada por el cuidado de la pequeña y en aprovechar los breves tiempos a solas que tenía con su chica cuando Haerin dormía.

Había sido bastante bueno, pero eso no quitaba que el compartir estos momentos todas juntas también se sentía realmente bien.

A los pocos minutos del inicio de la película, Haerin se quedó completamente dormida sobre su papá y, antes de que la película llegara a la mitad, entre bostezos, sus amigas se despidieron dejando nuevamente solas a las tres.

—¿Quieres ir a dormir, amor? —cuestionó la mayor en voz baja para no despertar a su bebé.

—Sí, por favor. Hace días que no duermo como debo y siento que recién ahora me estoy dando cuenta —respondió con un bostezo.

Ambas se levantaron del sofá, Jennie cargando a Hae y caminaron con dirección a su habitación.

No hizo falta preguntar en dónde dormiría la gatita, pues al llegar a su habitación, Jennie la acomodó en medio de la gran cama y Lisa la cubrió con el acolchado, asegurándose de poner unas almohadas a su alrededor para que no corriera peligro mientras ellas iban a cepillarse los dientes.

La pelinegra no pudo evitar quedarse durante un momento observando a su bebé y Jennie no pudo evitar unírsele, abrazándola por detrás y apoyando su mentón sobre el hombro de Lisa para poder observar bien a Haerin.

—Es increíble y hermosa —comentó la más joven sin despegar la vista de Haerin.

—Lo es.

—Creo que realmente lo hicimos muy bien —agregó con una sonrisa.

—Demasiado bien —Jen sonrió—. Deberíamos tener otro —habló dejando un beso sobre su cuello.

La extranjera rió girándose sobre los brazos de Kim para besarla brevemente.

—Traje algo para ti —susurró, guiándola para que se sentara sobre la cama—, espérame aquí un momento.

Y antes de que Jennie pudiera responder, Lisa salió casi corriendo de la habitación, regresando luego de un rato con sus manos detrás de su espalda, ocultado algo que descubrió durante su primera semana fuera.

—Cierra los ojos —pidió cuando estuvo frente a la coreana.

Jennie obedeció, sintiendo al instante cómo Lisa se sentaba a horcajadas sobre ella.

—Ya puedes abrirlos —indicó.

Lentamente Jennie abrió sus ojos encontrándose a la pelinegra en frente a ella con sus manos nuevamente escondidas detrás de su cuerpo. La miró con curiosidad y Lisa habló.

—Yo... —suspiró—, realmente... Supongo que todo lo que tengo para decir está aquí —dijo dudosa revelando el sobre blanco que había mantenido oculto.

Jennie parpadeó confundida y tomó el sobre cuando Lisa le indicó que lo hiciera.

Con lentitud lo abrió encontrándose con un papel prolijamente doblado en tres. Levantó su vista hacia la menor y esta la miraba con nervios, sujetando su labio inferior entre sus dientes.

Con cuidado desdobló el papel y leyó las pocas palabras que estaban impresas en el.

Paciente: Lalisa Kim‐Manoban.

Prueba de embarazo.

Resultado: POSITIVO.

Sin dudas sería un nuevo comienzo.

¡Gracias por leer!
🐾 🩷 🐈

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro