Instructor...

Camino a su trabajo se sumergió en un montón de preguntas ¿Cómo es que Jimin había llegado hasta ese punto en tan solo días? Él había estado preparando una conversación con el rubio desde que empezó a trabajar y no había logrado nada, bueno solo los mensajes del día anterior.

Su pecho dejó salir un suspiro, llenando de enamoramiento el aire a su alrededor. Los mensajes que tuvo con Jungkook se sentían como un sueño, como si aquello no hubiera pasado nunca y, de no ser por la evidencia en su celular, estaba seguro de que quizá era una alucinación.

—¿Vas a empezar a trabajar o seguirás mirándome? —la voz profunda de NamJoon lo arrastró a la tierra de nuevo, no lo veía con buena cara y eso no era nada agradable .

—Perdón —se disculpó y tomó la escoba para empezar a barrer.

Estubo tan absorto de su alrededor que, después de terminar sus tareas y abrir el local, supo que ese día faltaba algo.

—¿Y Jimin?

—Pidió permiso para no asistir —respondió Nam.

—¿Por qué? ¿No se toma su trabajo en serio o qué?

—Deja de decir tonterías —y si no conociera al mayor estaría seguro que este iba a golpearlo por el tono de voz que usó, como si lo regañara —Tiene un asunto a resolver que no te diré.

Taehyung rodó los ojos, quizá estaba haciendo muy evidente los celos que el más bajito le daba, pero ¿Pueden culparlo? Era un joven inmaduro y tonto enamorado. Aún así jamás sería capaz de hacerle algún daño, tanto por miedo a Nam como a sus valores propios.

Los clientes fueron llegando poco a poco, a eso del medio día estaba casi lleno debido al calor infernal de ahí afuera.

Taehyung estaba atascado en trabajo y por primera vez maldijo el no tener a Jimin para que le ayudara. La carga era tal que hasta NamJoon, que por orden del jefe tenía casi  prohibido tocar las máquinas, se puso a atender a los clientes.

Quería un helado, joder que si, pero el vendedor no debe probar su mercancía ¿Verdad?

El trabajo tenía su mente demasiada alejada de pensamientos románticos, solo quería sentarse y atragantarse con un rico helado de chocolate; tanto así que, cuando la campanilla de la puerta volvió a sonar, sintió una frustración en su cuerpo en lugar de emoción como todas las tardes.

—¿Qué va a querer? —dijo sin mirar al cliente, esperando que está no viera su cara roja, sudada y molesta.

—Un helado de chocolate

¡Oh! ¡OH!

Sintió que su alma había corrido cual gallina lejos de su cuerpo, dejándolo solo en aquella bochornosa situación.

No levantó la mirada, por su puesto que no, su cara estaba colorada debido al calor y los nervios, ahora parecía una gran manzana roja, no podía permitir que Jungkook viera su horrible rostro.

—Perdón por no contestarte —dijó mientras veía a Tae tomar un cono de galleta.

¿Que digo? ¿Qué hago? Dios mío ayúdame ¿Lo ignoro? ¿Le digo que no se preocupe? ¿Le regalo helado?

—Mi hermano me llamó y olvidé que no te había respondido, lo siento —volvió a hablar al notar que el menor no le dirigía la palabra.

Inhala, exala, controlarte Taehyung, inhala, exala ¡Piensa cabeza! ¡PIENSA!

—¿Sigues molesto?

Había esperado tanto tiempo por un momento así y justo ahora que estaba pasando ¡No sabia qué hacer!, su interior colapsaba.

—Aquí tiene —dijo al fin cuando le dió su helado, sin míralo, obviamente.

—Gracias —sus oídos engañaban a su enamorada mente, porque ese tono de voz no podía ser de decepción.

Siempre lo había visto irse cuando recibía el helado, últimamente lo veía sentarse en una silla, pero aquella vez decidió que comería su helado ¡Afuera de la tienda!

¡Carajo!

El corazón de Taehyung rogaba por salir a hacerle compañía a ese hombre que se veía tan atractivo recargado de la pared de la tienda.
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Probablemente haya errores, pido perdón.