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–Rapunzel... ¿Alguna vez te dije lo mucho que me gustan las morenas?

Llevé la mirada hasta a mis hermanos quienes me miraban con cara de desprecio

–¿Que? –sorbí mi nariz –, ¿ahora no puedo saber los diálogos de Rapunzel?

–Tom, ves demasiada televisión, creo que deberíamos dejar los martes de película.

–Oh no –gruño la rubia –. No perderé mis noches de película, solo porque Tomi es un afanado de Disney.

–No es cierto –fruncí el ceño –es solo que tu quieres ver películas de terror. Emma, ya nadie ve el Resplandor, te lo digo, esa película ni miedo da.

Mi hermana pareció ofenderse por unos instantes

–¿Disculpa? El Resplandor es una de las mejores películas de terror psicológico, junto con Tin y Tina.

–Cliche –replico el mayor mientras depositaba un puño de palomitas sobre su boca.

–¿Y tu qué tragón? –lleve mi mano hasta mi almohada y se la tire en cara. Mi hermano me devolvió el golpe justo en la nariz–, auch.

–Merecido –dejo ver una de sus sonrisas victoriosas, pero eso no le duró mucho. Emma se había abalanzado hacia el en un ataque de cosquillas. El pobre no dejaba de reír y repetir su nombre – ¡Emma...! Jajaja

–Eso, sufre igual que... –yo fui el siguiente en ser abalanzado por las cosquillas.

La habitación se llenó de risas y lágrimas gastadas en dedos traviesos, mi hermana no tardaría en saber que era cobrar venganza. Emma era inteligente, sin duda. Pero se dormia con facilidad

Ben y yo aprovechamos el momento para rayar su cara y dejar crema de afeitar en su mano, su teléfono fue cambiado por un trozo de pastel de chocolate, cuando todo estuvo arreglado. Bajamos la temperatura de la sala acto seguido;

Emma se llevó una de las dos manos con crema a los labios, de manera inconsciente paso la lengua para probar y al paso de los segundos, una Emma se levantó desesperada por ir al baño.

Mi hermana estaba conmigo viendo la televisión o eso queríamos hacerle creer.

Un grito ahogado salió del cuarto de baño y fue pura victoria

–Seria mejor salir antes de que explote por completo –sugirió el mayor.

No iba a negarme a la propuesta. Salimos del departamento y corrimos escalera abajo hasta llegar al aire fresco. Era de noche y las nubes anunciaban una próxima lluvia,  Ben, siendo un hermano sobre-protector  (a su modo), pensé que nos haría regresar y enfrentar la furia de Emma

–Caminemos un rato –dijo en cambio, asentí limitándome solo a eso

Habían montones de edificios altos con luces brillantes y distintos tonos de azul, rosa y morado. Los autos recorriendo las calles velozmente

Bailarines callejeros daban grandes espectáculos atrayendo más público hacia ellos, maletas llenándose de dinero y monedas, muestras de ropa extravagante y reluciente. Las personas caminaban con tanta calma y charlaban entre ellas que me pregunte, ¿podría yo tener amigos así?

Salir algunas noches, caminatas, planes...

–¿En qué tanto piensas? –reposo una mano sobre mi hombro. Ben a veces solía ser muy precavido.

Negué.

–En nada. –volvi a fijarme alrededor – ¿Que tal las cosas con Diore?

–Todo bien –retiro su mano y se llevó el pulgar para limpiarse la comisura de los labios. – hoy tiene una reunión con su familia, me invitó pero debería aprender a no estar encima de ella todo el tiempo.

–¿Lo dice ella o tu? –el golpe en el hombro no evitó la risa –, ¡pero es cierto! Ustedes están juntos como dos pares de melosos hormonales.

–Son cosas de una relación, ya lo verás. –una mueca se formó en mis labios «¿Era necesario el que consiguiera pareja?», su mirada cayó en mi una vez más antes de suspirar. –Lo siento.

–No te preocupes. –hice un gesto vago con la mano.

–¿Que me cuentas de ayer? ¿Como te fue en tu cita a ciegas?

«Adrian –confeso–, me llamo Adrián»

La sonrisa fue casi instantánea, no tuve tiempo para disimularla

–¿Con que triunfante eh? –una sonrisa se dibujó en sus labios.

