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Jeon Jungkook miraba con determinación el edificio imponente del Culinary Institute of Seoul. Hoy era el día de las inscripciones para el concurso de repostería más prestigioso del país, un evento que prometía cambiar su vida. Aunque acababa de graduarse en economía, su verdadero sueño siempre había sido la repostería. Con una mezcla de nervios y entusiasmo, caminó hacia la mesa de inscripciones, su mente llena de recetas y estrategias para impresionar al jurado.

En otra parte de la ciudad, Park Jimin se encontraba en su famosa cafetería, "Sweet Symphony". El ambiente era una mezcla de aromas deliciosos y conversaciones animadas. Jimin supervisaba a su equipo mientras preparaban los pasteles y postres que habían hecho famoso su nombre. Hoy era un día especial, pues pronto se anunciarían los jueces del concurso de repostería, y Jimin estaba seguro de que recibiría una invitación para formar parte del panel.

Las inscripciones para el concurso se llevaron a cabo sin contratiempos. Jungkook se sorprendió al ver la cantidad de participantes, todos con el mismo brillo de esperanza en los ojos. Era de esperarse pues todos sabían que una ves que entraras a está academia a uno de sus concursos, la fama estaba asegurada y tendrías gran prestigio, suspiro suave, eso era lo que el quería.

Pero Vamos, el aún era un novato en esto aunque tenía la pasión suficiente para poder darle cara.

Después de registrarse, pasó el resto del día en su pequeño departamento, practicando sus recetas y perfeccionando sus técnicas. Sabía que la competencia sería feroz, pero también confiaba en su talento y en su pasión.

Una semana después, el anuncio oficial de los jueces se hizo público, y tal como Jimin esperaba, su nombre encabezaba la lista. La emoción del evento comenzó a crecer en toda la ciudad, con medios de comunicación y entusiastas de la repostería hablando sin parar sobre los posibles candidatos y sus expectativas.

El día del primer encuentro llegó rápidamente. Jungkook, con su delantal impecable y sus utensilios listos, entró en la sala de competiciones. El espacio estaba lleno de estaciones de trabajo, cada una equipada con todo lo necesario para crear obras maestras culinarias. Los nervios eran palpables en el aire, pero también lo era la excitación.

Jimin, por su parte, observaba desde el área designada para los jueces. Su mirada era profesional y analítica, pero en su interior, sentía una emoción similar a la de los concursantes. Este concurso no solo era una oportunidad para descubrir nuevos talentos, sino también para inspirar a la próxima generación de reposteros.

Jimin era sabio en esto porque el había sido uno de los muchos reposteros profesionales que en su momento entraron al concurso y ganaron, le enorgullecía de sobremanera decir que conocía este campo, era como su segunda casa.

La competencia comenzó con una serie de desafíos diseñados para probar las habilidades técnicas y la creatividad de los participantes. Jungkook se destacaba desde el principio, no solo por su destreza, sino también por su enfoque innovador y su capacidad para combinar sabores de manera única. Jimin no pudo evitar notar el talento del joven repostero pelinegro, intrigado por su potencial.

Durante una pausa, los concursantes tuvieron la oportunidad de interactuar brevemente con los jueces. Jungkook, nervioso pero decidido, se acercó a Jimin, quien estaba conversando con otros jueces.

—Hola, soy Jeon Jungkook —dijo con una sonrisa nerviosa—. Es un honor conocerlo. He admirado su trabajo durante mucho tiempo.

Jimin le devolvió la sonrisa, impresionado por la sinceridad del joven.

—Encantado de conocerte, Jungkook. He visto tus creaciones hoy, y debo decir que tienes un talento notable. Estoy ansioso por ver más de lo que puedes hacer.

Jungkook sintió una oleada de confianza ante las palabras de Jimin. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también estaba más motivado que nunca para demostrar su valía.

Con el primer día de la competencia concluido, Jungkook regresó a su departamento, agotado pero lleno de esperanza. Sabía que estaba en el camino correcto y que este concurso era su oportunidad de oro. Mientras tanto, Jimin reflexionaba sobre el día, intrigado por el potencial de Jungkook y emocionado por lo que vendría.