–¿A que te refieres? –trate de cambiar de expresión –, solo charle un rato con una chica muy simpática. –relamí los labios recordando todo sobre, la noche anterior.

–No creas que soy tu amigo –Intentaba hacer una broma, y esperaba a que no se lo tomara en serio. –, soy un chico difícil de convencer

–¿Quieres decir que el haber compartido comida con un extraño, es tu lado rudo?

–Aja. Exactamente –se lo estaba tomando de la misma manera que yo.

«Adrian» suspiré «me pregunto si algún día lo encontraré»

[....]

Cerré el loquero y llevé la vista hacia mi hermano mayor, Diore había vuelto hacia tres días y habían vuelto a ser los mismos melosos hormonales de siempre. Una mueca de asco se formó en mis labios en cuanto comenzaron con los susurros picos

–Yo debería irme. –Nada, ninguno de los dos se fijó en que estaba allí. Genial, podía ser libre

Caminé hasta salir de aquel pasillo: ¿Conseguiré algún día a alguien que me quiera de la misma manera? Era difícil saberlo

Me impulsó en saltar y tocar el murillo de arriba, tropecé torpemente junto a una chica muy baja

–Lo siento –me apresure en devolverle sus libros.

La chica, en cambio. Arreglo la posición de sus lentes y se molestó en regalarme una mirada frívola, dio media vuelta y camino hasta desaparecer entre la multitud

Bien hecho.

Deje escapar un suspiro y subí al piso 2

Encontré una multitud de personas (chicas) rodeando lo que parecía ser el salón de física. ¿Y ahora que? «No seas curioso. Sigue adelante y siéntate.»

Las chicas a mi alrededor se quedaron en silencio cuando aparecí por detrás. La mayoría parecía levemente sorprendida y la otra parte mantenía su teléfono en mano, con el flash encendido y boquiabiertas.

Mire hacia atrás en busca de alguien a quien mirar «Solo estoy yo» me fijé de nuevo en ellas. «Me miran a mi». Mientras caminaba para adentrarme al salón me revise, no tenía ninguna mancha en la camisa. Que me vieran por eso sería muy vergonzoso

Entre al lugar sin siquiera ver quién estaba

No había nadie ¿por qué tanto escándalo? Deje las cosas en mi asiento, no me atreví a mirar atrás pero me sentía observado. Las de la puerta no paraban de verme «Muy observado»

¿Por qué no entraban? Saque la libreta y la dejé sobre la mesa, estaba al fondo. Esperando a que el profesor llegará. Con más de 14 chicas en una puerta observándome, que raro estaba el mundo esta mañana

En los primeros asientos de la primera fila delantera, había un papel con algo anotado en ella: Gallager's

¿En serio estaban reservando asientos?  Lo más probable es que estuvieran pagados.

Dos chicos entraron al salón con el profesor de física

Con largas capuchas grises y rojas. Difícil de distinguir sus rostros, se detuvieron en los asientos con el papel de: Gallager's, el profesor se detuvo a mirarme pero no dijo nada: cerró el salón de modo que las chicas ya no pudieron tomar fotos.

Fruncí el ceño observando a los dos recientes llegados ¿que pasaba? Pareció que entre los dos, tomaban turnos para mirar de soyaso hacia atrás

«ignoralos»

–Beredick ¿no? –alce la mirada. El profesor me miro fijamente que, a diferencia de los demás, mantenía un semblante más calmado y suave. Asentí con lentitud –¿Te quedarás aquí?

«¿Debería decir que no?»

Tal vez, si no eres tan idiota...

–Porsupuesto.

Idiota.

Asintió, lo que transcurrió de la clase fueron algunas teorías y preguntas, junto con respuestas ninguno de los dos se permitió hablar. Se habían olvidado de que estaba detrás en cuanto la pizarra se llenó, de ecuaciones.

De los tres únicos que estábamos, fui el primero en terminar

«el primero y único solo» baja la mirada e hice garabatos con mi lápiz.

–«Soy un chico de familia» –susurro. Llevó un poco de aire hacia mis pulmones y lo dejo salir

El chico de capucha roja. Se levantó de su asiento, susurro algo en el oído del hombre canoso, y desapareció por aquella puerta. En donde antes habían miles de chicas

–Beredick, acá. –me levante de mi asiento con torpeza y clavando la punta del lápiz en mi mano

Un grito sordo fue lo único que hice al respecto

Me dirigí hacia el profesor cuando intenté mirar al chico de capucha gris, este sabía las intenciones y bajo la cabeza.

–¿Puedes resolver los ejercicios de acá? –mire lo que tenía enfrente y asentí con lentitud.

¿Cuál es la raíz cuadrada de 3,600?

1.89736659561

Trace uno por uno los números en el pizarrón, susurrando por lo bajo

¿Por qué se complicaban en terminar una ecuación?

John Dalton. Había aprendido mucho de aquel hombre cuando aún estudiaba en línea, o con algunos maestros personales

Deje el marcador sobre el escritorio, clave hacia el profesor quien observaba con cierto orgullo aquel trabajo sencillo.

–Nunca me defraudas, Tom –hizo un par de negaciones y me palmeó la espalda.

–Es sencillo –me limitaba a encogerme. – o al menos lo es cuando lo prácticas

–Deberias entrar a la clase avanzada, algún concurso estudiantil.

«tanto alago por una simple ecuación quien lo diría»

–Estoy bien así, gracias –. Sin más, sonreí de forma leve y me dirigí a mi asiento

Las horas pasaron y pronto nos tocó salir –a los únicos tres de la clase– los dos permanecieron en el salón, era hora del almuerzo así que me dirigí a la cocina

Emma:

La profesora de biología es una mierda

La mujer no para de repetir que venimos de los animales

¡Apuesto a que mamá ni tardaría en volarle la cabeza!.

Yo:

Sería todo un espectáculo para ti ¿eh?

Emma:

Por supuesto :). PD: Ben pasará a buscarme en cuanto termine, te veo en casa.

Apague mi celular y me dirigí al baño

Deje el bolso sobre el suelo y lave mis manos, al menos hoy si estaba limpio. Los baños (de hombres, sobre todo los hombres) rara vez se encontraban limpios, y con un olor agradable.

Al salir del baño había otra ola de chicas esta vez más grande, ocupando la gran parte del  pasillo.

La ola no tardo en llevarme con ellas. Gritos, chillidos, palabras raras que no lograba captar me atravesaron «No es por mi. No me buscan a mi», me liberé de la ola por fortuna, pero una de tantas tomó mi cabello y lo jalo con fuerza quitándome un par de pelillos.

Llevé la mano a mi cabeza en ese momento mientras jadeaba de dolor, subí las escaleras cuestionando tanto caos

–¿Que está sucediendo? –pregunte a la nada –. ¿son esos dos chicos con capucha?

Lo siguiente que sucedió fue un tropiezo de cuerpo con cuerpo, el impulso ocasionó que jalara su camisa y callera hacia atrás junto conmigo.

El impacto contra el suelo causó que mi vista se nublara y los zumbidos me aturdieran. 

Logré incorporarme en el suelo. La vista aún era nula y los sonidos muy poco audibles, llevé la mirada hacia la persona al lado

Un chico un cabello negro tez pálida y ojos cerrados

–¿Estas bien? –parpadee un par de veces hasta arreglar mi vista. –¿te hiciste daño? ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Yo...?

Baje la mirada hasta la ficha que había en su pecho: Adrián.

Mi respiración se cortó, mi corazón comenzó a latir con fuerza y mis manos se apartaron de el... El... El... No disimulo su espanto también, su voz. Mi voz

«Sabe quien soy» la respiración solo se cortó una vez más «mierda, sabe quién soy ¡yo sé quién es!»

–Tu...

–¡ADRIAN! –los dos miramos al chico que corría hacia nosotros. Hacia el. ¡Joder el chico era igual que el!

No pude evitarlo y lo dije

–Chico de las novelas turcas –se adelanto.

Quise sonreír.

–Hola. –la voz me salió más frágil de lo que quería

Su expresión no tardo en cambiar en cuanto el segundo paso por un lado tomando su brazo y arrastrándolo de manera brusca hacia el

Es el

No pude evitar la sonrisa esta vez

Ojos miel, cabello negro y desordenado:

En verdad es el.

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