A medida que avanzaban los días, Jimin y Jungkook comenzaron a cruzar más sus caminos. Jimin, aunque profesional, no pudo evitar sentir una conexión especial con Jungkook, admirando no solo su talento sino también su pasión y dedicación. Jungkook, por su parte, encontraba en Jimin una fuente constante de inspiración y motivación.

La competencia se volvía cada vez más intensa, y con cada desafío, Jungkook demostraba su habilidad y creatividad. Los demás participantes también daban lo mejor de sí, pero era evidente que Jungkook tenía algo especial.

En uno de los desafíos, los concursantes debían crear un postre inspirado en un recuerdo personal. Jungkook decidió hacer un pastel que su madre solía preparar en su infancia, un pastel que representaba amor y hogar. Mientras trabajaba, no pudo evitar pensar en lo lejos que había llegado y en lo mucho que quería demostrar.

Cuando llegó el momento de la evaluación, Jimin probó el pastel de Jungkook y quedó impresionado por los sabores y la presentación. Pero más allá de eso, pudo sentir la historia y la emoción detrás del postre.

—Jungkook, este pastel no solo es delicioso, sino que también transmite una historia. Has logrado capturar algo muy especial aquí —dijo Jimin, mirándolo con admiración.

Jungkook sintió que su corazón se aceleraba, no solo por el elogio, sino por la forma en que Jimin lo miraba. Había una conexión, un entendimiento mutuo que iba más allá de la competencia.

Con cada día que pasaba, Jimin y Jungkook se acercaban más. Aunque la competencia seguía siendo el centro de su interacción, ambos sabían que algo más estaba creciendo entre ellos. La combinación de respeto profesional y una atracción creciente los llevaba a buscar más momentos juntos, aunque fueran breves.

En una tarde particularmente tranquila, después de uno de los desafíos más agotadores, Jimin encontró a Jungkook practicando en una de las estaciones de trabajo vacías. Decidió acercarse y observar, admirando la concentración y la habilidad del joven repostero.

—¿Te importa si me uno? —preguntó Jimin, con una sonrisa.

Jungkook se sorprendió, pero asintió con entusiasmo.

—Claro, sería un honor.

Juntos, trabajaron en una receta improvisada, compartiendo consejos y risas. La cocina, que usualmente era un lugar de competencia feroz, se convirtió en un espacio de colaboración y camaradería.

—Sabes, Jimin, siempre he admirado tu trabajo. Desde que comencé a interesarme en la repostería, has sido una gran inspiración para mí —confesó Jungkook mientras batían una mezcla.

Jimin se sintió conmovido por las palabras de Jungkook.

—Gracias, Jungkook. Es un honor saber eso. Y debo decir que tienes un talento increíble. Estoy seguro de que lograrás grandes cosas.

La química entre ellos era innegable, y ambos sentían que algo especial estaba surgiendo. A medida que la competencia avanzaba, Jimin y Jungkook continuaron apoyándose mutuamente, encontrando en su relación una fuente de fortaleza y motivación.

Finalmente, llegó el último día de la competencia. Los nervios estaban al máximo, pero también lo estaba la emoción. Jungkook sabía que esta era su oportunidad de demostrar todo lo que había aprendido y de honrar su pasión.

El desafío final consistía en crear una obra maestra que combinara técnica, creatividad y sabor. Jungkook puso todo su corazón en su creación, recordando cada momento que lo había llevado hasta aquí.

Cuando llegó el momento de la evaluación, Jimin y los demás jueces probaron las creaciones de los finalistas. La tensión en el aire era palpable, pero Jimin se sentía orgulloso de todos los participantes, especialmente de Jungkook.

Después de una deliberación intensa, se anunció al ganador: Jeon Jungkook. El aplauso fue ensordecedor, y Jungkook sintió una mezcla de alivio, alegría y gratitud.

Jimin se acercó a Jungkook, su sonrisa reflejando el orgullo que sentía por él.

—Lo lograste, Jungkook. Felicidades, realmente te lo mereces —dijo Jimin, abrazándolo con fuerza.

Jungkook, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, correspondió el abrazo.

—Gracias, Jimin. No solo por las palabras de aliento, sino por todo. Has sido una gran inspiración para mí.

Esa noche, hubo una celebración para todos los participantes del concurso. Fue una oportunidad para relajarse, compartir historias y disfrutar de la compañía de quienes habían sido tanto rivales como compañeros de viaje. Jimin y Jungkook pasaron la mayor parte del tiempo juntos, hablando sobre sus experiencias y sueños para el futuro.

Mientras la fiesta continuaba, Jungkook decidió que era el momento de confesar sus sentimientos. Encontró a Jimin en un rincón tranquilo, lejos del bullicio de la celebración.

—Jimin, hay algo que quiero decirte —empezó Jungkook, nervioso pero decidido—. Durante todo este tiempo, no solo he admirado tu trabajo, sino que también he llegado a conocerte y... me he enamorado de ti. Sé que es algo inesperado, pero no puedo seguir guardándomelo.

Jimin se quedó en silencio por un momento, sorprendido por la confesión, pero luego una cálida sonrisa se dibujó en su rostro.

—Jungkook, debo admitir que también he sentido algo especial por ti. Tu pasión, tu dedicación y la forma en que miras el mundo... todo eso me ha cautivado.

Sin más palabras necesarias, Jimin y Jungkook se acercaron y compartieron un beso suave y dulce, sellando el comienzo de su relación. La conexión que había comenzado en la cocina se había transformado en algo mucho más profundo y significativo.

Los días siguientes fueron un torbellino de emociones y nuevas experiencias para ambos. Jimin, conocido por su profesionalismo, se permitió abrir su corazón y disfrutar de cada momento con Jungkook. Por su parte, Jungkook, que había encontrado tanto el éxito como el amor, se sintió más motivado que nunca para seguir perfeccionando su arte.

A medida que su relación florecía, también lo hacían sus carreras. Jimin y Jungkook comenzaron a colaborar en nuevas recetas y proyectos, combinando sus talentos y estilos únicos. Decidieron abrir una nueva cafetería juntos, un lugar donde pudieran compartir su amor por la repostería y el uno por el otro con el mundo.

La apertura de la cafetería fue un éxito rotundo. Los clientes acudían no solo por los exquisitos postres, sino también por la atmósfera cálida y acogedora creada por Jimin y Jungkook. La cafetería se convirtió en un símbolo de su amor y de su viaje juntos, un testimonio de cómo dos personas pueden unirse y crear algo hermoso.

En uno de esos días tranquilos en la cafetería, mientras el sol se filtraba por las ventanas y llenaba el lugar con una luz dorada, Jimin y Jungkook se tomaron un momento para reflexionar sobre todo lo que habían logrado. Sentados en una mesa en un rincón, con una taza de café caliente y un plato de sus postres favoritos, se dieron cuenta de lo afortunados que eran de haberse encontrado.

—Nunca pensé que un concurso de repostería cambiaría mi vida de esta manera —dijo Jungkook, sonriendo a Jimin.

—Ni yo —respondió Jimin, tomando la mano de Jungkook—. Pero estoy agradecido por cada momento que hemos compartido. Nuestro amor es el ingrediente secreto que hace que todo sea perfecto.

Y así, en medio de los dulces aromas y las risas compartidas, Jimin y Jungkook continuaron escribiendo su historia, una historia de amor, pasión y repostería que seguiría inspirando a todos aquellos que visitaran su cafetería. Su viaje había comenzado con un sueño y un concurso, pero lo que construyeron juntos fue mucho más que eso: una vida llena de amor y dulzura, unida por el destino y el deseo de crear algo verdaderamente especial.













Fin


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Me gusto la historia, si notan algo extraño me lo hacen saber. 😄

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#jikook